|
Cosme y Damián, Santos |
Mártires
Martirologio Romano: Santos Cosme y Damián, mártires, que, según la
tradición, ejercieron la medicina en Ciro, de Augusta Eufratense (hoy
Siria), no pidiendo nunca recompensa y sanando a muchos con
sus servicios gratuitos (c. s. III).
Etimología: Cosme = ”adornado, bello,”
de la lengua griega; Damián = “domador”, también del griego.
SANTOS COSME Y DAMIÁN(c. 300). San
Gregorio de Tours, en su libro De gloria martyrium, escribe:
"Los
dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después
que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo
mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones...
Coronados tras diversos martirios, se juntaron en el cielo y
hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros. Porque, si
algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su
tumba, al momento obtiene curación.
Muchos refieren también que estos
Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo
que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran
curados. Sobre esto yo he oído referir muchas cosas que
sería demasiado largo de contar, estimando que con lo dicho
es suficiente".-
A pesar de las referencias del martirologio y el
breviario, parece más seguro que ambos hermanos fueron martirizados y
están enterrados en Cyro, ciudad de Siria no lejos de
Alepo. Teodoreto, que fue obispo de Cyro en el siglo
V, hace alusión a la suntuosa basílica que ambos Santos
poseían allí.
Desde la primera mitad del siglo V existían dos
iglesias en honor suyo en Constantinopla, habiéndoles sido dedicadas otras
dos en tiempos de Justiniano. También este emperador les edificó
otra en Panfilia.
En Capadocia, en Matalasca, San Sabas († 531)
transformó en basílica de San Cosme y San Damián la
casa de sus padres. En Jerusalén y en Mesopotamia tuvieron
igualmente templos. En Edesa eran patronos de un hospital levantado
en 457, y se decía que los dos Santos estaban
enterrados en dos iglesias diferentes de esta ciudad monacal.-
En Egipto,
el calendario de Oxyrhyrico del 535 anota que San Cosme
posee templo propio. La devoción copta a ambos Santos siempre
fue muy ferviente.
En San Jorge de Tesalónica aparecen en un
mosaico con el calificativo de mártires y médicos. En Bizona,
en Escitia, se halla también una iglesia que les levantara
el diácono Estéfano.
Pero tal vez el más célebre de los
santuarios orientales era el de Egea, en Cilicia, donde nació
la leyenda llamada "árabe", relatada en dos pasiones, y es
la que recogen nuestros actuales libros litúrgicos.
Estos Santos, que a
lo largo del siglo V y VI habían conquistado el
Oriente, penetraron también triunfalmente en Occidente. Ya hemos referido el
testimonio de San Gregorio de Tours. Tenemos testimonios de su
culto en Cagliari (Cerdeña), promovido por San Fulgencio, fugitivo de
los bárbaros. En Ravena hay mosaicos suyos del siglo VI
y VII. El oracional visigótico de Verona los incluye en
el calendario de santos que festejaba la Iglesia de España.-
Mas
donde gozaron de una popularidad excepcional fue en la propia
Roma, llegando a tener dedicadas más de diez iglesias. El
papa Símaco (498-514) les consagró un oratorio en el Esquilino,
que posteriormente se convirtió en abadía. San Félix IV, hacía
el año 527, transformó para uso eclesiástico dos célebres edificios
antiguos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis,
con el archivo civil a ellos anejo, situados en la
vía Sacra, en el Foro, dedicándoselo a los dos médicos
anárgiros.-
Tan magnífico desarrollo alcanzó su culto, por influjo sobre todo
de los bizantinos, que, además de esta fecha del 26
de septiembre, se les asignó por obra del papa Gregorio
II la estación coincidente con el jueves de la tercera
semana de Cuaresma, cuando ocurre la fecha exacta de la
mitad de este tiempo de penitencia, lo que daba lugar
a numerosa asistencia de fieles, que acudían a los celestiales
médicos para implorar la salud de alma y cuerpo.-
Caso realmente
insólito, el texto de la misa cuaresmal se refiere preferentemente
a los dichos Santos, que son mencionados en la colecta,
secreta y poscomunión, jugándose en los textos litúrgicos con la
