Para conocer las Sagradas Escrituras
Existen miles de libros que los hombres han escrito acerca de Dios a lo largo de la historia. De éstos, algunos son famosos como el Popol-Vuh de los mayas o el Ramayana y el Mahabaratha de los brahamanes. Cuando murió Jesucristo, sus seguidores escribieron cientos de libros acerca de su vida. Algunos eran fidedignos y otros inventaban cosas sólo para ganar adeptos. Estos últimos le atribuían a Jesús niño actos extraordinarios como dar vida a sus juguetes de madera, hablar con los animales y otro hechos similares. Estos libros los conocemos como los evangelios apócrifos.
La Iglesia, con el poder que ha recibido por la Tradición apostólica, recopiló todos estos libros, los analizó y, con la luz del Espíritu Santo, seleccionó y aprobó solamente 73 de ellos como la misma Palabra de Dios. Estos 73 libros se reunieron posteriormente en uno solo, llamado Biblia o Canon de las Escrituras.
La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por el mismo Dios a través de la pluma de los hagiógrafos.
Por ser el Espíritu Santo el que iluminó a la Iglesia al hacer la selección, podemos estar seguros de que en este conjunto de libros está escrita la Verdad de manera fiel y sin error.
1. Hay muchas Biblias distintas. ¿Cuál es la buena?
Encontramos en las librerías decenas de títulos distintos: La Biblia de los mormones, La Biblia del pueblo, La Biblia de los gedeones, La Biblia latinoamericana, La Biblia de los Testigos de Jehová, La Biblia de Jerusalén y muchas más.
Esto se debe a dos motivos:
• Personas de buena voluntad, que acordes con lo dictado por la Iglesia, han hecho traducciones y adaptaciones a los diferentes lenguajes, para hacer más accesible la Palabra de Dios a todos los hombres.
• Sectas y religiones que han suprimido o retocado lo que no les gustaba, o que han adulterado el mensaje de Dios, al modificar las palabras originalmente escritas por los hagiógrafos.
Para sabe si una Biblia es la original
Por todo lo anterior, al comprar una Biblia, es importante revisar que sea la original. ¿Cómo?
1. Verificando que incluya los 73 libros que aparecen en la siguiente tabla: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.
2. Verificando en la contraportada que la Biblia esté aprobada por alguna autoridad de la Iglesia Católica. Esta aprobación aparece con las palabras en latín ´imprimatur” y “nihil obstat”, que significan: “se puede imprimir” y “nada obstaculiza su impresión”.
3. Asesorándote con algún sacerdote de confianza.
2. División general
La Biblia se divide, ante todo, en dos grandes partes:
• Antiguo Testamento
• Nuevo Testamento, ambos relacionados entre sí.
La palabra latina testamentum -de donde viene la palabra española testamento- fue empleada al principio de la era cristiana, para traducir la voz griega: diatheké, que literalmente significaba disposición, contrato.
A su vez, los traductores griegos, llamados los Setenta, la usaron para traducir la expresión hebrea berit = pacto de soberanía, por medio de la cual designaban los hebreos la Alianza del Sinaí. Lo importante es que el término Testamento ha quedado para designar, hasta nuestros días, la división de las Escrituras.
3. División numérica de la Biblia
Dos grandes religiones se rigen por las enseñanzas de la Biblia: la judía y la cristiana, la cual está integrada por católicos, ortodoxos y diferentes denominaciones.
Los judíos sólo aceptan, como es claro, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento y lo dividen en tres grandes partes: "La Ley, los Profetas y otros escritos sagrados". Está compuesta por 39 libros.
Para los católicos, la Biblia -Antiguo y Nuevo Testamento- está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes de las principales denominaciones, sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo.
Como se ve, la diferencia entre católicos y protestantes se encuentra, no en el canon o lista de los libros del Nuevo Testamento, sino del Antiguo.
Antes se manejaba la hipótesis de que en el judaísmo había dos cánones, el largo (o alejandrino) y el corto (o palestinense). De acuerdo a esto, la Iglesia había seguido el canon largo o alejandrino, mientras que los judíos a partir del siglo I ó II después de Cristo, se habrían quedado con el canon corto o palestinense.
Hoy en día esta hipótesis es rechazada por las siguientes razones:
a) Por un lado, la traducción de la Biblia hebrea al griego no fue una obra unitaria en su finalidad o proyecto, ni fue traducida simultáneamente.
b) Por otro lado, conocemos la mayor parte de la Biblia de los Setenta a través de códices cristianos del siglo IV y V después de Cristo. Por lo tanto, ellos reflejarían, en todo caso, el uso cristiano de este tiempo. Y aún allí mismo, podemos comprobar la variabilidad que existía en algunos puntos.
c)Además, entre los judíos de Palestina no había una uniformidad en lo que respecta al canon; por esto, tampoco podremos hablar de un canon palestinense.
Por todos estos motivos, no podemos conocer las fronteras exactas de los libros reconocidos por los judíos de Alejandría.
Seguramente, además de los libros que habían surgido en Palestina, tenían libros propios compuestos en Alejandría, en lengua griega, como por ejemplo el de la Sabiduría.
La Iglesia católica, lo mismo que la ortodoxa, a partir del Concilio de Hipona en el año 383 después de Cristo, admitió como inspirados no sólo los protocanónicos (o aceptados primero, por eso se llaman de la primera ley) sino los deuterocanónicos (o de la segunda ley), lista que fue confirmada solemnemente por el Concilio de Trento, en 1546.
Hemos de mencionar, como argumento irrefutable para afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66, lo siguiente:
• La primera comunidad cristiana (Comunidad de los Apóstoles y discípulos del Señor) usó esta traducción de la Biblia griega de los Setenta, es decir el Antiguo Testamento con 46 libros.
• Jesucristo, al señalarle a san Pedro: "Te daré las llaves del Reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo" (Mt 16, 19), nos obliga a hacer y a aceptar lo que los primeros cristianos creían, hacían o usaban (sea de palabra o de viva voz).
• Los argumentos que los judíos usaron para no aceptar los libros deuterocanónicos como parte del canon del Antiguo Testamento aceptado por ellos, no gozan de la autoridad divina, en virtud, de que en ese momento (año 100 después de Cristo), la Comunidad cristiana ya existía y gozaba de plena autoridad en la materia.
Como vemos, la Iglesia tiene la razón al afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66 como dicen las sectas.
No hay que olvidar que la Biblia es la Palabra de Dios puesta por escrito en un momento privilegiado de la Tradición, por lo tanto nada puede añadirse, ni nada puede quitarse "La economía cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor" (La Divina Revelación, # 4).
Por otro lado, siendo sinceros y honestos descubriremos que: la única institución, la única Iglesia que transmitió por más de 1500 años la Palabra de Dios al mundo entero, es la Iglesia Católica: en sus monasterios, los monjes copiaban fielmente a mano el texto sagrado, la Iglesia en su Liturgia, en sus celebraciones la veneraba de manera especialísima, la vida de la Iglesia gira en torno a Cristo y éste contenido en la Biblia.
¿Cómo aceptar la Biblia y no aceptar a la Iglesia que ha sido fiel custodio y madre para que nada de lo que hay en ella se pierda?
¿Con qué autoridad puede alguien quitar o añadir algo a la Palabra de Dios, si la Iglesia Católica fundada por Jesucristo, haciendo uso de su autoridad divina ha declarado que nada puede añadirse ni nada puede quitarse:
"Ante todo, tened presente que ninguna predicción de la Escritura está a merced de interpretaciones personales; Porque ninguna predicción antigua aconteció por designio humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo" (2 P 1, 20-21)?.
Los libros que no aceptan las sectas y los Nuevos Movimientos pseudo-religiosos son los siguientes: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y 1 - 2 de Macabeos.
Usando una fórmula fácil de aprender, podemos citar estos libros de la siguiente manera: "ToJuSaEBa Mabis".
3. División temática
Teniendo en cuenta los distintos temas que nos ofrece la Biblia, podemos dividirlos en varios grupos:
Antiguo Testamento
En tiempo de Cristo -y aún ahora-, los judíos clasificaban las Escrituras en tres partes:
• la Ley,
• los Profetas
• otros Escritos.
La Ley y los Profetas eran los más importantes. El mismo Cristo los cita, por ejemplo, en Mt 7, 12. Los escritos se empleaban en las asambleas. El Eclesiástico los cita en el prefacio de su libro.
Hoy dividimos las Escrituras, así:
Los libros que componen la Biblia
Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento comienza con un conjunto de cinco libros, a los cuales los traductores griegos dieron el nombre de Pentateuco (penta = cinco; teuco = instrumentos, de donde provino luego la expresión "estuches" para los rollos de papiro y finalmente "libros"). Los judíos llaman a estos cinco libros la Torah o la Ley y los cinco libros eran cada uno un "quinto" de la Ley.
Estos cinco libros son :
Pentateuco
• Éxodo
• Génesis
• Levítico
• Números
• Deuteronomio
Libros sapienciales
• Salmos
• Job
• Proverbios
• Eclesiastés
• Cantar de los Cantares
• Sabiduría
• Sirácide (Eclesiástico)
Libros históricos
• Josué
• Rut
• I Samuel
• II Samuel
• I Reyes
• II Reyes
• I Crónicas
• II Crónicas
• Esdras
• Nehemías
• Tobías
• Judit
• Ester
• I Macabeos
• II Macabeos
Los judíos llaman "profetas anteriores" a Josué, Jueces, Samuel y Reyes ya que en ellos se encuentra la historia de los grandes profetas: Elías, Eliseo y aún Samuel.
A los que nosotros llamamos profetas, los judíos los llaman profetas posteriores.
Digamos también que para la Biblia griega, los libros de Samuel y Reyes formaban una sola unidad y los llamaban libros de los Reyes. Del mismo modo, los libros I y II de Crónicas, formaban uno solo con Esdras y Nehemías, por considerarse como obra del mismo autor.
La Biblia griega y la Vulgata de san Jerónimo llaman a Crónicas con el nombre de Paralipómenos.
Libros proféticos
• Isaías
• Jeremías*
• Lamentaciones
• Baruc
• Ezequiel
• Daniel
• Oseas
• Joel
• Amós
• Abdías
• Jonás
• Miqueas
• Nahum
• Habacuc
• Sofonías
• Ageo
• Sofonías
• Zacarías
• Malaquías
En algunas ediciones de la Biblia, los libros de Jeremías y Lamentaciones vienen unidos como un solo libro.
Nuevo Testamento
Evangelios
• Mateo
• Marcos
• Lucas
• Juan
Hechos de los apóstoles
Pertenecen a este grupo 21 Epístolas o Cartas:
Cartas del Nuevo Testamento
• Romanos
• I Corintios
• II Corintios
• Gálatas
• Efesios
• Filipenses
• Colosenses
• I Tesalonicenses
• II Tesalonicenses
• I Timoteo
• II Timoteo
• Tito
• Filemón
• Hebreos
Cartas Católicas
• Santiago
• I Pedro
• II Pedro
• I Juan
• II Juan
• III Juan
• Judas
• Apocalipsis
4. Unidad de ambos Testamentos
El Antiguo y Nuevo Testamento se complementan mutuamente. Su interrelación es tan completa, que el primero explica el segundo y viceversa.
Sólo a la luz del Antiguo Testamento se alcanza a comprender el primero; y sólo a la luz del Nuevo Testamento, nos damos cuenta de lo que el Antiguo quiso decir.
Con razón, Cristo les decía a sus oyentes: "Investigad las Escrituras y así comprobarán que Moisés habla de mí" (Jn 5, 39-45). Y san Lucas, relatando el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, dice que Jesús "empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó todo lo que había sobre Él en las Escrituras" (Lc 24, 25-27). De igual manera, san Mateo en sus tres primeros capítulos.
5. Textos originales y copias
No existen los textos bíblicos autógrafos, escritos por la propia mano del autor del libro de los Jueces, o de la Sabiduría, o de Marcos, o de Filemón, etc. Esto no debe asustarnos, ya que tampoco se conservan los originales de las grandes obras literarias y filosóficas de la antigüedad (éstas últimas obras tienen pocos testimonios textuales, y a veces con diferencias de unos diez siglos o más entre el original y las primeras copias).
Cuando en ocasiones se habla de "originales", se refiere a las lenguas en que originalmente fueron escritos. Por ejemplo, se dice: la traducción de esta Biblia se hizo de los originales, es decir, de las lenguas originales, hebreo, arameo y griego, según el caso.
6. Copias manuscritas
Material
En la antigüedad, para escribir algunas cosas se usaban las tablillas de arcilla, las ostraka o pedazos de cerámica rota, las piedras, los cilindros y las estelas.
Para copiar un libro de la Biblia o toda ella, este material no se utilizaba, pues sólo podía aprovecharse para textos breves. El material empleado para la copia de la Biblia fue de dos tipos: el papiro y el pergamino.
El papiro (usado en Egipto desde el año 3,000 antes de Cristo). Es una planta acuática -caña o junco- que se da sobre todo en el Delta del Nilo. Se abría primero el tallo de la planta y luego se prensaba; las láminas así obtenidas se entrecruzaban, se aplastaban y se secaban. Era el material más común, pero a la vez el más frágil. Por lo regular se escribía sólo por la parte interior. Se han conservado muchos papiros de Egipto gracias a su clima seco.
Constituyen el testimonio más antiguo en el ámbito de manuscritos bíblicos. El pergamino se forma con la piel de ciertos animales (ovejas, corderos), preparada con una técnica especial perfeccionada en Pérgamo, al norte de Éfeso, hacia el año 100 después de Cristo. Parece que fue muy difundido por los persas.
En el Nuevo Testamento tenemos un testimonio de su uso en 2 Tim 4, 13: "Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial, los pergaminos".
Del siglo IV después de Cristo en adelante fue muy común. Es un material mucho más resistente, pero, a la vez, más caro. Por eso, algunos manuscritos en pergamino fueron raspados por completo para que pudieran ser utilizados de nuevo.
Formato
El rollo es una larga tira de papiro o piel, reforzada en las extremidades con dos varas que servían para enrollarla (Cfr. Lc 4, 16-20; Jr 36). Aún en nuestros tiempos, los judíos utilizan los rollos. El códice o libro ordinario (más común en pergaminos) fue empleado por los cristianos desde el siglo II; pero por los judíos, más tarde, parece que a partir del siglo VII. Los códices griegos se distinguen en unciales o mayúsculos y minúsculos.
Los primeros son de letras mayúsculas continuas, más difíciles de leer por no haber separación entre las palabras; estuvieron en boga hasta el siglo X u XI; hay un poco más de 250 de ellos. Los segundos son de letras minúsculas, más fáciles de leer porque se da la separación entre las palabras. Empiezan a utilizarse a partir del siglo IX después de Cristo y se multiplican desde el siglo XI; son alrededor de 2 mil 600.
7. Lenguas en que se escribió la Biblia
Para la composición de la Biblia se emplearon tres lenguas: la hebrea, la aramea y la griega.
• En hebreo se escribió casi todo el Antiguo Testamento. Era la lengua propia del Pueblo de Israel. Su origen es bastante oscuro. Parece que comenzaron a hablarla los cananeos y después la adoptaron los israelitas a partir de su estancia en Canaán.
• En Arameo, lengua más antigua que el hebreo, se escribieron pocas cosas. Se pueden citar algunos capítulos de Esdras, Jeremías, Daniel y Mateo. El arameo comenzó a introducirse en Israel hacia los siglos IV y III antes de Cristo y tomó tanto fuerza, que llegó a suplantar a la lengua hebrea. Incluso Jesús hablaba con el pueblo en uno de los dialectos arameos.
• En griego fueron escritos algunos libros del Antiguo Testamento, como el de la Sabiduría, 2 Macabeos y todos los del Nuevo Testamento menos el Evangelio de san Mateo. Este griego no era un griego clásico, como era por ejemplo el de Demóstenes, sino un griego popular, vulgar y corriente, llamado Koiné = común, que usaba el hombre de la calle. Se generalizó después de la conquista en Grecia por Alejandro Magno.
Antiguo Testamento
• Daniel: hebreo, con fragmentos arameos y griegos
• Esdras: hebreo, con inserción de algunos documentos en arameo
• Ester: hebreo, con fragmentos griegos
• 1 Macabeos: hebreo. 2 Macabeos: griego
• Tobías y Judit: hebreo o arameo
• Sabiduría: griego
• Todos los demás libros: hebreo
Nuevo Testamento
• San Mateo: arameo
• Todos los demás libros: griego
8.Versiones de la Biblia
Hay que decir que, con el correr de los tiempos, se han hecho innumerables versiones de la Biblia. Entre las más antiguas -que son las que interesan más- hay dos muy importantes: la de los "Setenta" y la Vulgata.
La versión de los Setenta. Según una tradición, fue realizada por 70 sabios de Israel. Su elaboración, entre los siglos III y I antes de nuestra era, estuvo destinada a los judíos de la Diáspora o de la dispersión, es decir, para el culto de las comunidades judías que vivían en el mundo grecorromano, especialmente de Alejandría y que ya habían olvidado la lengua hebrea, o quizá mejor, con el fin de que pudieran propagarla en la griega. En cualquier caso, esta traducción fue importante para los judíos que hablaban el griego y que más tarde se extendió por los países mediterráneos, preparando así el ambiente para el Evangelio.
La versión de la Vulgata. Esta versión fue hecha en latín por san Jerónimo en el siglo IV en Belén. Partió de una necesidad, como la de los Setenta. Durante los dos primeros siglos se utilizaba en la Iglesia el griego popular, que era el que se hablaba en el imperio romano. Pero en el siglo III, se fue imponiendo el latín en Occidente. Por esa razón la tradujo san Jerónimo al latín. De ella se han sacado muchas ediciones hasta nuestros días, desde que el Concilio de Trento la reconoció solemnemente como la versión oficial latina sin negar por eso, el valor de otras versiones.
¡Ser discípulos!, Aprende a defender tu Fe | |||
Le faltan libros a la Biblia, o le sobran | |||
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La Biblia, su división, sus libros,
lenguas
Existen miles de
libros que los hombres han escrito acerca de Dios a lo largo de la
historia. De éstos, algunos son famosos como el Popol-Vuh de los mayas o
el Ramayana y el Mahabaratha de los brahamanes. Cuando murió Jesucristo,
sus seguidores escribieron cientos de libros acerca de su vida. Algunos
eran fidedignos y otros inventaban cosas sólo para ganar adeptos. Estos
últimos le atribuían a Jesús niño actos extraordinarios como dar vida a
sus juguetes de madera, hablar con los animales y otro hechos similares.
Estos libros los conocemos como los evangelios apócrifos.
La Iglesia, con el poder que ha recibido por la Tradición apostólica, recopiló todos estos libros, los analizó y, con la luz del Espíritu Santo, seleccionó y aprobó solamente 73 de ellos como la misma Palabra de Dios. Estos 73 libros se reunieron posteriormente en uno solo, llamado Biblia o Canon de las Escrituras.
La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por el mismo Dios a través de la pluma de los hagiógrafos.
Por ser el Espíritu Santo el que iluminó a la Iglesia al hacer la selección, podemos estar seguros de que en este conjunto de libros está escrita la Verdad de manera fiel y sin error.
Hay muchas Biblias distintas
¿Cuál es la buena?
Encontramos en las librerías decenas de títulos distintos: La Biblia de los mormones, La Biblia del pueblo, La Biblia de los gedeones, La Biblia latinoamericana, La Biblia de los Testigos de Jehová, La Biblia de Jerusalén y muchas más.
Esto se debe a dos motivos:
• Personas de buena voluntad, que acordes con lo dictado por la Iglesia, han hecho traducciones y adaptaciones a los diferentes lenguajes, para hacer más accesible la Palabra de Dios a todos los hombres.
• Sectas y religiones que han suprimido o retocado lo que no les gustaba, o que han adulterado el mensaje de Dios, al modificar las palabras originalmente escritas por los hagiógrafos.
Para saber si una Biblia es la original
Por todo lo anterior, al comprar una Biblia, es importante revisar que sea la original. ¿Cómo?
Verificando que incluya los 73 libros que aparecen en la siguiente tabla: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.
Verificando en la contraportada que la Biblia esté aprobada por alguna autoridad de la Iglesia Católica. Esta aprobación aparece con las palabras en latín "imprimatur” y “nihil obstat”, que significan: “se puede imprimir” y “nada obstaculiza su impresión”.
Asesorándote con algún sacerdote de confianza.
División general
La Biblia se divide, ante todo, en dos grandes partes: Antiguo Testamento; Nuevo Testamento, ambos relacionados entre sí.
La palabra latina testamentum -de donde viene la palabra española testamento- fue empleada al principio de la era cristiana, para traducir la voz griega: diatheké, que literalmente significaba disposición, contrato.
A su vez, los traductores griegos, llamados los Setenta, la usaron para traducir la expresión hebrea berit = pacto de soberanía, por medio de la cual designaban los hebreos la Alianza del Sinaí. Lo importante es que el término Testamento ha quedado para designar, hasta nuestros días, la división de las Escrituras.
División numérica de la Biblia
Dos grandes religiones se rigen por las enseñanzas de la Biblia: la judía y la cristiana, la cual está integrada por católicos, ortodoxos y diferentes denominaciones.
Los judíos sólo aceptan, como es claro, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento y lo dividen en tres grandes partes: "La Ley, los Profetas y otros escritos sagrados". Está compuesta por 39 libros.
Para los católicos, la Biblia -Antiguo y Nuevo Testamento- está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes de las principales denominaciones, sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo.
Como se ve, la diferencia entre católicos y protestantes se encuentra, no en el canon o lista de los libros del Nuevo Testamento, sino del Antiguo.
Antes se manejaba la hipótesis de que en el judaísmo había dos cánones, el largo (o alejandrino) y el corto (o palestinense). De acuerdo a esto, la Iglesia había seguido el canon largo o alejandrino, mientras que los judíos a partir del siglo I ó II después de Cristo, se habrían quedado con el canon corto o palestinense.
Hoy en día esta hipótesis es rechazada por las siguientes razones:
a) Por un lado, la traducción de la Biblia hebrea al griego no fue una obra unitaria en su finalidad o proyecto, ni fue traducida simultáneamente.
b) Por otro lado, conocemos la mayor parte de la Biblia de los Setenta a través de códices cristianos del siglo IV y V después de Cristo. Por lo tanto, ellos reflejarían, en todo caso, el uso cristiano de este tiempo. Y aún allí mismo, podemos comprobar la variabilidad que existía en algunos puntos.
c) Además, entre los judíos de Palestina no había una uniformidad en lo que respecta al canon; por esto, tampoco podremos hablar de un canon palestinense.
Por todos estos motivos, no podemos conocer las fronteras exactas de los libros reconocidos por los judíos de Alejandría.
Seguramente, además de los libros que habían surgido en Palestina, tenían libros propios compuestos en Alejandría, en lengua griega, como por ejemplo el de la Sabiduría.
La Iglesia católica, lo mismo que la ortodoxa, a partir del Concilio de Hipona en el año 383 después de Cristo, admitió como inspirados no sólo los protocanónicos (o aceptados primero, por eso se llaman de la primera ley) sino los deuterocanónicos (o de la segunda ley), lista que fue confirmada solemnemente por el Concilio de Trento, en 1546.
Hemos de mencionar, como argumento irrefutable para afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66, lo siguiente:
• La primera comunidad cristiana (Comunidad de los Apóstoles y discípulos del Señor) usó esta traducción de la Biblia griega de los Setenta, es decir el Antiguo Testamento con 46 libros.
• Jesucristo, al señalarle a san Pedro: "Te daré las llaves del Reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo" (Mt 16, 19), nos obliga a hacer y a aceptar lo que los primeros cristianos creían, hacían o usaban (sea de palabra o de viva voz).
• Los argumentos que los judíos usaron para no aceptar los libros deuterocanónicos como parte del canon del Antiguo Testamento aceptado por ellos, no gozan de la autoridad divina, en virtud, de que en ese momento (año 100 después de Cristo), la Comunidad cristiana ya existía y gozaba de plena autoridad en la materia.
La Iglesia tiene la razón al afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66 como dicen las sectas.
No hay que olvidar que la Biblia es la Palabra de Dios puesta por escrito en un momento privilegiado de la Tradición, por lo tanto nada puede añadirse, ni nada puede quitarse "La economía cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor" (La Divina Revelación, # 4).
Por otro lado, siendo sinceros y honestos descubriremos que: la única institución, la única Iglesia que transmitió por más de 1500 años la Palabra de Dios al mundo entero, es la Iglesia Católica: en sus monasterios, los monjes copiaban fielmente a mano el texto sagrado, la Iglesia en su Liturgia, en sus celebraciones la veneraba de manera especialísima, la vida de la Iglesia gira en torno a Cristo y éste contenido en la Biblia.
¿Cómo aceptar la Biblia y no aceptar a la Iglesia que ha sido fiel custodio y madre para que nada de lo que hay en ella se pierda?
¿Con qué autoridad puede alguien quitar o añadir algo a la Palabra de Dios, si la Iglesia Católica fundada por Jesucristo, haciendo uso de su autoridad divina ha declarado que nada puede añadirse ni nada puede quitarse:
"Ante todo, tened presente que ninguna predicción de la Escritura está a merced de interpretaciones personales; Porque ninguna predicción antigua aconteció por designio humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo" (2 P 1, 20-21)?
La Iglesia, con el poder que ha recibido por la Tradición apostólica, recopiló todos estos libros, los analizó y, con la luz del Espíritu Santo, seleccionó y aprobó solamente 73 de ellos como la misma Palabra de Dios. Estos 73 libros se reunieron posteriormente en uno solo, llamado Biblia o Canon de las Escrituras.
La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por el mismo Dios a través de la pluma de los hagiógrafos.
Por ser el Espíritu Santo el que iluminó a la Iglesia al hacer la selección, podemos estar seguros de que en este conjunto de libros está escrita la Verdad de manera fiel y sin error.
Hay muchas Biblias distintas
¿Cuál es la buena?
Encontramos en las librerías decenas de títulos distintos: La Biblia de los mormones, La Biblia del pueblo, La Biblia de los gedeones, La Biblia latinoamericana, La Biblia de los Testigos de Jehová, La Biblia de Jerusalén y muchas más.
Esto se debe a dos motivos:
• Personas de buena voluntad, que acordes con lo dictado por la Iglesia, han hecho traducciones y adaptaciones a los diferentes lenguajes, para hacer más accesible la Palabra de Dios a todos los hombres.
• Sectas y religiones que han suprimido o retocado lo que no les gustaba, o que han adulterado el mensaje de Dios, al modificar las palabras originalmente escritas por los hagiógrafos.
Para saber si una Biblia es la original
Por todo lo anterior, al comprar una Biblia, es importante revisar que sea la original. ¿Cómo?
Verificando que incluya los 73 libros que aparecen en la siguiente tabla: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.
Verificando en la contraportada que la Biblia esté aprobada por alguna autoridad de la Iglesia Católica. Esta aprobación aparece con las palabras en latín "imprimatur” y “nihil obstat”, que significan: “se puede imprimir” y “nada obstaculiza su impresión”.
Asesorándote con algún sacerdote de confianza.
División general
La Biblia se divide, ante todo, en dos grandes partes: Antiguo Testamento; Nuevo Testamento, ambos relacionados entre sí.
La palabra latina testamentum -de donde viene la palabra española testamento- fue empleada al principio de la era cristiana, para traducir la voz griega: diatheké, que literalmente significaba disposición, contrato.
A su vez, los traductores griegos, llamados los Setenta, la usaron para traducir la expresión hebrea berit = pacto de soberanía, por medio de la cual designaban los hebreos la Alianza del Sinaí. Lo importante es que el término Testamento ha quedado para designar, hasta nuestros días, la división de las Escrituras.
División numérica de la Biblia
Dos grandes religiones se rigen por las enseñanzas de la Biblia: la judía y la cristiana, la cual está integrada por católicos, ortodoxos y diferentes denominaciones.
Los judíos sólo aceptan, como es claro, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento y lo dividen en tres grandes partes: "La Ley, los Profetas y otros escritos sagrados". Está compuesta por 39 libros.
Para los católicos, la Biblia -Antiguo y Nuevo Testamento- está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes de las principales denominaciones, sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo.
Como se ve, la diferencia entre católicos y protestantes se encuentra, no en el canon o lista de los libros del Nuevo Testamento, sino del Antiguo.
Antes se manejaba la hipótesis de que en el judaísmo había dos cánones, el largo (o alejandrino) y el corto (o palestinense). De acuerdo a esto, la Iglesia había seguido el canon largo o alejandrino, mientras que los judíos a partir del siglo I ó II después de Cristo, se habrían quedado con el canon corto o palestinense.
