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Simaco, Santo |
LI Papa
Martirologio Romano: En Roma, en la basílica de
San Pedro, san Símaco, papa, a quien los cismáticos amargaron
durante largo tiempo la vida y murió finalmente como un
auténtico confesor de la fe. († 514) El Líber Pontificalis afirma que san Símaco
era hijo de un tal Fortunato y que nació en
Cerdeña. Recibió el bautismo en Roma, donde llegó a ser
archidiácono del papa Anastasio II, a quien sucedió en el
pontificado el año 490. Pero el día mismo de la
elección de san Símaco, una minoría del clero, que simpatizaba
con Bizancio, se reunió en Santa María la Mayor y
eligió papa a Lorenzo, arcipreste de Santa Práxedes. En la
empresa les ayudó, con dinero, un senador llamado Festo, a
quien Anastasio, el emperador de Constantinopla que debía proteger más
tarde a los monofisitas, había pagado para que procurase que
el nuevo papa confirmase el documento imperial conocido con el
nombre de «Nenótikon de Zenón», condenado por su predecesor.
Tanto
san Símaco como Lorenzo apelaron al arriano Teodorico, rey de
Ravena, quien zanjó la cuestión en favor de san Símaco,
porque éste había sido elegido antes que Lorenzo y por
un número mayor de miembros del clero. Teodorico aprovechó la
ocasión para afirmar que Símaco «amaba al clero y al
pueblo y era bueno, prudente, amable y gracioso». Sin embargo,
la sentencia de Teodorico no puso fin a las dificultades
que habían de perturbar la primera mitad del pontificado de
san Símaco.
El nombre del santo no figura en los martirologios
más antiguos, y apenas sabemos algo sobre su vida. Cuando
Trasimundo, el rey arriano, desterró a Cerdeña a muchos obispos
del África, San Símaco les envió dinero y vestidos para
ellos y sus fieles. Todavía se conserva la carta que
les escribió para consolarlos y que les envió junto con
algunas reliquias de mártires. San Símaco fundó tres posadas para
los pobres, socorrió a las víctimas de las incursiones de
los bárbaros en el norte de Italia y rescató a
numerosos cautivos. También decoró o restauró varias iglesias de Roma
y construyó las basílicas de San Andrés, de San Pancracio
extra muros y de Santa Inés, en la Vía Aurelia.
Según la costumbre de la época, todos estos hechos se
conmemoraron en inscripciones. En una de ellas, refiriéndose al fin
de las dificultades con el antipapa Lorenzo, san Símaco dice:
«Los lobos han cesado de mordernos». El santo Pontífice murió
el 19 de julio de 514 y fue sepultado en
San Pedro.
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