palabra salus en el introito y ofertorio y estando destinada
la lectura evangélica a narrar la curación de la suegra
de San Pedro y otras muchas curaciones milagrosas que obró
el Señor en Cafarnaúm aquel mismo día, así como la
liberación de muchos posesos. Esta escena de compasión era como
un reflejo de la que se repetía en Roma, en
el santuario de los anárgiros, con los prodigios que realizaban
entre los enfermos que se encomendaban a ellos.-
Cabría preguntarse: ¿Por
qué hoy estos Santos gloriosos no obran las maravillas de
las antiguas edades? Tal vez la contestación podría formularse a
través de otra pregunta: ¿Por qué hoy no nos encomendamos
a ellos con la misma fe, con esa fe que
arranca los milagros?.-
Pero lo que conviene es que no se
apague la fe, que la mano del Señor "no se
ha contraído". Y si San Cosme y San Damián continúan
siendo patronos de médicos y farmacéuticos, bien podemos seguirles invocando
con una oración como ésta, de la antigua liturgia hispana:
"¡Oh
Dios, nuestro médico y remediador eterno, que hiciste a Cosme
y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo,
para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas
haz que por ellos sea curada nuestra enfermedad, y que
por ellos también la curación sea sin recaída".-
Santos Cosme y
Damián
ORACIÓN
Al recordar hoy el triunfo de tus mártires San
Cosme y San Damián, tu Iglesia, Señor, te glorifica y
te da gracias, porque, en tu admirable providencia, a ellos
les has dado el premio merecido de la gloria eterna
y a nosotros la ayuda de su valiosa intercesión. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!
En
corazones.org encontrarás más acerca de Cosme y
Damián.
Consulta también Cosme, Mártir
SANTOS COSME y DAMIÁN,(1)
Mártires
Curad enfermos, resucitad muertos,
limpiad leprosos, lanzad demonios,
dad gratuitamente lo que gratuitamente habéis recibido.
(Mateo, 10, 8).
Los dos hermanos, Cosme y Damián, originarios de
Arabia, fielmente observaron este consejo divino. Médicos, cuidaban
gratuitamente a los enfermos, y su fe, mucho más aun que su ciencia,
obraba curaciones maravillosas, espirituales y corporales. Cuando
estalló la persecución de Diocleciano, fue imposible para hombres tan
eminentes y distinguidos escapar
a las investigaciones. Fueron detenidos por orden de Lisias, gobernador
de
Cilicia, y, después de diversos tormentos, fueron decapitados, sin duda
en el año 303.
MEDITACIÓN
CADA CUAL EN SU POSICIÓN
DEBE TRABAJAR POR EL CIELO
I. Cada cual quiere descollar en su posición;
para lograrlo no hay trabajo que se ahorre; si no alcanza para ello el
día, se trabaja durante la noche. En cambio, en la profesión de
cristiano, ¡cuán raro es este celo!
¡Cuántos hay, asimismo, que tienen miedo de parecer cristianos; que
retroceden, no delante de las amenazas de un perseguidor, sino ante los
sarcasmos de cristianos como ellos! ¡Extraña ceguera! ¡El artesano
ejerce públicamente su oficio por
humilde que sea, y no se avergüenza de su dignidad de cristiano! Nadie reconoce en ti a un cristiano. (Tertuliano)
II. Debes cumplir tus deberes de estado
cristianamente, es decir, de la manera como Dios lo quiere. Para esto,
ofrece a Dios, por la mañana, el trabajo de todo el día, protestando que
por obedecerle vas a trabajar. Si eres fiel a esta práctica, te
cuidarás
durante el día de no manchar con el pecado el trabajo que has consagrado
al Señor.
III. No te contentes con ofrecer tus acciones a Dios, esfuérzate por hacer todos los días alguna cosa por Él, con la única
mira de agradarle. Trabaja en la gloria de Dios o en el alivio de los pobres: no hay
profesión ni oficio que no nos brinde ocasiones para ello. Da a los pobres a fin
de darte a ti mismo: lo que les des no lo perderás, lo que les rehúses pasará a mano de otro. (San Pedro
Crisólogo).
La caridad
Orad
por los pobres.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Dios omnipotente, que honrando el
nacimiento al cielo de vuestros santos mártires Cosme y Damián, nos
veamos libres por su intercesión de todos los males que nos amenazan.
Por J. C. N. S. Amén.
|
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario