“Es un gran bien, para no pecar y no caer en los mismos pecados al día siguiente, el examinarnos a nosotros mismos y en nuestra conciencia al final del día, es decir nuestras acciones, cuales pecados hemos cometido y lo que hemos obrado con justicia”.
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Comentario
Como bien
decía Heraldo en su comentario al post anterior, se trata de no hacer
cosas que perjudiquen nuestro intento de oración continua. Cada acción
puede ser oración y también una preparación para la oración que haré
posteriormente en la capilla o en mi habitación.
Entender el
día como una escala ascendente puede ser muy útil. Tratar de algún modo
de ir acumulando oración, deseo de Dios, fervor en la fe. Y esto se hace
con acciones concretas, con un modo de hacerlas ante la Presencia de
Dios, recordándole mientras efectuamos nuestras tareas.
Ejercicio
Bueno,
es importante cuando nos planteamos hacer un ejercicio determinado
evaluar, de otro modo no se aprende sobre si mismo y la propia conducta.
¿Cómo trato a los demás en general? ¿Y particularmente en la jornada de
hoy?
Algunos elementos que aportan a la revisión:
¿Me ubico íntimamente por encima de los demás? Los considero equivocados, injustos, vanos o los juzgo en algún sentido.
¿Miro a los demás en función de lo que me pueden dar o en cuanto me pueden servir para algún propósito?
¿Que
aporto a los ámbitos en los que me muevo? ¿Genero confianza,
entusiasmo, tolerancia, doy aliento, destaco lo positivo y abro
posibilidades ante los obstáculos?
Herman@s,
estos son solo algunos puntos de vista que pueden usarse para evaluar
nuestra relación con el prójimo. Pueden utilizar los que prefieran. Es
necesario que tampoco nos reprochemos con dureza nosotros mismos.
Simplemente observar lo que sucede y poner lo mejor para convertir las
situaciones en coherencia con el Evangelio.
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