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Melchor de Quirós, Santo |
Obispo y Mártir
Martirologio Romano En Nam Dinh, de Tonquín (hoy
Vietnam), san Melchor García Sampedro, obispo, de la Orden de
Predicadores y mártir, encerrado primero por ser cristiano en una
estrechísima cárcel, y después, por orden del emperador Tu Duc,
materialmente despedazado (1858).
En una pequeña aldea, Cortes, del concejo
asturiano de Quirós, el año 1821, nace Melchor García Sampedro.
Un tío suyo sacerdote que regenta una parroquia cercana le
instruye en las primeras letras. A los catorce años se
desplaza a Oviedo. Estudia en la Universidad de esa ciudad
Filosofía y Teología con vistas a ser sacerdote en aquella
diócesis. Cuando estaba en los últimos años de teología decide
incorporarse a la Orden Predicadores. Esto le obligó al terminar
sus estudios e incluso tras ser durante algún tiempo profesor
en la Universidad a desplazarse al único convento de dominicos
que las leyes desamortizadoras habían tolerado e España, el de
Ocaña.
Toma el hábito y empieza el noviciado en agosto de
1845. Un año después se compromete definitivamente con la Orden.
El 29 de mayo de 1847 sería ordenado sacerdote. Sólo
nueve meses después sería destinado a Manila. Embarcará un siete
de marzo de 1848. Con él otros cuatro dominicos navegaron
durante cinco meses y medio. El día de Santiago desembarcaron
en la capital de las islas Filipinas.
Se le propone ser
profesor en la reconocida universidad de Santo Tomás de Manila
que los dominicos habían fundado y era, y es, el
centro católico de más prestigio del Oriente. Manifiesta, sin embargo,
su deseo de siempre de ser misionero y los superiores
respetan esa decisión.
Las misiones a las que quería ser enviado
eran las de Tung-King, como entonces se llamaba el Vietnam
de ahora. Si por algo se significaban esas misiones era
por el hecho de que el misionero se jugaba la
vida, a causa de las oleadas de persecuciones que de
vez en cuando desataban las autoridades políticas.
Llegado a Tung-King
tuvo que enfrentarse antes de nada con el aprendizaje de
la lengua anamita. No debió tardar mucho en hacerse más
o menos con ella, porque a los pocos meses estaba
ya ejerciendo el ministerio pastoral, es decir: oyendo confesiones, predicando.
Pronto se le nombró Vicario General del Vicariato oriental.
La situación
de persecución se agudizó y generalizo. Lo que hizo que
la Iglesia quisiera que, junto al obispo titular, se consagrara
también uno coadjutor. Así en el caso del martirio del
obispo, la iglesia no quedaría nunca sin pastor. Mons. José
María Díaz Sanjurjo fue delegado de la santa Sede para
elegir y consagrar un obispo coadjutor. Y eligió al que
todos esperaban que lo fuera, Fray Melchor García Sampedro.
San Melchor
comenzó su actividad como obispo a los 34 años. Difícil
fue su ministerio. Mons. Melchor, ahora un personaje, por su
condición de obispo y por la admiración de sus fieles,
encontraba realmente difícil no ser reconocido por los perseguidores. Sin
embargo su ministerio le obligaba a desplazarse de comunidad cristiana
en comunidad cristiana. El martirio estuvo siempre en sus deseos
más profundos. De momento le tocó presenciar cómo fieles cristianos,
sacerdotes, catequistas iban siendo martirizados. Él pudo contar el encarcelamiento,
los sufrimientos y el martirio del obispo titular, hoy San
José María Díaz Sanjurjo. Tuvo lugar e 20 de julio
de 1957.
Fue un tiempo, lo relata el mismo San Melchor
de desplazamientos camuflado, vestido como un hijo de aquella tierra,
a pie descalzo, o en pequeñas barcas...; de catequesis durante
las noches, de misa antes de amanecer. Todo ello viendo
cómo la persecución se iba llevando a catequistas, sacerdotes fieles...Se
sentía casi con mala conciencia por ver que el martirio
no le llegaba a él, que tenía como misión alentar
esa fe que a otros les había supuesto ser asesinados.
