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Marcos Criado, Beato |
Presbítero Trinitario y Mártir
Martirologio Romano: En la sierra de las
Alpujarras, cerca de la ciudad de Granada, beato Marcos Criado,
presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, para la
redención de cautivos, y mártir, víctima de los moriscos (1569).
Fue
un valiente misionero declarado Beato por dejarse hasta su vida
como misionero anunciando “la Palabra”, la de Cristo, la de
la vida, sin mas medio ni arma que la palabra.
Tan potente fue esta arma que suscitó la fe en
unos y en otros el rechazo. Como respuesta encontró la
violencia, y hostilidad hasta la muerte. Pero la violencia venció,
y la Palabra con-venció. La fe y su testimonio siguen
vivos.
Inicios y vocación Este trinitario nació en un lugar cercano,
Andujar, y una fecha lejana, en 1522. Como es natural
tenía una gran devoción a la Virgen de la Cabeza.
De hecho pierde a su madre siendo niño y ante
este dolor acude a su madre del cielo, a la
Virgen de la Cabeza. A ella le hablaría de su
soledad y de ella sentiría su abrazo de madre, que
siempre está ahí, atenta a sus hijos. Marcos, aquel día
se encomendó a la madre de Dios y madre nuestra
y se consagró a ella.
Años más tarde, aún muy joven
pide entrar en la comunidad de Trinitarios de su ciudad,
quizá como respuesta a su consagración de niño. Tras un
año de noviciado realizó su profesión religiosa como trinitario. Después
realizó los estudios teológicos hasta que fue ordenado sacerdote.
El trinitario
de la Palabra. La lectura del Evangelio y de los
libros de teología le hacían escuchar la Palabra de Jesús
que lo llamaba a seguirlo dejándolo todo en pobreza, obediencia
y castidad. Aquellas palabras le hicieron encontrarse con la Palabra
hecha carne en la realidad y el sufrimiento humano. También
él quería anunciar la palabra de vida y esperanza. Marcos
destacó por ser un gran predicador, de hecho pasó por
diversas comunidades –Andujar, Ronda, Jaén y finalmente Úbeda- con el
ministerio de predicador mayor. También en el confesionario su palabra
trasmitía la acogida y el perdón de Dios Padre, destacando
como confesor.
Misión. Marcos leía la Biblia y meditaba sobre la
obediencia de Jesús a la voluntad del Padre. Se encontraba
en la comunidad de Úbeda. Aquella tarde tenían capítulo, el
Ministro Local lo había convocado de forma extraordinaria, le intrigaba
pensar que nuevas tenía que comunicarles. Tras una oración comenzaron
la reunión, en el orden del día sólo un punto.
Los Obispos de Guadix y Almería pedían a los trinitarios
tres o cuatro misioneros para afianzar la fe de los
moriscos en la zona de las Alpujarras. La mayoría de
los moriscos se habían bautizado para evitar ser expulsados y
sólo habían recibido una superficial evangelización. Los obispos querían consolidar
la fe de aquellos pueblos apartados y aislados por la
abrupta Sierra Nevada. Junto a las palabras de los obispos
el provincial añadió que esta empresa se equiparaba a la
redención de cautivos, por la redención de almas. Al pedir
voluntarios llenos de Espíritu se ofrecen el P. Pedro de
San Martin y el P. Marcos Criado. Era el momento
de encarnar la Palabra.
Como los apóstoles, de dos en dos,
parten nuestros hermanos. Pedro iría a Almería, mientras que Marcos
a Guadix. Repentinamente el P. Pedro enferma y tras varios
días muere. Marcos se encuentra sólo en su misión, pero
de nuevo siente como la Virgen de la Cabeza, le
dice que está con él, y que le acompaña en
su encomienda. Tras presidir el funeral se pone en camino,
había sido nombrado vicario del párroco de la Peza (Granada).
Misionero
en las Alpujarras. Desde la Peza va visitando los distintos
pueblos de la Alpujarra. Sus dotes de predicador movilizaban a
los cristianos y sus palabras en el confesionario trasmitían el
amor de Dios. Lo mismo impartía catequesis a los niños
en la calle que visitaba a enfermos. Su fama corrió
por la sierra, las autoridades civiles y religiosas le facilitaban
su trabajo y le pedían a los vecinos que lo
acogiesen como a un apóstol. Sin embargo esta fama también
le ganó detractores, en la Peza recibe una paliza para
que deje su actividad. Un clima de hostilidad se levantaba
contra los cristianos, Marcos recibe una nueva paliza en la
sierra de Filabres, lo dan por muerto, pero sorprendentemente se
recupera. Algunos pueblos cristianos son arrasados y profanados sus templos.
