martes, 25 de septiembre de 2012

Los parientes de Jesús


Lucas 8, 19-21. Tiempo Ordinario. Que nuestras obras demuestren que seguimos a Cristo.
 
Los parientes de Jesús

Del santo Evangelio según san Lucas 8, 19-21

En aquel tiempo fueron a buscar a Jesús su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».

Oración introductoria

Señor, ayúdame a escuchar tu Palabra y a ponerla en práctica, porque eso es lo único que realmente cuenta para la eternidad. María fue la primera en entender y vivir esta verdad, por eso, tomado de su mano, le suplico que me guíe en esta oración.

Petición

María, intercede ante Dios por mí; alcánzame la gracia de amar a Jesús con tanto amor como lo hiciste tú.

Meditación del Papa

El vehículo de esta universalización es la nueva familia, cuya única condición previa es la comunión con Jesús, la comunión en la voluntad de Dios. Pues el Yo de Jesús no es un ego caprichoso que gira en torno a sí mismo. "El que cumple la voluntad de mi padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre": el Yo de Jesús personifica la comunión de voluntad del Hijo con el Padre. Es un Yo que escucha y obedece. La comunión con El es comunión filial con el Padre, es un decir sí al cuarto mandamiento sobre una nueva base y a un nivel más elevado. Es entrar en la familia de los que llaman Padre a Dios y pueden decírselo en el nosotros de quienes con Jesús, y mediante la escucha a Él están unidos a la voluntad del Padre [...] Resulta decisiva la fundamental comunión de voluntad con Dios, que se nos da por medio de Jesús. A partir de ella, los hombres y los pueblos son ahora libres de reconocer lo que, en el ordenamiento político y social, se ajusta a esa comunión de voluntad, para que ellos mismos den forma a los ordenamientos jurídicos. Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, pág. 52.

Reflexión

Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Esto nos recuerda otra sentencia: "No todo el que dice Señor, Señor, sino el que hace la voluntad de mi Padre..." O aquella otra: "Por sus obras lo conoceréis".

Y es que el seguimiento de Jesús hay que hacerlo desde la vida y la realidad de la fe. María, su familia, habían acompañado a Jesús en su crecimiento humano; ahora se les está invitando a dar el paso a la dimensión de la fe. Acompañar a Jesús en la tangibilidad de la carne, en cierto modo se hace fácil, pero adentrarse en su dimensión divina se vuelve todo un misterio difícil de asumir. Querer apresar a Jesús dentro de nuestros conceptos es la tentación de cada día, por eso la llamada constante a transcendernos, a vivir los valores del espíritu, a dejar a Dios ser Dios asumiendo con docilidad sus planes.

Propósito

Hacer hoy una oración especial por la unidad de todos los miembros de la Iglesia.

Diálogo con Cristo

Oh, Dios, que a través de tu Hijo te has hecho Palabra encarnada, te pedimos quieras concedernos una mirada limpia para descubrirte en toda ocasión y así podamos disfrutar de la presencia de tu Rostro.

martes 25 Septiembre 2012
Martes de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario

San Cleofás


Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI : “Mi madre y mis hermanos, son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”

Lecturas

Proverbios 21,1-6.10-13.


El corazón del rey es una corriente de agua en manos del Señor: él lo dirige hacia donde quiere.
Al hombre le parece que todo su camino es recto, pero el Señor pesa los corazones.
Practicar la justicia y el derecho agrada al Señor más que los sacrificios.
Los ojos altaneros, el corazón arrogante, la luz de los malvados: todo eso es pecado.
Los proyectos del hombre laborioso son pura ganancia, el que se precipita acaba en la indigencia.
Tesoros adquiridos con engaños son ilusión fugaz de los que buscan la muerte.
El alma del malvado desea el mal, él no se apiada de su prójimo.
El simple se hace sabio cuando se castiga al insolente, y asimila la ciencia cuando se instruye al sabio.
El justo observa la casa del malvado, y precipita en la desgracia a los malos.
El que cierra los oídos al clamor del débil llamará y no se le responderá.


Salmo 119(118),1.27.30.34.35.44.


Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
Instrúyeme en el camino de tus leyes,
y yo meditaré tus maravillas.

Elegí el camino de la verdad,
puse tus decretos delante de mí.
Instrúyeme, para que observe tu ley
y la cumpla de todo corazón.

Condúceme por la senda de tus mandamientos,
porque en ella tengo puesta mi alegría.
Yo cumpliré fielmente tu ley:
lo haré siempre, eternamente.



Lucas 8,19-21.


Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte".
Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Papa Benedicto XVI
Discurso del 26/02/2009 al clero diocesano de Roma (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

“Mi madre y mis hermanos, son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”

María es la mujer de la escucha. Lo vemos en el encuentro con el
ángel y lo volvemos a ver en todas las escenas de su vida, desde las bodas
de Caná hasta la cruz y hasta el día de Pentecostés... En el momento del
anuncio del ángel podemos ver ya la actitud de escucha, una escucha
verdadera, una escucha dispuesta a interiorizar: no dice simplemente "sí",
sino que asimila la Palabra, acoge en sí la Palabra. Y después sigue la
verdadera obediencia, como una Palabra ya interiorizada, es decir,
transformada en Palabra en mí y para mí,... Así la Palabra se convierte en
encarnación. Lo mismo vemos en el Magníficat. Sabemos que es un
texto entretejido con palabras del Antiguo Testamento. Vemos que María es
realmente una mujer de escucha, que en el corazón conocía la Escritura. No
sólo conocía algunos textos; estaba tan identificada con la Palabra, que en
su corazón y en sus labios las palabras del Antiguo Testamento se
transforman, sintetizadas, en un canto. Vemos que su vida estaba realmente
penetrada por la Palabra; había entrado en la Palabra, la había asimilado;
así en ella se había convertido en vida, transformándose luego de nuevo en
Palabra de alabanza y de anuncio de la grandeza de Dios... Es
evidente que la Virgen es palabra de la escucha, palabra silenciosa, pero
también palabra de alabanza, de anuncio, porque en la escucha la Palabra se
hace de nuevo carne, y así se transforma en presencia de la grandeza de
Dios.



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