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Modestino de Jesús y de María Mazzarell, Beato |
Presbítero
Martirologio Romano: En Nápoles, ciudad de la Campania, beato Modestino
de Jesús y de María (Domingo) Mazzarello, presbítero de la
Orden de los Hermanos Menores, que, cercano siempre a toda
clase de pobres y afligidos, al asistir a los moribundos
en tiempo de cólera murió contagiado de la misma enfermedad
(1854).(1802‑1854)
Beatificado por Juan Pablo II
en enero de 1995.
Nació en Frattamaggiore, Provincia de Nápoles, diócesis
de Aversa, el 5 de septiembre de 1802, hijo de
Nicola Mazzarella, cordelero, y Teresa Esposito, tejedora, humildes artesanos pero
ejemplares padres cristianos. Bautizado al día siguiente de su nacimiento
con el nombre de Domingo. Sirvió como monaguillo en la
parroquia y ayudaba en el culto a la Santísima Virgen
Madre del Buen Consejo.
A los 16 años fue acogido
gratuitamente en el seminario de Aversa por el obispo Mons.
Agostino Tommasi, al fallecer trágicamente éste hubo de volver a
casa, pero no descuidó sus estudios de preparación para el
sacerdocio. Atraído luego por la vida austera de los Hermanos
Menores del vecino convento de Grumo Nevaro, vistió el hábito
franciscano en el convento de Piedimonte Matese el 3 de
noviembre de 1822, hizo el noviciado en el convento de
Santa Lucía al Monte, Nápoles, hizo los votos el 27
de noviembre de 1824, fue ordenado sacerdote el 22 de
diciembre de 1827 en la catedral de Aversa.
Dedicado a la
predicación y al sacramento de la reconciliación, fue guardián en
varios conventos. En 1839 fue trasladado al convento de Santa
María della Sanità, en uno de los barrios más populares
de la ciudad de Nápoles, donde permaneció hasta su muerte,
ejerciendo un provechoso y admirable ministerio sacerdotal sobre todo a
favor de los más pobres y enfermos. Se distinguió sobre
todo por su celo en la defensa de la vida
naciente y la difusión de la devoción a la Santísima
Virgen bajo la advocación de Madre del Buen Consejo, la
devoción de su juventud.
Se integró con cristiana compasión en
el contexto social de su gente, y supo adaptar con
formas adecuadas a la cultura y a la mentalidad de
su tiempo el eterno evangelio de la caridad y de
la paz, haciendo surgir del fondo del alma y del
corazón del generoso pueblo napolitano insospechadas energías espirituales y morales.
El
24 de julio de 1854, afectado por el cólera contraído
mientras asistía a las víctimas de esa epidemia, después de
haber pedido perdón a los hermanos e invocado con filial
fervor a la Madre del Señor, fue acogido por el
Resucitado en el reino de los bienaventurados, con gran pesar
de sus beneficiados y de toda Nápoles. Modestino, con su
vida de apertura a las necesidades de los pobres y
marginados de su tiempo, sigue siendo un modelo sobre todo
para los consagrados, y es un llamamiento a dar testimonio
con vigor y coherencia del evangelio de la caridad, e
invita a los jóvenes a responder con valor y entusiasmo
a la invitación de Aquel que los quiere hoy como
colaboradores de Dios y testigos de su misericordia.
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