|
El verdadero amor no acaba |
El verdadero amor no acaba…los matrimonios no fracasan…a veces
tiramos la toalla cuando apenas empieza el reto de aprender
realmente a amar… Hay matrimonios que se separan porque sufren
un quebrantamiento, a veces problemas personales llevados a la vida
en común, a veces problemas en la forma de relacionarse,
generalmente por la falta de claridad sobre los fines
del matrimonio. El tiempo de separación puede ser más
o menos largo, de acuerdo a la comprensión de los
problemas que los llevaron a buscar caminos separados y al
empeño por encontrar soluciones. Desafortunadamente, algunos no buscan soluciones, perjudicando
a los miembros de la familia y poniendo en peligro
su alma. Cuando hay dificultades en un matrimonio es necesario
que las personas que lo conforman busquen ayuda, alguien que
les guie y les convenza, que la tarea de la
vida es aprender a amar y que amar es abrirle
a Dios el corazón y actuar de acuerdo a sus
enseñanzas. Si lo hacen, van a lograr no solo que
el matrimonio se solidifique en el amor, sino que
podrán ser verdaderamente felices, con el gozo que sólo el
amor de Dios puede dar y que ellos como cónyuges
podrán testificar.
“En cuanto a los casados, les ordeno, no yo
sino el Señor: que la mujer no se separe del
marido, 11. Mas en el caso de separarse, que no
vuelva a casarse, o que se reconcilie con su marido,
y que el marido no despida a su mujer”. (1
Cor. 7, 10-11) El amor conyugal debe vivir un proceso
con un comienzo, desarrollo, madurez y perfección, etapas que deben
recorrerse siempre con Dios como centro de ese amor. El
amor conyugal es capaz de abrirse a a ese
gran misterio con el cual Dios lo creó y así
juntos empezar a amarse, crecer, profundizar ese amor, y
poder lograr una entrega más madura viviendo así uno para
el otro entregándose sin condición, sin límites desinteresadamente, sin egoísmos.
El amor se aprende poniendo nuestros ojos en quien sabe
amar: “nadie ama más que quien da la vida por
sus amigos”. Dios mismo nos dio la más grande prueba
de amor. Quien comprende el amor de Dios y la
indisolubilidad del Sacramento del Matrimonio, aunque esté separado, crece en
el amor por su cónyuge. Comprende su papel de intercesor
ante Dios por el cónyuge ausente. Sabe que cada oración,
cada sacrificio, opera positivamente porque tiene certeza en las promesas
de Dios. “Todos nuestros sacrificios son como un río subterráneo:
no lo vemos porque corre por debajo de la tierra,
pero por arriba los árboles crecen y dan frutos. La
indisolubilidad es como el canal unido al corazón de Cristo
Esposo con los dos cónyuges y es nuestro deber rezar
para que Dios haga fluir su gracia hacia el otro,
lejos física y afectivamente, pero aún unido en el espíritu
de Dios mismo.”(Ma.Pia Campanella) Muchas veces, aquellos que se han
separado, creen que ya no hay solución y buscan
un amor mundano, vacío, distraído en una tercera persona,
con la que encuentra alguna afinidad, pero al final no
llena, porque solo el amor que Dios ha bendecido es
capaz de abarcarlo todo, porque da unidad, integridad y
fortalece el alma. Para entrar en el amor eterno,
el amor fiel e indisoluble, los cónyuges deberán abrirse a
la gracia divina dejando a Dios renovar esa entrega, para
que ese amor permanezca por siempre y se fortalezca
cada día más. Oración Padre eterno te pedimos hoy
impongas Tu mano sobre los cónyuges que hoy se encuentran
separados para que sanes las heridas sufridas en sus matrimonios,
que Tu poder sanador llegue a lo más profundo renovando
en ellos el primer amor. Que ese amor de esposos
que un día fue bendecido por Ti, reciba la gracia
de saber perdonarse y sanarse, comprendiendo que solo ese primer
amor es el que verdaderamente les dará felicidad con gozo
en el alma. Pedimos la intercesión de nuestra Madre Santísima
para que los cubra con su manto y les abrace
con su amor maternal y puedan volver a vivir juntos
por siempre dando todo el honor y Gloria a Dios.
Amén
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario