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Gregorio "el Iluminador", Santo |
Fundador y santo patrón de la Iglesia Apostólica Armenia, llamado
el segundo Iluminador de Armenia, tras los apóstoles Judas Tadeo
y Bartolomé.
Martirologio Romano: En Armenia, san Gregorio, apellidado el Iluminador,
obispo, que, después de sobrellevar muchos trabajos, se retiró a
una cueva cerca de la confluencia del Éufrates ramificado y
allí descansó en paz. Es considerado apóstol de los armenios
(c. 326).
Etimología: Gregorio = aquel que está siempre preparado
Pertenecía a
la línea real de la Dinastía arsácida, siendo el hijo
de un parto de nombre Anak, que asesinó a Chosrov
I rey de Armenia, y por lo tanto, trajo la
ruina sobre sí mismo y su familia. Su madre se
llamaba Okohe, y los biógrafos armenios afirman que la primera
influencia cristiana que recibió fue en el momento de su
concepción, que tuvo lugar cerca del monumento elevado a la
memoria del santo apóstol Tadeo.
Educado en Cesarea de Capadocia por
un cristiano noble llamado Euthalius, Gregorio solicitó, al llegar a
la mayoría de edad, ser el encargado de evangelizar en
la doctrina cristiana su tierra natal. A los 22 años
se casó con una cristiana de nombre Mariam, de cuyo
matrimonio nacen dos hijos, Vartanés y Aristakés. Tras siete años
de enlace, interrumpen su vida matrimonial de común acuerdo, siguiendo
las enseñanzas de san Pablo. Gregorio se va de Cesarea
y Mariam se retira a un convento, para llevar una
vida retirada, pero sin ser religiosa.
Evangelizador de Armenia
En ese momento
reina el Armenia Tiridates III, hijo del rey Chosroes. Influido
en parte por el hecho de que Gregorio era el
hijo del enemigo de su padre, capturó a Gregorio y
le sometió a un cruel encarcelamiento de catorce años en
un agujero en la llanura de Ararat. En ese mismo
lugar se levanta hoy en día la iglesia de Khor
Virap, cerca de la histórica ciudad de Artashat.
Las crónicas ortodoxas
describen numerosas y variadas formas de tortura sufridas por el
santo, hasta llegar a ser juzgado y condenado a muerte
en doce ocasiones, penas a las que sobrevivió, ayudado, según
la tradición, por una mujer creyente que le llevaba cada
día un trozo de pan.
Tirídates cayó en profunda tristeza, rozando
con la locura y durante un día de caza, comienza
una vida errante en el bosque, padeciendo un síndrome similar
a la licantropía, ante el que nadie podía acercársele ni
llevarlo al palacio. La hermana del rey tiene, según la
leyenda, una visión, en la cual Dios le revela que
solamente Gregorio, que está en la mazmorra de Artashat, puede
curar a su hermano. Gregorio fue requerido para restaurar la
razón del rey, en base a su reconocida santidad. Una
vez en la corte, predica la religión cristiana y hace
oración a Dios para curar al rey Tirídates. Cuando éste
sana, pide el bautismo y en 301, Armenia se convirtió
en el primer país que adoptó el cristianismo como religión
del estado.
Éxito
La causa del cristianismo parecía garantizada: el Rey, los
príncipes y el pueblo compitieron entre sí en la obediencia
a Gregorio. Como resultado, se establecieron numerosos monasterios, iglesias y
escuelas. En 302, Gregorio recibió su consagración como Patriarca de
Armenia de parte de Leontius de Cesarea. En 318 Gregorio
nombró a su hijo Aristaces como su sucesor.
Hacia el año
331 se retiró a una cueva y vivió como un
ermitaño en el Monte Sebuh, en la provincia de Daranalia
en la Alta Armenia, y allí falleció pocos años después
sin que nadie le acompañase. Cuando se descubrió que había
muerto, su cadáver fue trasladado a la aldea de Thodanum
(o Tharotan). Los restos del santo fueron repartidos por varios
países a modo de reliquias. Se cree que su cabeza
se encuentra en Italia, su mano derecha en Echmiadzin, Armenia,
y su izquierda en la Santa Sede de Cilicia, en
Antelias, Líbano.
A su muerte la Iglesia armenia se convirtió en
extremadamente rica, pues además de los antiguos templos que el
rey había confiscado para los católicos, se le otorgaron grandes
extensiones de tierra. La iglesia se convirtió en la dueña
de aproximadamente 10000 explotaciones ganaderas, que fueron utilizadas igual por
el clero que por los príncipes. Era tal la importancia
económica de la institución que durante las épocas de guerras
la iglesia estaba obligada a ayudar al rey con soldados
e impuestos. Se sabe que la iglesia, en un caso
de necesidad, se vio obligada a proporcionar al rey 5.000
caballeros y 4.000 soldados de infantería.
La fuente más autorizada de
la vida de Gregorio es Agathangelos, secretario del rey, cuya
Historia de Tiridates fue publicado por el Mekhitarists en 1835.
También aparece ampliamente en la Historiae Armenicae de Moisés de
Chorene y en la obra de Simeon Metaphrastes. en 1749
se publicó en Venecia una biogrfía de Gregorio compuesta por
el Vartabed Mateo, publicado en armenio, obra se tradujo al
inglés por el reverendo S.C. Malan en 1868.
Gregorio es venerado
en la Iglesia Católica Apostólica Romana, Iglesia Católica Armenia, Iglesia
Apostólica Armenia, Iglesia Ortodoxa, Antiguas Iglesias Orientales y por las
Iglesias Orientales Católicas.
30 de septiembre
SAN GREGORIO el ILUMINADO,
Obispo de Ashtishat(330)
Probablemente los primeros que
predicaron la fe cristiana en Armenia, durante el segundo y el tercer siglo de
nuestra era, fueron los misioneros llegados de Siria y de Persia, pero las
creencias y tradiciones locales en relación con las primeras evangelizaciones,
son distintas y contradictorias. Las
fabulosas leyendas dicen que los primeros evangelizadores fueron los apóstoles
San Bartolomé y San Judas Tadeo y, en relación con este último santo, le
adjudicaron la historia del rey Abgar el Negro y su parecido con Nuestro Señor
Jesucristo, asunto éste que, en realidad pertenece a San Addai, que vivió en
Edessa. Sin embargo, los armenios veneran también a San Gregorio de Ashtishat
como al apóstol que llevó la luz del Evangelio a su país, por lo que le
llaman el "Iluminado" o "Iluminador"
y le tienen como al patrono principal. Gregorio vino al mundo en Armenia durante
el siglo tercero, en la época en que el país había sido invadido por los
persas. Sus orígenes y hasta su nacionalidad son inciertos. De acuerdo con las
tradiciones armenias, poco dignas de crédito,
era hijo de aquel famoso Anak, el parto que asesinó al rey Khosrov I de
Armenia. Este monarca, antes de morir, pidió a sus súbditos que le vengaran
por medio del exterminio de la familia de Anak y sólo escapó de la matanza
el recién nacido Gregorio, al que secuestró un mercader de Valarshapat y lo
llevó a Cesárea, en la Capadocia. Se sabe con certeza que ahí fue bautizado
y. a su debido tiempo, se casó y tuvo dos hijos, San Aristakes y San Vardanes.
Tiridates, uno de los hijos del
asesinado rey Khosrov, quien había vivido exilado en diversas partes del
imperio romano, logró reunir un ejército, al frente del cual regresó a
Armenia y reconquistó el trono de su padre. A Gregorio se le dio un palacio
para que viviese en la corte de Tiridates
(algo muy singular por cierto, si es que Gregorio era el hijo del asesino del
rey), pero no pasó mucho tiempo sin que cayese en desgracia a causa de sus
actividades en favor de los cristianos y por el celo que ponía en la conversión
de almas. No tardó en estallar la persecución
activa contra éstos y, en el curso de la misma, uno de los que más sufrió fue
Gregorio. Pero, a fin de cuentas, triunfó puesto que consiguió convertir y
bautizar al propio Tiridates (también al rey se le venera como a
un santo) y, mientras los cristianos del imperio morían por centenares durante
la persecución de Diocleciano, en Armenia se proclamaba al cristianismo como la
religión oficial, y por eso se dice que el país fue (superficialmente) el
primer estado cristiano en la historia del mundo.