Hoy en día esta hipótesis es rechazada por las siguientes razones:
a) Por un lado, la traducción de la Biblia hebrea al griego no fue una obra unitaria en su finalidad o proyecto, ni fue traducida simultáneamente.
b) Por otro lado, conocemos la mayor parte de la Biblia de los Setenta a través de códices cristianos del siglo IV y V después de Cristo. Por lo tanto, ellos reflejarían, en todo caso, el uso cristiano de este tiempo. Y aún allí mismo, podemos comprobar la variabilidad que existía en algunos puntos.
c) Además, entre los judíos de Palestina no había una uniformidad en lo que respecta al canon; por esto, tampoco podremos hablar de un canon palestinense.
Por todos estos motivos, no podemos conocer las fronteras exactas de los libros reconocidos por los judíos de Alejandría.
Seguramente, además de los libros que habían surgido en Palestina, tenían libros propios compuestos en Alejandría, en lengua griega, como por ejemplo el de la Sabiduría.
La Iglesia católica, lo mismo que la ortodoxa, a partir del Concilio de Hipona en el año 383 después de Cristo, admitió como inspirados no sólo los protocanónicos (o aceptados primero, por eso se llaman de la primera ley) sino los deuterocanónicos (o de la segunda ley), lista que fue confirmada solemnemente por el Concilio de Trento, en 1546.
Hemos de mencionar, como argumento irrefutable para afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66, lo siguiente:
• La primera comunidad cristiana (Comunidad de los Apóstoles y discípulos del Señor) usó esta traducción de la Biblia griega de los Setenta, es decir el Antiguo Testamento con 46 libros.
• Jesucristo, al señalarle a san Pedro: "Te daré las llaves del Reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo" (Mt 16, 19), nos obliga a hacer y a aceptar lo que los primeros cristianos creían, hacían o usaban (sea de palabra o de viva voz).
• Los argumentos que los judíos usaron para no aceptar los libros deuterocanónicos como parte del canon del Antiguo Testamento aceptado por ellos, no gozan de la autoridad divina, en virtud, de que en ese momento (año 100 después de Cristo), la Comunidad cristiana ya existía y gozaba de plena autoridad en la materia.
La Iglesia tiene la razón al afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66 como dicen las sectas.
No hay que olvidar que la Biblia es la Palabra de Dios puesta por escrito en un momento privilegiado de la Tradición, por lo tanto nada puede añadirse, ni nada puede quitarse "La economía cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor" (La Divina Revelación, # 4).
Por otro lado, siendo sinceros y honestos descubriremos que: la única institución, la única Iglesia que transmitió por más de 1500 años la Palabra de Dios al mundo entero, es la Iglesia Católica: en sus monasterios, los monjes copiaban fielmente a mano el texto sagrado, la Iglesia en su Liturgia, en sus celebraciones la veneraba de manera especialísima, la vida de la Iglesia gira en torno a Cristo y éste contenido en la Biblia.
¿Cómo aceptar la Biblia y no aceptar a la Iglesia que ha sido fiel custodio y madre para que nada de lo que hay en ella se pierda?
¿Con qué autoridad puede alguien quitar o añadir algo a la Palabra de Dios, si la Iglesia Católica fundada por Jesucristo, haciendo uso de su autoridad divina ha declarado que nada puede añadirse ni nada puede quitarse:
"Ante todo, tened presente que ninguna predicción de la Escritura está a merced de interpretaciones personales; Porque ninguna predicción antigua aconteció por designio humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo" (2 P 1, 20-21)?
Los libros que
no aceptan las sectas y los Nuevos Movimientos pseudo-religiosos son los
siguientes: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y 1 - 2 de
Macabeos.
Usando una fórmula fácil de aprender, podemos citar estos libros de la siguiente manera: "ToJuSaEBa Mabis".
División temática
Teniendo en cuenta los distintos temas que nos ofrece la Biblia, podemos dividirlos en varios grupos:
Antiguo Testamento
En tiempo de Cristo -y aún ahora-, los judíos clasificaban las Escrituras en tres partes:
• la Ley,
• los Profetas
• otros Escritos.
La Ley y los Profetas eran los más importantes. El mismo Cristo los cita, por ejemplo, en Mt 7, 12. Los escritos se empleaban en las asambleas. El Eclesiástico los cita en el prefacio de su libro.
Hoy dividimos las Escrituras, así:
Los libros que componen la Biblia
Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento comienza con un conjunto de cinco libros, a los cuales los traductores griegos dieron el nombre de Pentateuco (penta = cinco; teuco = instrumentos, de donde provino luego la expresión "estuches" para los rollos de papiro y finalmente "libros"). Los judíos llaman a estos cinco libros la Torah o la Ley y los cinco libros eran cada uno un "quinto" de la Ley.
Estos cinco libros son:
Pentateuco
• Éxodo
• Génesis
• Levítico
• Números
• Deuteronomio
Libros sapienciales
• Salmos
• Job
• Proverbios
• Eclesiastés
• Cantar de los Cantares
• Sabiduría
• Sirácide (Eclesiástico)
Libros históricos
• Josué
• Rut
• I Samuel
• II Samuel
• I Reyes
• II Reyes
• I Crónicas
• II Crónicas
• Esdras
• Nehemías
• Tobías
• Judit
• Ester
• I Macabeos
• II Macabeos
Los judíos llaman "profetas anteriores" a Josué, Jueces, Samuel y Reyes ya que en ellos se encuentra la historia de los grandes profetas: Elías, Eliseo y aún Samuel.
A los que nosotros llamamos profetas, los judíos los llaman profetas posteriores.
Digamos también que para la Biblia griega, los libros de Samuel y Reyes formaban una sola unidad y los llamaban libros de los Reyes. Del mismo modo, los libros I y II de Crónicas, formaban uno solo con Esdras y Nehemías, por considerarse como obra del mismo autor.
La Biblia griega y la Vulgata de san Jerónimo llaman a Crónicas con el nombre de Paralipómenos.
Libros proféticos
• Isaías
• Jeremías*
• Lamentaciones
• Baruc
• Ezequiel
• Daniel
• Oseas
• Joel
• Amós
• Abdías
• Jonás
• Miqueas
• Nahum
• Habacuc
• Sofonías
• Ageo
• Sofonías
• Zacarías
• Malaquías
En algunas ediciones de la Biblia, los libros de Jeremías y Lamentaciones vienen unidos como un solo libro.
Nuevo Testamento
Evangelios
• Mateo
• Marcos
• Lucas
• Juan
Hechos de los apóstoles
Pertenecen a este grupo 21 Epístolas o Cartas:
Cartas del Nuevo Testamento
• Romanos
• I Corintios
• II Corintios
• Gálatas
• Efesios
• Filipenses
• Colosenses
• I Tesalonicenses
• II Tesalonicenses
• I Timoteo
• II Timoteo
• Tito
• Filemón
• Hebreos
Cartas Católicas
• Santiago
• I Pedro
• II Pedro
• I Juan
• II Juan
• III Juan
• Judas
• Apocalipsis
Unidad de ambos Testamentos
El Antiguo y Nuevo Testamento se complementan mutuamente. Su interrelación es tan completa, que el primero explica el segundo y viceversa.
Sólo a la luz del Antiguo Testamento se alcanza a comprender el primero; y sólo a la luz del Nuevo Testamento, nos damos cuenta de lo que el Antiguo quiso decir.
Con razón, Cristo les decía a sus oyentes: "Investigad las Escrituras y así comprobarán que Moisés habla de mí" (Jn 5, 39-45). Y san Lucas, relatando el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, dice que Jesús "empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó todo lo que había sobre Él en las Escrituras" (Lc 24, 25-27). De igual manera, san Mateo en sus tres primeros capítulos.
Textos originales y copias
No existen los textos bíblicos autógrafos, escritos por la propia mano del autor del libro de los Jueces, o de la Sabiduría, o de Marcos, o de Filemón, etc. Esto no debe asustarnos, ya que tampoco se conservan los originales de las grandes obras literarias y filosóficas de la antigüedad (éstas últimas obras tienen pocos testimonios textuales, y a veces con diferencias de unos diez siglos o más entre el original y las primeras copias).
Cuando en ocasiones se habla de "originales", se refiere a las lenguas en que originalmente fueron escritos. Por ejemplo, se dice: la traducción de esta Biblia se hizo de los originales, es decir, de las lenguas originales, hebreo, arameo y griego, según el caso.
Usando una fórmula fácil de aprender, podemos citar estos libros de la siguiente manera: "ToJuSaEBa Mabis".
División temática
Teniendo en cuenta los distintos temas que nos ofrece la Biblia, podemos dividirlos en varios grupos:
Antiguo Testamento
En tiempo de Cristo -y aún ahora-, los judíos clasificaban las Escrituras en tres partes:
• la Ley,
• los Profetas
• otros Escritos.
La Ley y los Profetas eran los más importantes. El mismo Cristo los cita, por ejemplo, en Mt 7, 12. Los escritos se empleaban en las asambleas. El Eclesiástico los cita en el prefacio de su libro.
Hoy dividimos las Escrituras, así:
Los libros que componen la Biblia
Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento comienza con un conjunto de cinco libros, a los cuales los traductores griegos dieron el nombre de Pentateuco (penta = cinco; teuco = instrumentos, de donde provino luego la expresión "estuches" para los rollos de papiro y finalmente "libros"). Los judíos llaman a estos cinco libros la Torah o la Ley y los cinco libros eran cada uno un "quinto" de la Ley.
Estos cinco libros son:
Pentateuco
• Éxodo
• Génesis
• Levítico
• Números
• Deuteronomio
Libros sapienciales
• Salmos
• Job
• Proverbios
• Eclesiastés
• Cantar de los Cantares
• Sabiduría
• Sirácide (Eclesiástico)
Libros históricos
• Josué
• Rut
• I Samuel
• II Samuel
• I Reyes
• II Reyes
• I Crónicas
• II Crónicas
• Esdras
• Nehemías
• Tobías
• Judit
• Ester
• I Macabeos
• II Macabeos
Los judíos llaman "profetas anteriores" a Josué, Jueces, Samuel y Reyes ya que en ellos se encuentra la historia de los grandes profetas: Elías, Eliseo y aún Samuel.
A los que nosotros llamamos profetas, los judíos los llaman profetas posteriores.
Digamos también que para la Biblia griega, los libros de Samuel y Reyes formaban una sola unidad y los llamaban libros de los Reyes. Del mismo modo, los libros I y II de Crónicas, formaban uno solo con Esdras y Nehemías, por considerarse como obra del mismo autor.
La Biblia griega y la Vulgata de san Jerónimo llaman a Crónicas con el nombre de Paralipómenos.
Libros proféticos
• Isaías
• Jeremías*
• Lamentaciones
• Baruc
• Ezequiel
• Daniel
• Oseas
• Joel
• Amós
• Abdías
• Jonás
• Miqueas
• Nahum
• Habacuc
• Sofonías
• Ageo
• Sofonías
• Zacarías
• Malaquías
En algunas ediciones de la Biblia, los libros de Jeremías y Lamentaciones vienen unidos como un solo libro.
Nuevo Testamento
Evangelios
• Mateo
• Marcos
• Lucas
• Juan
Hechos de los apóstoles
Pertenecen a este grupo 21 Epístolas o Cartas:
Cartas del Nuevo Testamento
• Romanos
• I Corintios
• II Corintios
• Gálatas
• Efesios
• Filipenses
• Colosenses
• I Tesalonicenses
• II Tesalonicenses
• I Timoteo
• II Timoteo
• Tito
• Filemón
• Hebreos
Cartas Católicas
• Santiago
• I Pedro
• II Pedro
• I Juan
• II Juan
• III Juan
• Judas
• Apocalipsis
Unidad de ambos Testamentos
El Antiguo y Nuevo Testamento se complementan mutuamente. Su interrelación es tan completa, que el primero explica el segundo y viceversa.
Sólo a la luz del Antiguo Testamento se alcanza a comprender el primero; y sólo a la luz del Nuevo Testamento, nos damos cuenta de lo que el Antiguo quiso decir.
Con razón, Cristo les decía a sus oyentes: "Investigad las Escrituras y así comprobarán que Moisés habla de mí" (Jn 5, 39-45). Y san Lucas, relatando el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, dice que Jesús "empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó todo lo que había sobre Él en las Escrituras" (Lc 24, 25-27). De igual manera, san Mateo en sus tres primeros capítulos.
Textos originales y copias
No existen los textos bíblicos autógrafos, escritos por la propia mano del autor del libro de los Jueces, o de la Sabiduría, o de Marcos, o de Filemón, etc. Esto no debe asustarnos, ya que tampoco se conservan los originales de las grandes obras literarias y filosóficas de la antigüedad (éstas últimas obras tienen pocos testimonios textuales, y a veces con diferencias de unos diez siglos o más entre el original y las primeras copias).
Cuando en ocasiones se habla de "originales", se refiere a las lenguas en que originalmente fueron escritos. Por ejemplo, se dice: la traducción de esta Biblia se hizo de los originales, es decir, de las lenguas originales, hebreo, arameo y griego, según el caso.
Copias
manuscritas
Material
En la antigüedad, para escribir algunas cosas se usaban las tablillas de arcilla, las ostraka o pedazos de cerámica rota, las piedras, los cilindros y las estelas.
Para copiar un libro de la Biblia o toda ella, este material no se utilizaba, pues sólo podía aprovecharse para textos breves. El material empleado para la copia de la Biblia fue de dos tipos: el papiro y el pergamino.
El papiro (usado en Egipto desde el año 3,000 antes de Cristo). Es una planta acuática -caña o junco- que se da sobre todo en el Delta del Nilo. Se abría primero el tallo de la planta y luego se prensaba; las láminas así obtenidas se entrecruzaban, se aplastaban y se secaban. Era el material más común, pero a la vez el más frágil. Por lo regular se escribía sólo por la parte interior. Se han conservado muchos papiros de Egipto gracias a su clima seco.
Constituyen el testimonio más antiguo en el ámbito de manuscritos bíblicos. El pergamino se forma con la piel de ciertos animales (ovejas, corderos), preparada con una técnica especial perfeccionada en Pérgamo, al norte de Éfeso, hacia el año 100 después de Cristo. Parece que fue muy difundido por los persas.
En el Nuevo Testamento tenemos un testimonio de su uso en 2 Tim 4, 13: "Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial, los pergaminos".
Del siglo IV después de Cristo en adelante fue muy común. Es un material mucho más resistente, pero, a la vez, más caro. Por eso, algunos manuscritos en pergamino fueron raspados por completo para que pudieran ser utilizados de nuevo.
Material
En la antigüedad, para escribir algunas cosas se usaban las tablillas de arcilla, las ostraka o pedazos de cerámica rota, las piedras, los cilindros y las estelas.
Para copiar un libro de la Biblia o toda ella, este material no se utilizaba, pues sólo podía aprovecharse para textos breves. El material empleado para la copia de la Biblia fue de dos tipos: el papiro y el pergamino.
El papiro (usado en Egipto desde el año 3,000 antes de Cristo). Es una planta acuática -caña o junco- que se da sobre todo en el Delta del Nilo. Se abría primero el tallo de la planta y luego se prensaba; las láminas así obtenidas se entrecruzaban, se aplastaban y se secaban. Era el material más común, pero a la vez el más frágil. Por lo regular se escribía sólo por la parte interior. Se han conservado muchos papiros de Egipto gracias a su clima seco.
Constituyen el testimonio más antiguo en el ámbito de manuscritos bíblicos. El pergamino se forma con la piel de ciertos animales (ovejas, corderos), preparada con una técnica especial perfeccionada en Pérgamo, al norte de Éfeso, hacia el año 100 después de Cristo. Parece que fue muy difundido por los persas.
En el Nuevo Testamento tenemos un testimonio de su uso en 2 Tim 4, 13: "Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial, los pergaminos".
Del siglo IV después de Cristo en adelante fue muy común. Es un material mucho más resistente, pero, a la vez, más caro. Por eso, algunos manuscritos en pergamino fueron raspados por completo para que pudieran ser utilizados de nuevo.
Formato
El rollo es una larga tira de papiro o piel, reforzada en las extremidades con dos varas que servían para enrollarla (Cfr. Lc 4, 16-20; Jr 36). Aún en nuestros tiempos, los judíos utilizan los rollos. El códice o libro ordinario (más común en pergaminos) fue empleado por los cristianos desde el siglo II; pero por los judíos, más tarde, parece que a partir del siglo VII. Los códices griegos se distinguen en iniciales o mayúsculos y minúsculos.
Los primeros son de letras mayúsculas continuas, más difíciles de leer por no haber separación entre las palabras; estuvieron en boga hasta el siglo X u XI; hay un poco más de 250 de ellos. Los segundos son de letras minúsculas, más fáciles de leer porque se da la separación entre las palabras. Empiezan a utilizarse a partir del siglo IX después de Cristo y se multiplican desde el siglo XI; son alrededor de 2 mil 600.
Lenguas en que se escribió la Biblia
Para la composición de la Biblia se emplearon tres lenguas: la hebrea, la aramea y la griega.
• En hebreo se escribió casi todo el Antiguo Testamento. Era la lengua propia del Pueblo de Israel. Su origen es bastante oscuro. Parece que comenzaron a hablarla los cananeos y después la adoptaron los israelitas a partir de su estancia en Canaán.
• En Arameo, lengua más antigua que el hebreo, se escribieron pocas cosas. Se pueden citar algunos capítulos de Esdras, Jeremías, Daniel y Mateo. El arameo comenzó a introducirse en Israel hacia los siglos IV y III antes de Cristo y tomó tanto fuerza, que llegó a suplantar a la lengua hebrea. Incluso Jesús hablaba con el pueblo en uno de los dialectos arameos.
• En griego fueron escritos algunos libros del Antiguo Testamento, como el de la Sabiduría, 2 Macabeos y todos los del Nuevo Testamento menos el Evangelio de san Mateo. Este griego no era un griego clásico, como era por ejemplo el de Demóstenes, sino un griego popular, vulgar y corriente, llamado Koiné = común, que usaba el hombre de la calle. Se generalizó después de la conquista en Grecia por Alejandro Magno.
Antiguo Testamento
• Daniel: hebreo, con fragmentos arameos y griegos
• Esdras: hebreo, con inserción de algunos documentos en arameo
• Ester: hebreo, con fragmentos griegos
• 1 Macabeos: hebreo. 2 Macabeos: griego
• Tobías y Judit: hebreo o arameo
• Sabiduría: griego
• Todos los demás libros: hebreo
Nuevo Testamento
• San Mateo: arameo
• Todos los demás libros: griego
Versiones de la Biblia
Hay que decir que, con el correr de los tiempos, se han hecho innumerables versiones de la Biblia. Entre las más antiguas -que son las que interesan más- hay dos muy importantes: la de los "Setenta" y la Vulgata.
La versión de los Setenta. Según una tradición, fue realizada por 70 sabios de Israel. Su elaboración, entre los siglos III y I antes de nuestra era, estuvo destinada a los judíos de la Diáspora o de la dispersión, es decir, para el culto de las comunidades judías que vivían en el mundo grecorromano, especialmente de Alejandría y que ya habían olvidado la lengua hebrea, o quizá mejor, con el fin de que pudieran propagarla en la griega. En cualquier caso, esta traducción fue importante para los judíos que hablaban el griego y que más tarde se extendió por los países mediterráneos, preparando así el ambiente para el Evangelio.
La versión de la Vulgata. Esta versión fue hecha en latín por san Jerónimo en el siglo IV en Belén. Partió de una necesidad, como la de los Setenta. Durante los dos primeros siglos se utilizaba en la Iglesia el griego popular, que era el que se hablaba en el imperio romano. Pero en el siglo III, se fue imponiendo el latín en Occidente. Por esa razón la tradujo san Jerónimo al latín. De ella se han sacado muchas ediciones hasta nuestros días, desde que el Concilio de Trento la reconoció solemnemente como la versión oficial latina sin negar por eso, el valor de otras versiones.
El rollo es una larga tira de papiro o piel, reforzada en las extremidades con dos varas que servían para enrollarla (Cfr. Lc 4, 16-20; Jr 36). Aún en nuestros tiempos, los judíos utilizan los rollos. El códice o libro ordinario (más común en pergaminos) fue empleado por los cristianos desde el siglo II; pero por los judíos, más tarde, parece que a partir del siglo VII. Los códices griegos se distinguen en iniciales o mayúsculos y minúsculos.
Los primeros son de letras mayúsculas continuas, más difíciles de leer por no haber separación entre las palabras; estuvieron en boga hasta el siglo X u XI; hay un poco más de 250 de ellos. Los segundos son de letras minúsculas, más fáciles de leer porque se da la separación entre las palabras. Empiezan a utilizarse a partir del siglo IX después de Cristo y se multiplican desde el siglo XI; son alrededor de 2 mil 600.
Lenguas en que se escribió la Biblia
Para la composición de la Biblia se emplearon tres lenguas: la hebrea, la aramea y la griega.
• En hebreo se escribió casi todo el Antiguo Testamento. Era la lengua propia del Pueblo de Israel. Su origen es bastante oscuro. Parece que comenzaron a hablarla los cananeos y después la adoptaron los israelitas a partir de su estancia en Canaán.
• En Arameo, lengua más antigua que el hebreo, se escribieron pocas cosas. Se pueden citar algunos capítulos de Esdras, Jeremías, Daniel y Mateo. El arameo comenzó a introducirse en Israel hacia los siglos IV y III antes de Cristo y tomó tanto fuerza, que llegó a suplantar a la lengua hebrea. Incluso Jesús hablaba con el pueblo en uno de los dialectos arameos.
• En griego fueron escritos algunos libros del Antiguo Testamento, como el de la Sabiduría, 2 Macabeos y todos los del Nuevo Testamento menos el Evangelio de san Mateo. Este griego no era un griego clásico, como era por ejemplo el de Demóstenes, sino un griego popular, vulgar y corriente, llamado Koiné = común, que usaba el hombre de la calle. Se generalizó después de la conquista en Grecia por Alejandro Magno.
Antiguo Testamento
• Daniel: hebreo, con fragmentos arameos y griegos
• Esdras: hebreo, con inserción de algunos documentos en arameo
• Ester: hebreo, con fragmentos griegos
• 1 Macabeos: hebreo. 2 Macabeos: griego
• Tobías y Judit: hebreo o arameo
• Sabiduría: griego
• Todos los demás libros: hebreo
Nuevo Testamento
• San Mateo: arameo
• Todos los demás libros: griego
Versiones de la Biblia
Hay que decir que, con el correr de los tiempos, se han hecho innumerables versiones de la Biblia. Entre las más antiguas -que son las que interesan más- hay dos muy importantes: la de los "Setenta" y la Vulgata.
La versión de los Setenta. Según una tradición, fue realizada por 70 sabios de Israel. Su elaboración, entre los siglos III y I antes de nuestra era, estuvo destinada a los judíos de la Diáspora o de la dispersión, es decir, para el culto de las comunidades judías que vivían en el mundo grecorromano, especialmente de Alejandría y que ya habían olvidado la lengua hebrea, o quizá mejor, con el fin de que pudieran propagarla en la griega. En cualquier caso, esta traducción fue importante para los judíos que hablaban el griego y que más tarde se extendió por los países mediterráneos, preparando así el ambiente para el Evangelio.
La versión de la Vulgata. Esta versión fue hecha en latín por san Jerónimo en el siglo IV en Belén. Partió de una necesidad, como la de los Setenta. Durante los dos primeros siglos se utilizaba en la Iglesia el griego popular, que era el que se hablaba en el imperio romano. Pero en el siglo III, se fue imponiendo el latín en Occidente. Por esa razón la tradujo san Jerónimo al latín. De ella se han sacado muchas ediciones hasta nuestros días, desde que el Concilio de Trento la reconoció solemnemente como la versión oficial latina sin negar por eso, el valor de otras versiones.
«Queridos
jóvenes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano,
para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir.
Leyéndola, aprenderéis a conocer a Cristo».
Benedicto
XVI.
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“Biblia” es una palabra
griega plural, que significa “libros” En la Edad Media se latinizó y se usó
en singular. Desde entonces se llama así al conjunto de libros que judíos y
cristianos admitimos como inspirados por Dios.
La Biblia es ante todo un
libro religioso. A lo largo de los escritos del Antiguo Testamento, con
diversos matices y tonos, nos habla de la manifestación que Yahveh hizo de
sí mismo a su pueblo Israel. En el Nuevo Testamento esa manifestación es la
del Dios único que por medio de Jesucristo, el Verbo Encarnado, manifiesta
su amor y su salvación para todos los hombres sin distinción.
La Biblia nos es, por
tanto, un libro de ciencia ni un libro que anuncia el futuro. No es un
sistema de doctrina religiosa ni una teología. Tampoco es un libro de
devoción o una historia piadosa. Es en su primera parte (Antiguo Testamento)
una historia de hombres representados por un pueblo en la que Yahveh, su
Dios, dirige los acontecimientos de esa historia poniendo de manifiesto su
amor y predilección por el pueblo que se ha elegido y al que no abandona a
pesar de sus infidelidades. Esa historia se hace Historia de Salvación
universal y definitiva en el Nuevo Testamento con Jesucristo; se convierte
en la Historia del inmenso amor de Dios al hombre que irrumpe en la Historia
de los hombres haciéndose uno de ellos porque tanto amó Dios al mundo, que
envió a su Hijo único para que todo el que crea en él no perezca, sino que
tenga la vida eterna. (Jn 3,16)
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Toda la Biblia gira en
torno al encuentro del hombre con Dios
y de Dios con el
hombre.
El Antiguo Testamento
contiene la experiencia de un pueblo que, en su búsqueda de Dios y de
respuestas a los interrogantes que todo hombre y todo pueblo se plantea y se
ha planteado siempre, encuentra un Dios que le responde a través de los
acontecimientos de su historia, que suscita hombres extraordinarios que
actúan y dirigen al pueblo por los caminos que ese Dios quiere, o que hablan
en su nombre movidos por la conciencia de que él mismo los envía, unas veces
para denunciar los pecados del pueblo y mover a la conversión, otras para
animar y revitalizar la esperanza caída por los acontecimientos adversos de
la Historia.
En esa búsqueda, el pueblo
de Israel, protagonista del Antiguo Testamento, va evolucionando en su
concepto de Dios. Yahveh, su Dios, pasa de ser el Dios de un clan a ser el
Dios de un pueblo, de ser un Dios vinculado a una tierra, la tierra de las
antiguas promesas donde por fin se asientan tras el Éxodo, a ser un Dios que
marcha con ellos al exilio. Un Dios que va al encuentro del hombre, que lo
busca y lo salva continuamente. Poco a poco van apareciendo hombres que tienen
una idea más amplia de Dios hasta llegar al concepto del Dios único.
Ese encuentro del hombre
con Dios llega a su máxima expresión en el Nuevo Testamento. No es
consecuencia de la búsqueda ni del esfuerzo del hombre sino del Amor de Dios
que en Jesucristo, el Hijo de Dios, viene al mundo para traer la salvación
definitiva y universal a los hombres. Ese es el mensaje del Nuevo
Testamento. En Jesucristo, Dios se ha manifestado como el Dios Amor y todo
hombre puede por medio de Él conocer a Dios y llegar al encuentro con Dios.
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El Catecismo de la
Iglesia Católica (n.110) señala que para comprender la Biblia debemos
tener
en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los "géneros
literarios" usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de
narrar en aquel tiempo,
como ya pedía el Concilio Vaticano II (DV 12,2).
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3.1.- Antiguo Testamento
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Los libros que componen el
Antiguo Testamento nacen en un periodo de tiempo determinado, en un ambiente
geográfico y cultural concreto, en el seno de un pueblo con características
peculiares, pero inserto en ese ambiente y tiempo. Por tanto influido por
las culturas más antiguas de los otros pueblos de su área geográfica: el
Oriente Medio, con los que tiene vínculos de raza e incluso tradiciones
comunes.
En los libros bíblicos
también encontramos diferentes géneros literarios que hay que tener en
cuenta para su comprensión.
La mayor parte de los
libros del Antiguo Testamento están escritos en hebreo, algunos fragmentos
de los libros postexílicos están escritos en arameo y los que se redactaron
en la diáspora alejandrina (Sabiduría, Eclesiástico y 2 Macabeos), en
griego.
Aunque muchos libros del
Antiguo Testamento recogen tradiciones muy antiguas, la redacción definitiva
de unos o la composición por primera vez de otros se realiza a partir del
siglo V aC. Hay algunos libros que se fechan en el siglo I aC.
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COMPOSICIÓN DE LOS LIBROS
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Pentateuco
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Los cinco primeros libros
de la Biblia recogen tradiciones antiguas que dieron lugar a relatos
paralelos.
En primer lugar, como
corresponde a un pueblo en su origen seminómada, existe una tradición oral
que se transmite tanto en el seno de la familia o tribu como en los
santuarios.