Se
le busca ansiosamente para acabar con su vida. Tuvo que
realizar un duro discernimiento, ofrecerse él a quienes lo buscaban
o seguir ocultándose. El mismo refiere lo que llama el
"purgatorio" de no saber qué hacer. Pero, sin necesidad de
salir al encuentro de quienes le buscaban el 13 de
mayo escribe a la autoridad de la Orden en España,
despidiéndose con estas palabras "Si ésta es la última, hasta
el cielo. Adiós”.
De acuerdo con la estrategia que, como hemos
dicho se seguía, tuvo que proceder a elegir entre los
sacerdotes uno que la Santa Sede nombrara obispo coadjutor. Eligió
a Fray Valentín de Berriochoa, vasco de Elorrio. Un mes
después San Melchor fue hecho prisionero. Se le acusaba de
haber entrado en aquel país sin permiso y de ser
el jefe de quienes atentaban contra el emperador Tu-Duc. Siendo
cierta la primera razón, fray Melchor manifestó siempre un cuidado
interés en quedar fuera de las decisiones puramente políticas y
en respetar la autoridad política. En las numerosas cartas que
se conservan nunca se encuentra alusión, y menos crítica, a
asuntos puramente políticos.
Fue su sucesor Mons. Valentín, así como otros
sacerdotes, quienes han contado con todo detalle su arresto, su
traslado a la capital de la provincia y su terrible
martirio. Pocos martirios podemos ver en actas de mártires que
hayan alcanzado la crueldad del infligido a san Melchor. Extremidades
descoyuntadas para atarlas a estacas que estaban a mayor distancia
de lo que permitían sus brazos y piernas, para luego
ser cortadas sus extremidades con un hacha sin filo. Los
testigos relatan incluso el número de golpes que fue necesario
dar a sus rodillas, a sus brazos para cortarlos. Le
abrieron el vientre y finalmente le cortaron la cabeza. Era
el 28 de julio de 1858. Tenía el santo 37
años
Será su sucesor, San Valentín de Berriochoa, comentará cómo se
cumplió en aquellas tierras una vez más que la sangre
de mártires es semilla de cristiana. "Por muchos años que
hubiera vivido el santo obispo fray Melchor desarrollando su conocido
celo apostólico difícilmente hubiera convertido al cristianismo más que los
que convirtió con su martirio", dice el santo.
Cuando llegó a
Asturias la noticia del martirio de san Melchor aún vivían
sus padres. Sus restos llegarían años después. Hoy se veneran
en la catedral de Oviedo.
Pío XII le beatificó junto a
su predecesor, José María Díaz Sanjurjo el 29 de abril
de 1951. El 19 de junio de 1988 fue canonizado
por Juan Pablo II, junto con otros ciento
dieciséis mártires de la Iglesia Vietnamita.
El mismo papa los
proclamó patronos de esa iglesia.
ORACIÓN Sacerdote de Dios, misionero fervoroso,
apóstol infatigable, mártir de la fe de Jesucristo, bienaventurado fray
Melchor. Me acerco a ti confiadamente impetrando tu ayuda en
mi necesidad, tu consuelo en mi dolor, tu esfuerzo en
mi desaliento. Tu que anduviste por caminos de humildad, quítame
el espíritu de soberbia; tu que te entregaste a Dios
tan generosamente, haz que desaparezca en mí el egoísmo. Haz
que en Dios crea con la intensidad de tu fe
y que a Dios sirva con el desinterés con que
tu le serviste. Haz que arda en mí aquella caridad
que te llevó a sufrir tan horrible y doloroso martirio.
Si lo que te pido en esta novena es para
gloria de Dios, alabanza tuya y bien de mi alma,
concédemelo; de lo contrario, dame conformidad, energía y entereza para
sobrellevar mis sufrimientos y para cumplir en todo y siempre
la voluntad de Dios. Amén.
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