Gregorio se trasladó a Cesárea donde fue consagrado obispo
por el metropolitano Leoncio. Estableció su sede en Ashtishat y, con la
asistencia de los misioneros sirios y griegos, organizó su Iglesia, instruyó a
los nuevos convertidos y conquistó a otros muchos. Con el propósito de contar
con un mayor número de sacerdotes, reunió a un grupo de jóvenes y,
personalmente, los instruyó en las Sagradas Escrituras, en la moral cristiana y
en las lenguas griega y siria. Pero el episcopado
fue hereditario y, un siglo después, el obispo primado de Armenia era un
descendiente directo de Gregorio. "Sin detenerse ni retroceder, nuestro
"Iluminador" llevó el nombre vivificador de Jesús de un extremo al
otro de la tierra, en todas las estaciones y
los climas, sin temor a las fatigas y siempre diligente en el cumplimiento de
los deberes de un evangelizador, en lucha contra los adversarios, en ardientes
prédicas ante los caudillos y los nobles, para iluminar todas las almas que,
tras su renacimiento en el bautismo, se
convertían en hijas de Dios. Para que resplandeciera la gloria de Jesucristo,
rescataba a los prisioneros y cautivos y también a aquellos
que vivían oprimidos por los tiranos, deshacía o enmendaba los contratos
injustos, tan sólo con su palabra consolaba a muchos de los que sufrían o de
los que vivían bajo el temor, al infundirles la esperanza en la gloria de Dios
y plantarles en el alma la simiente de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, a
fin de que llegasen a ser enteramente felices."
Gregorio envió a su hijo, San Aristakes, como representante
suyo en el primer Concilio ecuménico de Nicea y, se afirma que cuando el obispo
leyó el acta de aquella asamblea, exclamó: "En cuanto a nosotros,
alabamos a Dios que fue antes de todos los tiempos y adoramos a la Santísima
Trinidad y al solo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y por todos los
siglos." Esas son las palabras que, las haya dicho o no las haya dicho San
Gregorio en aquellos momentos, repite el celebrante en la liturgia eucarística
armenia, cuando el diácono ha recitado el anatema conciliar, después del
Credo. Al poco tiempo, Gregorio consagró a Aristakes para que le sucediera en
la sede episcopal y él se retiró a una ermita del Monte Manyea, en la
provincia de Taron. Ahí le encontró muerto un pastor al año siguiente. Sus
restos fueron sepultados en Thortan.
Los datos que hemos dado son muy inciertos, pero si escasean
las auténticas informaciones, abundan en cambio las leyendas. Estas sirvieron
de base para el relato que escribió un tal Agatángelo, quien asegura que fue
el secretario del rey Tiridates. Esa obra no fue escrita antes de que hubiese
transcurrido la mitad del siglo quinto. De acuerdo con ese escrito, Gregorio
tuvo un primer conflicto con Tiridates, por haberse rehusado
a colgar una guirnalda de flores al cuello de la imagen de la diosa Anahit en su
templo de Ashtishat. El rey hizo cuanto estuvo de su parte para convencerlo a
obedecer, pero al ver que las palabras eran inútiles, sometió a Gregorio a
doce tormentos distintos, crueles algunos,
ingenuos los otros, pero todos diferentes a los que practicaban los romanos para
martirizar a los cristianos. Después, Gregorio fue arrojado a un foso
nauseabundo, donde se le dejó olvidado durante quince años entre cadáveres
putrefactos, basura y animales inmundos.