Existen también relatos
escritos dispersos de diversas tradiciones:
En estos primeros cinco
libros, que constituyen la Torá o Ley de los judíos, encontramos con
frecuencia relatos duplicados y yuxtapuestos, fragmentos que proyectan a
tiempos más antiguos situaciones o normas que están viviéndose en el tiempo
que se escriben y reflexiones que reinterpretan las antiguas tradiciones.
Todo ello da lugar a la redacción última que ha llegado hasta nosotros.
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Libros históricos |
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Al leer los libros que se
agrupan bajo este nombre hay que tener en cuenta que no son Historia en el
sentido moderno de la palabra sino el relato de unos hechos vistos desde una
perspectiva y con una finalidad religiosa.
Estos libros se formaron a
partir de tradiciones orales referidas al tiempo del asentamiento de las
tribus en Canaán, así como de la celebración de las gestas en los santuarios
y después, a partir del tiempo de David, cuando se organiza el estado y
también el culto, de las crónicas reales.
Tienen también influjo de
las corrientes reformistas: los deuteronomistas, los profetas y la escuela
sacerdotal.
Por último se hace la
redacción definitiva.
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Profetas
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Aunque en algunos casos,
como Jeremías, fueron escritos por ellos mismos, los libros proféticos se
compusieron a partir de los oráculos pronunciados de viva voz por los
profetas, que luego eran recogidos y transmitidos de unos a otros por los
oyentes o por discípulos del profeta. Posterior mente se hizo una redacción
parcial y por último la definitiva, añadiéndose algunas notas biográficas.
El periodo de composición de estos libros abarca desde el siglo VIII al V aC.
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Otros
Libros
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Un proceso similar al
anterior puede suponerse para otros libros, como los Salmos, Proverbios, las
leyes rituales, etc. Aunque algunos más tardíos fueron redactados
directamente.
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LOS
AUTORES
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Por lo anteriormente
expuesto vemos que no suelen ser autores de los libros los personajes a
quienes tradicionalmente se atribuyen (el Pentateuco a Moisés, los Salmos a
David, Proverbios o Sabiduría a Salomón, etc.). Esta atribución de escritos
a personajes importantes en la cultura de que proceden es práctica común en
todo el Oriente Medio Antiguo.
En otros casos (por ejemplo
Isaías) sólo pertenece al autor histórico una parte del libro (Primer
Isaías: Is 1-39), al que luego se le añadieron otros escritos con el mismo
espíritu pero de fecha posterior y de otro autor o autores (Segundo
Isaías: Is 40-55, y Tercer Isaías: Is 56-66).
También hay libros cuya
autoría se debe a una colectividad. Así se habla del Cronista para Esdras,
Nehemías y los dos de las Crónicas, o del Deuteronomista para Josué, y los
de los Jueces, los Reyes y el mismo Deuteronomio.
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GÉNEROS LITERARIOS
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Se habla también respecto
de los libros de la Biblia de géneros literarios, aunque muchas veces no
resulta fácil decidir el genero literario de un determinado libro y en
muchos casos hay partes de uno u otro género en un mismo libro.
En la Biblia encontramos
historia, aunque no con el mismo sentido que entendemos hoy lo que es un
libro de Historia, relatos épicos, poesía, profecía, leyes, proverbios,
apocalipsis, etc.
Desde el sustrato más
antiguo de la tradición oral hasta la redacción definitiva de los libros,
sus transmisores y sus autores reflejaron su cultura y sus ideas religiosas
y filosóficas, la forma de ser de su clan o del pueblo a que pertenecían,
así como las ideas y concepciones generales al área geográfica a la que
pertenecían, el Oriente Medio Antiguo, que contaba con culturas milenarias
cuando Israel se incorporó como pueblo a la Historia.
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EVANGELIOS
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Para conocer cómo se escribieron los Evangelios es
sumamente clarificador el prólogo de Lucas a su evangelio (Lc 1,1-4).
Nos aporta datos esenciales:
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ð
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Que muchos han tratado
componer un relato de los acontecimientos.
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ð
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siguiendo lo que han
transmitido quienes desde el principio fueron testigos oculares de los
mismos;
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ð
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que él también ha querido
hacer su relato,
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ð
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que para ello se ha
informado detalladamente.
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ð
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El fin con el que se ha
decidido a escribir es que se compruebe la solidez de las enseñanzas que los
lectores han recibido en la catequesis.
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Como se ve, el autor del tercer evangelio pertenece a
la segunda o tercera generación cristiana (lo mismo cabe decir de los
restantes evangelistas). Subraya que para escribirlo se informó
detalladamente, así como la finalidad catequética de su relato. Esta
finalidad se expresa también en el cuarto Evangelio: “Muchos otros signos
hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este
libro. Estos fueron escritos para que creáis que Jesús es el Mesías y
creyendo tengáis vida en su nombre” (Jn 20,30-31)
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En la composición de los
Evangelios se distinguen tres fases:
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HECHOS DE LOS APÓSTOLES
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Este libro es obra del
mismo autor que el tercer evangelio, es decir, el atribuido a Lucas. Su
finalidad es dar a conocer a una Iglesia ya más organizada sus orígenes,
exponiendo cómo se transmitió el mensaje cristiano desde Jerusalén hasta
Roma. Tampoco son una “historia” exhaustiva, pero tienen más de crónica que
los evangelios.
Es de suponer que el autor
usara fuentes anteriores a él, como en el Evangelio; una de las cuales
pueden ser los fragmentos redactados en primera persona del plural.
Está escrito en griego
y se data generalmente sobre el año 80.
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CARTAS
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Las cartas auténticas
de Pablo (Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses y
probablemente también la 2ª y Filemón)
son verdaderas cartas que responden a los problemas de las
comunidades a que se dirigen y fueron escritas por Pablo en fecha muy
cercana a la vida de Jesús, entre los años 50 y 63. Sólo la de los Romanos,
escrita a una comunidad que no conoce personalmente, es una exposición de su
enseñanza sobre la justificación por la fe.
Hay otras dos cartas
tradicionalmente atribuidas a Pablo (Colosenses y Efesios) que fueron
escritas por discípulos suyos. Estas tienen también carácter de verdaderas
cartas.
Las cartas pastorales
(1-2 Timoteo y a Tito), son escritos de inspiración paulina que se fechan
incluso en el siglo II. No tienen carácter estrictamente de cartas, son
consejos de tipo pastoral necesarios para la organización de comunidades que
van adquiriendo cierta complejidad.
Las llamadas cartas
católicas (Santiago, 1-2 de Pedro, 1-2-3 de Juan y Judas)
son colecciones homiléticas o escritos breves a los que se les dio forma de
carta, pero no están dirigidas a una comunidad determinada. Todas ellas de
fecha tardía.
La Carta a los Hebreos
tampoco es estrictamente una carta. Este escrito se dirige a una comunidad
con graves dificultades con el fin de fortalecer su fe en Jesucristo, Hijo
de Dios, Mediador y Redentor, que vive para interceder por nosotros y
ofreció a Dios el sacrificio perfecto, muy superior a los sacrificios de la
antigua alianza
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APOCALIPSIS
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Es un escrito tardío,
de los últimos años del siglo I, que contiene todos los elementos clásicos
de la literatura apocalíptica con la finalidad de sostener a la Iglesias de
Asia Menor que sufren la persecución: el Señor crucificado, resucitado y
exaltado, ha de volver al fin de los tiempos, en el que el mal será vencido
definitivamente. Se atribuye al Apóstol Juan, pero pertenece a un autor
desconocido.
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Israel no es un pueblo
aislado, cerrado en sí mismo y ajeno a toda influencia exterior. Es un
pueblo que ha llegado tarde a la Historia y a la Cultura, cuando otros
pueblos, por ejemplo, Egipto, Mesopotamia e incluso Canaán, de la misma área
geográfica llevan siglos de cultura y han dejado huella de la misma en la
tierra en que logra asentarse el pueblo hebreo; convive con otros pueblos, a
algunos de los cuales está unido por vínculos de raza, y mantiene
intercambios de toda clase con los demás pueblos y culturas de la misma área
geográfica. Ello genera influencias mutuas en los distintos campos de la
vida y de la cultura.
Esas influencias tienen
una razón aún mas fuerte y es que hunden sus raíces en un mismo pasado
legendario y mítico.
Por todo ello debemos
estudiar la Biblia también como cualquier otro libro de aquella época y zona
geográfica, aplicando los mismos medios y técnicas. Para lo cual es
imprescindible conocer las condiciones sociales e históricas, así como el
ambiente cultural, político, económico y religioso del pueblo protagonista
de la Biblia. Todo esto se ha hecho más fácil gracias a los hallazgos
arqueológicos de antiguas civilizaciones del Oriente Medio y a los
documentos e incluso bibliotecas enteras que contienen una literatura de
gran semejanza con los libros bíblicos. Todo ello nos ayuda a conocer el
ambiente semita en que nace la Biblia.
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4.1.1. Cultural
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Los semitas no conocen la
abstracción y sus imágenes son concretas. Sobre una idea primitiva acumulan
notas, matices y vivencias para darle mayor relieve y color.
Su visión de la historia
es distinta de la actual. Utiliza las fuentes de la forma que le conviene,
las yuxtapone y las reinterpreta desde la visión de la nueva situación
histórica.
Su concepción del mundo y
del cosmos es la común a todos los pueblos semitas y a esa concepción
responden relatos como la creación o el diluvio, que tienen paralelos en los
poemas sumerios mucho más antiguos.
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4.1.2. Moral
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La moral es regla
fundamental para comprender a un pueblo y la de Israel hay que situarla
también en esa mentalidad semita. Así, por ejemplo, la Ley de talión (Ex
21,24; Lv 24,20.20, etc.), que prohíbe que la venganza sea mayor que el mal
recibido, responde, aunque supera, a las costumbres y leyes de la época en
que la venganza de sangre podía llevar al exterminio de familias enteras.
Otros hechos que chocan
con nuestra mentalidad y sobre todo con nuestra concepción cristiana de
Dios, son asimismo propios de la cultura y mentalidad de la época. Por
ejemplo, la ley de “heren”, que exigía la aniquilación total del pueblo
conquistado, la poligamia, los sacrificios humanos, crímenes y mentiras,
etc., constantes, por otra parte en el comportamiento humano, incluso en
nuestro tiempo, que no se caracteriza precisamente por verse libre de
crímenes de toda clase, genocidios, abusos y aberraciones sexuales, mentiras
e infidelidades, etc.
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4.1.3. Religioso
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El Israel bíblico no
sólo recibió influencias culturales de los pueblos vecinos, sino también
religiosas. No afirmamos que Israel copie sino que debe contarse con el
fondo religioso de los pueblos vecinos (Canaán, Egipto, Mesopotamia) para
captar las imágenes que nos brinda la Biblia y su sentido, como ejemplos
típicos pueden aducirse los relatos de la Creación (Gn 2) o del Diluvio (Gn
6) de la Biblia y los paralelos de los poemas babilónicos (Enuma, Elish y
Guilgamés)
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a)
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Parece ser que los
clanes primitivos seminómadas fueron politeístas (Jos 24), como lo eran todos los pueblos
del entorno, y en sus orígenes comparten el viejo fondo pagano de las
religiones semitas.
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b)
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De ese patrimonio común
participan imágenes y relatos que encontramos en la Biblia, así como ritos
que van cambiando su sentido originario, por ejemplo, la Pascua, que en
principio está unida a las costumbres de los pastores nómadas pasa a ser la
fiesta de la libertad relacionada con la salida de Egipto y la constitución
de Israel como pueblo.
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Israel, como los demás
pueblos del Oriente Medio, tiene su propio Dios que le protege frente a los
demás pueblos y hace alianza con él: Yahveh. (En las versiones de uso
corriente en lugar de Yahveh leemos “Señor”, que traduce la palabra Adonay
que en la versión griega de la Biblia sustituye el nombre sagrado de Yahveh).
Sin embargo la religión
de Israel tiene rasgos propios que la diferencian notablemente del resto de
las religiones de su área geográfica. Los más significativos y determinantes
para su proceso de evolución del concepto de Dios, a lo que contribuye de
manera decisiva la influencia de los profetas, son la prohibición de
representar a su Dios: Yahveh no es un Dios abarcable por el hombre, como se
lo hace ver a Moisés (Ex 3,13-14) y defiende siempre la tradición yahvista.
Y no tener más que un Dios, frente al politeísmo de todos los pueblos
circundantes. La fe yavista lucha continuamente contra la tendencia a imitar
las costumbres politeístas cananeas y de los otros pueblos del entorno, así
como por mantener la pureza del culto condenando practicas habituales de las
otras religiones.
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La Biblia es un conjunto
de libros cuya primera sección, el Antiguo Testamento, compartimos judíos y
cristianos. Tanto para los judíos como para los cristianos estos libros
tienen un valor sagrado, habiéndose establecido un “canon” que los reconoce
como tales frente a otros libros religiosos similares a los que no se les
dio dicha categoría.
El canon de la Biblia
hebrea —establecido en Yabné, en una reunión de rabinos hacia el año 100 dC.—
no coincide exactamente con el canon católico —fijado definitivamente en el
Concilio de Trento (sesión 4ª, 8/4/1546) [Denz-Hün 1502]— que sigue la
versión griega de la Biblia, usada en la diáspora judía, que es la que
conocían los primeros cristianos.
También la distribución de
los libros es diferente.
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La división católica
tradicional,
que consta de 46 libros casi todos escritos en hebreo, los agrupa conforme a
la distribución hecha por S. Jerónimo en el Siglo IV.
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PENTATEUCO:
Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio.
LIBROS HISTÓRICOS:
Josué, Jueces, Rut, 1 y 2
Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, Rut, Tobías, Judit,
Ester y 1 y 2 Macabeos
LIBROS POÉTICOS Y
SAPIENCIALES:
Job, Salmos, Proverbios,
Eclesiastés (Qohelet), Cantar de los Cantares, Sabiduría, Eclesiástico (Siracida)
LIBROS PROFÉTICOS:
Isaías, Jeremías,
Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás,
Miquéas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
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La Biblia hebrea los
agrupa en tres apartados:
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TORA (enseñanza):
Compuesta por los cinco
Libros de la Ley: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio
NEBIM (profetas):
Anteriores: Josué, Jueces, 1 y 2
Samuel, 1 y 2 Reyes.
Posteriores: Isaías, Jeremías,
Ezequiel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miquéas, Nahum, Habacuc,
Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
KETUBIM (Escritos):
Rut, Salmos, Job,
Proverbios, Eclesiastés (Qohelet), Cantar de los Cantares, Lamentaciones,
Daniel, Ester, Esdras y Nehemías, 1 y 2 Crónicas.
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La Biblia Hebrea no admite
como libros canónicos: Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría,
Eclesiástico y Baruc, ni suplementos al libro de Ester, carta de Jeremías y
adicciones al libro de Daniel. Todos estos fueron escritos en griego fuera
de Palestina.
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Todos los libros del Antiguo Testamento giran en torno a una idea central: la conciencia que tiene Israel de haber sido elegido por Yahveh y ser su pueblo, haber hecho una alianza con él y haber recibido una tierra. Esta idea era corriente entre los pueblos del Oriente Medio Antiguo, donde cada pueblo tenía sus dioses, pero Israel mantiene esa conciencia de ser el pueblo elegido por Dios cuando en su evolución del concepto de Dios llega a conocer la existencia de un Dios único de todos los pueblos y de todos los hombres. | |||||||||||||||||||||||
Estos cinco libros
(Génesis,
Éxodo,
Levítico,
Números y
Deuteronomio) constituyen el núcleo
central de la fe de Israel que los considera el gran don de Yahveh al pueblo
con el que ha hecho alianza: La Torá (enseñanza, instrucción, ley) contiene
los acontecimientos que marcan la acción de Yahveh en la historia de Israel
desde la creación del mundo hasta la liberación de Egipto y el Éxodo así
como las leyes propiamente dichas, recogidas en el decálogo y otros códigos,
pero sobre todo las enseñanzas y normas dadas por Yahve a favor de su pueblo
que han de transmitir los padres a los hijos como orientadoras de su
conducta y que se fundan en los acontecimientos a través de los cuales se
revela.
Cuando empiezan a
escribirse estos libros, Israel es un pueblo que tiene ya conciencia de
serlo y entonces mira hacia atrás y busca sus orígenes y los del mundo. De
todo ese tiempo anterior se recogen tradiciones orales y otras ya escritas,
así como relatos que tienen un origen común con los otros pueblos de su área
cultural. Todo ello es repensado una y otra vez llegándose a una reflexión
más depurada, aunque en la última redacción de estos libros se yuxtaponen
tradiciones e incluso se duplican relatos, lo que genera a veces
contradicciones.
En esa mirada
retrospectiva encuentran primero dos grupos de tribus que forman una liga
sagrada, más atrás la experiencia decisiva de un grupo de hombres sacados de
Egipto y conducidos a través el desierto por un jefe carismático, Moisés, y
en un pasado borroso la existencia de unos pastores nómadas que, procedentes
del otro lado del río Eúfrates, llegan a la tierra de Canaán. En el origen
de todo, la obra creadora de Dios y junto a ella la respuesta a los grandes
problemas del hombre: el mal, el dolor y la muerte.
Reflexionando a partir de
su historia y de su vida, no sin beber también de las ideas comunes a las
culturas anteriores de su entorno geográfico, Israel llega a expresar su fe
en el Dios que crea el Universo, en cuyo centro están el hombre y la mujer,
creados a su imagen. Un Dios que se complace en su obra creadora y la
reconoce como algo “muy bueno”, entrando el mal en ella a causa del pecado
del hombre. En la historia de los patriarcas encuentra su origen como
pueblo. Esta historia habla de un Dios que elige, llama, prueba y promete
una numerosa descendencia y una tierra de la que esos descendientes tomarán
posesión. Ese Dios de la promesas, el Dios de los Padres, que se manifiesta
a Moisés con el nombre de Yahveh, se convierte en el Dios de Israel tras la
salida de Egipto, la más grande de sus acciones liberadoras. Israel
pertenece a ese Dios que salva y que hace alianza con el pueblo en el Sinaí
dándole la Ley. En virtud de esa alianza tendrá unas obligaciones con el
Dios que le ha elegido. Moisés, figura central de estos cinco libros, es el
intermediario que libera al pueblo en nombre de Yahaveh y le transmite su
voluntad exigente. La travesía del desierto es experiencia fundamental para
Israel, experiencia sobre la que volverá una y otra vez a la largo de su
historia cuyas constantes son la ingratitud del pueblo hacia ese Dios que le
ha elegido y continuamente le salva, y el arrepentimiento que sigue al
castigo. Pero el desierto para Israel no es sólo un lugar por el que se ve
obligado a peregrinar en busca de la tierra de las promesas, es también,
sobre todo a partir de la reflexión de los profetas, el lugar de la infancia
y juventud de Israel como pueblo, la época del primer amor con el Dios
salvador que le conduce a la tierra prometida a sus padres, así como lugar
de castigo y de purificación.
En el tercero de estos
cinco libros, el Levítico, encontramos un detallado código legal, fruto de
la reflexión de los sacerdotes desterrados en Babilonia, que proyecta sobre
los tiempos de la marcha por el desierto la legislación religiosa y cúltica
del Templo de Jerusalén, y cuya redacción definitiva habría que datarla en
tiempos de Esdras, tras el retorno del exilio.
También pertenecen a esta
tradición sacerdotal los 10 primeros capítulos del libro de los Números,
cuyo título se relaciona con los censos que en él se prescriben.
Cierra el Pentateuco el
libro del Deuteronomio, que es la obra fundamental de la corriente
deuteronomista de renovación religiosa yahvista que surge en el siglo VII aC.
y está en la base de la reforma promovida por el rey Josías (621 aC.) y
truncada con su muerte en la batalla de Meggido. Como los demás libros del
Pentateuco la redacción definitiva del Deuteronomio es del siglo V aC.
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4.3.2. Libros históricos | |||||||||||||||||||||||
Los libros llamados
históricos por la división
católica tradicional agrupan los que la
Biblia hebrea denomina profetas
anteriores (Josué, Jueces, 1-2 Samuel y 1-2 Reyes) y algunos de los que se
incluyen entre los Escritos (Esdras, Nehenmías, 1-2 Crónicas, Rut y Ester),
además de otros no admitidos por el canon hebreo (Tobías, Judit, 1-2
Macabeos).
Teniendo en cuenta, como
ya se ha dicho, que el concepto de historia en la Biblia es diferente de lo
que nosotros entendemos como tal, de estos libros unos cuentan la historia
de Israel, siempre desde una perspectiva y con una finalidad religiosa, pero
otros (Rut, Ester, Tobías, Judit y 2 Macabeos) son narraciones noveladas que
tienen la finalidad de enseñar mediante el ejemplo de personajes fieles a
Yahaveh en épocas históricas anteriores cuya situación es similar al tiempo
en que se escribe el libro.
En los libros llamados por
los judíos “profetas anteriores” encontramos una explicación teológica de su
pasado: Yahveh ha ido actuando en su historia, respondiendo con advertencias
y castigos a las continuas infidelidades del pueblo, y así ven en la
destrucción de Israel y en la desaparición del Reino de Judá con el exilio,
el castigo a la infidelidad y la ruptura de la Alianza.
Josué, Jueces, Samuel
(1-2) y Reyes (1-2) narran los hechos ocurridos después de la muerte de
Moisés, es decir, desde su penetración en Canaán, hasta la desaparición como
estado (s. VI aC.). Más en ningún caso son una historia lineal, pues en
ellos encontramos relatos que refiriéndose a los mismos hechos son
diferentes. Así, el libro de Josué
es un relato épico que describe la penetración y el asentamiento en Canaán
como una conquista rápida y triunfal de todo el país, y el
libro de los Jueces, a
continuación, describe una situación diferente: Las tribus que penetraron en
Canaán sólo habrían logrado asentarse en las montañas y desde ellas, cuando
surgía una caudillo, un jefe carismático suscitado por Yahveh, asaltan y
conquistan las ciudades fortificadas cananeas o se defienden del ataque que
otros pueblos.
Los libros de
Samuel y de los
Reyes (los judíos agrupan los
cuatro y los denominan “libros de los reinos”) contienen la historia del
Reino desde sus preliminares con la figura de Samuel, puente entre los
jueces y los reyes, la construcción del Reino por David, con quien alcanza
su mayor importancia y a quien sucede su hijo Salomón; la división del Reino
a la muerte de éste y la historia de ambos reinos que para el del Norte o
Israel acaba cuando es conquistado y destruido por los asirios (721 aC.)
desapareciendo las tribus que lo formaban, y para Judá, con la deportación a
Babilonia (586 aC.). La tribu de Judá regresará del exilio, pero ya nunca
volverá a ser un reino independiente.
Esdras y Nehemías
junto con los dos libros de las
Crónicas, que pudieron
formar una sola obra originariamente, nos ofrecen una nueva visión teológica
que pretende abarcar la historia de la humanidad desde Adán hasta la
reconstrucción de Israel tras el Exilio.
El
cronista, nombre empleado para denominar al autor de estos cuatro libros, ve
la Historia totalmente dirigida por Dios a quien atribuye toda clase de
acciones milagrosas. Los hombres son instrumentos suyos y apenas intervienen
en el desarrollo de los acontecimientos si no es por la oración y la
liturgia. Debido a esta visión da poca importancia a la exactitud de los
hechos y así exagera cifras y se fija poco en el orden cronológico. Sus
ideas fundamentales son las legitimación de la dinastía de David, cuya
restauración futura espera, y la restauración del tempo como lugar de culto
único donde ha de reunirse, como heredera de Israel, la comunidad
postexílica para vivir en fidelidad a la Torá.
Esdras y Nehemías relatan
el retorno del Exilio y la configuración de Israel como comunidad de fe en
torno a la reconstrucción del Templo.
Los libros de las Crónicas
son una reflexión de la comunidad asentada en Israel cuando el exilio ya
está lejos y las esperanzas de los profetas no se han cumplido, pues Judá no
ha sido restablecido como Reino sino que es un reducido territorio sin
importancia dentro de una satrapía Persa. Esta reflexión gira sobre su
historia pero acomodando las fuentes a su visión teológica por lo que los
hechos, ya recogidos en otros libros anteriores, son narrados muchas veces
de forma diferente y se presenta también de manera distinta a sus
protagonistas.
De los restantes libros de
este apartado, sólo el libro I
de los Macabeos tiene el carácter de histórico, siempre en el
sentido ya dicho, y sigue su estilo narrativo. Presenta —intentando hacer un
relato objetivo y realista, aunque contiene algunas exageraciones en números
y victorias— una visión histórico teológica de los hechos sucedidos a partir
de la persecución de Antioco IV Epífanes que da lugar a la rebelión de
Matatías y sus hijos, hasta la muerte del último de los Macabeos. También
alude a lo sucedido en tiempo de Juan Hircano, que es algo posterior.
Antioco IV Epífanes quiere impulsar la helenización de su reino imponiendo
en todo el territorio incluso la religión helénica. Algunos judíos siguen la
iniciativa renunciando a su religión y tradiciones, acción fuertemente
censurada por el autor. Frente a ellos se levanta Matatías y sus hijos
comenzando una guerra santa, consiguiendo progresivamente la independencia
religiosa y política de Israel. Dios actúa en la Historia y ha querido
liberar a Israel por medio del valor de los Macabeos. Su acción humana y no
los hechos milagrosos sirven al plan providente de Dios.
Rut,
Ester y Tobías, son narraciones noveladas con finalidad
didáctica de edificación.
Rut
narra el destino de dos mujeres que se mantienen fieles a Dios tanto en el
sufrimiento y la desgracia como en la prosperidad y la alegría. La historia
se sitúa en el tiempo de los jueces y posiblemente está basada en una
tradición popular antigua acerca del origen moabita del Rey David en cuya
ascendencia se encuentra Rut.
Ester
es una mujer judía que
alcanza el favor real en la corte persa en el tiempo del exilio,
circunstancia que aprovecha para interceder a favor de su pueblo.
Tanto Rut como Ester
forman parte de los Cinco Rollos de la liturgia judía de las grandes
fiestas. Rut se lee en la fiesta de Sabuot (Semanas) por la recolección del
trigo. Ester en la fiesta de Purim, que posiblemente pasó al calendario
judío tomada de las costumbres mesopotámicas y quizá este libro pretenda
explicar su origen.
Tobías
cuanta la historia de Tobit, un judío piadoso que vivió en Nínive en tiempo
de la deportación y al quedar ciego cae en desgracia. Su pariente Ragüel
tiene una hija, Sara, cuyos sucesivos maridos han muerto la misma noche de
bodas. Tanto Tobit como Sara han rogado a Dios verse libres de sus
angustias. Dios escucha las oraciones de ambos y envía a su ángel Rafael
para conducir a Tobías, hijo de Tobit, a casa de Ragüel y desposarlo con
Sara, indicándole además el remedio para curar la ceguera de su padre. Este
libro destinado al judaísmo de la Diáspora quiere enseñar que la observancia
de la Ley y la caridad con los conciudadanos no pueden conducir al fracaso;
la desgracia sólo es una situación transitoria que cederá el paso a la
prosperidad.
El libro de
Judit es
una historia corta de exaltación patriótica y religiosa. Aunque habla del
reinado de Nabucodonosor y da otros datos históricos o geográficos, no
pretende enseñar un hecho de la historia de Israel sino el sentido general
de la Historia: el orgullo del poder político que quiere ponerse en lugar de
Dios ha de ser confundido por el débil, instrumento de Dios para confundir
al fuerte. En este caso, como en tiempos antiguos lo fue Moisés, ese
instrumento es Judit, que además de su belleza y valor personal es fiel
observante de la Ley. Esta obra está dirigida a un pueblo que pasa por
momentos de opresión, posiblemente los años que siguen a la revuelta Macabea
en la mitad del S. II aC., y proclama por una parte la liberación del pueblo
por Dios que se muestra celoso por la justicia y la causas del débil y por
otra, el poder absoluto del Dios de Israel sobre los poderosos de la tierra.
Enseña también que el culmen de la piedad está en la observancia de la Ley,
que las pruebas de Israel son consecuencia del pecado y la salvación viene
por la confianza en Dios.
El libro
II de los Macabeos es
también una instrucción religiosa, apologética y moralizante, independiente
del Primero, aunque ambos puedan usar algunas fuentes comunes. Por ello
aunque habla de la rebelión de los Macabeos, la rigurosidad de los hechos
narrados queda en segundo plano. Su intención principal es la exaltación del
Templo, promover la fidelidad a la Ley y la confianza en la acción
providente de Dios creador y todopoderoso que acude en auxilio de su pueblo,
castigando duramente a los impíos en esta vida mientras hará resucitar a los
justos del pueblo. Su finalidad es consolidar la comunidad litúrgica entre
los judíos de la diáspora y los de Israel, avivando la conciencia de ser el
pueblo elegido por Dios que es quien dirige la Historia.
