30 de septiembre
( 137 d.C.)
( 137 d.C.)
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En el siglo II durante el reinado
del emperador Adriano (117-138) en Roma vivía la piadosa viuda Sofía (este
nombre significa, sabiduría). Ella tenía tres hijas con nombres de grandes
santos cristianos, Fe, Esperanza y Caridad. Siendo una cristiana muy creyente,
Sofía educó a sus hijas en amor a Dios, enseñándoles a no apegarse a bienes
materiales. La voz de que esta familia era cristiana llegó al emperador y
decidió personalmente ver a estas tres hermanas y a su educadora madre. Las
cuatro se presentaron ante el emperador y sin temor demostraron su fe en Cristo
Resucitado de entre los muertos y dando vida eterna a todos los que creyeron en
Él. Admirado por la valentía de las jóvenes cristianas, el emperador las envió
a una idólatra, a quien le dijo que tenía que hacerlas abdicar de la fe. Pero
toda la argumentación y verborragia de la maestra idólatra resultaron vanos,
pues con llameante fe las hermanas no cambiaron sus creencias. Nuevamente las
trajeron ante el emperador, Adriano, quien comenzó minuciosamente a obligarlas
a que ofrecieran ofrendas a los dioses paganos. Pero las jóvenes con certeza no
cumplieron su mandato.
"Nosotras tenemos al Dios
del Cielo," le contestaron, — nuestro deseo es permanecer siendo sus
hijas y a tus dioses los escupimos y no tememos tus amenazas. Estamos prontas
para sufrir y hasta morir por nuestro querido Señor Jesucristo.
Entonces el encolerizado Adrián
ordenó a las jóvenes aplicarles diversos padecimientos. Los verdugos
comenzaron con Vera (o Fe en español). A la vista de su madre y hermanas la
azotaron sin límite, arrancándole partes de su cuerpo. Luego la colocaron
sobre una llameante reja de hierro. Por la fuerza Divina el fuego no dañó el
cuerpo de la santa mártir. Encolerizado Adrián no vio el milagro de Dios y
ordenó que la arrojaran a una tina con resina hirviente. Pero por voluntad de
Dios la tina se enfrió y no produjo ningún daño a la cristiana. Ordenaron
decapitarla.
"Con alegría voy hacia mi
Señor Salvador," dijo santa Vera. Con valor inclinó su cabeza bajo el
sable y así entregó su alma al Señor. Las hermanas menores Esperanza y
Caridad, apoyadas por la gran voluntad de su hermana mayor, soportaron martirios
semejantes. El fuego no les ocasionó daño alguno, tras lo cual las
decapitaron.
Santa Sofía no sufrió castigos
físicos, pero le impusieron castigos más duros que los corporales, castigos
espirituales por la separación de las hijas martirizadas. La sufriente madre
sepultó los restos de sus hijas y durante dos días no se separó de sus
sepulturas. Al tercer día el Señor le envió un pacífico final y recibió su
alma en el seno Celestial.. Santa Sofía sufrió por Cristo, grandes penas
espirituales junto a sus hijas, son santas veneradas por la Iglesia. Sus
sufrimientos fueron en el año 137. Vera tenía entonces 12 años, Esperanza 10
y la menor Caridad — solo 9 años..
De este modo tres niñas y su
madre demostraron que para los hombres fortalecidos por el Espíritu Santo la
poca fuerza física no es de ningún modo obstáculo para manifestar la fuerza
espiritual y entereza.. Con sus santas oraciones que Dios nos fortalezca en la
fe cristiana y en la vida caritativa.
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