16 de septiembre
(304 d. C.)
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En el museo de Letrán se
encuentra parte de un epitafio que fue descubierto en Rignano, ciudad situada a
unos ochenta y cuatro kilómetros de Roma, que, según la opinión del arqueólogo
de Rossi, perteneció al sepulcro del mártir Abundio al que se refiere el
Martirologio Romano en este día. "En Roma, sobre la Vía Flaminia, los
santos mártires Abundio, el sacerdote, y Abundancio, el diácono, quienes,
junto con un hombre distinguido llamado Marciano y su hijo, Juan, que había
sido resucitado de entre los muertos por Abundio, sufrieron la muerte por la
espada, según órdenes del emperador
Diocleciano, en la décima piedra miliaria de la ciudad." Las actas de
estos mártires, sin valor histórico alguno, relatan que San Abundio y su diácono
recibieron órdenes de adorar a Hércules, a lo que se negaron rotundamente. En
seguida, se les arrojó en la cárcel
Mamertina, de la que fueron sacados un mes después para torturarlos y
condenarlos a muerte. En el camino al lugar de su ejecución se encontraron con
el senador Marciano, quien marchaba anegado en llanto tras el féretro de su
hijo Juan, que había muerto. San Abundio
pidió permiso para ver el cadáver y, cuando estuvo junto al ataúd, se puso en
oración y el joven Juan resucitó. Ante aquel milagro, Marciano y Juan
confesaron a Cristo y, en consecuencia, fueron decapitados aquel mismo día y en
el mismo lugar que Abundio y Abundancio. Los
cuatro fueron sepultados en el cementerio de la matrona Teodora, cerca de
Rignano, sobre la Vía Flaminia. Sus reliquias, junto con las de Santa Teodora
(a la que el Martirologio Romano nombra el 17 de sept.) fueron
trasladadas posteriormente a Roma. Los restos de los santos Abundio y Abundancio
fueron sepultados definitivamente en la iglesia del Santo Nombre de Jesús, en
1583. Fue ante su santuario donde, dos años más tarde, San Luis Gonzaga asistió
a la misa, antes de entrar a la Compañía
de Jesús.
La biografía resumida y el relato sobre las traslaciones de
las reliquias, se halla en el Acta Sanctorum sept.
vol. V. Más interesante que estos datos es la inscripción que se conserva en
el Museo Cristiano de Letrán; de Rossi acepta su
autenticidad, pero Mons, Wilpert la rechaza. Ver a Delehaye, en Origines du
culte des martyrs, p. 322.
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