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4.3.3. Libros Proféticos | |||||||||||||||||||||||
La
división católica
tradicional de la Biblia agrupa como libros proféticos los que la
Biblia
hebrea llama Profetas (Nebiin) Posteriores (Isaías,
Jeremías,
Ezequiel,
Oseas, Joel,
Amós, Abdías,
Jonás, Miquéas,
Nahum, Habacuc,
Sofonías,
Ageo, Zacarías y
Malaquías) así como
Baruc, no admitido en el
canon hebreo, Lamentaciones y
Daniel, que en la Biblia hebrea se encuentran
entre los Escritos. Daniel no fue un profeta histórico. Es un libro de
carácter apocalíptico surgido en tiempo de la persecución de Antioco IV
Epífanes para alentar al pueblo a permanecer fieles a Yahveh. Tampoco Jonás
es un profeta histórico, aunque en los dos cánones se incluye entre los
profetas. Se trata de un escrito de un autor con miras universalistas que
quiere hacer ver que el Dios de Israel lo es también de los demás pueblos,
incluso de sus enemigos.
Para comprender el
contenido de estos libros hay que tener en cuenta:
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1º Profeta, procede de la
palabra griega “profetes” que significa “locutor”, el que dice lo que la
divinidad le ha inspirado, y traduce el término hebreo “nabí” que viene a
significar anunciar o comunicar, como otras palabras similares sirias o
árabes.
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2º El profetismo no es un
fenómeno exclusivo de Israel, es algo corriente en todo el Oriente Medio y
mucho más antiguo en culturas como Egipto, Mesopotamia, etc., aunque existen
diferencias tanto en sus formas externas de actuar como en el fondo y el
contenido de sus mensajes que son más elevados en los profetas bíblicos.
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3 º El concepto de profeta
evoluciona en Israel. En la Biblia se llama profeta también a las grandes
figuras de su Historia: Abraham (Gn 20,7) , Moisés (Dt 18,15; 34,19), Aarón
(Ex 7,1) incluso a Miriam, la hermana de Moisés, (Ex 15,20) o los Ancianos
de Israel (Nm 11,24-29).
Pero el profetismo bíblico
tiene sus orígenes en la época de los jueces, asociado a diversas formas de
adivinación (Ju 9,37; II Sam 5,24) mencionándose profetas antes de Samuel (Ju
4,4; 6,8; I Sam 2,27-36; 3,1; 9,9) a quien se le llama profeta (I Sam
3,19-21) hombre de Dios y vidente (I Sam 9,6-13). En tiempo de Samuel
aparecen las comunidades de profetas cuya forma de actuar a través de
trances, danzas rítmicas, gritos, etc. (I Sam 10,5-6; 19,20-24) era similar
a la de los videntes de los pueblos vecinos. Con frecuencia se les tenía por
locos y eran objeto de burla ( 2 Reyes 9,1-11).
Las primeras grandes
figuras del profetismo bíblico son Elías y Eliseo, en el siglo IX aC. Y bajo
el influjo del Yahvismo, a partir del siglo VIII aC aparecen los grandes
profetas conocidos por los libros de la Biblia que llevan sus nombres.
Aunque junto a estos grandes profetas individuales existen los profetas
profesionales vinculados al santuario real y los profetas áulicos, como
Natan y Gad, que actúan como consejeros de los gobernantes.
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4º El profeta bíblico es
un hombre llamado por Dios para la misión de combatir las infidelidades y
guiar al pueblo de Israel en fidelidad a su fe y a la alianza que sellaron
con su Dios, Yahveh.
El profeta bíblico no es un mago, ni un adivino, astrólogo o
interprete de horóscopos; tampoco actúa conforme a rituales, trances, etc.,
como era corriente en los profetas de los pueblos vecinos. La magia y
adivinación de este tipo están expresamente prohibidas en el Deuteronomio (Dt
18,10-14)
El profeta bíblico es un carismático, un inspirado elegido por
Dios. Muchas veces enfrentado a los profetas cultícos y asociados a las
corte. No actúan como miembros de una clase o como profesionales, sino como
consecuencia de una llamada de Yahveh que les hace sentirse representantes
suyos encargados de transmitir al pueblo un mensaje de conversión y de
liberación, así como de denuncia de los pecados del pueblo y de sus
dirigentes. Habla al pueblo en lugar de Dios y sólo dice lo que Dios le
ordena, es Dios quien pone las palabras en su boca (Dt 18,15-18)
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5º La misión del profeta
bíblico no es predecir el futuro, sino transmitir las palabras de Yahveh
hablando en su nombre, no las ideas o juicios del propio profeta, de ahí las
expresiones “Oráculo de Yahveh” , “Así habla Yavheh”, aunque expresiones
similares pueden encontrarse en la profecía de pueblos extrabíblicos.
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Los libros proféticos
contienen los oráculos de estos grandes profetas individuales cuyas palabras
son coleccionadas y consideradas sagradas en el periodo postexílico, durante
el cual los profetas profesionales prácticamente desaparecieron pues el
pueblo, por influjo de la teología deuteronomista, comenzó durante el exilio
a comprender que los grandes profetas carismáticos tenían razón y que los
profesionales estaban equivocados.
Los grandes profetas
tenían conciencia de haber sido llamados para esta misión por Dios y en
ocasiones encontramos en sus libros el relato de su vocación (Am 7,12-15;
3,8; Is 6,1-13; Jr 1,4-10; Ez 1,1-25; 2,1ss; 3,1ss) a la que con frecuencia
en principio se resisten. Reciben el mensaje que han de transmitir por
revelación de Dios, a veces en sueños o a través de visiones de diversos
tipos. Se expresan a través de la palabra pero también, en algunos casos,
por medio de gestos simbólicos que explican de manera plástica su
predicación.
Todo esto lo encontramos
en sus libros, cuyo contenido es diverso pero siempre está vinculado a los
acontecimientos que se están viviendo. También es característica común su
llamada a la búsqueda sincera de Yahveh por medio de la práctica de la
justicia individual y colectiva, así como la denuncia de los pecados del
pueblo y de sus dirigentes, la injusticia social y la opresión del pueblo
por los poderosos. Por medio de sus oráculos luchan contra toda clase de
idolatría, contra la falsa piedad y la ostentación religiosa, contra el
culto exterior vacío y el servilismo político de la clase sacerdotal. Todo
lo decisivo para la existencia del pueblo de Israel lo esperan de una
irrupción futura de Dios en “el día de Yahveh”, que es interpretado de forma
diversa según los distintos autores.
En estos libros, que
constituyen la máxima contribución a la purificación de la religión de
Israel liberándola del ritualismo y del nacionalismo, se reconoce al Dios de
Israel también como el Dios de las naciones cuyos destinos dirige.
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4.3.4. Libros Poéticos y Sapienciales | |||||||||||||||||||||||
Los libros poéticos y
sapienciales de la división católica (Job,
Salmos,
Proverbios,
Eclesiastés o Qohelet,
Cantar de
los Cantares, Sabiduría,
Eclesiástico o Siracida) figuran en el canon hebreo
entre los Escritos (Ketubim) excepto Sabiduría y Eclesiástico, no admitidos
por dicho canon.
De estos libros son
propiamente sapienciales: Job, Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría y
Eclesiástico mientras que los Salmos y el Cantar de los Cantares son
literatura poética.
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4.3.4.1. Libros sapienciales
La literatura
sapiencial existe en todo el Oriente Medio antiguo y de las grandes culturas
de este área geográfica bebe la literatura sapiencial de Israel, que nace
para salir al paso de la inevitable influencia religiosa y cultural pagana
sobre los judíos, especialmente los que viven en la diáspora. También en los
libros más tardíos influye la cultura helenista que muchos judíos asumen e
incluso abren escuelas y entran en contacto con los filósofos griegos y
utilizan sus recursos. Esta influencia es clara en el Eclesiastés y también
en Sabiduría y Eclesiástico que nacen en el ambiente helenista de la
diáspora de Egipto y son escritos en griego, por lo que no son admitidos por
el canon hebreo, aunque se encuentran en la versión griega de la Biblia que
es la que pasó al Cristianismo. Todos estos libros insisten en la fe
Yahvista y hacen ver la superioridad de esta fe sobre las religiones y
cultos paganos. Fueron escritos durante la dominación persa y griega entre
los siglos V y II aC.
La Sabiduría en la
cultura del Oriente Medio antiguo, de la que participa Israel, no es un
conocimiento de cosas o verdades, es una actitud práctica ante la vida para
poder llegar a ser feliz y se desarrolla por la educación, el conocimiento
de la tradición y la experiencia. Afecta a todas las actividades de la vida
humana e intenta dar al hombre los medios que necesita para acomodarse al
orden del universo y solucionar los problemas que la vida le va presentando.
La sabiduría se resumía en máximas o dichos fáciles de retener.
Los sabios son figuras
que en Israel como en otras culturas antiguas tenían entidad propia, como la
tenía los profetas o los sacerdotes. Pero los sabios no consideran haber
recibido la sabiduría por una revelación, como los profetas sus oráculos.
La sabiduría es un
atributo de los dioses y por supuesto de Yahveh, el Dios de Israel.
La sabiduría de Israel
hunde sus raíces en este vasto movimiento sapiencial que desde el segundo
milenio antes de Cristo floreció en los pueblos del Oriente Medio Antiguo.
No forma un conjunto estructurado de doctrinas, un sistema, como tampoco lo
forma la literatura sapiencial de los pueblos limítrofes.
En Israel hay una
sabiduría culta y cortesana y otra popular.
La sabiduría popular,
nacida del pueblo, existió antes y después del exilio. Los principios de la
sabiduría popular fueron transmitidos en la familia y los clanes para el
adiestramiento de los hijos.
La sabiduría oficial y
cortesana nace en el palacio del rey. Es la sabiduría en sentido más
estricto que se practicó desde el reinado de Salomón en la corte siguiendo
el modelo de Egipto, el país de la “sabiduría” por excelencia, y desaparece
con la monarquía tras la conquista de Jerusalén y deportación a Babilonia.
Antes del exilio no
parece que los sabios tuvieran audiencia fuera de los círculos cortesanos.
En la época preexilica los verdaderos maestros del pueblo son los profetas.
Tras el Exilio, a partir del siglo V, han cesado los oráculos de los
profetas y aparecen los sabios que vinieron a ocupar el puesto de los
profetas como guías en la educación del pueblo. Los sabios del postexilio
han comprendido que el principio de la sabiduría es el temor de Yahaveh (Prov
1,7).
La sabiduría en Israel
evoluciona. Los primeros sabios de Israel compusieron enigmas (Jueces
14,14), parábolas (2 Sam 12,1-6) y proverbios (Ez 18,2). En las colecciones
más antiguas se encuentran sentencias contradictorias, paradojas y formas de
admiración o simplemente contemplación de la realidad enigmática en sí
misma.
Más tarde hicieron de
la búsqueda de la sabiduría la principal ocupación de su existencia y
reflexionaron desde el punto de vista religioso sobre casi todos los
aspectos de la existencia. De la generalización de esa reflexión nacieron
las colecciones de dichos de los sabios. El libro de los Proverbios
incorpora gran parte de esa sabiduría tradicional de Israel. Este movimiento
da lugar a una clase separada de maestros sapienciales o sabios que
probablemente ya desde el s. VIII aC actúan junto a los profetas y
sacerdotes (Jr 18,18).
Después del exilio la
instrucción sapiencial se convierte cada vez más en centro de interés de
grupos más extensos. Se produce la nacionalización de la sabiduría universal
del Oriente Medio Antiguo haciéndola propiedad común de todo Israel, pues
pierde conexión con una clase determinada convirtiéndose en elemento
decisivo de la vida humana. Y se va asimilando cada vez más al yahvismo,
hasta dejar de ser un compendio de sabiduría experimental para convertirse
en un cuerpo de instrucción ético religiosa, en sabiduría teológica
identificada con la Ley y el temor de Dios, principio de la sabiduría
(Eclesiástico 1,14). En la sabiduría de Israel el elemento religioso tiene
gran preponderancia, pues, aunque también para el sabio de Israel su ideal
es la búsqueda de la sabiduría y su misión es instruir por medios
racionalistas, conoce el precepto de Yahveh e inserta la sabiduría en su fe
yahvista viendo bajo otra luz la realidad, lo cual diferencia la sabiduría
de Israel de las otras sabidurías del Oriente Medio,
La literatura
sapiencial escrita aparece en Israel después del exilio de Babilonia, en el
siglo V aC, bajo el dominio persa. Sabiduría y Eclesiástico continúan y
exaltan la sabiduría tradicional de Israel en el contexto de los judíos de
la diáspora helenista que luchan por mantenerse fieles a la fe de sus padres
en medio de una cultura con planteamientos totalmente distintos de los
suyos.
En la Biblia la
sabiduría se atribuye a Salomón, que figura como autor de algunos de estos
libros (Prov 1,1, Eclesiastés 1,1), más esto es un recurso literario propio
del mundo de los “sabios”.
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4.3.4.2. Libros
poéticos
El libro de los salmos
es la mayor colección de poesía lírica de Israel antiguo, aunque no son la
única literatura poética, pues otros libros contienen poesía lírica y épica.
En los salmos
encontramos himnos de entronización, himnos en honor de Sión y su templo,
cantos de peregrinación, lamentos y cantos de acción de gracias, cantos
reales y poesía de carácter didáctico y sapiencial.
Muchos salmos están
ligados al culto pero hay otros que reflejan expresiones religiosas al
margen de éste.
Los temas fundamentales
son Jerusalén y su templo, donde habita Yahve, así como la Ley, cuya
observancia o no distingue al justo del impío. Sus ideas centrales son el
dominio absoluto de Yahveh y la confianza en Él.
También en los otros
pueblos del Oriente Medio Antiguo son frecuentes los himnos a los dioses o a
los reyes o a los templos, así como poemas penitenciales, lamentos etc. en
los cuales se encuentran paralelos a algunos salmos (por ejemplo, el salmo
104 y el himno de Amenofis IV de Egipto).
El otro libro poético
del Antiguo Testamento es el Cantar de los Cantares. Son cantos de amor en
un principio independientes que hablan amor humano en todas su facetas y en
el que se emplean diversas figuras literarias para referirse a los
enamorados. La interpretación alegórica y mística hecha tanto por judíos
como por cristianos es muy posterior.
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En la base de todos los
libros del Antiguo Testamento están los hechos fundamentales de la Historia
de Israel. Aquellos hechos que les han constituido como pueblo y que son
como los hitos a través de los cuales han ido descubriendo al Dios con el
que hacen Alianza.
Por ello es esencial
conocer tales hechos que fueron transmitidos por viejas tradiciones a veces
mezcladas con la leyenda, posteriormente repensadas a la luz de los nuevos
acontecimientos y puestos por escrito a varios siglos de distancia de los
hechos que relatan.
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4.4.1. Los Patriarcas | |||||||||||||||||||||||
Los Patriarcas son los
antepasados seminómadas procedentes de Mesopotamia en los que Israel
descubre sus orígenes. Su historia se relata en el libro del Génesis a
partir del capítulo 12.
El principal de los
Patriarcas es Abraham a quien todos los clanes reconocen como tronco común.
Abraham procede de un clan politeísta pero descubre a un Dios desconocido
que se le revela. Abraham confía en ese Dios que le promete una descendencia
numerosa y una tierra y con Él hace un pacto. Abraham, movido por la fe, se
pone en camino hacia esa tierra desconocida, pero más importante que su
camino material es su itinerario espiritual: su fe en ese Dios que se le ha
revelado, en cuyas manos se pone y sigue el camino que le va marcando sin
preguntar por qué.
En la descendencia del
hijo de la promesa, padre de Jacob, que con su hijos emigra a Egipto,
encuentra Israel el origen de las tribus que componen el pueblo que
posteriormente se constituyó.
En la historia de
Abraham y de los Patriarcas aparecen los elementos esenciales de la historia
y de la religión de Israel: Elección, promesa, alianza y tierra.
La historia de los
Patriarcas de Israel sólo está recogida en la Biblia, pero el tiempo que
refleja es perfectamente identificable con la fecha en que se data,
aproximadamente la época de Hamurabi de Babilonia (1792-1759 aC).
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4.4.2. El Éxodo | |||||||||||||||||||||||
El éxodo es el hecho
fundamental para la Historia de Israel y en el cual sitúa su nacimiento como
pueblo. Este hecho liberador, narrado en los libros del Éxodo y Números, es
la clave de la historia de la religión de Israel. Sucedió en la segunda
mitad del siglo XIII aC, después de más de 400 años, de los que no hay
noticia alguna, desde la bajada del clan de Jacob a Egipto.
Según la interpretación
de estos libros, Yahveh, que se revela a Moisés como el Dios de los Padres
con lo cual los redactores quieren dar continuidad a la revelación
primitiva, los israelitas vivían esclavizados en Egipto y les liberó con
mano poderosa en la noche del primer plenilunio de primavera.
Constituyen este hecho:
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La Revelación de Moisés
a Yahveh (Origen del Yahvismo) que le encomienda a Moisés la misión de
liberar a su pueblo (Ex 3-4). Y las dificultades de la misión (Ex
6-11)
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La Pascua y Salida de Egipto (Ex 12-13)
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La Alianza de Yahveh con Israel en el Sinaí
(Ex 19-24)
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El santuario del desierto que materializa la
presencia de Yahveh (Ex 25-35)
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La larga marcha hacia la Tierra Prometida a
través del desierto con rebeliones, castigos, cansancio...
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Sus protagonistas
principales son Yahveh e Israel y secundarios, Moisés y el faraón
En cuanto a la ruta,
aunque el texto da nombres y lugares de acampada, es difícil trazar el
itinerario seguido. Los hitos principales serían el Mar de las Cañas, el
Sinaí y el Oasis de Kadés.
No hay que olvidar, al
leer estos relatos, que no se entiende la Historia en el sentido que hoy
damos al término, sino que los hechos son vistos ante todo con una
perspectiva y finalidad religiosas, por ello se presentan bajo la luz de lo
maravilloso, con una constante intervención de Yahveh, pero sin negar las
reacciones paradójicas del pueblo. Todo ello para poner de manifiesto que
Israel tiene conciencia de haber sido elegido por Yahveh por puro amor, que
lo ha liberado portentosamente de la opresión, ha hecho con él una alianza y
lo ha conducido a la tierra que había prometido a sus antepasados.
El Éxodo es constante
referencia en el esfuerzo por mantener la fidelidad a su fe. Los profetas lo
consideran como la edad ideal de Israel, el tiempo de su noviazgo con Dios.
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4.4.3. Penetración en Canaán | |||||||||||||||||||||||
Está descrita en los
libros de Josué y Jueces y se fecha en torno a 1200-1000 aC.
Según el relato del
libro de Josué, es el cumplimiento de la finalidad del Éxodo: ocupar la
tierra que Yahveh les había prometido. En este libro no faltan los hechos
prodigiosos y parece que los israelitas ocupan todo el territorio.
Sin embargo, el libro
de los Jueces presenta una penetración lenta y difícil donde los clanes
hebreos que han hecho el éxodo ocupan sólo las montañas desguarnecidas,
están, con frecuencia, a merced de los filisteos y otros pueblos, surgiendo
personajes carismáticos que ocasionalmente los liberan o les llevan a
conseguir alguna conquista. Asimismo deja patente la precaria cohesión de
las tribus.
En el libro de los
Jueces está presente la teología que posteriormente se repetirá: el pueblo
peca apartándose de Yahveh que les castiga sometiéndolos a otro pueblo hasta
que se decide liberarlos por medio de un personaje carismático, cuya
conducta personal no suele ser modélica, lo cual subraya que el único que
salva y libera siempre es Yahaveh movido por el amor a su pueblo y no por
los méritos de éste.
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4.4.4. Monarquía | |||||||||||||||||||||||
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Este periodo se recoge
en 1-2 Samuel y en 1-2 Reyes y abarca desde el año 1000 aC aproximadamente
hasta el 586 aC.
El sistema de los
jueces había fracasado y sintieron la necesidad de tener un rey como los
demás pueblos. Sin embargo tampoco parece que los autores de estos libros
estuvieran convencidos de que este sistema fuera bueno. De muchos de los
reyes se dice que actuaron mal ante los ojos de Yahveh. Destaca David, que
ha quedado como el prototipo de rey ideal. Bajo su reinado se consiguió la
unidad de las tribus, mantenida por su hijo Salomón, y el reino alcanzó su
mayor extensión. Pero ya con Salomón la monarquía entra en decadencia
poniéndose de manifiesto la poca solidez de los lazos que unían a las
tribus. A la muerte de éste, el reino se divide en dos, el del Norte o
Israel con diez tribus, bajo Jeroboam y el del Sur o Judá, con una sola
tribu, regido por Roboam.
El reino del Norte fue
conquistado por los asirios en el año 721 aC, desapareciendo sus tribus.
El del Sur fue
conquistado por los Babilonios que deportaron a su población en 597 y 586 aC,
pero Judá pudo regresar y reconstruirse, aunque no como reino sino como
comunidad de fe.
La historia de la
monarquía encierra una importante lección: por un lado que las clases
dirigentes, políticas o religiosas, suelen caer en los pecados que denuncian
los profetas: injusticias sociales, inmoralidad sexual, idolatría,
sincretismo... arrastrando tras de sí a los pueblos, lo que hace inevitable
el castigo, y, por otro, que la salvación llega por un pequeño resto que
permanece fiel al Dios.
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4.4.5. Exilio de Babilonia | |||||||||||||||||||||||
Durante el exilio
comienza un periodo de renovación espiritual, por la acción de los profetas
Jeremías, Ezequiel y segundo Isaías, y también de actividad cultural que
culminará cien años después con la reforma de Edras y Nehemías (s. V aC),
con la cual puede decirse que nace el Judaísmo.
Por influencia del
profeta Ezequiel, los exiliados descubren que Yahveh también marchó con
ellos, empiezan a reunirse en grupos donde reviven y renuevan sus
tradiciones, recuerdan las causas de sus males, oran... Así nace la
sinagoga.
Los deportados pudieron
volver por el edicto de libertad dado por Ciro el Grande (538 aC), cuando
sus tropas de medos y persas conquistaron Babilonia. Los que regresaron
renuncian a toda idea de volver a ser un estado político y se constituyen
como comunidad de fe dirigida por sus jefes religiosos, siendo Judá parte de
una satrapía persa
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4.4.6. Periodo persa y griego | |||||||||||||||||||||||
A partir del regreso
del exilio, Israel pierde toda importancia política pero desarrolla una
profunda labor cultural y espiritual. Ha renunciado definitivamente a la
tentación de los dioses y afirma su fidelidad a Yahveh. En este tiempo se
redactaron definitivamente muchos libros del Antiguo Testamento y aparecen
otros nuevos.
Asimismo aparece una
nueva clase de hombres, los sabios, que toman el relevo de los profetas en
la tarea de educar y dirigir al pueblo.
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En la Biblia no
encontramos una teología sistemática, una exposición ordenada de verdades
relacionadas con Dios, el hombre y el mundo, pero sí datos fundamentales que
muestran el concepto que Israel tiene de Dios, el hombre y el mundo, de sí
mismo como pueblo, del pecado, la salvación, etc. Conceptos cuya evolución
queda reflejada en los libros del Antiguo Testamento.
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4.5.1. Dios
Porque
en la Biblia no encontramos teología en el sentido actual de la palabra,
tampoco encontramos una definición de Dios o la demostración de su
existencia. Se admite sin más. Es por medio de los acontecimientos como
Israel conoce a su Dios y tiene certeza de su presencia y de su actividad
salvadora a favor de su pueblo.
Yahveh es el único Dios
a quien Israel ha de adorar y servir, porque es su Dios (Dt 7,6-8) que por
su parte ha de protegerles. Este concepto era general en todos los pueblos
del Oriente Medio Antiguo, pero Israel se diferencia de los demás en que no
tiene más que un Dios, frente al politeísmo de las otras religiones que
muchas veces identifican sus dioses con las fuerzas y fenómenos de la
naturaleza. El de Israel es un Dios trascendente por encima de todas esas
fuerzas y fenómenos naturales (Dt 4,15-19). Israel tiene prohibido
construirse imágenes de seres como dioses. Yahveh es un Dios al que no se le
puede representar (Ex 20,4.23; 34,17; Dt 5,8-9).
Este Dios de Israel en
principio es un Dios tribal, el Dios del clan seminómada de Abraham a quien
se revela y con quien hace un pacto y le promete una descendencia y una
tierra. Con el éxodo pasa a ser el Dios de un pueblo, que al penetrar en
Canaán y sedentarizarse, por influencia de las concepciones locales, se
convierte en el Dios de una tierra, que habita en Israel y en el Templo de
Jerusalén. Mas cuando han de marchar al exilio, por influencia de los
profetas, descubren que Yahveh ha marchado también con ellos, que no
abandona a su pueblo y es fiel a sus promesas que a su tiempo se cumplirán.
En cuanto a cómo es ese
Dios se percibe asimismo en la Biblia una evolución. En una concepción más
primitiva el Dios bíblico presenta una cara terrible y aparece con los
sentimientos que caracterizan a cualquier hombre: lo mismo alegría ( Gn
1,21; Nh 8,10; Sal 104,31) que disgusto (Gn 6,6) o ira (Gn 6,7.13; Ex 32,10;
Num 12,9), deseo de venganza (Ex 32,33; Dt 7,10) o arrepentimiento (Gn,6,6;
Ex 32,14 ). Es un Dios celoso (Ex 34,14; Dt 4,24) y temible (Ex 20,5; Dt
7,9), que ordena el extermino de los pueblos enemigos (Dt 7,2) y endurece el
corazón de los hombres para luego castigarlos (Ex 73,9.12) a fin de mostrar
su poder. Un Dios al que no se puede ver sin morir (Gn 32,31; Ex 20,19; Ex
33,20). Aunque Yahveh, el Dios de Israel, se presenta como superior, puede
coexistir con otros dioses propios de otros pueblos (Ex 18,11; Dt 4,7; Dt
6,14).
En una concepción más
evolucionada y purificada, a lo que contribuyen los profetas, el Dios
bíblico presenta una cara fascinante opuesta a la anterior. Es el Dios
creador y dueño de cuanto existe (Is 66,2), que está presente en todas
partes (Am 9,6). El Dios justo, misericordioso y santo (Lv 9,2), fiel a su
palabra. El Dios trascendente pero al mismo tiempo próximo a su pueblo, un
Dios cercano (Dt 4,7), presente en medio de él, que le ama gratuitamente (Os
14,5) con amor de Padre (Os 11,1). El Esposo de Israel (Os 2,16-22).
Poco a poco van
descubriendo a su Dios como un Dios viviente (Dt 5,26; Jr 10,10) frente a
los dioses de los otros pueblos que son obra de manos humanas, seres inertes
que ni ven ni oyen ni olfatean... (Dt 4,28;
Is 44,6ss; Jr 10,1-9; Sal135,15-17). Un Dios que acoge a
cualquier hombre de cualquier pueblo y condición social (Is 56,3-7), que
llegará a ser el Dios de Egipto y Asiria (Is 19,21-25), que dispone también
el destino de otros pueblos (Am 9,7) y se compadece incluso de aquellos que
son el prototipo de los enemigos de Israel (Jon 4,11).
Leyendo los libros del
Antiguo Testamento encontramos diversos nombres de Dios. Los más habituales
son Elohim y Yahveh que suelen traducirse por Dios y Señor, respectivamente.
Yahveh es el nombre revelado a Moisés, el nombre propio del Dios de Israel,
nombre impronunciable para un judío por su santidad y el respeto que se debe
a Dios, por ello en su lugar se lee Adonay.
4.5.2. Pueblo
Históricamente no puede
hablarse de un pueblo israelita antes de su asentamiento en Canaán (1.200 aC).
Existían grupos
tribales, con diferentes trayectorias, y uno de ellos, Efraín, aparece como
catalizador. A él están vinculadas las principales tradiciones que los otros
grupos aceptan aportando a su vez las suyas. Aquellas tribus a las que se
unen otros grupos de egipcios, madianitas, edomitas, cananeos, hititas,
amorreos, etc. van formando el pueblo de Israel a través de un proceso
complejo que no cesó hasta las leyes sobre la pureza de sangre que implantó
Esdras (Esd 9,2). Pero este pueblo no es una raza, sino que con otros
pueblos de la zona pertenece a la raza semita, originaria, al parecer, de
Arabia.
Israel se considera el
pueblo por antonomasia, frente a los gentiles (no-pueblo), elegido por
Yahveh que hizo con él una alianza y le dio una tierra. Esta idea perdura
aun cuando Israel llega a un concepto más evolucionado de Dios
4.5.3. Elección
Israel tiene conciencia
de haber sido elegido por Yahveh entre los demás pueblos (Ex 6,7; 19,8; Dt
26,17ss). Esta elección es gratuita (Dt 7,7-10) y amorosa (Dt 7,6), no
depende de méritos anteriores del pueblo (Dt 7,7-8; 4,37; 8,17; 9,5). Por
ella Israel es el Pueblo de Yahveh (2 Sam 14,13) como otros pueblos lo son
de su dios (Nm 21,29), le pertenece en propiedad (Dt 12,2), es su herencia (Dt
4,20).
