29 de septiembre
(¿312? d.C.)
(¿312? d.C.)
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No obstante que
estas doncellas, consideradas como las protomártires de la Iglesia de Armenia,
se mencionan en el Martirologio Romano en la fecha de hoy, cuando
sufrieron el martirio bajo el reinado de Tiridates, absolutamente nada se sabe
de su historia o de las circunstancias en que murieron. Se hace referencia a
ellas en la leyenda de San Gregorio el Iluminado, y es posible
que hayan sido martirizadas en la persecución que se desató
antes de que el rey Tiridates y su familia recibiesen el bautismo de manos del
mismo Gregorio, aunque también pudo haber sido después. Las "actas"
de estas vírgenes, son una fábula completa.
Las leyendas
nos dicen que Rípsima (Hripísime) era una noble doncella que había ingresado
a una comunidad de vírgenes consagradas que se había establecido en la ciudad
de Roma y que presidía la doncella Gaiana. Cuando el emperador Diocleciano
decidió tomar esposa, contrató a un pintor
para que recorriese Roma y le pintara el retrato de todas las doncellas más
hermosas para elegir entre ellas a la que habría de ser su mujer. El artista se
esmeró tanto en cumplir con la misión que le había sido encomendada, que se
las arregló para entrar subrepticiamente a la inviolable casa de las vírgenes
de Gaiana y, a escondidas, hizo el retrato de varias doncellas cristianas. En
cuanto Diocleciano examinó las pinturas y eligió, sin titubeos, a Rípsima.
Inmediatamente se comunicó a la doncella el
honor de que había sido objeto, pero ella no lo consideró así y rehusó enérgicamente
contraer nupcias con Diocleciano. Entonces Gaiana, inquieta y acongojada por las
represalias que pudiera tomar el desdeñado emperador, convocó a todas
sus pupilas, las sacó de la casa, las condujo fuera de Roma y las hizo abordar
una nave que iba a partir con destino a Alejandría. Desde aquel puerto, la
comitiva de vírgenes atravesó la Tierra Santa hasta llegar a Armenia. Se
establecieron en la ciudad de Varlarshapat,
donde residía la familia real, y se ganaron la vida tejiendo en los telares. No
pasó mucho tiempo sin que la extraordinaria belleza de Rípsima llamase la
atención, y tanto fue así que los rumores llegaron a Roma, aun ante que a los
oídos del rey Tiridates de Armenia, puesto
que Diocleciano envió un mensaje al monarca para pedirle que hiciese morir a la
virgen Gaiana y rescatase a Rípsima para mandarla de regreso a Roma, a menos
que desease conservarla para su propio placer. En seguida ordenó Tiridates que
Rípsima fuese llevada a su presencia y, con gran magnificencia, dispuso un
banquete en palacio para recibirla. Pero cuando los miembros de la delegación
enviada por el rey llegaron al convento, Rípsima se puso en oración para que
la librase Dios de aquel peligro y, al instante, se desató una tempestad de tal
violencia, que los caballos de los cortesanos y sus jinetes huyeron a la carrera
en completa confusión. Al enterarse Tiridates del suceso y de que la doncella
se negaba a acudir, ordenó que fuese
llevada por la fuerza y, cuando por fin estuvo en su presencia, se sintió como
hechizado por su belleza y, al momento, avanzó hacia ella con intenciones de
abrazarla y besarla. Rípsima resistió con tanta energía los asaltos del
monarca, que acabó por
derribarlo al suelo. Al verse en posición tan ignominiosa, Tiridates montó en
cólera y mandó que la doncella fuese encarcelada. Sin embargo, durante la
noche, consiguió escapar y regresó al convento.
Al día siguiente, al descubrirse
que había huido, el propio rey llamó a sus soldados para que salieran a
perseguirla y les ordenó que, donde quiera que la encontrasen, le dieran
muerte, lo mismo que a las otras doncellas que la acompañaban. En el mismo
convento se procedió a torturar a Rípsima a la que se asó
en vida a fuego lento y, sobre la parrilla, se le cortaron uno a uno, todos sus
miembros. Santa Gaina y las otras treinta y cinco doncellas sufrieron una muerte
igualmente cruel. Santa Mariamne fue sacada a rastras de su lecho de enferma y
desmembrada. Sólo una de las vírgenes,
Santa Nino, escapó de morir y, con el tiempo, se convirtió en la misionera que
evangelizó a los habitantes de Georgia, en el Cáucaso. La matanza tuvo lugar
el 5 de octubre, fecha ésta en que se menciona a las mártires en la menología
armenia. Una semana, después, el rey Tiridates recibió su merecido, porque se
hallaba de cacería, cuando quedó transformado en un oso. San Gregorio el
Iluminado que había estado encadenado durante quince años en un foso, rompió
el encantamiento y devolvió su naturaleza
al rey. Las vírgenes martirizadas se aparecieron a San Gregorio durante la
fabulosa visión que tuvo en Etshmiadzin y, en torno a la gran iglesia de esa
ciudad, hay muchas otras más pequeñas, supuestamente colocadas en los sitios
donde fueron martirizadas Santa Rípsima,
Santa Gaiana y las otras doncellas.
Por extravagante que sea la leyenda, no hay duda
de que e] culto a estas vírgenes y mártires existe desde la antigüedad en
Armenia. A Rípsima se la veneró en Egipto con el nombre copio de "Arepsima"
(ver Analecta Bollandiana, vol. XIV (1927), pp. 157 y 395), Lo mismo que
en los textos árabes y en el martirologio sirio de Rabban Silba. Por el
testimonio de los Historiadores armenios Fausto y Lázaro, se puede afirmar que
las mártires comenzaron a venerarse desde antes de la mitad del siglo quinto. Véase
a Tournebize, en Histoire politique et rcligieuse d´Armenie, pp. 452 y
ss. La versión griega de sus actas, atribuida a Agatángelo fue impresa
en el Acta Sanctorum sept. vol. VIII, junto con las de San Gregorio, el
30 de septiembre. Todos los investigadores de estas leyendas están de acuerdo
en afirmar que la parte asignada a Rípsima es fábula pura. Cf. también a S.
Weber, en Die katholiche Kirche in Armenien (1903), p. 117 y la Analecta
Bollandiana, vol. LX (1942), pp. 102-114. En opinión de Fr. Paul Peeters,
"sería un atrevimiento negar la existencia de estas mártires....
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