lunes, 30 de julio de 2012

Llevan la Buena Nueva a mujeres en condición de prostitución

Se les canaliza a hospitales o clínicas para que reciban atención médica; se ofrecen espacios educativos ; además, se les brinda terapia de sanación y acompañamiento personal
 
"Hacemos todo lo posible para que descubran su riqueza; les hacemos énfasis en un Dios que las ama, y que quiere que se sientan amadas":Oblatas del Santísimo Redentor.

La "pedagogía del amor" es el escudo y el arma de la hermanas de la Congregación Oblatas del Santísimo Redentor, para cumplir con la misión de llevar la Buena Nueva a las mujeres que se encuentran en situación de prostitución en la zona de La Merced, Mixcalco y Circunvalación, en el Distrito Federal.

A través del Centro Madre Antonia, desde hace 23 años se les brinda apoyo espiritual, alfabetización, asesoría legal, atención médica y psicológica, ayuda alimentaria, e incluso, cursos de capacitación para que puedan conseguir un trabajo, así como servicios de estancia infantil para sus hijos. En esta estancia los niños reciben educación, comida y cuidados hasta los seis años de edad.

"Lo que nos interesa es que nuestro servicio y acompañamiento ayude a estas personas a descubrir su riqueza interior y sus capacidades, y si a través de nosotras experimentan algo distinto,¡alabado sea Dios! porque es Él quien se encarga de transformar las vidas", manifestó la hermana Aurea Rendón, una de las responsables del centro.

La labor más difícil de las Oblatas del Santísimo Redentor es en las calles, en los puntos de "trabajo" de las mujeres. A esta etapa le llaman el "abordaje", y consiste en visitarlas para ofrecerles los servicios del centro. "Todo tiene que ser muy rápido, algunas apenas nos miran porque se sienten vigiladas, y sienten que si se ve que nos escuchan, les puede ir peor", relata la hermana.

"También hay quienes tienen la confianza y el tiempo para hablar. Entonces se explayan, abren su corazón y nos cuentan sus dificultades e ilusiones. Nos comparten sus preocupaciones, como por ejemplo, que no les alcanza para mantener a sus hijos, que alguna amiga está enferma o en la cárcel, etc.".

Allí, en las calles del centro de la "Capital de la Esperanza" se tejen miles de historias, la mayoría relacionadas con la violencia que viven a diario muchas de las mujeres que ejercen la prostitución: "violencia de parte de quienes las mandan, de los clientes, de algunas autoridades, violencia entre ellas mismas… mucha violencia", destaca la religiosa.

Agrega que la mayoría son mujeres que arrastran carencias emocionales desde la infancia. Incluso, algunas abiertamente explican que han sido empujadas por su propia familia a la prostitución.

Pese a la situación de vulnerabilidad en la viven, estas mujeres tienen muchas ilusiones: sacar adelante a su familia; que los hijos no sufran lo mismo que ellas; rehacer su vida, tener un hogar, etc.

El que puedan hacer realidad sus sueños es uno de los objetivos del Centro Madre Antonia, donde poco a poco se les ayuda a tomar conciencia de las responsabilidades que tienen hacia sus hijos, sobre ellas mismas, sobre su derecho a ser feliz, a descubrir sus capacidades, y eso las lleva a ser más solidarias.

"Me tocó ver cuando una de ellas se enfermó y tuvo que ir al hospital; en ese momento las compañeras comenzaron a organizarse para cuidar a los hijos. En otra ocasión falleció una de las mujeres mayores, y rápido la compañeras se concentraron para el funeral y el novenario", relata la hermana Aurea.

El trabajo en el centro

Después del "abordaje" en las calles, la labor continúa en el centro, donde se recibe a unas 300 mujeres cada mes: se les escucha y se les ayuda a resolver diferentes problemáticas, desde un servicio de salud, un abogado o un plato de comida, hasta el cuidado de sus hijos mientras están en la calle.

Aquí se les canaliza a hospitales o clínicas para que reciban atención médica general, ginecología y análisis clínicos; se les gestionan sus documentos ante las instancias correspondientes; se ofrecen espacios educativos de alfabetización de nivel primaria y secundaria; además, se les brinda terapia de sanación y acompañamiento personal, procurando siempre un cambio de vida.

"Hacemos todo lo posible para que descubran su riqueza; les hacemos énfasis en un Dios que las ama, y que quiere que se sientan amadas, porque si se aman a ellas mismas podrán darle amor a su familia", concluye la hermana Aurea Rendón.

Ayudar a las Oblatas del Santísimo Redentor con su labor.
Dirección: Margil Nº 15-A, entre Zapata y Guatemala, Col. Centro. Del. Cuauhtémoc, C.P. 15100, México D.F.Tel: 5542-7066.

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