El origen de esta
elección según algunos textos (Gn 12,1-3; Jos 24,3) proviene de la elección
de Abraham, pero otra tradición, de origen profético, sitúa la elección en
el éxodo (Ex 3, 7-10; Dt 5,21-23). En la literatura judía posterior acaba
por imponerse la elección en Abraham y así se recoge en el Nuevo Testamento
(Jn 8,33-39; Mt 3,9; Rm 4,1).
Esa elección supone
bendición, promesa, protección pero también responsabilidades: reconocer a
Yahveh como su único Dios, guardar su alianza, extender el conocimiento de
su nombre, etc.
Estas dos vertientes de
la elección son interpretadas de manera diversa. Una, correspondiente a la
teología nacional de los dirigentes religiosos y políticos e incluso para el
pueblo, la consideraban exigencia de total protección por parte de Dios,
independientemente del comportamiento del pueblo y sus dirigentes. Sin
embargo, para los profetas es exigencia de fidelidad a la alianza y
obligación de guardar su código por parte del pueblo y de los dirigentes.
Como consecuencia de la
evolución del concepto de Dios y de la purificación de la religión de Israel
que se produce por influjo de los profetas, encontramos que algunos libros
de la Biblia hablan de otras elecciones por parte del mismo Dios que ha
elegido a Israel. Por ejemplo, en el libro de Amós (Am 9,7) o Isaías (Is
19,25).
4.5.4. Alianza
Es un concepto común a
todos los pueblos del Oriente Medio Antiguo. El dios elige a un pueblo que
se convierte en “su” pueblo y con el que hace alianza por la cual el dios
protege a ese pueblo y el pueblo adquiere un compromiso de fidelidad con el
dios al que dará culto.
La religión de Israel
se centra en esa alianza (Ex 34,10.16) o pacto que Yahveh hace con su Pueblo
por la cual se convierte en su propiedad particular (Ex 19,5). Esta alianza
tiene similitud en muchos de sus elementos con los pactos políticos
corrientes en el Oriente Medio Antiguo que se hacían conforme a un ritual en
el que había sacrificio, imprecaciones, erección de un memorial, banquete
sagrado (Gn 15,9ss; Ex 24,4ss).
Hubo alianzas
anteriores como la de Noé y la de Abraham, pero la Alianza por excelencia es
la del Sinaí cuyos elementos son la promesa (Ex 19), el decálogo (Ex 20), el
código de la alianza (Ex 22-23), ratificación y banquete sagrado (Ex
24,1-11).
Israel no sólo
recordará constantemente esta alianza, sino que la renovará sobre todo en
los momentos cruciales de su historia: en los llanos de Moab (Dt 28,69), en
Sikem (Jos 24), más tarde cuando el rey Josías emprende la reforma religiosa
y política de Judá (2 Re 22) y a la vuelta del Exilio (Neh 10,1-30). Porque
la alianza no es algo estático, sino un compromiso que debe asumir cada
generación.
La alianza tiene unas
exigencias:
Para Dios, proteger a
su pueblo
Para el pueblo
Ser el pueblo de Yahveh
(Ex 19,6) por lo tanto al único que han de dar culto
Cumplir el código de la alianza
(Ex 21-23) cuyo resumen es el decálogo (Ex 20)
Ser un pueblo de sacerdotes en
medio de los demás pueblos (Ex 10,6) y una Nación Santa (Ex 19,6)
Para los profetas la
alianza es irrevocable, aunque también se habla de una alianza nueva, por la
que el pueblo será definitivamente libre.
4.5.5. Promesa
En la Biblia, como en
los pactos del Oriente Medio Antiguo, las promesas están vinculadas a la
Alianza.
En la Alianza con
Abraham la promesa es una descendencia numerosa, una tierra y una bendición.
En el Deuteronomio la promesa de la tierra adquiere primacía. Con David las
promesas anteriores son sustituidas por la de la permanencia en el trono de
su descendencia. Si se refirieren al pueblo se trata de abundancia de bienes
y prosperidad material pero unidas a la fidelidad en el cumplimento de la
Ley.
Todas las promesas
bíblicas tienen como constante que Dios siempre es fiel a su palabra aunque
el pueblo no corresponda al pacto (Lv 26,40-42; Dt 4,31; 30, 1-5).
4.5.6. Tierra
En la conciencia de
Israel, la tierra que habitaba era un don de Yahveh, su Dios (Jos 24,13), en
virtud de las promesas hechas a sus antepasados (Gn 12,1.7; Ex 6,8).
Es la tierra que
recorrieron los Patriarcas en sus desplazamientos, Canaán (Gn 15,7.18-19), a
quienes les fue prometida bajo juramento por Yahveh y entregada a Israel (Dt
1,8.38...) para que pudiera cumplir la Alianza (Dt 12,1).
La tierra es un don
gratuito de Yahveh que deben agradecer, pues no les ha sido dada porque lo
merecieran (Dt 9,6). Yahveh, el dueño de toda la tierra (Sal 24,1), ha dado
su heredad a Israel, su siervo (Sal 135,10-12), por su eterna misericordia
para con su pueblo (Sal 136,17-22).
Pero es un don que
exige fidelidad (Dt 30,16-20). Su posesión está vinculada a la observancia
de la Alianza por el Pueblo (Dt 4,25-25; Dt 8,6-11; Jos 23,16) que ha de dar
culto a Yahveh y rechazar cualquier culto a otros dioses. En caso de
incumplimiento será expulsado de ella como lo fueron los anteriores
poseedores (Dt 28,15.36). Mas si se arrepiente de sus pecados podrá
instalarse en ella de nuevo porque siempre será la Tierra prometida (Jr
25,5).
Por esta tierra
participaran en la salvación las demás naciones y Jerusalén será el centro
del mundo (Is 2,2ss)
Esa tierra material
adquiere con los profetas un sentido escatológico y se convierte en símbolo
del Reino de Dios y del mundo que ha de venir.
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La vida de Jesús se
desarrolla en Palestina y por lo tanto los relatos Evangélicos que la narran
reflejan el ambiente y costumbres del pueblo judío, la estructura de su
sociedad y también la geografía del país.
Sin embargo, el
cristianismo se expande y desarrolla fuera de las fronteras de Palestina por
lo que la sociedad en la que nacen y crecen la mayor parte de las primeras
comunidades cristianas vive un ambiente helenista, greco romano.
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5.1.1.1. Geografía
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Palestina es un país
mediterráneo, predominantemente seco y con zonas desérticas. Prácticamente
no tiene más que dos estaciones, el invierno con lluvias y el verano seco y
caluroso. Sólo un río de importancia lo recorre de norte a sur por una
profunda depresión, que se ahonda según discurre hacia el sur, desembocando
en el Mar Muerto, donde, por su salinización. la vida es imposible. No tiene
grandes alturas salvo el monte Hermón, que sobrepasa los 2.000 m., al norte,
y a cuyos pies nace el Jordán.
Se distinguen tres
Regiones. GALILEA, al Norte, es la más fértil, con vegetación más abundante
característica de la zona mediterránea y muy cultivada, con cosechas
tempranas. En el entorno del Lago, el agua que fecunda la tierra se conduce
desde éste por medio de canales y norias. Predominan las montañas suaves. El
clima es templado y se hace subtropical en la profunda depresión del Lago de
Genesaret, a 200 m. bajo el nivel del mar.
Aunque Jesús vive la mayor
parte de su vida en Nazaret, los Evangelios nos hablan principalmente del
entorno del Lago donde se desarrolla su predicación.
En aquel tiempo Galilea
era una región populosa y relativamente próspera. Sus habitantes, que
hablaban con un acento peculiar, eran vivos y abiertos, de carácter rudo y
sencillo, con cierto aire de orgullo e independencia, aunque los de Judea
les consideraban provincianos y poco cultos. Era llamada “Galilea de los
gentiles” por haber estado poblada por una mayoría de origen gentil. Judas
Aristóbulo [104 aC. Pertenece a la familia de los Asmoneos, que alcanzó para
el reino de Judea una cierta independencia y la expansión del territorio en
tiempos de su padre Juan Hircano] tras su conquista obligó a judiaizar a sus
habitantes.
Por la región de Galilea
pasaban importantes vías comerciales que conducían a Siria y Egipto, estando
más en contacto con los gentiles. Una de estas grandes vías romanas, la Via
Maris pasaba cerca de la ciudad de Cafarnaum.
SAMARIA.
Es la región central. Más árida que Galilea, también tiene montañas y al
Este una franja verde en la profunda depresión que riega el Jordán. Los
samaritanos eran descendientes de los colonos traídos por los asirios en el
siglo VIII aC. que se mezclaron con los que habían quedado tras la
deportación, por lo que los judíos no los consideraban puros y no les
dejaron colaborar en la reconstrucción del Templo de Jerusalén. Por ello y
otras causas políticas, como la destrucción de Templo de Garzim por Juan
Hircano (s. II aC.), existía una enemistad secular entre judíos y
samaritanos.
JUDEA,
al Sur. Es una región montañosa en el centro. Por el Oeste desciende
suavemente hacia el mar Mediterráneo y por el Este cae bruscamente hacia la
fosa del Jordán y el Mar Muerto a 400 m. bajo el nivel del mar. Gran parte
es desierto duro y pedregoso, en el que surge el importante oasis donde se
levanta la ciudad de Jericó. Su clima es áspero y seco, con mucho calor en
verano y frío, incluso nieve, en invierno. Su centro es la ciudad de
Jerusalén, donde Jesús culmina su vida y su misión.
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5.1.1.2. Economía
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La agricultura, la
artesanía y el comercio son los factores sobre los que se desarrolla la vida
de Palestina.
La AGRICULTURA,
aunque es muy diferente según las regiones, en general abundan los cereales,
trigo y cebada, y las legumbres, así como el olivo, la higuera, el granado.
Las condiciones del suelo y del clima, especialmente difíciles en el sur,
exigían ser hábiles agricultores. La población de Palestina era en su
mayoría campesinos.
También había GANADERÍA:
Cabras, ovejas y bueyes. Y PESCA en el lago de Genesaret y el las
localidades costeras del Mediterráneo.
La ARTESANÍA
abarcaba gran diversidad de oficios que pasaban de padres a hijos. Los
judíos solían ser buenos artesanos. Artesano fue Jesús quien aprendió el
oficio de su padre José.
El COMERCIO. Desde
siempre hubo en Palestina un comercio interior activo. Había días de mercado
y mercados permanentes de diversas clases. Existían pequeños mercaderes que
iban de pueblo en pueblo, comerciantes fijos y también grandes mercaderes.
El comercio exterior lo aprendieron de los griegos y adquirió importancia en
tiempo de los Macabeos (s. II aC). La importación y la exportación estaban
gravadas con tributos que eran recaudados por los llamados publicanos.
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5.1.1.3 Sociedad.
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La clase dirigente,
poderosa y distanciada del pueblo, la formaban los grandes terratenientes,
que eran relativamente pocos, los comerciantes y las principales familias
sacerdotales.
En número algo mayor
existían agricultores acomodados y eran numerosos los pequeños propietarios
y braceros. Los pequeños propietarios cultivaban sus tierras ayudados por la
familia, pero nada podían ahorrar y si la cosecha era mala o padecían una
enfermedad larga se veían obligados a hipotecar la tierra, quedar reducidos
a braceros o incluso venderse como esclavos. Los hijos con frecuencia debían
emplearse como braceros y si no había trabajo aumentaban el número de los
mendigos y también de los ladrones y salteadores.
Los esclavos, para los que
no había protección legal alguna, eran señalados para ser conocidos y podían
ser comprados y vendidos; si no eran judíos, los llamados “cananeos”, su
condición era inferior. Junto con la multitud de desheredados eran terreno
propicio para la rebelión y determinaban muchos de los movimientos políticos
y religiosos de la época. Pero también se daba la reacción antagónica de la
sumisión resignada, la esperanza escatológica de los que aguardaban tiempos
mejores por la intervención milagrosa de Dios y la aparición de un Rey
Mesías que devolvería la libertad al pueblo y redimiría a todos los
oprimidos.
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5.1.1.4. Cultura.
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La educación social, moral
y religiosa de los niños se realizaba en el seno de la familia y en el
contacto con la comunidad y sus tradiciones. Las clases poderosas solían
tener un preceptor.
La sinagoga desempeñaba un
papel fundamental en el desarrollo cultural de los judíos, centrado en el
estudio de la Escritura. Existían sinagogas en todo el país, desde el Templo
de Jerusalén hasta las aldeas más pequeñas. Una de sus funciones era ser
casa de enseñanza. Estaban dirigidas por fariseos laicos y a veces por
especialistas en la Ley o escribas. Aunque los grandes maestros estaban en
Jerusalén, cada sabio procuraba formar discípulos que llegaran a desempeñar
sus funciones en las sinagogas y en los tribunales.
Por otra parte la cultura
helenista había ido penetrando desde hacía varios siglos en el pensamiento y
las costumbres de las capas más cultas de la sociedad judía. El griego común
era la lengua internacional.
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5.1.1.5. Religión
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El judaísmo
nace con el exilio de Babilonia (586-538 aC.) y cristaliza con la reforma de
Esdras y Nehemías (428 aC). El pensamiento religioso de Israel se consolida
y adquiere una forma más depurada por la acción de los profetas y los
sabios, desapareciendo la atracción hacia los dioses paganos y las
tendencias sincretistas. Yahveh, el Dios de Israel, es el único Dios al que
han de adorar y servir, por medio de una conducta fiel a la alianza y los
mandamientos, más que por un culto brillante pero exterior.
El rito principal por el
que un niño judío queda vinculado al pueblo y a la Alianza es la
circuncisión, que se practica a los ocho días del nacimiento.
Por todo el país existen
sinagogas que son casas de reunión, estudio de la Torá y oración. En
ella se celebra la fiesta de cada semana, el Sabbat (Sábado).
Pero el culto tenía lugar
en el Templo único de Jerusalén, donde se ofrecían sacrificios
diarios. Era atendido por un sacerdocio jerarquizado: había un Sumo
Sacerdote, varios rangos de sacerdotes y por último los levitas. El Sumo
Sacerdote y los principales sacerdotes vivían en Jerusalén y constituían el
“alto clero” al que pertenecían siete familias que controlaban el sumo
sacerdocio, el Templo, las finanzas y la política. El resto, el bajo clero,
vivía pobremente en la Ciudad o en sus cercanías.
Desde los tiempos de la
reforma religiosa del rey Josías (s. VII aC) todo judío varón debía subir al
Templo de Jerusalén con ocasión de las tres grandes fiestas:
Pesah (Pascua) que recuerda la salida de Egipto y celebra la
liberación de la esclavitud por medio de Moisés; Sabbuot
(Semanas=Pentecostés), que conmemora la entrega de la Ley en el Sinaí;
Sukkot (Tiendas) en recuerdo de los años transcurridos en el
desierto. En tiempo de Jesús se celebraba otra fiesta de importancia, Hanuka
(Dedicación), en memoria de la purificación del Templo por Judas Macabeo.
Dentro del judaísmo
existían varias corrientes religiosas siendo las principales los saduceos,
los fariseos y los esenios.
Saduceos.
Constituían esta corriente la aristocracia sacerdotal, los grandes
terratenientes y los comerciantes. En lo religioso no admitían la tradición
oral sino sólo la escrita del Pentateuco. Negaban la resurrección, la
existencia de la otra vida y la de los ángeles. Excluían el destino, pues el
hombre elige libremente el bien o el mal. En lo político defendían sus
privilegios de clase, para lo cual colaboraban con los ocupantes que se los
garantizaban, controlaban todas las actividades del Templo y del Sanedrín.
Era escasa su influencia sobre el pueblo que los criticaba por su nepotismo,
su ambición, su oportunismo y su falta de sentido religioso. Desaparecieron
en el año 70 con la destrucción del Templo de Jerusalén.
Fariseos.
Pertenecían a esta corriente los sacerdotes de rango inferior, los
especialistas en la Ley o escribas y la clase media de origen urbano. En lo
religioso, admitían la tradición oral como una extensión de la Ley dada por
Moisés; la resurrección, la recompensa y el castigo en la otra vida; el
valor del arrepentimiento y el perdón de Dios; un futuro mesiánico y también
en la existencia de los ángeles. La Torá era el centro de su enseñanza y la
aplicaban a todos los aspectos de la vida. Para salvaguardarla establecieron
numerosos preceptos, cayendo a veces en una casuística minuciosa. El amor al
prójimo era el mandamiento clave, pero con frecuencia ese prójimo era sólo
quien pertenecía a su propio grupo. En lo político era un movimiento seglar,
renovador y nacionalista, aunque sin actitudes extremas o métodos violentos.
Eran los verdaderos maestros del pueblo y sus dirigentes. Sobrevivieron a la
destrucción del Templo en el año 70 y desarrollaron y fijaron el pensamiento
judío posterior.
Esenios.
Esta corriente no aparece mencionada en los Evangelios ni en otros libros
del Nuevo Testamento, aunque existían desde varios siglos antes. Tuvo su
origen en un grupo de judíos piadosos que habiendo apoyado la rebelión de
los Asmoneos fueron decepcionados por su conducta posterior y se retiraron
al desierto para fundar una comunidad de piedras vivas. El grupo más
conocido (gracias al hallazgo de los manuscritos, en 1947) es el de Qumrán,
frente al Mar Muerto. Llevaban una vida ascética de pobreza, retiro, estudio
de la Torá y oración. Se llamaban a sí mismos “miembros de la nueva alianza”
o “comunidad de los elegidos”. Esperaban dos Mesías, uno sacerdotal y otro
político. Parece ser que desaparecieron con la guerra del año 70.
En los evangelios aparecen
otras corrientes. Una de ellas son los celotas, que es un movimiento
nacionalista exaltado, vinculado a los fariseos, y promotor de todos los
levantamientos contra los romanos, culminando en la guerra de los años 66-70
que acabó con la destrucción de Jerusalén y del Templo. Su rama activista
eran los sicarios, que aprovechaban las aglomeraciones en fiestas y mercados
para asesinar, con un pequeño puñal (sica) que llevaban oculto, a los que
consideraban partidarios y colaboradores de los romanos. La otra corriente,
son los herodianos, partidarios de la dinastía de Herodes.
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5.1.1.6. Política
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Desde la destrucción de
Jerusalén en el año 586 aC, Palestina estuvo dominada continuamente por las
grandes potencias: Babilonios, persas, griegos y romanos sucesivamente, con
un corto periodo de cierta independencia bajo los Asmoneos (s II aC),
sucesores de los Macabeos.
En tiempos de Jesús,
Palestina estaba dominada por los romanos que la ocuparon en el año 63 aC
bajo el mando de Pompeyo. Cuando nació Jesús era emperador César Augusto
y Palestina gobernada por Herodes el Grande, un rey dependiente de
Roma, que no era judío sino idumeo. Para congraciarse con el pueblo realizó
grandes obras públicas, entre ellas la reconstrucción del Templo de
Jerusalén comenzada en el año 20 aC. Al mismo tiempo levantaba templos
paganos y grandes fortalezas. Su corte era pagana, corrupta y de frivolidad
extraordinaria. Por su miedo a ser destronado llevó a cabo numerosas
matanzas para eliminar a sus posibles enemigos.
A su muerte, Roma dividió
el reino en tetrarquías quedando Galilea bajo el gobierno de su hijo
Herodes Antipas, amigo y confidente del emperador Tiberio. De
carácter débil e irresoluto, escéptico y supersticioso. Repudió a su mujer
para casarse con su cuñada Herodías, por instigación de la cual mandó matar
a Juan Bautista. Se burló de Jesús cuando el procurador Poncio Pilato se lo
envió por ser de su jurisdicción. En el año 38 fue depuesto por Calígula y
desterrado a las Galias donde murió.
El centro y sur de
Palestina, fueron entregados a otro de sus hijos, Arquelao,
que poco después fue depuesto pasando el territorio a depender del
gobernador romano de la provincia de Siria y siendo gobernado por un
prefecto que residía en Cesárea del Mar. Durante la vida pública de Jesús
era prefecto de Judea Poncio Pilato, frío, escéptico y preocupado de
prosperar en su carrera política. En la causa de Jesús parece inclinado a
salvarle, pero se deja influir por la opinión popular manejada por los Sumos
Sacerdotes y acaba condenándole a la crucifixión como lo había hecho con
otros judíos.
Durante la dominación
romana las autoridades judías tenían muy limitadas sus atribuciones y en el
pueblo existía un fermento creciente de rebelión contra Roma, cuyos
gobernantes locales cometían errores y arbitrariedades que propiciaban el
rechazo de las gentes.
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Aunque el mundo estaba
dominado por los romanos, la cultura helenista y la lengua griega popular
eran el ambiente de las ciudades en donde desde muy pronto fueron creándose
comunidades cristianas fuera de Palestina. El helenismo había surgido de la
cultura clásica influida por las civilizaciones y religiones orientales.
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5.1.2.1. Sociedad
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Es una época de expansión
y auge económico, con buenas comunicaciones tanto terrestres, con postas en
las vías importantes, como marítimas, con faros, puertos y muelles. También
tiene importancia el comercio fluvial y los artesanos.
La política se caracteriza
por continuas luchas y asesinatos y no son raras las revueltas.
El estado y luego el
emperador habían sido deificados y se les rendía culto religioso. El culto a
los reyes, que se difundió con relativa rapidez en la cultura helenista,
había sido tomado de las cortes orientales. El culto al emperador más que un
acto religioso en sí mismo era un acto político que no excluía la existencia
de otros dioses. Tenía como finalidad la cohesión política de los pueblos
conquistados. Rehusar este homenaje religioso al Emperador y a Roma era
faltar a un deber cívico fundamental, por eso para el estado el cristiano,
que era un ciudadano ordinario pero profesaba una fe incompatible con
cualquier otro culto, era un impío y un ateo.
Las diferencias entre
pobres y ricos eran muy grandes. Se despreciaba el trabajo manual.
Elemento importante
sobre cuya estabilidad reposaba en parte la estructura social del Imperio
eran los esclavos, muy numerosos sobre todo en las grandes ciudades. No
disfrutaban de ninguno de los derechos de los ciudadanos romanos. El esclavo
es como una cosa. No podía poseer bienes propios y el hijo de una esclava
pertenecía también al señor. Los esclavos en este mundo grecolatino lo eran
por toda la vida, a menos que lograsen su manumisión, con lo que pasaban a
la categoría de «libertos».
En las ciudades
helenistas las mujer no carecía, sobre todo en las capas sociales altas, de
cierta movilidad física y social y le era posible traspasar las fronteras de
su estado social. Los moralistas y pensadores veían en la promoción de la
mujer la causa de la degeneración social y los satíricos interpretaban que
el auge del los cultos mistéricos y sincretistas se debía a la superstición
de las mujeres, aunque lo cierto es que en ellos participaban también los
hombres en elevado número y ostentaban en ellas un rango superior.
Estaba muy difundido el
divorcio, el adulterio, la pederastia y la homosexualidad.
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5.1.2.2.
Cultura
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Las escuelas filosóficas,
ampliamente extendidas, tienen un papel fundamental. Los filósofos exponían
sus doctrinas en el ágora de la ciudad.
En la época helenística,
las grandes escuelas platónica y peripatética (de Aristóteles) habían
decaído.
Las corrientes filosóficas
florecientes en el siglo I eran los estoicos, los cínicos y los epicúreos.
Su característica común era buscar la reforma del hombre desde una visión
inmanente, no trascendente. Coinciden en una imagen ética del hombre, en una
teología fundada en los principios de la razón y en su imagen del mundo.
Estoicos y cínicos
postulan la unidad del hombre y el mundo. La imagen del mundo para los
cínicos es un monismo de la materia (Concepción filosófica que trata de
reducir los seres y fenómenos del universo a una idea o sustancia única, de
la cual derivan y con la cual se identifican),
no hay un dios trascendente cuya providencia intervenga en el mundo. Los
epicúreos no admiten la inmortalidad y no creen en los dioses populares y su
influencia en los hombres.
Para estoicos y
cínicos, la moral consiste en la armonía del comportamiento humano con los
principios que rigen la naturaleza.
Los filósofos no hacían
demasiado caso de los viejos dioses de la mitología, pero sus teorías
planteaban problemas contra ellos. Sostenían que una persona inteligente no
puede creer en ellos. Aunque las especulaciones de los filósofos no llegan
al pueblo, sin embargo lograron que las religiones antiguas fueran
decayendo, creándose un vacío religioso que fue preciso llenar. Esto
propicia el auge de las religiones mistéricas, más espirituales, que con
frecuencia eran difundidas por los soldados que las conocieron en los países
del oriente.
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5.1.2.3. Religión
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La religión tradicional
greco-romana no se preocupa de la vida social y sólo prohíbe los actos
contra el culto público.
La religión de los grandes
dioses clásicos griegos asumidos por los romanos estaba en decadencia,
aunque sus cultos continuaban vigentes y conservaban parte de su
fastuosidad. Habían sufrido una fuerte influencia de los cultos orientales e
incluido alguno de sus dioses.
Así surgieron y florecían
cada vez con más fuerza las religiones mistéricas. Estas nuevas religiones
ofrecían una salvación personal, daban culto a un dios salvador y se regían
por los ciclos de la naturaleza que cada año muere y vuelve a renacer en
primavera. Como la naturaleza, el hombre tiene que morir para renacer a una
vida nueva y divina que pretendían alcanzar por medio de ritos secretos y
complejas iniciaciones por las que intentaban alcanzar la vida nueva que el
dios les proporcionaría. Los iniciados de estas religiones debían imitar con
sus actitudes y por medio de símbolos las acciones del dios en que
pretendían transformarse, pero la ley del silencio que obligaba a sus
miembros, hace que sean poco conocidas sus prácticas, entre las que había
ritos de iniciación y comidas sacramentales. Estaban envueltas en misterios
y secretos que no se podían revelar y que el iniciado (mister), que
se incorporaba por un cierto modo de bautismo, iba conociendo gradualmente.
Un modo gradual de ir conociendo las verdades de fe y una cierta ley del
arcano también se daba en los primeros tiempos del cristianismo.
En las religiones
mistéricas las gentes buscaban la felicidad que estas religiones ofrecían
frente a las miserias y dificultades de la vida ordinaria.
Las religiones helenistas
no tenían ley ni libros sagrados. Sí tenían sacrificios, procesiones con
cantos, sacerdotes que sólo se ocupaban del culto en sí.
El culto oficial
pertenecía a la ciudad y tenía como fin impetrar de los dioses la
prosperidad de la ciudad. No existía un día de descanso semanal, pero sí son
numerosas las fiestas a lo largo del año que se celebraban con procesiones,
sacrificios, festejos populares y juegos atléticos.
Los lugares y símbolos
sagrados se multiplicaban, levantándose por todas partes altares y
erigiéndose estatuas de los distintos dioses. El acto más importante de su
culto era la ofrenda, generalmente de los productos de la tierra, y el
sacrificio de animales, en los que ciertas partes del animal se quemaban en
el altar y otras eran reservadas para los sacerdotes que las ponían en
venta; otras eran consumidas en una comida festiva en el recinto del mismo
templo o en las casas.
El mundo helenista gustaba
de las prácticas mágicas y supersticiosas. Tenían una concepción
determinista de la vida del hombre y buscaba en los oráculos, la
interpretación de los sueños, la astrología y las señales más diversas
conocer voluntad de los dioses. La creencia en este poder de los dioses para
determinar la suerte de los hombres evolucionó en la concepción de una
fuerza misteriosa del destino, que se llegó a personificar consagrándose
santuarios a esa realidad inquietante.
También tenía notable
influencia en la sociedad grecorromana el gnosticismo que
pretendía ser un camino
para llegar al conocimiento y la visión de Dios. Consideraba que su
doctrina, sus ritos y sus prácticas tenían carácter revelado y habían sido
transmitidos y preservados a través de una misteriosa tradición. Se
presentaba como un infalible medio de salvación, actuando mediante fórmulas
y ritos mágicos pero sólo era accesible a la minoría selecta de los
iniciados.
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El Nuevo Testamento
contiene libros de características diferentes aunque todos tengan el mismo
centro: Jesucristo, y el mismo fin: transmitir la fe en Él.
Todos ellos nacieron en
el seno de las primeras comunidades cristianas y desde su fe pascual,
conforme a los testimonios transmitidos por los testigos de los hechos.
Los Evangelios son
relatos de los hechos y enseñanzas de Jesús, mientras que las cartas de San
Pablo, como cartas que son –excepto la que escribe a los romanos– unas veces
son respuesta a situaciones concretas que le plantean las comunidades y
otras el apóstol les escribe para confirmarles en la fe o recordarles su
predicación. Las demás cartas, aunque de estilo diferente, también son
escritos dirigidos a comunidades concretas para responder a sus
características.
El libro de los Hechos
de los Apóstoles es el relato del nacimiento y primera expansión de la
Iglesia. A pesar del plural de su título, sólo habla en los primeros
capítulos de la actividad de Pedro, en algunos casos acompañado de Juan,
pasando, tras el relato del encuentro con Cristo de Pablo, a contar la
actividad apostólica de éste hasta su llegada a Roma.
Y el libro del
Apocalipsis es de características especiales.
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Evangelio significa buena
noticia. La buena noticia de la salvación por la muerte y resurrección de
Jesucristo fue el primer anuncio de los testigos de los hechos tras los
sucesos de Pentecostés, que en un tiempo extraordinariamente corto llegó
hasta los confines del Imperio. Más tarde se dio el nombre de evangelio
a los libros que contienen esta Buena Noticia.
Los cuatro evangelios
canónicos relatan los hechos y las enseñanzas de la vida de Jesús dedicando
especial atención a su pasión, muerte y resurrección. En este tema los
cuatro siguen un mismo hilo narrativo que pone de manifiesto que fue éste el
objeto principal de la fe y la reflexión cristiana en los primeros años de
la vida de la Iglesia.
La finalidad de los
evangelios es confirmar en la enseñanza recibida a los que acogieron el
anuncio del Evangelio por la predicación, como dice el prólogo de Lucas
(lc1,4), y despertar la fe en Jesús para que creyendo tengan vida, como dice
Juan (Jn 20,31).
Por esto
los evangelios no son una crónica o un reportaje, ni siquiera una biografía
de Jesús sino una catequesis sobre su mensaje y su persona. Así encontramos
que no hay datos precisos sobre fechas, lugares y otros detalles y que más
que un relato seguido de hechos, recogen episodios y enseñanzas sin
localización precisa. Y también comprobamos que existen notables diferencias
entre un evangelista y otro en la forma de organizar la narración de los
acontecimientos y de agrupar las enseñanzas.
Los evangelios son ante
todo un mensaje de fe, pero esto no significa que sean narraciones
inventadas. Se fundan en la realidad histórica de la persona de Jesús y de
sus hechos y palabras transmitidos por los que fueron testigos de los mismo.
Por ello, a través de los evangelios llegamos al conocimiento de Jesús tal
como existió entre nosotros y de sus enseñanzas.
Para comprenderlos en
profundidad hay que tener en cuenta
el
proceso de elaboración hasta la redacción final
(3.2), así como el fondo semítico en que nacen y la aportación que
proviene de la reflexión y vivencia de la fe de las comunidades.
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5.2.1.1. Los evangelios
sinópticos
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A los tres primeros
evangelios, Mateo, Marcos y Lucas, se da el nombre de sinópticos porque
siguen un esquema en muchos casos coincidente y a veces complementario.
Nacen como una necesidad
ante el crecimiento de las comunidades cristianas que van surgiendo dentro y
fuera de Palestina, cuando van faltando los testigos de los hechos. Cada uno
responde a las características y necesidades de la comunidad de que procede,
pues surgen en el seno de comunidades diferentes y en lugares diferentes.
Su paralelismo puede
deberse a que hubieran utilizado un evangelio común en arameo o bien que
existieran dos fuentes principales nacidas en la comunidad cristiana de
Jerusalén, una que contendría los hechos de la vida de Jesús y otra que
sería una colección de sus dichos. En todo caso los evangelistas también
usaron sus propias fuentes, como se afirma en el prólogo de Lucas, e
imprimieron a la composición su sello personal.
En cuanto a las fechas de
su aparición se considera probable que para Marcos fuera antes del año 70 y
para Mateo y Lucas hacia el 80, aunque actualmente existen corrientes que
consideran que fueron escritos en fechas más próximas a los hechos.
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5.2.1.2 El cuarto
evangelio
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Mas que un relato es una
meditación profunda sobre la persona de Jesucristo. Y, aunque su finalidad
es la misma, en cuanto a su concepción, estilo, temas lenguaje... es muy
diferente a los sinópticos. Es más teológico, lo que revela un mayor
desarrollo en la reflexión de la fe. Se subraya la divinidad de Cristo, que
habla de Dios como su Padre y también del Espíritu Santo que procede de Dios
y Él enviará.
Jesús es el Hijo de Dios
que viene al mundo y acampa entre los hombres, para que todo el que cree en
Él no quede en tinieblas sino que tenga vida eterna porque no ha venido
para condenar al mundo sino para salvarlo. Él es la luz que ilumina a
todo hombre, el agua viva que sacia la sed, el pan del cielo que da la vida
al mundo, el camino que conduce al Padre.
La aparición de este
evangelio es también más tardía, suele fijarse entre los años 90 y 100. En
esta época se consuma la ruptura entre las comunidades cristiana y judía que
se pone de manifiesto en características propias de este evangelio, como por
ejemplo que engloba en el término “judíos” a grupos como los fariseos,
saduceos y escribas, que los sinópticos distinguen.
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Nos cuenta los orígenes de
la Iglesia en su comienzo en Pentecostés y la difusión del cristianismo
hasta que llega a Roma, capital del imperio, alcanzando así su culmen.
Como los evangelios no son
una biografía de Jesús, tampoco los Hechos son una historia exhaustiva,
aunque tienen más de crónica que aquellos. Nos da primero una visión del
nacimiento de la Iglesia y su primera difusión en Palestina, para contar
luego en la expansión de la misma entre los gentiles, inicialmente por la
acción de los aventados por la persecución y después por la actividad
misionera de Pablo de Tarso.
Al hilo de los hechos se
expone, principalmente en los discursos, el núcleo fundamental del primer
anuncio del Evangelio: La Muerte y Resurrección de Jesús que exige una
conversión para la remisión de los pecados.
En este libro su autor
recoge lo que para él sería el tercer tiempo de la Historia, el tiempo de la
Iglesia, en el que los discípulos de Jesús continúan su obra a partir de
Pentecostés. A este tiempo habrían precedido un primer tiempo que sería el
tiempo de las Promesas, el tiempo del Antiguo Testamento, que se da por su
puesto y un segundo tiempo, el tiempo de Jesús, que es el tiempo del
cumplimiento de las promesas y constituye el tema de su primer libro, el
tercer evangelio.
En el libro de los Hechos
encontramos detalles que ponen de manifiesto que sus destinatarios son
griegos, cristianos provenientes del paganismo, por ejemplo el que hable de
Jesús como Salvador y no como Mesías, porque para los griegos este término
era desconocido mientras que en las religiones mistéricas hay dioses
salvadores; utiliza el término Señor, que era el utilizado por los
emperadores; evita la palabra “transfiguración”, que en griego equivale a
metamorfosis lo que se daba en los dioses paganos; insiste en la
Resurrección de Jesús, que a los griegos les costaba admitir; saben que “por
gracia” han sido admitidos en el Pueblo de Dios y al mismo tiempo que están
vinculados a los apóstoles, tienen una visión universalista del Evangelio.
Puede dividirse en tres
partes:
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1ª. La Iglesia de
Jerusalén (1,15-8,3)
2ª. Expansión de la
Iglesia en Palestina (8,4-12,25)
3ª. Difusión en el mundo
greco-romano por la acción de Pablo y sus compañeros de misión (13,1-28,31).
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El Libro de los Hechos
enlaza con el final del tercer evangelio refiriéndose a los últimos
acontecimientos narrados en él.
Todo el libro tiene un
protagonista de excepción: el Espíritu Santo. Por su fuerza y su acción se
construye y se expande la Iglesia. era la fuerza que movía a los conversos,
anónimos o con nombre, a comunicar y propagar la fe que había cambiado sus
vidas. Esta acción es la única causa que puede explicar la prodigiosa
expansión del cristianismo en sus primeras décadas.
También destaca en este
libro el papel de la comunidad, la “ekklesia”. Es la comunidad la que toma
decisiones, la que elige, por ejemplo, a Matías como sustituto de Judas y a
los que se han de ocupar de las necesidades de las viudas, la que envía a
los misioneros, etc., siempre en unión con Dios a través de la oración y la
acción del Espíritu Santo.
Pero
estos primeros seguidores del nuevo camino iniciado por Jesús, el Señor,
también llaman “ekklesia” al conjunto de todos los grupos locales de
cristianos pues tienen conciencia de pertenecer a una realidad más amplia a
la que se sienten vinculados. Así como designan con el mismo término a la
célula más pequeña, la familia.
Este
libro también nos ayuda a conocer al gran evangelizador y propagador del
cristianismo entre los gentiles, Pablo de Tarso, a situar y comprender sus
cartas en el contexto de todo el movimiento cristiano primitivo.
A lo largo de todo el
relato se descubre la convicción de que el cristianismo constituye una fe
capaz de cambiar el mundo.
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Como ya se vio al estudiar
la redacción de los libros de la Biblia y en concreto los del Nuevo
Testamento (3.2), éstos que conocemos como cartas corresponden a diversos
autores y también es heterogéneo su contenido.
Tienen en común que son
respuesta a las necesidades de las comunidades a que se dirigen. Su
finalidad de alentarlas o confirmarlas en la fe, así como responder a sus
problemas y orientarles en cuanto a su conducta y organización.
Las cartas de S. Pablo,
escritas en los primeros años de la expansión cristiana, son una fuente
excepcional para asomarnos a la vida de las primitivas comunidades. En ellas
descubrimos el pensamiento y también la persona y la vida de Pablo, cuya
influencia en el desarrollo del cristianismo es de gran importancia.
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El contenido de este
libro, difícilmente comprensible para nosotros, es de carácter apocalíptico,
lleno de imágenes complejas pero familiares a este género en el Antiguo
Testamento. Su finalidad es alentar a las comunidades de Asia Menor que
sufren la persecución. A los tiempos difíciles de triunfo del mal seguirá la
victoria definitiva del Cordero, la venida triunfal del Señor crucificado y
resucitado.
El acontecimiento pascual,
la Muerte y Resurrección de Jesús, ilumina la concepción que tiene de la
Historia su autor. Dios es su protagonista y por medio de Cristo dirige los
acontecimientos históricos hacia su meta salvífica.
Al principio del libro se
exhorta a las Iglesias a reavivar su fe, a volver al ardor primero y a
superar su tibieza o su pecado.
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Nuestra fe confiesa que
Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre. Creemos que Jesucristo es Dios
verdadero y hombre verdadero.
Para que nuestra confesión
de fe sea verdaderamente completa es necesario conocer a ese Jesús que
nació, vivió y murió en una circunstancia concreta, en un tiempo determinado
y en un ambiente social con características propias. Así nos lo presentan
los evangelios: en relación con su pueblo y la situación presente en que
vive; por ejemplo respecto a la dependencia de Roma (Mc 12,14-17), a la
tensión con los samaritanos (Lc 9,52-56; Jn 4,4ss), a la situación política
y social revuelta (Lc 13,1-4), a sus esperanzas (Mt 11,2-3) y temores (Mc
13,3ss)
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5.3.1. Origen
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Sólo Mateo y Lucas nos
hablan del nacimiento y la infancia de Jesús. Para Marcos y Juan el
Evangelio comienza con el Bautismo de Jesús. La pista para encontrar la
razón de este silencio la encontramos en los Hechos de los Apóstoles
(1,15-26) cuando Pedro, para completar el número de doce, que había sido
mermado por la desaparición de Judas, pide que los candidatos hayan sido
testigos de la Resurrección y hayan acompañado a Jesús todo el tiempo que
vivió con nosotros desde el Bautismo de Juan. Lo referente a este tiempo
es lo que anunciaban y lo que las comunidades creían y vivían. Lo anterior
parece que no tenía para ellos especial importancia.
Entre
los relatos de la infancia de Mateo y Lucas hay notables diferencias.
Coinciden en señalar su concepción virginal (Mt 1,18-21; Lc 1,34-35) y en el
lugar del nacimiento: Belén (Mt 2,1; Lc 2,1-7). Pero los demás episodios que
se narran en uno no están en el otro.
En cuanto a la fecha, nos
dicen que nació en tiempo de Herodes (Mt 2,1), siendo emperador César
Augusto (Lc 2,1), pero no concretan año y mucho menos mes o día. Por los
datos históricos que se poseen, hay que situarla hacia el año 6 antes de
Cristo. Fue muy posterior el fijar el 25 de diciembre, lo que se hizo para
contrarrestar la fiesta pagana del sol invicto en honor del dios Mitra, que
se celebraba ese día.
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5.3.2. Familia
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Los evangelios nos hablan
de sus padres: María y José. Pero mientras Lucas dice que antes del
nacimiento de Jesús ya vivían en Nazaret, en Mateo parece que se instalaron
allí después, a su retorno de Egipto (Mt 2,21-23).
También nos hablan de sus
hermanos y hermanas (Mc 3,31; Mt 12,46; 3,56; Lc 8,19; Jn 2,12) de los que
incluso dan nombres (Mc 6,3; Mt 13,55). Estos hermanos y hermanas hay que
entenderlos como parientes. Juan nos dice también que los hermanos no creían
en Él (Jn 7,3-5) y en los sinópticos se recoge por una parte la
incomprensión de la familia ante la misión de Jesús (Mc 3,21) y por otra un
cierto despego de Jesús hacia ella (Mt 12,47-50).
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5.3.3. Infancia y Juventud
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Jesús
creció en Nazaret, una pequeña aldea en la zona montañosa de la baja
Galilea. Aunque los evangelios no nos dicen nada de este periodo, salvo los
ritos de la circuncisión a los ocho días de nacer (Lc 2,21) y de la
presentación en el Templo y purificación de la Madre, a los cuarenta días, (Lc
2,22-24) conforme a la Ley de Moisés, así como la subida a Jerusalén por
Pascua a la edad de 12 años (Lc 2,41-52), es evidente que vivió como
cualquier niño y adolescente judío de su época. Iría con su padre a la
Sinagoga, aprendió el oficio de su padre, que los evangelios nos dicen que
era carpintero (Mc 6,3; Mt 13,55), tendría amistades. A su desarrollo y
proceso de maduración tanto físico como psíquico y espiritual apuntan las
palabras de Lucas (2,52). Y, por supuesto, estuvo sujeto a las limitaciones
y condicionamientos de toda persona humana (Jn 4,6; Mc 11,12).
Jesús es evidente que no
frecuentó las academias rabínicas, que no había fuera de Jerusalén, cosa que
incluso le echan en cara sus enemigos (Jn 7,15). Pero en las poblaciones aún
pequeñas como Nazaret había sinagoga, que era lugar de oración y estudio. A
ella acudiría como cualquier judío piadoso y allí, además de en su familia,
aprendería la cultura rabínica, la historia y las costumbres de su pueblo y
la interpretación de la Torah.
Lucas nos relata que ya
iniciada su misión vuelve a Nazaret y en la sinagoga es invitado a leer un
pasaje de Isaías (Lc 4,16-17), sin duda en hebreo, y lo comenta, como era
corriente, en arameo, la lengua hablada entonces en Palestina. Además en su
predicación demuestra un gran conocimiento de la Escritura (Mt 5,21ss; 9,13;
Mc 2,25-26; 7,6-13; 10,3-9.19; 11,17; 12;24-27.29-31.35-36; etc.).
En el largo periodo de su
vida oculta se desarrolla el proceso de su maduración humana, psicológica y
religiosa que culmina con su bautismo en el Jordán.
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5.3.4. La personalidad de Jesús
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Los Evangelios no dan una
descripción o un perfil de Jesús, pero muestran los rasgos a partir de los
cuales se puede trazar.
En primer lugar aparece
como alguien que en todo momento es dueño de sí mismo, una persona
equilibrada aún en los momentos más duros (Mc 14,45-49; Jn 18,22-23).
Hablan de sus
sentimientos: siente simpatía (Lc 7,44-50; 19,1-10; Jn 8,3-11), compasión (Mc
1,41; 6,34; Lc 7,13), trata con ternura a los niños (Mc 10,14-16) y a los
enfermos (Mc 141; 5,33-34), mira con amor (Mc 10,21), manifiesta alegría (Lc
10,21) y también tristeza (Jn 6,67), es sensible ante el desagradecimiento (Lc
17,17-18), se emociona y llora por la muerte del amigo (Jn 11,33-38), se
conmueve al pensar en la suerte que correrá Jerusalén como causa de su
rechazo a Dios (Lc 19,41), siente angustia ante la muerte (Lc 22,41-44).
Jesús tiene amigos: los
discípulos (Lc 12,4; Jn 15,15), los hermanos Lázaro, Marta y María (Jn 11,5;
Lc 10,38-42), y sus enemigos decían que era amigo de publicanos y pecadores
(Mt 11,19).
En el desarrollo de su
ministerio no se deja atrapar por el éxito (Mc 1,35-38; Jn 6,14-15) y sabe
aceptar el rechazo (Mc 5,17-18), reprendiendo a los discípulos por no saber
aceptarlo (Lc 9,53-56). Pero también juzga y responde con dureza ante la
cerrazón y terquedad de algunos (Mt 11,16. 20-24; Lc 9,41; 11,29) o de sus
adversarios (Mt 12,34; Mc 7,5ss), llegando a mirarlos airado y entristecido
(Mc 3,5). Incluso a sus discípulos les corrige en ocasiones con palabras
duras (Mc 8,33). Reacciona con contundencia ante las actitudes que suponen
una ofensa a la santidad del Dios y del Templo como lugar sagrado (Mc
11,15).
Jesús aparece siempre como
un hombre libre en todas sus relaciones e independiente de todo compromiso o
hipoteca, fiel a la línea de conducta que le marca su misión, con la que se
siente identificado. Vino y vivió para todos, a todos se dio y por todos
murió.
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5.3.5. Jesús, Hombre religioso
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Jesús se sometió siempre a
los ritos establecidos (Lc 2,21ss). Tenía por costumbre ir los sábados a la
sinagoga (Lc 4,16.31-33; 6,6; Mc 6,2), subía a Jerusalén en las grandes
fiestas (Jn 2,13; 7,2.14; 13,1; Mc 14,12), como estaba mandado, desde su
infancia (Lc 2,41-42), e incluso a otras menores (Jn 10,22-23).
Oraba, con frecuencia
retirándose a lugares apartados (Mc 1,35; Lc 9,29), incluso pasando la noche
en oración (Lc 6,12). Enseñaba a orar (Mt 6,5-15; Lc 11,2-4) y a orar con
confianza y perseverancia (Lc 11,5-14), sin desanimarse (Lc 18, 1ss) y con
humildad (Lc 18,9-14). A veces eleva su oración al Padre públicamente (Lc
10,21-22; Jn 11,41-42), también en el momento de la muerte en la Cruz (Mc
15,34; Lc 23,34.46).
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5.3.6. Jesús y la Ley
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Los evangelios dan
numerosas muestras de que Jesús conocía perfectamente la Torah, o Ley de
Moisés. Así como de que no sólo la aprendió, sino que la vivió y practicó e
incluso se preocupa de que otros la cumplan, como cuando manda a los
leprosos curados que vayan a presentarse al sacerdote (Mt 8,4; Lc 17,12-14).
Y afirma que no ha venido a destruir la ley sino a darle cumplimiento (Mt
5,17).
En los evangelios
encontramos también ocasiones en la que parece que Jesús no guarda el
descanso sabático o alguna otra prescripción como lavarse las manos antes de
comer, detalles que le echan en cara sus enemigos, pero lo que hace en
realidad es no someterse a las estrechas interpretaciones que de la Ley
hacían algunos fariseos. Los preceptos de la Ley están subordinados al bien
del hombre y no al revés (Mc 2,27; Lc 6,9). Jesús no se queda en la
observancia escrupulosa de los innumerables preceptos humanos de que había
sido rodeada la Ley sino en lo que la inspira, el auténtico amor a Dios y al
prójimo, pues en esto consiste, como afirma en línea con otros grandes
rabinos anteriores a Él, toda la Ley y los Profetas: no hay otro mandamiento
más importante (Mt 7,12; 22,36-40; Mc 12,29-31).
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5.3.7. El Templo y la sinagoga
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La vinculación de Jesús al
Templo era la de cualquier judío piadoso: participar en el culto y
los sacrificios de las grandes fiestas y pagar el tributo para el
sostenimiento del mismo (Mt 17,24-27).
En los Evangelios se dice
que, cuando subía a las grandes fiestas, enseñaba en los atrios del Templo (Mc
12,35; Lc 19,47; 21,37-38; Jn 7,14. 8,2), como podían hacerlo otros
maestros, pues había zonas y dependencias para ello.
Con las autoridades
religiosas de Jerusalén, que integraban el sacerdocio oficial y pertenecían
a la secta de los saduceos, Jesús no tuvo contacto salvo en sus últimos
días, según los evangelios sinópticos, en los que chocó con ellos al
expulsar a los vendedores de los atrios del Templo (Mc 11,18 y par.) por lo
que le piden explicaciones sobre su autoridad para actuar así (Mc 11,27-28).
Este episodio el cuarto evangelio lo coloca al principio de la vida pública
de Jesús (Jn 2,13ss). Para ellos Jesús era una persona incómoda por lo que
conspiraron para matarle (Mc14,1.10-11; Mt 21,45-46; 26, 4.14-16; Lc 19,47;
Jn 11,46-52), situación que Jesús no ignoraba pero ante la que no se
acobardó, aceptándola como el cumplimiento de su misión (Mc 8,31; 9,31;
10,33-34). Una vez prendido, Jesús guardó silencio ante sus acusadores (Mc
14,60-61).
Más estrecha era la
relación de Jesús con la Sinagoga. Jesús acudía a la sinagoga,
especialmente los sábados “como era su costumbre”, nos dice Lucas (Lc 4,16).
En ellas participaba haciendo la lectura cuando era invitado y también
enseñaba (Mt 4,23; Mc 1,39; Lc 4,16-21.44; 6,6). Jesús trata con su
dirigentes, en alguna ocasión enfrentado a ellos (Lc
13,13) pero en otras atendiendo a sus necesidades (Mc
5,22-24.36-43). Asimismo se relaciona con los fariseos, maestros del
pueblo que tiene su centro religioso en la sinagoga. Con ellos debate
cuestiones (Mc 7,1-13; Mt 22,34-45), en ocasiones lo critican o atacan (Lc
15,2; 19,39; Mt 12,24; Mc 2,16) y en otras le invitan a comer (Lc 11,37;
14,1) o le avisan del peligro que corre (Lc 13,31).
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5.3.8. Jesús y el pueblo
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Las gentes de Galilea acuden a
Él para escucharle (Mc 2,1; 4,1; Mt 12,46; 13,1; Lc 5,1; 21,38) o para que
cure a sus enfermos (Mc 2,3; 3,10, 6,53-56; Mt 8,16), le buscan (Mc 1,37;
2,3ss; 3,7; 6,33) y le siguen (Mt 4,25; 12,15). Se admiran de su doctrina (Mc
2,12; Mt 7,28-29; 9,8; Jn 7,40; 12,18). También cuando sube a Jerusalén
acuden a escucharle (Lc 19,48;21,38). Sin embargo, no falta en ocasiones la
división de opiniones (Jn 7,41-43;12,18-19.34;42-43)
Para este pueblo, las
multitudes, mujeres, niños... Jesús siente una profunda compasión, los ve
como ovejas sin pastor (Mc 6,34; Mt 9,36), es sensible a sus carencias y
necesidades (Mc 8,1; Mt 15,32) , a sus sufrimientos (Lc 7,12-13), incluso en
los momentos en que es víctima de la tortura (Lc 23,28); se entrega a ellos
sin pensar en Él mismo (Mc 6,31-34) y ofrece su alivio a los que están
cansados y agobiados (Mt 11,28).
Ese pueblo son también los
publicanos, los pecadores y los marginados de cualquier clase (Mc 2,15, Lc
19,10), incluidos los leprosos (Lc 5,12-13), porque Él ha venido a buscar y
curar a los enfermos y pecadores (Mc 2,17; Mt 9,10-12; Lc 5,31).
Las mujeres, a las que
acepta en su compañía (Lc 8,1-3) y pone de ejemplo por sus acciones (Lc
21,1-4) o como protagonistas de sus parábolas (Mt 13,33; Lc 15,8-10), y los
niños (Mc 10,13-16; Mt 18,2-4.10; 19,13-14; Lc 18,15-17) son también objeto
de la atención de Jesús.
Jesús que ha sido en su
vida oculta y sigue siendo durante su misión pública parte de ese pueblo,
con el que se identifica y a quien ama, no se deja halagar por él (Mc
10,17-18) ni busca el aplauso de las gentes. Realiza con libertad su misión
tanto respecto de su familia (Mc 3,20) como de las tradiciones (Mc 7,5ss),
de sus oponentes (Mc 12,13-17) o de los poderes (Mc 11,27-29; 14, 60ss; 15,
2ss; Lc 13,31-33). Cuando sus gestos pueden ser interpretados con un sentido
temporal se aparta de las multitudes (Mc 1,38; Lc 5,1516; Jn 6,14-15).
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5.3.9. Jesús y los grupos sociales, religiosos y políticos de su tiempo
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Jesús no se vincula a
ningún grupo o corriente social, política o religiosa. Por su actividad de
maestro del pueblo y su vida, a la que más próximo estaría es a los
fariseos, aunque no militaba entre ellos e incluso aparece enfrentado a
ellos debido a sus legalismos, pero también debate con ellos cuestiones
doctrinales y acepta ser invitado a su mesa.
Jesús tampoco rehúsa el
trato con otros grupos muy distantes de ellos, como los publicanos o
recaudadores de tributos para Roma (Mc 2,15), de los cuales había uno entre
sus discípulos más próximos (Mt 9,9) como había también un zelota (Mc
3,18), movimiento nacionalista que se oponía a la dominación.
Su distancia era mayor con
los saduceos (Mc 12,18ss), corriente a la que pertenecían los altos
sacerdotes y dirigentes del Templo de Jerusalén y también lo grandes
terratenientes.
Con las autoridades de
los ocupantes romanos no aparece en conflicto ni incita a la rebelión.
Enseña que debe pagarse el tributo al César (Mc 12,17). Cura a un criado del
centurión de Cafarnaum y alaba la fe de este gentil (Mt 8,5ss).
De Herodes Antipas,
a cuya jurisdicción pertenecía como galileo, dijo en una ocasión que era un
zorro (Lc 13,32) y que había que guardarse de su levadura (Mc 8,15).
En los evangelios también
aparece Jesús en relación con los samaritanos, enemistados con los
judíos. Jesús no rehúsa el trato con ellos: Habla con una mujer samaritana y
permanece unos días en una aldea de Samaria (Jn 4,7-9.40), cura a un leproso
samaritano junto con otros y resalta su gesto de gratitud (Lc 17,15-19), en
su enseñanza llega a poner a un samaritano como ejemplo de amor al prójimo (Lc
10,30ss) y reprende a sus discípulos cuando quieren pedir que baje fuego
sobre una aldea samaritana que no quiso recibirles camino de Jerusalén (Lc
9,53-56).
No faltan tampoco pasajes
en los que Jesús trata con paganos. Hacia ellos aparecen actitudes
contrapuestas. Por un lado prohíbe a sus discípulos cualquier actividad
misionera con los paganos (Mt 10,5) y tiene palabras muy duras para una
mujer sirofenicia que le pide la curación de su hija (Mc 7,27). Por otro,
atiende y cura a los gentiles, como al criado del centurión (Mt 8,5-13), al
endemoniado de Gerasa, aunque no le permite unirse a su grupo (Mc 5,1-20), a
los enfermos que venían en grupos de Tiro y Sidón para escucharle (Mc 3,8) y
a la hija de la misma mujer sirofenicia de la que reconoce su gran fe (Mc
7,29). A los paganos les promete participar en la salvación (Mt 8,11;
21,43;) y afirma que todos los pueblos comparecerán ante el tribunal de Hijo
del Hombre (Mt 25,32).
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5.3.10. Jesús, el Maestro
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Jesús, una vez iniciada su
misión, es conocido, y así era llamado por sus contemporáneos, como Maestro
o Rabí (Mc 4,38; 9,17.38.; 10,17.35; 11,21; 12,14.19.32; Lc 7,40; 12,13; Jn
1,38.49; 3,2; 6,25; 8,4; 9,2; 20,16; etc.).
Este título solía darse a
cualquiera que, versado en la Ley, reunía junto a sí algunos discípulos.
Pero Jesús no ha conseguido este título en ninguna escuela (Jn 7,15). Es el
reconocimiento público de su actividad y de su doctrina, a la cual las
gentes reconocen una autoridad no conocida en otros maestros (Mt 7,29).
Aunque hay quienes por ello se escandalizan (Mc) o recelan (Mc 2,6-7; 6,2-3;
Jn 6,42.61). El mismo Jesús reconoce para sí este título (Mc 14,14; Jn
13,13).