Palabra
contra violencia. Nuestro misionero sufre en este contexto de conforntación
por lo que decide hablar con Abencotha, líder de
los moriscos. Le pide que respete y deje tranquilos a
los cristianos y lo invita a cambiar de actitud en
nombre de Jesús. Tan insultante le pareció a Abencotha el
encuentro que a las palabras responde con violencia. Lo prenden
con una soga y lo atan a un caballo arrastrándolo
por abruptos caminos. Lo abandonaron como muerto.
De nuevo se
recupera y continúa su misión, predicando, visitando a los cristianos
acosados. Sus milagrosas recuperaciones, su fidelidad a su misión,
y predicaciones producen conversiones, hasta de “renegados de la fe”;
al mismo tiempo que la persecución se hace más hostil
contra los cristianos. Son asesinados los primeros sacerdotes en Vera
y Marcos estando en Cadiar se ve obligado a
huir para evitar su muerte. Vuelve a la Peza.
Las
autoridades civiles publican el “Edicto del Primero de Mayo” para
reprimir a los moriscos. Este documento consigue el efecto contrario,
los moriscos se quieren vengar de la opresión y obligaciones
impuestas por el edicto atacando a la población cristiana. En
la noche de Navidad de 1568 comienza el levantamiento de
las Alpujarras. Aben Humeya capitanea una revuelta contra los critianos
que irá recorriendo todos los pueblos de la zona, acabando
con sacerdotes y cristianos. Año y medio más tarde llegan
a la Peza atemorizando a la comunidad cristiana que se
refugia en el castillo, junto a sus pastores. El párroco
que increpó a los agresores encontró allí su muerte. El
P. Marcos celebró sus funerales y desde aquel momento se
instala en la Iglesia presintiendo su fin violento. El 22
de septiembre de 1569 tras celebrar la Eucaristía se dirigió
a los fieles manifestando su deseo de dar la vida
por Cristo.
¿Vence la violencia?. De repente un grupo de
moriscos entra violentamente en el templo, les habla pero la
respuesta es violencia sorda. Los fanáticos lo sacan a golpes
y puntapiés y lo llevan hasta a las afueras del
pueblo. Allí un grupo mayor le esperaba. Le torturaron para
que renegara de Cristo, y de su boca ensangrentada emergió
una clara palabra: - ¡Jamás! Entre golpes e insultos lo
amarraron a una encina con los pies al aire, esperando
contemplar su agonía y muerte. El día 23 aún estaba
vivo y de repente comenzó a cantar salmos, palabras de
confianza, de perdón, de alabanza, por lo que apedrearon hasta
que ellos creían que estaba muerto. El 24 comprobaron que
aún vivía, intentaba balbucear alguna palabra. Aquel día murió, o
nació a la vida definitiva. Permaneció en el árbol hasta
el 25 y para verificar su muerte un morisco cruel
le abrió el pecho y le sacó el corazón.
Los
testigos de aquel macabro espectáculo estaban conmovidos tras tres días
de violencia y agonía, aceptada en fidelidad y amor ¿Quién
le daba aquella fuerza? Al sacarle el corazón todos los
presentes quedaron admirados y cayeron en tierra. En el corazón
aparecía estar escrita una palabra: “Jesús”, el nombre que apasionó
aquel corazón y que le hizo dar la vida por
amor.
Triunfo de la Palabra. Habían terminado con su vida,
pero la palabra triunfó, venció la fe. Todos fueron a
anunciar el hecho prodigioso, los cristianos recogieron el cuerpo
y el corazón de su mártir. Comenzaron a llamarlo el
Santo Marcos. La sangre de los mártires fue semilla de
auténticos cristianos y de generación en generación contaban como el
Santo Marcos encarnó la Palabra de Dios en el Pueblo
de la Peza y fue signo de su amor.
Debido al
culto y veneración que recibió durante siglos en este pueblo
y comarca se comienza el proceso de beatificación hasta que
en 1899 el Papa León XIII lo elevó a los
altares como mártir.
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