Gracias a los buenos servicios de una viuda que a diario se acercaba al foso
para dar de comer al desdichado, pudo mantenerse con vida. Tras el martirio de
Santa Rípsima (29 de septiembre), el rey Tiridates se transformó en
un oso y vivió en los bosques, con los de su especie. Pero la hermana del rey
tuvo una visión en la que le fue revelado que únicamente las plegarias de San
Gregorio podrían devolver al monarca su forma natural. Entonces fue una
comitiva de cortesanos hasta el foso
pestilente para sacar a Gregorio de entre las inmundicias; el santo se puso en
oración y, en seguida, reapareció el rey, en persona, lleno de contrición y
de gratitud, pidiendo el bautismo para él y toda su familia. Gregorio pasó una
temporada en la corte, tratado como el
propio rey, y luego se retiró a las soledades de Valarshapat, en las
estribaciones del Monte Ararat, donde se entregó al ayuno y la oración. Al
cabo de setenta días, se le apareció Nuestro Señor Jesucristo y le dijo que
en aquel lugar debía edificarse la gran
iglesia catedral de Armenia. Gregorio se apresuró a cumplir con las órdenes
celestiales y en poco tiempo se construyó una gran iglesia que se llamó
Etshmiadzin, que significa "el Único Esperado descendió." Es muy
posible que la historia de la aparición
haya sido inventada para reforzar la solicitud de que la Iglesia de Armenia
fuese independiente de la Iglesia de Cesárea. Cada uno de estos maravillosos
sucesos: los doce tormentos, los quince años en el foso, la liberación del
foso y la visión, son conmemorados por los
armenios con una fiesta particular, aparte de las otras festividades en honor de
San Gregorio. En algunas partes, como en Grecia, se le venera, equivocadamente,
como a un mártir. Los emigrantes armenios introdujeron
la devoción a San Gregorio en el sur de Italia, y aún hay una iglesia en Nápoles
que asegura poseer algunas reliquias del santo que, sin embargo, se conservan íntegras
en la catedral de Armenia. A San Gregorio se le menciona en el canon de la misa
armenia.
En el caso de los santos armenios y georgianos, los que no
conocemos las lenguas orientales, tenemos que contentarnos con fuentes de
información de segunda mano. Incluso los bolandistas, en el siglo dieciocho (Acta
Sanctorum, sept. vol. VIII), tuvieron
que arreglárselas con las versiones griegas o los resúmenes incluidos en el
Metafrasto de las fabulosas narraciones armenias, atribuidas a Agatángelo. Los
originales armenios no existen ya, pero hay una versión muy antigua en árabe,
que data del período inmediatamente
posterior al pseudo Agatángelo. Esta versión se encuentra en una carta (c.
714) de Gorge, un obispo árabe, dirigida al sacerdote Josué. Véase
a von Ryssel, en Ein Brief Georgs an den Presb. Joshua (1883); A. von
Gutschmid, en Kleine Schriften, vol. III (1892), pp. 339-420; a Gelzer,
en el Ber.ichte del Sachsischen Gesellschaft, 1895, pp. 109-174; a
P. Peeters en la Analecta Bollandiana, vol. XXVI (1907), pp. 117-120 y
vol. I (1932), pp. 3-58; a G. Garitte, en Documents
pour l´étude du livre d´Agathange, en Studi e
testi, No. CXXVII (1946), donde se incluye un texto inédito en griego sobre los escritos de Agatángelo,
del que se deriva el texto árabe. Ver también el extenso artículo de Fr. P.
Peeters en la Analecta Bollandiana, vol.
LX (1942), a propósito del
calendario de mármol de Nápoles; la nota de los bolandistas en Martirologio
Romano (1940), pp. 426-427; a S. Weber, en Die
Katolische Kirche in Armenien (1903), pp. 115 y ss.; a
F. Tournebize, en su (1901), pp. 403 y ss.; y a L. Duchesne,
en Histoire ancienne de l´Eglise,
vol. III (1911), pp. 528-536.
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