Como Maestro o Rabí
itinerante desarrolla su misión predicando y enseñando públicamente a las
multitudes (Mc 2,13; 4,1; 6,34; 8,1; Lc 12,1; etc.), a grupos más o menos
pequeños (Mc 2,2; 4,10; 7,1) o a personas determinadas (Mc 10,17-20; Lc
10,39-42; Jn 3,1-21; 4,7-26).
Jesús enseña siempre y en
cualquier lugar: en las sinagogas (Mc 1,21; 6,2; Lc 4,15ss), en las plazas
de ciudades y aldeas (Mc 6,6; Lc 8,1; 13,22), en una casa (Mc 2,1), a la
orilla del Lago (Mc 2,13; 6,34; Lc 5,13), en el campo (Lc 6,17), en el monte
(Mt 5,1-2), yendo de camino (Mc 8,27) o haciendo en la barca la travesía del
lago (Mc 9,31) e incluso en el Templo de Jerusalén (Mc 12,35; Lc 20,1;
21,37-38; Jn 8,2).
Muchos le
escuchan pero algunos le siguen como discípulos (Lc 6,12; Mc 3,7;8,34; Jn
6,66).
Los
Evangelios nos presentan un grupo de discípulos que junto con algunas
mujeres (Lc 8,1-3) le siguen de manera estable y a los que dirige su
enseñanza de forma particular (Mc 9,31; 4,34; Mt 16,13). De algunos de estos
discípulos narran su vocación (Mc 1,16-20; 2,14; Jn 1,37ss), así como la
institución de un grupo diferenciado que denominan como los Doce, a los que
les da una formación especial (Mc 6,30-31; 10,32-34) asociándolos de manera
particular a su misión (Mc 3,14-15; 6,7). Aún dentro de este grupo hay tres
de los que se hace acompañar en ocasiones excepcionales (Mc 5,37; 9,2;
14,33).
Jesús trata
a sus discípulos, especialmente a ese grupo que le acompaña habitualmente,
como amigos, compartiendo con ellos su vida en confianza y mutua simpatía y
amor (Mc 10,24-27; Lc 12,4.32; Jn 15,15). Los defiende de quienes les acusan
de faltar a la Ley (Mc 2,24-26; Mt 15,1ss) o de no observar ciertas
prácticas religiosas (Mt 9,14-15), les confía sus inquietudes (Mt 17,24-27),
les abre su corazón (Jn 13,31-17,26) y anuncia los sucesos que le esperan (Mc
8,31; 9,31), con ellos sube a Jerusalén para las fiestas (Mt 26,1.17; Lc
9,51,55) y con el grupo que le acompaña celebra la Pascua (Mc 14,12).
A veces
tiene que corregirlos, en incluso regañarlos por su falta fe y de confianza
en Él (Mt 14,31; Mc 4,37-41) y porque no acaban de entenderle ni a Él ni el
sentido de sus palabras y su misión (Mc 8,14-21; Lc 9,55). Unas veces lo
hace con grandes dosis de paciencia (Mc 10,41-45; Lc 22,31-33) y otras
emplea un lenguaje duro (Mc 8,33).
Ellos, que
en ocasiones han mostrado su adhesión (Jn 6, 68-69) y hecho solemnes
promesas de fidelidad (Mt 26,33.35; Jn 13,37), en los momentos decisivos le
abandonan (Mc 14,50), le niegan (Mc 14,66-70) e incluso le traicionan (Mc
14,10). Aunque uno de ellos, junto a la Madre de Jesús y las mujeres, estuvo
en el Calvario (Jn 19,25-27).
Pero Jesús,
una vez resucitado los busca y les confía la misión de anunciar la salvación
en su nombre (Lc 24,36-48).
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5.3.11.
Los
acontecimientos decisivos
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Toda la vida de Jesús tiene un
punto culminante hacia el que se dirige: su “hora”, la hora de pasar de este
mundo al Padre (Jn 13,1) que tantas veces anunció (Mc 8,31; 9,31; 10,33-34),
a la que se dirigió con decisión (Lc 9,51; 19,28) y que es la culminación de
su misión (Jn 12,27-28).
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5.3.11.1.
La Última Cena
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Jesús había
subido a Jerusalén con sus discípulos a celebrar la Pascua. Al aparecer la
primera estrella, momento en que comienza el día para los judíos, Jesús, se
sienta a la mesa con sus discípulos para celebrar la cena ritual de la
Pascua judía (Lc 22,13-15). Aunque las diferencias entre el Evangelio de
Juan y los sinópticos han suscitado discusiones sobre el carácter de la cena
que celebró Jesús con sus discípulos aquel último día, existen razones
suficientes para afirmar que lo que celebraron fue la cena pascual judía
según el ritual establecido [Consultar: La Pascua de Jesús en su Tiempo y
en el Nuestro. Vicente Serrano.
Ediciones San Pablo]. En aquella cena, Jesús introduce unas palabras nuevas
(Lc 22,19-20) con las que instituye la Eucaristía: Recoge un rito que
existía y le da un contenido nuevo, con el mandato de repetirlo en memoria
suya (Lc 22,19). De este modo, aquella cena que conmemoraba y actualizaba
una libertad, la de Israel de la esclavitud de Egipto, por la sangre del
cordero, sería en adelante la cena de otra libertad, ofrecida y abierta a
todos los hombres, la de la esclavitud más profunda del mal y del pecado,
por la sangre de Jesús, cordero de la nueva Pascua.
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5.3.11.2.
El proceso
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Terminada la cena, como
otras noches estando en Jerusalén, salió a las afueras de la ciudad y se
retiró a orar (Lc 22,19). Estando en oración tuvo lugar su agonía (Lc
22,41ss y par.), el prendimiento por parte de los guardianes y servidores
del Templo, dirigidos por Judas Iscariote y el abandono de sus discípulos
que huyeron (Mc 14,43-52). Fue conducido al palacio del Sumo Sacerdote. Aquí
es interrogado y vejado (Mc 14,53-65). Pasada la noche, es conducido al
Prefecto romano para acusarlo y pedir su ejecución, a la que accede bajo la
presión de las autoridades religiosas y de la multitud manipulada por ellos.
Allí, en el palacio del Procurador, es flagelado por orden de éste y sufre
de nuevo las burlas de sus verdugos que le coronan de espinas y le atavían
de rey (Mc 15,1-20).
También aquí las
diferencias entre los relatos evangélicos han suscitado discusiones entre
los estudiosos. Sin entrar en ellas, y para entender desde un punto de vista
humano estos hechos, hay que precisar algunos aspectos:
-
Lo que atrajo sobre Jesús la enemistad de los dirigentes religiosos de su
pueblo fue la libertad con que actuaba, exenta de todo compromiso y siempre
fiel a la Misión que del Padre había recibido.
- Quienes condenan a Jesús
y lo llevan ante el Procurador, porque ellos no podían ejecutar una
sentencia de muerte, son los Sumos Sacerdotes, instigadores y promotores de
la conjura, los ancianos y los servidores del Templo, todos ellos saduceos.
- Ni ante el Sanedrín ni
siquiera ante el Procurador parece que existieran verdaderos juicios con los
requisitos formales exigidos, pues los interrogatorios en ambos casos están
llenos de irregularidades.
- La sentencia de muerte,
como correspondía legalmente, la dictó el Procurador romano. Sin ésta
hubiera sido imposible la crucifixión.
- El pueblo, que aparece
implicado en la condena de Jesús según los relatos (Mt 27,25), son los que
cabían en el reducido espacio ante el pretorio, la gente concentrada para
pedir, según la tradición, la liberación de un preso con motivo de la Fiesta
(Mt 27,5). Pero junto a estos hay una gran muchedumbre y mujeres que
lloraban que siguieron a Jesús en su camino al Calvario (Lc 23,27.48).
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5.3.11.3.
La muerte
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Desde un punto de vista
humano, la causa de la muerte de Jesús fue política: Amenazaba el orden
establecido y guardado por la “pax romana”. Ésta fue la acusación que los
Sumos Sacerdotes hicieron ante Pilato, proclamarse rey, como se escribió en
la tablilla que publicaba la causa de la condena.
La crucifixión era el modo
de ejecución para este tipo de delito empleado por los romanos. Un tormento
tremendamente cruel, en que el reo acaba muriendo por asfixia.
Jesús, extremadamente
debilitado por las torturas padecidas, muere más deprisa que lo esperado por
los ejecutores.
Ha entregando su vida
libremente (Jn 10,18) y, consciente de consumar con ello la misión para la
que el Padre le ha enviado al mundo (Jn 12,27), muere perdonando (Lc 23,34).
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5.3.11.4.
La Resurrección
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Cuando los dirigentes
religiosos de Jerusalén y las poderosas familias sacerdotales vieron morir a
Jesús, pensaron que todo había acabado y que aquel galileo habría sido uno
más de los falsos mesías que por entonces aparecieron. Pero pocos días
después empezó a correr por Jerusalén la noticia de que había resucitado.
Así lo proclamaron los discípulos ante la gente en la fiesta de Pentecostés
(Hch 2,14 ss).
El sepulcro vacío y las
apariciones a las mujeres y los discípulos son los datos que nos transmiten
los evangelios sobre este hecho extraordinario, que ni ellos mismos
aceptaron en principio con facilidad (Lc 24,11.17; Jn 20,25), pero con el
que empieza la fe en Jesucristo que da origen a las primeras comunidades
cristianas, ha alimentado a la Iglesia a lo largo de los siglos y cambió el
curso de la Historia.
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6.- BREVE RESEÑA DE CADA UNO
DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA
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(Seguimos el orden tradicional en el que aparecen los libros en la mayor parte de las traducciones de uso corriente) | |||||||||||||||||||||||
6.1.
ANTIGUO TESTAMENTO
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Esta formado por los
cinco primeros libros de la Biblia, constituyen la Ley (Torá) de los judíos.
La denominación de cada uno de los libros que hoy conocemos, es la que les
da la Biblia griega que los denomina por su argumento. En estos cinco libros
encuentran los judíos el fundamento de su religión.
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Contiene la respuesta del pueblo de Israel, a las
preguntas que como todos los pueblos de su entorno (Oriente medio) se hizo
sobre el origen del mundo que contemplaba y sobre sus propios orígenes.
Tomando elementos comunes en todas las culturas del Oriente Medio antiguo
descubrió que todo era consecuencia del amor Yahveh a su pueblo.
Esa Historia de amor empezó cuando Dios creó el
mundo. Es lo que narra en sus primeros capítulos.
La narración de la
creación del mundo está hecha de un modo simbólico: Dios va creándolo todo:
la luz, el día... y por fin crea al hombre (Gn 1, 26-27).
Cuando Dios vio lo que
había creado, vio que era bueno. Pero el hombre desobedeció a Dios y tuvo
que abandonar el paraíso. Con su desobediencia entró el desorden en la
creación. Desde entonces el hombre vivió esclavo del pecado.
Pero como Dios seguía
amando al hombre, eligió a uno para hacer de él un pueblo que
fuera fiel a Dios. Este
hombre se llamaba Abram. La historia de Abram y los demás patriarcas, cuyo
modo de vida era similar al de los demás pueblos del próximo oriente,
explican el origen del pueblo de Israel. Esta historia, que se narra a
partir del Capítulo 12, no es una historia en el sentido moderno de la
palabra, sino un relato, transmitido primero oralmente, cuya finalidad es
expresar el plan divino sobre el pueblo de Israel.
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El libro del Éxodo
contiene los dos grandes acontecimientos que están en el centro de toda la
historia de la salvación: la liberación de Egipto y la Alianza del Sinaí.
Normalmente se data en el s. V aC, aunque los hechos a los que se refiere
abarcan desde el s. XIV aC., época de los faraones que levantan los grandes
monumentos de Egipto, hasta el s. XIII aC.
El relato del libro del
Éxodo retoma la historia de los descendientes de Abraham que habían emigrado
a Egipto porque la tierra donde vivían se vio asolada por el hambre, pero,
en realidad, entre los últimos Patriarcas y la época de Moisés transcurren
430 años de los que no hay noticia. Según relata el Éxodo, con el tiempo,
los egipcios, que eran un pueblo poderoso, los sometieron a la esclavitud.
Yahveh recordando su promesa a Abraham eligió a Moisés para que los librase
(Éxodo 3,9-10). Moisés, sacó, con la ayuda de Yahveh, a los hebreos de
Egipto y los condujo por el desierto a la Tierra Prometida. Camino de la
Tierra Prometida, mientras atravesaban el desierto, Yahveh hizo Alianza con
su pueblo en el monte Sinaí (Éxodo 19, 5-6)
Este libro contiene
relatos procedentes de fuentes muy diversas, algunas muy antiguas como el
“Cántico de María”, una de las primeras obras de la poesía hebrea. Los
núcleos primitivos se transmitieron oralmente y cada tribu fue introduciendo
nombres o hechos de la propia tradición. Contiene relatos de carácter épico
a través de los cuales expresa un hecho trascendental: la actuación de
Yahveh en la historia de Israel.
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Es un libro litúrgico y legal
con normas sobre la tienda de reunión del pueblo y los sacrificios, etc.
Contiene normas y leyes, muchas de ellas de conducta moral muy elevada, que
son formas de santidad a la que está llamado todo el pueblo. Estas normas y
leyes convergen en la máxima “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv
19,18). Aunque los hechos a que se refiere corresponden al tiempo de Moisés
y en su núcleo fundamental contenga tradiciones antiguas, su fecha de
composición hay que situarla en el tiempo del exilio o poco después, como
resultado de la reflexión de sacerdotes desterrados.
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Este libro, como los demás del Pentateuco, provine de
varias fuentes de diversas épocas. Más que una narración es un tratado
teológico, una interpretación sacerdotal de acontecimientos anteriores.
Describe la formación del pueblo que comienza en los últimos días de su
estancia en el Sinaí y termina cuando acampan en los llanos de Moab junto a
Canaán. Enseña cómo Yahave actúa en la historia, cómo habita en su pueblo y
cómo, a pesar de la infidelidad de éste, cumple su designio de amor y lleva
al pueblo a la Tierra Prometida.
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Deuteronomio significa “segunda Ley” y es el nombre
que se da a este libro en la Biblia Griega. Relata la misma historia bajo la
forma de siete discursos de Moisés en los llanos de Moab. Contiene una
teología de la Alianza y sus exigencias morales, así como la respuesta del
pueblo que se expresa en el “Shema” (Dt 6,4), profesión de fe del pueblo
judío hasta la actualidad. Este libro, según la investigación actual,
contiene tradiciones muy antiguas transmitidas en el Reino del Norte y
recopiladas después en Judá. La fecha de composición puede situarse en
tiempo del Exilio y constituye el núcleo de la tradición deuteronomista.
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Los libros que tradicionalmente se agrupan en
nuestras Biblias bajo este nombre no son
historias en el sentido
que nosotros entendemos la historia. En la Biblia hebrea no existe esta
denominación. Llama "Profetas anteriores" a Josué,
Jueces, 1-2 Samuel y 1-2 Reyes, pues
narran hechos históricos desde la fe "yahvista". Rut, 1-2 de las Crónicas,
Esdras, Nehemías y Ester, están comprendidos entre los Escritos. Tobías,
Judit y 1-2 Macabeos no son admitidos como libros sagrados por los judíos.
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Es la continuación del
Pentateuco. En el libro de Josué se encuentra el cumplimiento de la promesa
repetida en los primeros cinco libros. Contiene relatos de conquista de
ciudades cananeas por los hebreos bajo el mando de Josué después de morir
Moisés, así como otros sobre el reparto de la tierra de Canaán entre las
tribus.
En su primera parte
muestra la preocupación por la influencia de las costumbres cananeas que
podría desviarles de la fidelidad a Yahveh, por lo que los cananeos deben
ser totalmente destruidos. En la segunda, posiblemente escrita en el Exilio,
se presenta a Josué distribuyendo el territorio entre las tribus. Resalta
cómo la acción de Yahaveh es la que hace posible la conquista de la tierra e
insiste en el tema de la Alianza y la exigencia de fidelidad del pueblo, que
ha sido escogido gratuitamente, para poseer la tierra.
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Asentados en Canaán el
pueblo se contamina con las costumbres cananeas y Yahveh, al mismo tiempo
que les hizo conocer las consecuencias de su pecado y de su infidelidad a la
Alianza, les envió hombres carismáticos que les libraron de sus enemigos.
Estos hombres fueron los Jueces.
El libro de los jueces
incluye una serie de narraciones comprendidas entre la muerte de Josué y el
nacimiento de Samuel. Las más antiguas proceden de traiciones ancestrales de
héroes de las distintas tribus. En los primeros tiempos de la monarquía se
añadieron nuevas narraciones y se les dio un nuevo significado para que las
viejas leyendas adquirieran dimensiones nacionales.
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Estos dos libros hablan
del juez Samuel y de los primeros reyes de Israel, Saúl y David. En
principio formaban una unidad y se dividieron en dos en la Biblia Griega.
En ambos libros se
entremezclan diversas narraciones y hay repeticiones y contradicciones
frecuentes. De sus relatos se desprende que el pueblo creyó que la solución
de sus males estaba en tener un rey como los demás pueblos. Por orden de
Yahveh, Samuel, el último de los Jueces, consagró al primer rey, Saúl.
Así nació la monarquía que permaneció unida bajo sus sucesores David y
Salomón, pero se dividió a la muerte de éste, surgiendo dos reinos
distintos: Israel, al norte, con diez tribus, y Judá, al sur,
con dos tribus.
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También estos dos
libros formaban en su origen uno solo y fueron divididos en la Biblia Griega
donde formaban con 1 y 2 Samuel el conjunto de los llamados Libros de los
Reinos.
Comienzan con la
sucesión de David y presentan una visión teológica del reinado de Salomón,
la división de los reinos y su existencia separada hasta su respectiva
destrucción. El Reino del Norte, Israel, desaparece en el 722 aC conquistado
por los asirios, que deportaron a gran parte de su población. Estas tribus
llegan a desaparecer de la Historia, por eso en adelante se hablará de un
solo pueblo al que se llamará judío porque desciende la tribu de Judá. El
Reino del Sur, Judá, permaneció independiente hasta el 586 aC, que
fue conquistada por los babilonios, quienes también desterraron a la gente
principal. Pero éstos retornaron.
En estos libros
aparecen nuevos personajes: los profetas, y contienen la historia de los dos
primeros grandes profetas de Israel: Elías y Eliseo, defensores de la fe
yahvista.
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Estos dos libros con
Esdras y Nehemías, constituían en su origen un conjunto que pretendía ser la
Historia de Israel desde los orígenes del mundo. Los cuatro libros, cuyo
autor se conoce con el nombre del Cronista, ofrecen una visión teológica de
esa Historia.
El libro Primero de las
Crónicas contiene las tablas genealógicas de esos orígenes y cuenta la
historia del Reino a partir de la muerte de Saúl, incluyendo la organización
del culto del templo cuya edificación, según este libro, prepara David.
El Segundo, narra el
reinado de Salomón y la construcción y dedicación del templo por este Rey.
Continúa con la historia del Reino de Judá hasta la deportación a Babilonia.
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Estos dos libros narran las misiones de ambos personajes para reconstruir,
tras el retorno del Exilio, material y moralmente al pueblo, que vive una
realidad lejana de los anuncios de los profetas: Judá se reduce a un pequeño
territorio empobrecido, dentro de una satrapía persa, lo cual choca con las
esperanzas de triunfo y derrota de los enemigos suscitadas por aquellos
anuncios.
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Libro tardío. Probablemente del s. IV aC. Parece
suponer una antigua tradición sobre el origen moabita de Rey David del que
Rut es ascendiente. Es un libro de edificación que cuenta el destino de dos
mujeres: Noemí y Rut, que se mantienen fieles y unidas en la buena y mala
fortuna. El nacimiento de un niño es signo de los tiempos mejores que se
esperan.
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Narración novelada con finalidad de enseñar y
edificar, que cuenta la historia de un judío piadoso que vive en Nínive y
permanece fiel a Yahveh en medio de una sociedad pagana. Habiendo quedado
ciego, Yahveh le hace recobrar la vista por medio de un ángel: Rafael. La
enseñanza es que el mal y el fracaso son transitorios y que vendrá la
prosperidad si uno observa la Ley y ejerce la caridad con el prójimo. Su
fecha de composición más probable es la primera mitad del siglo II aC.
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Libro tardío de la mitad del s. II aC. Es una
interpretación novelística de la Historia de Israel. Judit no existió como
personaje histórico. Es un prototipo de que Yahveh salva a su pueblo, -en
este caso por una mujer- cuando se vuelve y confía en Él.
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Es también otra narración novelada del s. II aC. en
la época macabea. Su enseñanza es que los enemigos del pueblo judío, a pesar
de su aparente triunfo, terminarán por ser castigados, mientras el pueblo
será salvado y recompensado.
Ambientada en la corte de Persia, refleja, en
realidad, la persecución del tiempo de Antioco IV Epífanes. Hay detalles de
crueldad.
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Es la historia de la revuelta de los Macabeos y su
triunfo ante los reyes helenistas de Siria. No son dos partes de la misma
historia, sino dos obras sobre un mismo tema.
El Primero es más bien un
libro de batallas, con muy poco culto y devoción personal en el que Yahveh
apoya a los combatientes de manera providencial.
El Segundo es una narración bastante teatral, no una
historia. Aprovecha datos de la historia para una enseñanza religiosa acerca
de la elección de Israel, la Alianza, el Templo, la Resurrección, etc.
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La tradición cristiana
distingue cuatro Profetas mayores: Isaías, Jeremías (a quien se añade
Lamentaciones y Baruc), Ezequiel y Daniel; y doce menores: Oseas, Joel,
Amós, Abdías, Jonás Miqueas, Nahum Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y
Malaquías. Esta distinción sólo se debe al volumen de sus oráculos. En la
Biblia hebrea, exceptuando el libro de Daniel que se encuentra entre los
Escritos, a todos estos libros se les denomina Profetas posteriores.
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Contemporáneo de Amós y Oseas, pero en el Reino del
Sur (Judá), fue
Isaías, uno de los grandes profetas,
cuyos oráculos dirigidos a
su Reino eran similares y tenían la misma finalidad que los que aquellos
dirigieron al reino del Norte. Isaías (Is 1-39) es el anunciador del tiempo
mesiánico, unos tiempos ideales futuros que eran como un retorno a la época
del paraíso. Los cristianos, más tarde, verán cumplidos dichos oráculos en
la persona de Jesús.
En el mismo libro de Isaías se encuentran oráculos de
otros dos profetas cuyos nombres desconocemos: uno en los capítulos 40-55 a
cuyo autor se le ha dado el nombre de Segundo Isaías. Se supone que
vivió en el exilio de Babilonia en la segunda mitad del s. VI aC y su misión
fue dar ánimos a los desterrados y alentar su esperanza de un pronto retorno
a Judá. Por eso se le conoce como el
"profeta
de la consolación".
Entre sus oráculos se encuentra el celebre poema del "Siervo de Yahveh", que
los cristianos hemos identificado con Cristo
El otro profeta, al que se le ha dado el nombre de
Tercer Isaías y se supone que vivió en Jerusalén después del retorno
de los exiliados, por tanto al final del s. VI aC., tiene sus oráculos en
los capítulos 56-66 del mismo libro de Isaías. Su misión fue despertar las
esperanzas del pueblo ante las dificultades existentes y la frustración que
se apoderó de muchos, al no ver plasmados los tiempos ideales que les habían
anunciado.
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También del reino del Sur, posteriores a Isaías, son
Jeremías y Ezequiel. Jeremías, natural de una población próxima a Jerusalén,
a finales de la
monarquía y del siglo VII aC.,
tuvo la difícil misión de
condenar los pecados de los dirigentes políticos y religiosos y de favorecer
un entendimiento con los babilonios, la potencia política y militar de aquel
tiempo. Combate la idolatría instaurada por el rey Manasés. Con su enseñanza
contribuyó a propiciar el clima del que nació la reforma religiosa del rey
Josías. Cuando los Babilonios conquistaron Jerusalén (586 aC.) pudo
permanecer en la ciudad con los que allí se quedaron, pero desde Judá ayudó
a mantener el ánimo de los exiliados. Por sus oráculos fue considerado
traidor, perseguido e incluso condenado a muerte y posteriormente salvado.
Aunque llegó a sentir la desesperación pudo más la fuerza de la Palabra de
Dios.
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Según la tradición,
Jeremías sería el autor de este libro que se compone de cuatro elegías,
mezcladas con plegarias a Yahveh y confesión de los pecados, y una oración
comunitaria por Jerusalén tras su destrucción por los babilonios.
Los lamentos fueron
escritos por un testigo ocular que expresa su sentimiento personal así como
la reflexión que le lleva a dar a los hechos un sentido teológico: La
destrucción de Judá es consecuencia de la ira de Yahaveh a causa de los
pecados del pueblo, siendo los principales responsables los sacerdotes y los
profetas cultuales. Indica, como medios para superar la crisis de fe, la
oración y el arrepentimiento.
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Baruc fue secretario y
compañero de Jeremías, aunque el libro que lleva su nombre no le pertenece.
Su composición se debe a varios autores y no es anterior al año 300 aC. El
autor se sirve de la historia del Exilio para señalar a la diáspora
helenista el camino de la salvación y darle confianza en ella.
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Procedía de una familia
sacerdotal y fue deportado en el año 597 aC. (primera deportación). En
Babilonia recibió su vocación profética. Igual que Jeremías en Jerusalén,
Ezequiel ejerció un gran influjo entre los deportados. La acción de
estos dos grandes profetas fue determinante en la renovación espiritual del
pueblo.
A Ezequiel se le ha
llamado padre del judaísmo. Cambió la concepción de Yahveh como Dios de un
territorio anunciando la presencia divina allí donde están los creyentes.
Asimismo enseña que la responsabilidad personal, el valor de la conducta
humana y la conversión del corazón por la fuerza del espíritu de Dios es lo
que hace irrevocable la Alianza.
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Entre los libros proféticos se encuentra en muchas
Biblias, después del libro de Ezequiel, el de Daniel como uno de los
profetas mayores; pero ni en la Biblia hebrea, ni en las modernas versiones
(cfr. Cantera-Iglesias) se halla en el apartado de los profetas sino entre
los Escritos (3ª parte de la Biblia). Es un libro difícil, en gran parte
apocalíptico, que surge, como otros muchos -Tobías, Judit, Ester- en
el tiempo de la persecución de Antioco IV Epífanes (reino helenista de
Siria) que quiso imponer a los judíos no sólo la cultura helenista sino la
religión. Describen una situación semejante de dominio extranjero y
persecución para animar a permanecer fieles a Yahveh y a su religión, como
los protagonistas de dichos libros.
El libro de Daniel tiene dos partes. La primera es la
historia de Daniel y sus compañeros, la segunda, las visiones de
Nabucodonosor y su interpretación. El mensaje de ambas es que Dios triunfa y
los poderes del mal serán derrotados, por eso quienes permanecen fieles
también alcanzarán el triunfo.
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Contiene una serie de
Oráculos pronunciados en ocasiones diferentes que fueron agrupados por los
discípulos del profeta. Amonesta a un pueblo que había adquirido prosperidad
económica y a causa de ella cayó en la relajación religiosa y moral.
Denuncia las injusticias sociales y las guerras fraticidas que vive el
pueblo. Anuncia la restauración basada en la fuerza liberadora de Dios.
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Parece que Joel fue un
profeta cultual asociado al templo y su mensaje es escatológico. Habla del
“Día de Yahveh” como día de salvación para Israel. Es un libro postexílico
tardío.
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Procedente de la parte
oriental del desierto de Judea, deja su ganado y hacienda para cumplir su
misión profética en el Reino del Norte, donde denuncia los males sociales
que existen en el reinado de Jeroboam II, tiempo de prosperidad de la que
sólo disfrutan unos pocos. Combate la idea de que la “elección” garantizaba
para Israel la protección de Yahveh así como la actitud de sustituir las
exigencias de la Alianza por el culto. Anunció la ruina de Israel si no
hacía penitencia, lo que sucedió poco después cuando el Reino fue arrasado
por los Asirios.
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Es el libro más corto
del Antiguo Testamento. Va dirigido contra Edom que quedó como prototipo de
pueblo opresor de Israel. Se compone de cinco dichos que contienen una
promesa para Israel. Es probable que Abdías fuera uno de los profetas
cultuales que quedaron en Palestina después de la deportación a Babilonia.
Habla, como Joel, del “Día de Yahveh” como día de juicio contra las naciones
que oprimen a Israel.
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El libro de Jonás no es
un libro profético, aunque tanto la tradición judía como la cristiana le
colocan entre los profetas. Fue escrito por un autor piadoso con miras más
universalistas que sus contemporáneos para hacer ver que Yahveh es también
Dios de los demás pueblos, incluso de los Asirios, pueblo prototipo de los
perseguidores de Israel. Describe a un profeta rebelde que quiere escapar de
la misión que se le propone y se enoja porque, en vez de cumplir su amenaza,
Dios se apiada de aquel pueblo que hizo penitencia. Parece que fue escrito
hacia el siglo IV aC.
