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Vicente María Strambi, Santo |
La llamada a la santidad es universal, es para todos,
desde la eternidad, es decir desde el seno materno. Es
una llamada a la vida y a la salvación. En
este breve resumen de la vida de S. Vicente Maria
Strambi, no se investigarán las señales de la llamada divina,
que, por cierto, existieron, sino sobre todo el fúlgido ejemplo
de respuesta a la acción de la gracia. Nació en
Civitavecchia, Italia el 1º de enero de 1745 del
farmacéutico Giuseppe y de Eleonora Gori; el joven habría podido
adherirse a los proyectos del padre y disfrutar ventajas de
una familia acomodada. Pero la santidad consiste en una respuesta
radical, total, absoluta. El sentido común, el hacer aquello que
hacen todos no se sienta bien a los santos; se
requiere, ante todo, la abnegación, la negación de la misma
naturaleza, de la misma voluntad para uniformarla a la de
Cristo.
Vicente elige el sacerdocio y es ordenado el 29
de diciembre de 1767. Con esto no queremos decir que
el estado laical sea una condición inferior de santidad, sino
indudablemente diferente. ¡Ojalá que los laicos fueran todo santos y
lo mismo pueda decirse de los sacerdotes y de los
religiosos!
Pero su deseo de consagrarse a Cristo no se
detuvo en el sacerdocio. Quiso hacerse religioso, primero pidió entrar
con los padres de la Misión y después con los
Capuchinos. Hasta que encontró a Pablo de la Cruz y
quedó conquistado por su personalidad y santidad; en el 1768
fue acogido entre los Pasionistas por el mismo Pablo. Pero
para vencer la oposición del padre, tuvo que huir de
casa. El padre le escribió a S. Pablo de la
Cruz, pidiéndole que mandara a Vicente de vuelta a su
familia. El Fundador contestó con una carta igualmente clara y
decidida, haciendo una profecía: "Debería alegrarse sumamente al ver que
el Señor elige a su hijo para hacerlo un gran
Santo". Fue fácil para San Pablo ser profeta.
Vicente no
dejó de negociar los propios talentos naturales. Estaba dotado de
una vivísima inteligencia, unida a gran sentido práctico; a solo
21 años recibió del Obispo de Montefiascone el encargo de
prefecto del seminario y a los 22, todavía sin ser
sacerdote, lo nombró rector del seminario de Bagnoregio.
Fue un
hábil predicador popular, dirigió ejercicios espirituales al clero y predicó
en varias iglesias de Roma. Fue eminente director espiritual y
entre sus hijos cuenta varios santos, entre los cuales se
encuentra S. Gaspar del Búfalo. En la Congregación Pasionista fue
revestido con los cargos de profesor de teología, de superior,
de provincial y de consultor general; fue estimado por todos
especialmente por S. Pablo de la Cruz. como verdadero pasionista,
fue devotísimo de la preciosísima Sangre de Jesús. Escribió su
primer libro sobre el mes de julio dedicado a la
Preciosísima Sangre de Jesús.
Otra característica de la santidad es la
perseverancia. El padre Vicente que había soñado con la quietud
de los retiros pasionistas, en 1801 fue nombrado por Pio
VII obispo de Macerata y Tolentino. Es un pastor diligente.
Soporta con dignidad y paciencia el exilio a que es
condenado por Napoleón de 1808 a 1814, por su fidelidad
al Papa. Pero no se burocratiza, no accede al formalismo.
No olvida a los enfermos y sobre todo escucha el
clamor de los pobres. "Los pobres, decía, gritan, gritan". Una
vida gastada desde el principio por la Iglesia, los fieles
y por el Papa. En el 1823 Leon XII lo
quiere en su residencia como su consejero y como su
confesor. Pero Vicente quiere imitar hasta el final a Cristo
y ofrece su vida por la salud del Pontífice y
es escuchado: el Papa se cura y él muere imprevistamente.
De las cartas de dirección espiritual de San Vicente Maria
Strambi
- "¡Humildad, humildad, humildad. Oh preciosa virtud, cuantos tesoros nos
das y nos conservas! Cuánto nuevos estímulos Dios pone en
el corazón, porque lo amamos sin reserva alguna."
- "Oh cuánto
le gusta a Dios que tengamos un concepto altísimo de
su bondad y que caminemos en verdadera sencillez de corazón.
Caminemos en una humildad generosa; tomemos nuevas fuerzas de la
esperanza, que consigue cuánto espera. El santo amor sea el
alma de toda la vida interior. ¡Oh amor, oh amor,
tú transformas la tierra en el paraíso!"
- "Nuestros queridos amigos
nos preceden y van al cielo; ¿y nosotros que hacemos
en este destierro? El único consuelo al permanecer en esta
tierra es hacer la santa voluntad de Dios. Con humildad
pacífica y generosa busquemos unirnos cada vez más estrechamente a
Dios y comenzaremos así la vida bienaventurada del cielo."
- "Conserve
su corazón en gran paz. Proceda sin cumplidos con Dios:
no se examine demasiado a sí misma. Nuestro Dios es
bueno y no hace caso a ciertas minucias, de que
algunas almas hacen demasiado caso."
- "Quisiera que su ejercicio
más frecuente fuera el amor de Dios: la escuela para
encenderse de este amor es el Monte Calvario, santificado por
la gran efusión de la preciosa Sangre de Jesús."
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