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Procede de una aldea
campesina próxima a Jerusalén y parece que su actividad comenzó antes de la
destrucción del Reino del Norte. En este libro, que sigue un esquema
escatológico, junto con partes del mismo profeta hay otras que se añadieron
posteriormente. Denuncia la opresión de los pobres en beneficio de los ricos
y desprecia a los profetas cultuales que hablan para complacer a los
poderosos. Presenta al Mesías como Rey pacífico que saldrá de la pequeña
Belén.
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Este libro se abre con
un salmo alfabético que sirve de introducción a los oráculos del profeta.
responde al tipo de profecía optimista de fuerte nacionalismo dominada por
el elemento cultual.
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Es un profeta
profesional, posiblemente asociado al Templo de Jerusalén, que dirige su
oráculo contra las naciones. Es también un profeta nacionalista. Reconoce
que Israel ha pecado pero se pregunta por qué Yahveh lo castiga por medio de
un pueblo aún más pecador. Mantiene su fe en un Dios que viene en ayuda de
los injustamente tratados y posee poder para gobernar la historia
sirviéndose de las naciones como instrumento de su voluntad.
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Desarrolla su misión en
tiempo del rey Josías. Parece que los dichos de Sofonías circularon primero
sueltos y se añadieron después otros. El “Día de Yahveh” es concepto clave
de este libro, pero aquí es también día de juicio y castigo para Judá, no
sólo para las naciones. Pero si el pueblo se vuelve a Yahveh, un “resto”,
los pobres y humildes que sólo confían en Dios, escapará de la catástrofe y
vivirá en paz sobre el monte Sión.
A partir de él se
configura una nueva literatura de los pobres de Yahveh.
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Profeta postexílico,
posiblemente cultual de Jerusalén, que habría vuelto con los desterrados que
retornaron. Hace una llamada para reconstruir el Templo frente a la apatía
general. En este libro se encuentra por primera vez la esperanza mesiánica
aplicada a una persona concreta (Zorobabel, gobernador de Judea), que luego
se trasladaría a un descendiente de la dinastía de David.
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Parece que Zacarías era
de ascendencia sacerdotal y que regresó del exilio junto con Zorobabel. Se
preocupa de la reconstrucción del Templo, símbolo de la presencia de Dios,
pero sobre todo se orienta hacia la época escatológica y contribuye a la
purificación de la religión de Israel.
En la primera parte del
libro abundan las visiones cuyo mensaje se basa en tradiciones proféticas
anteriores, con especial acento en el aspecto ético y la pureza de la
religión. Anuncia la época escatológica y la renovación previa de la nación.
La segunda y tercera parte del libro son bastante diferentes y pudieran ser
de otros autores y de épocas posteriores.
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Probablemente fue en
principio una parte añadida a Zacarías que luego se independizó para
completar el número de 12 profetas. Malaquías no es un nombre propio,
significa “mi heraldo”. Se dirige a una comunidad que no ha visto cumplidas
las expectativas mesiánicas de los profetas anteriores como Ageo y Zacarías,
y esa decepción le lleva a la indiferencia y a descuidar el culto. Habla de
la llegada del “Día de Yahveh” como ineludible aunque indeterminada, y como
día de juicio para Israel. Acentúa el universalismo de la religión de
Israel.
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La literatura
sapiencial de Israel estuvo muy influenciada por las literaturas similares
del Oriente Medio antiguo, pero sale al paso de la influencia de esas otras
culturas buscando la comprensión de la realidad desde su fe Yahvista.
La finalidad de la
literatura sapiencial es ofrecer una guía práctica de la vida, enseñar el
secreto de una existencia feliz y las formas del comportamiento humano, dar
consejos que ayuden a solucionar los problemas que la vida plantea cada día.
Estos libros están en
la Biblia hebrea entre los Escritos, salvo Sabiduría y Eclesiástico que no
constan en el canon judío.
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Es una obra anónima que lleva por título el nombre de su personaje principal. Posiblemente fue compuesta en Palestina después del Exilio. Trata el problema del mal y del sufrimiento en el mundo, del lugar del dolor en relación con la Providencia y del concepto de la justicia divina. | |||||||||||||||||||||||
Los Salmos son cantos y
poemas nacidos muchos de ellos al calor del Santuario. Su contenido es muy
variado y forman parte de un movimiento común a todos los pueblos del
Oriente Medio antiguo.
El Libro de los Salmos,
que tradicionalmente se ha atribuido a David, aunque ya S. Jerónimo lo
rechazó, se formó a partir de colecciones antiguas y obras que preceden del
Templo postexílico. Muchos salmos van precedidos de encabezamiento y autor,
pero estas anotaciones son posteriores y no responden ni al autor ni a la
fecha reales. Sólo unos pocos salmos serían anteriores al exilio.
Los salmos son la
colección poético religiosa más importante del mundo. Abarcan todos los
sentimientos humanos y siguen siendo utilizados tanto en la liturgia judía,
por lo que también Jesús los rezó, como en la cristiana desde los primeros
tiempos.
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Este libro se atribuyó
tradicionalmente a Salomón, pero es una recopilación de colecciones
pertenecientes a la literatura sapiencial, no sólo israelita, que procede de
diversas épocas, aunque la corriente sapiencial en Israel pudo arrancar de
la época de Salomón.
Las colecciones más
antiguas son muy similares a la literatura sapiencial de tipo práctico
existente en los pueblos del Oriente Medio para la educación de los
funcionarios de las cortes reales. Las más tardías incorporan rasgos propios
de la teología de Israel identificando la sabiduría con el temor de Dios y
el cumplimiento de la Ley e incluso con el mismo Dios.
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Su nombre hebreo “Qohelet” significa “predicador” que habla a la Asamblea. Es un libro tardío de autor desconocido. Está dentro de la corriente sapiencial, pero descubre, en contra de lo que ésta sostenía con anterioridad, que la felicidad no es algo que siempre acompaña a los justos. Afirma que nada en la Tierra puede satisfacer el corazón del hombre, ni siquiera la misma sabiduría. sus observaciones escépticas se mezclan con consejos prácticos y algunas afirmaciones de carácter religioso más positivo. | |||||||||||||||||||||||
CANTAR DE LOS CANTARES
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Parece que se trata de
una colección de cantos de amor en origen independientes, similares a otros
egipcios. recogería cantos antiguos que fueron redactados definitivamente
después del exilio.
Tanto la tradición
judía como la cristiana lo interpretan de forma simbólica aludiendo unos a
la relación de Dios e Israel y otros a Cristo y la Iglesia o el alma. Pero
lo que el libro exalta es el amor y la atracción entre los sexos que está en
la base del matrimonio.
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Este libro es un
tratado griego escrito entre los siglos II y I aC. Su autor es un judío
ortodoxo con conocimiento de la filosofía helenista y atribuye, como
artificio literario, su autoría a Salomón, prototipo de rey sabio para
Israel.
Reflexiona sobre los
problemas de la existencia humana a la luz de la Historia de Israel y de la
fe yahvista, desde el ambiente de la diáspora judía que por una parte quiere
ser fiel a la fe de su pueblo y por otra participa de la cultural del mundo
helenista en que vive.
Aparece en este libro
por primera vez en la Biblia, la palabra inmortalidad y señala que el
sentido de la vida se encuentra más allá del presente.
No está incluido en el
canon de la Biblia hebrea.
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Su autor, Jesús ben
Sira, era de Jerusalén y escribió el libro en hebreo hacia el año 180 aC.
Fue traducido al griego por su nieto en el año 132 aC. en Egipto.
El país vivía bajo la
dominación griega de los seleúcidas que llevaron a Israel las costumbres
paganas y la helenización cultural a la que sucumbió la clase dirigente.
Cuando más tarde trataron de imponer también la religión se produjo la
rebelión de los Macabeos. El autor se opone a esas novedades con la fuerza
de la tradición y a la sabiduría griega opone la judía que viene de Dios y
se identifica con la Torá.
Tampoco este libro se
encuentra en el canon de la Biblia hebrea.
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6.2. NUEVO TESTAMENTO
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6.2.1. los Evangelios
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Evangelio significa
"Buena Noticia". Son la "Buena Noticia" sobre Jesucristo.
Nacieron en diversas
comunidades cristianas con el fin de mantener la enseñanza de quienes fueron
testigos de los acontecimientos cuando estos empezaron a faltar y las
comunidades cristianas se extendían y multiplicaban.
Aparecieron sin título
y sin nombre de autor. Más tarde, ya en el s.II, se atribuyeron a dos
apóstoles: Mateo y Juan, y a dos discípulos de apóstoles: Marcos y Lucas.
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MARCOS
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En orden cronológico fue el primer evangelio que
apareció.
Se data comúnmente
antes del año 70, pero sin precisar el año. Como lugar de aparición, Roma,
aunque otros señalan otros lugares, p.e. el sur de Siria.
Por aquellos años 60-70
Palestina y Roma atravesaban una situación de crisis y han ido
desapareciendo los testigos de los hechos. Ambas cosas obligan a los
cristianos a recordar sus orígenes para hacer frente a la crisis.
Marcos, que no pretende
escribir una crónica de la vida de Jesús, ofrece una visión de su ministerio
tal como lo veían él y su comunidad. Recoge las tradiciones de la comunidad en que vivía y con
la que compartía alegrías, sufrimientos y esperanzas.
Se afirma que este
primer evangelio sirvió de fuente para la redacción de los de Mateo y Lucas,
aunque estos tuvieran también sus propias fuentes.
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MATEO
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Parece que su autor fue
un judeo-cristiano. Hoy nadie lo atribuye al apóstol Mateo. En cuanto a la
fecha, la mayoría se inclina por los años 80-85, y como lugar de origen,
Siria.
El autor presenta una
comunidad viva a la que él pertenece y de la que al parecer es su animador.
Su libro es una
catequesis dirigida a iglesias judeo-cristianas que revisan su trayectoria a
la luz de la vida y enseñanzas de Jesús, por la necesidad de hacer frente al
judaísmo oficial. Marca
una continuidad con el judaísmo, pero al mismo tiempo, su ruptura.
Según él, Jesús es el
nuevo Moisés que trae una nueva revelación de parte de Dios. Lo presenta en
contraste con los escribas, maestros del judaísmo.
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LUCAS
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La opinión tradicional
es que este evangelio fue escrito por Lucas, médico griego, que formó parte
del grupo de San Pablo. Hoy se admite generalmente, que su autor es un
cristiano de origen pagano, que no tuvo contacto con los hechos que conoció
a través de quienes fueron testigos oculares y servidores de la palabra.
Pertenece a la segunda o tercera generación cristiana.
Su composición se fecha
alrededor del año 80, pero no se sabe con certeza donde tuvo lugar, aunque
algunos lo sitúan en Grecia.
Lucas muestra predilección por las minorías, los
grupos marginados, los humildes y los pobres.
Su evangelio se ha
llamado por esto "evangelio de la misericordia". El perdón que Jesús predica
alcanza a todos los hombres, por lo cual se ha llamado también "evangelio de
la salvación universal".
Este evangelio, con el
de Mateo, tiene unos primeros capítulos sobre el origen e infancia de Jesús
(lo que se ha llamado “evangelio de la infancia”), pero ambos difieren en
sus relatos, sólo coinciden en que Jesús nació en Belén y que su concepción
fue virginal.
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JUAN
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Una tradición desde finales del s.II atribuye este
evangelio a
Juan, el de Zebedeo. En la actualidad, se atribuye al "discípulo amado" (o a
su escuela), que sólo aparece en este evangelio, y que no hay que
identificar con Juan, el apóstol.
Predomina el criterio de quienes afirman que no
podemos conocer el
nombre de su autor.
En cuanto a la fecha,
se admite generalmente, que fue escrito al final del s.I, hacia el año 90:
según algunos en Palestina, aunque refleja situaciones del mundo helenista;
otros defienden, con la tradición, que fue en Éfeso.
Al final del evangelio
se dice que fue escrito "para que creáis que Jesús es el Mesías e Hijo de
Dios y creyendo tengáis vida en su nombre" (Jn 20,31). Es un libro escrito
para sostener en la fe a los cristianos sometidos a prueba. Por su
tratamiento y su lenguaje es diferente a los sinópticos. Cristo no es un ser
del pasado, sino un viviente que da sentido a la vida de los creyentes y les
permite hacerse hijos de Dios.
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6.2.2.
HECHOS DE LOS APÓSTOLES
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Se considera este libro
como una segunda parte del evangelio de Lucas y se atribuye al mismo autor.
En la primera (Evangelio) trata de los hechos y enseñanzas de Jesús. En la
segunda (Hechos) de la actividad y enseñanza de sus continuadores, los
apóstoles, aunque en realidad sólo se refiere a Pedro, al principio, y más
por extenso a Pablo. Puede decirse que lo que narra de hecho es la difusión
del Evangelio desde Jerusalén hasta Roma, en cumplimiento del mandato de
Cristo (Hch 1,8).
Sobre su autor, véase lo
dicho sobre el autor del tercer evangelio.
En cuanto a la fecha, se han propuesto varias, pero
muchos se inclinan hoy por el año 80 y parece la más aceptada.
Da la impresión de que
está dirigido a una comunidad nacida en territorio pagano formada por
cristianos provenientes de la gentilidad.
Puede dividirse en tres
partes: la iglesia de Jerusalén (1,1-8,3); expansión de la Iglesia en
Palestina (8,4-12,25); difusión en el mundo greco-romano por la acción de
Pablo y sus compañeros de misión (13,1-28,31).
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6.2.3.1.
CARTAS DE SAN PABLO
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Estas cartas son
verdaderamente cartas, no tratados teológicos, en las que se plantean los
problemas de dichas comunidades y las relaciones entre sus miembros, así
como con el apóstol.
Tradicionalmente se
atribuían a San Pablo las siguientes cartas: a los Romanos, 1-2 Corintios,
Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1-2 Tesalonicenses, 1-2 Timoteo,
Tito, Filemón, Hebreos. Hace ya bastante tiempo dejó de atribuírsele la
carta a los Hebreos. De las restantes, hoy se consideran auténticas:
Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses (probablemente
también la 2ª) y Filemón. Todas las cartas auténticas de Pablo fueron
escritas entre el año 50 y el 63, por tanto, antes del primer evangelio.
Las demás son
consideradas de la escuela paulina, es decir, de discípulos suyos; se las
suele llamar deutero-paulinas.
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ROMANOS
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La carta a los Romanos,
la más extensa y la más densa, está escrita a una comunidad que él no ha
fundado, ni conoce personalmente; pero sabe que es muy dinámica y fuerte.
Con ocasión del viaje que piensa hacer a España, manifiesta su deseo de
visitarla y conocerla, pero quiere también que conozcan su "evangelio".
Trata el problema de la
justificación por la fe en Jesucristo que da una nueva vida. Al final de la
carta se presentan las exigencias de la nueva vida.
Fue escrita en Corinto
a principio del año 58, después de su tercer viaje apostólico,
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1 y 2
CORINTIOS
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Estas cartas permiten
conocer la vida de una de las más antiguas comunidades cristianas urbanas,
que estaba compuesta de convertidos judíos, de prosélitos
y paganos. Fueron
escritas en Éfeso hacia el año 54.
Su contenido responde a
los informes que había enviado a Pablo una cristiana de Corintio, de nombre
Cloe, acerca de la situación moral de la comunidad. Es también respuesta a
las preguntas que le hicieron los dirigentes de la misma sobre el
matrimonio, las carnes sacrificadas a los ídolos, la asamblea cristiana y la
resurrección.
En la primera carta se
encuentra el testimonio más antiguo sobre la Eucaristía, así como la llamada
"Carta magna de la caridad" (I Cor 13)
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GÁLATAS
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La de los Gálatas (Galacia
estaba situada en el centro de la actual Turquía) está dirigida
probablemente a las comunidades de Antioquía de Pisidia, lconio, Listra y
Derbe, fundadas en su primer viaje, pues no se sabe que visitara la Galacia
auténtica, la del Norte.
Fue escrita hacia los años 54-57 al
principio del tercer viaje, estando Pablo en Éfeso. El motivo fue prevenir
ante ciertos convertidos judíos (Judaizantes) que pretendían imponer, a los
convertidos paganos la Ley mosaica y la circuncisión sin las cuales, según
decían, no había salvación. Atacaban también personalmente a Pablo, por lo
que éste reaccionó de forma inmediata y apresurada defendiendo la
autenticidad de su apostolado.
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EFESIOS
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Al parecer, esta carta
fue escrita por un discípulo de Pablo a fines del siglo I. En ella expone el
plan divino de la Salvación por Cristo y el misterio de la Iglesia. En su
parte moral, exhorta a vivir de acuerdo con la vocación cristiana.
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FILIPENSES
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Filipos fue la primera
comunidad fundada por Pablo en Europa, durante su segundo viaje.
La carta a esta
comunidad fue escrita en Éfeso hacia el año 56-57.
Agradece Pablo la ayuda
recibida de los filipenses y les da instrucciones para vivir dignamente y
ser luz para los demás. Ataca a los judaizantes, al tiempo que expone su
conocida doctrina de la justificación por la fe en Jesucristo.
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COLOSENSES
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En Colosas (Asia Menor)
había un comunidad cristiana fundada por Epafras, un convertido por Pablo.
Estaba compuesta por gentiles.
Esta carta fue escrita, al parecer, en Éfeso por un
discípulo de Pablo, hacía el año 63. Su contenido es contrarrestar la
influencia judía y pagana que sufría esta
joven comunidad.
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1
TESALONICENSES
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Tesalónica fue la
segunda ciudad evangelizada por Pablo en Europa después de Filipos.
Esta carta fue escrita
en Corinto en el año 51, veintiún años después de la muerte de Cristo. Es el
primer escrito del Nuevo Testamento.
La fe y conducta de los
tesalonicenses eran ejemplo no sólo para Macedonia, donde se encuentra
Tesalónica, sino para Acaya (sur de Grecia). A causa de su fe sufrieron
persecución: Pablo les exhorta a perseverar en la fe recibida.
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2
TESALONICENSES
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Esta carta fue escrita
poco después de la anterior,
también en Corintio, en
otoño del 51. Insiste en los temas de la primera, sobre todo en el retorno
de Cristo que
algunos creían inminente.
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6.2.3.2.
CARTAS Pastorales
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Con este nombre se
designan, por su contenido, las cartas 1-2 a TIMOTEO y a TITO
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1-2
TIMOTEO Y TITO
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Estas tres cartas
supuestamente las dirigió Pablo a sus discípulos Timoteo y Tito. En ellas
les da consejos sobre su ministerio. Son de inspiración paulina y tal vez su
autor sea un discípulo de Pablo. Mas por presentar un desarrollo y
organización de la Iglesia muy posterior, son fechadas entre los años 100 y
140.
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FILEMÓN
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Billete de Pablo a este
cristiano notable de Colosas, intercediendo por Onésimo, su esclavo que le
había abandonado y fue convertido por él mientras estaba preso, al parecer,
en Éfeso. Probablemente fue escrito a mediados del año 50 en esta ciudad.
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6.2.3.3.
CARTA
a los
hebreos
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Desde los primeros tiempos
se dudó que esta carta
perteneciera a Pablo.
Parece ser que tanto su autor como sus lectores pertenecen a la segunda o
tercera generación cristiana.
Se suele fechar después
del año 70, entre los años 80-90; su autor es desconocido. Parece ser que
fue escrita en Italia, tal vez en Roma. Está dirigida a una comunidad con
graves dificultades, amenazada por el desánimo. Estos cristianos necesitan
ser fortalecidos en su fe y el único que puede alentarles es Jesucristo,
Hijo de Dios, Mediador y Redentor, que vive para interceder por nosotros,
ofreció a Dios el sacrificio perfecto, muy superior a los sacrificios de la
antigua alianza.
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6.2.3.4.
CARTAS CATÓLICAS
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Se denominan así porque
no están dirigidas a una comunidad determinada. Son las cartas de Santiago,
las 1-2 de Pedro, las 1-2-3 de Juan y la de Judas. Por lo general, estas
cartas suelen fecharse hacia el final del siglo I.
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SANTIAGO
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Autor desconocido, que
usó el nombre de Santiago por el prestigio que tenía como "hermano del
Señor". Tiene forma de carta, pero en realidad es una colección homelética
de consejos prácticos de tipo sapiencial.
Su finalidad es promover la santidad entre los
cristianos. Como los antiguos profetas, denuncia los abusos de los
poderosos, que empezaban a darse en las jóvenes comunidades.
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1-2
PEDRO
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Tradicionalmente se
atribuyen al apóstol Pedro. Desde el siglo XIX se dice que pertenece a un
cristiano que utilizó el nombre de Pedro.
El tema de la carta
Primera es una exposición de la vida cristiana iniciada en el bautismo.
Alienta a los cristianos que viven en un ambiente hostil. Aconseja la
firmeza, la paciencia, la sumisión. La fe y la esperanza deben caracterizar
a los cristianos.
El tema de la carta
Segunda es la escatología. Algunos, al no verse cumplida la vuelta del
Señor, empiezan a dudar. El autor dice que mil años para el Señor es como un
día para nosotros. El Señor vendrá como ladrón.
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1-2
y 3 JUAN
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Tres cartas atribuidas
tradicionalmente al apóstol
Juan, como se le
atribuye el 4° evangelio y el libro de la Apocalipsis.
Sin embargo, su autor o
autores nos son
desconocidos, La Primera
carece de nombre de
autor y de
destinatario; el autor de la Segunda es "el Anciano” y el destinatario, la
"Señora Elegida"; el autor de la Tercera es también "el Anciano" y su
destinatario "Gayo".
Estas cartas nos hacen
conocer los problemas de una comunidad cristiana no-paulina, así como la fe
que proclamaba y vivía.
El propósito de la
Primera es confirmar a los cristianos en la
doctrina que han recibido y prevenirles contra los falsos
profetas. Tema
fundamental es el amor de Dios y del prójimo. En ella se dice que "quien no
ama no conoce a Dios, porque Dios es amor".
Las cartas Segunda y
Tercera son muy cortas; en ellas se insiste en el precepto del amor
(Segunda) y sobre la hospitalidad (Tercera)
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JUDAS
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Es un escrito breve que
se presenta como carta y suele fecharse hacia fin del s.I. Su autor dice ser
"Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Santiago", pero un conjunto de
datos, sobre todo que no se haga referencia a Jesús, siendo su pariente,
hacen que la mayoría nieguen que sea su autor.
Por su encabezamiento
no puede identificarse a qué comunidad o comunidades está dirigida, aunque
parece ser de origen pagano, por los pecados que denuncia.
Exhorta a sus
destinatarios a luchar por la fe, puesta en peligro por "algunos impíos que
se han introducido en la comunidad". Termina con una doxología.
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6.2.4. Apocalipsis
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Como en todos los escritos apocalípticos, su mensaje
se contiene en visiones y tiene la finalidad de consolar y transmitir
esperanza a una comunidad que sufre.
El autor del
Apocalipsis usa los elementos propios de este género y los enlaza con la fe
de la comunidad en el Señor crucificado, resucitado y exaltado, que ha de
volver al fin de los tiempos, en el que el mal será vencido definitivamente.
Se ha atribuido
tradicionalmente al apóstol Juan, el de Zebedeo. El autor se presenta como
Juan, Siervo de Dios. En realidad, se desconoce su autor.
Se pone la aparición de
este escrito al final del siglo I, entre los años 95-100. Su finalidad
parece ser consolar a las comunidades cristianas de Asia Menor en medio de
las persecuciones. Dado su contenido, pasó un cierto tiempo hasta que fue
admitida como libro canónico.
|
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Libro
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Resumen
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Creación y establecimiento de la relación del pacto.
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Liberación del Pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto
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Ley ceremonial
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El pueblo de Dios vaga por el desierto
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Moisés entrega la Ley de nuevo antes de que el pueblo entre en la tierra prometida.
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Libro
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Resumen
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Conquista y división de la tierra prometida.
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Varios jueces o líderes militares rescatan a la nación de Israel.
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Hermoso relato sobre el amor y el cuidado de Dios.
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La historia primitiva de Israel que incluye los reinados de Saúl y David
| |
Historia
política de Israel concentrada en los reinados de ciertos reyes desde
el tiempo de Salomón hasta el cautiverio babilónico del pueblo judío.
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Historia religiosa de Israel que abarca el mismo período de 2 de Samuel y 1 y 2 de Reyes.
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Regreso del pueblo Judío del cautiverio en Babilonia.
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Reedificación de las murallas de Jerusalén después que los cautivos regresaron de Babilonia.
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Cuidado de Dios hacia su pueblo bajo dominio gentil.
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Libro
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Resumen
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Evaluación de los problemas del mal y el sufrimiento humano.
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Libro de canto o himnario del antiguo Israel.
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Dichos sabios y observaciones creadas para fomentar conducta y actitudes apropiadas.
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Descripción filosófica de lo vacía que es la vida sin Dios.
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Canto de amor que representa la belleza de una relación humana como símbolo de amor divino.
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Libro
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Resumen
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Profetas Mayores
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La principal profecía de condena y consolación mesiánica.
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Mensaje de juicio contra la moral de Judá y el deterioramiento espiritual.
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Cinco poemas de lamento por la caída de Jerusalén.
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Profecía del juicio durante el cautiverio babilónico.
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Libro de profecía sobre los postreros tiempos.
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Profetas Menores
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Mensaje de condenación a Israel seguido por el perdón de Dios.
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Predicción de la invasión extranjera como juicio de Dios.
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Edicto de juicio contra las naciones, sobre todo a Israel.
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Libro que profetiza la destrucción total de Edom.
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Relato de un profeta desobediente que llevó a Nínive al arrepentimiento.
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Predicción de juicio y promesa de restauración mesiánica.
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Profecía sobre la destrucción de Nínive
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Un profeta que discutió con Dios y alabó su inminente juicio contra Judá.
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Predicción de juicio destructivo seguida de tremenda bendición.
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Llamado a reedificar el templo después que regresan de Babilonia.
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Profecía mesiánica que llama a terminar la construcción del templo.
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Profecía de destrucción seguida de la bendición mesiánica.
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Libro
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Resumen
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Se presenta a Cristo como el cumplimiento de la profecía mesiánica del Antiguo Testamento.
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Quizás el primero de los Evangelios, se centra en el ministerio de Cristo.
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La biografía más completa sobre Cristo, enfocándose en su perfección y ministerio de salvación.
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El
Evangelio más simbólico y profundamente espiritual que presenta que
presenta a Cristo como Hijo de Dios, el Cordero que quita el pecado.
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Historia de la Iglesia Primitiva
Libro
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Resumen
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Historia de la expansión de la Iglesia primitiva
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Epístolas del apóstol Pablo
Libro
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Resumen
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Explicación de la fe cristiana para los judíos y gentiles, dirigida a la iglesia en Roma.
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Instrucciones a la iglesia de Corinto que lidia con problemas entre cristianos.
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Defensa de Pablo y explicación de su apostolado.
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Importancia de la necesidad de justificación por fe antes de las obras
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Carta a la iglesia de Éfeso explicando la posición del creyente en Cristo
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Carta gozosa a la iglesia de Filipos, relata la fe triunfante de Pablo durante su encarcelamiento.
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Consideración de la supremacía de Cristo, escrita a la iglesia de Colosas.
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Instrucciones a la iglesia de Tesalónica sobre la venida del Señor.
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Manuales de liderazgo para el joven pastor en Éfeso.
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Manual de conducta cristiana para líderes de la iglesia, escrita a un joven pastor en Creta.
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Petición por la unidad cristiana y el perdón del esclavo fugado.
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Epístolas Generales
Libro
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Resumen
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Presentación de Jesucristo como Sumo Sacerdote, dirigida a los creyentes judíos.
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Instrucciones Prácticas para el Cristiano aplicado.
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Pedro consuela y anima a cristianos que sufren.
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Advertencia de Pedro contra los falsos maestros.
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Recordatorio de Juan sobre la plenitud de la humanidad de Cristo.
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Carta de aliento y aprobación de Juan.
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Nota personal de aprecio de Juan para Gayo.
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Fuerte advertencia contra falsos maestros.
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Profecía de aliento sobre los días finales y el triunfo definitivo de Dios
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Tomado del Nuevo Diccionario Ilustrado de La Biblia
Origen y Desarrollo de La Biblia en español
Fundamento Literario.
I. Copias Antiguas
Estas posiblemente fueron hechas de los manuscritos originales. Tres de los principales son:
II. Versiones y Textos de la Antigüedad.
Las Versiones Españolas.
Con
relación a la traducción de La Biblia a la lengua española podemos
distinguir tres períodos que para nuestra conveniencia podemos llamar
Tomada de La Biblia de Referencia Thompson, índice temático 4195.
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