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María de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, Beata |
Virgen, religiosa de la Congregación de las Crucificadas Adoratrices de la
Eucaristía
Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, beata María de la Pasión,
virgen (1912).Nació el 23 de
septiembre de 1866 en Barra (Nápoles, Italia). Fue bautizada al
día siguiente con el nombre de Maria Grazia. Sus padres,
Leopoldo Tarallo y Concetta Borriello, tuvieron otros seis hijos, dos
de los cuales murieron muy pronto. Dos de las hijas
fueron también religiosas en el instituto en el que ingresó
la sierva de Dios.
Sus padres, que le dieron una
sólida formación humana y cristiana, vivían aún cuando murió María
de la Pasión y colaboraron como testigos en el proceso
canónico. Su madre declaró en dicho proceso:
"Desde muy
pequeña se mostraba siempre dócil y tranquila, le gustaba estar
apartada. Al ser la primera de mis hijas, con amor
y empeño superiores a su edad, me ayudaba en los
quehaceres de la casa y se ocupaba también de enseñar
a sus hermanas pequeñas lo que ella aprendía en la
escuela".
Deseaba ardientemente recibir la Eucaristía. En su autobiografía escribe:
"Cuando iba a la santa misa con mi madre,
viendo a las personas que se acercaban a la mesa
eucarística, me ponía a llorar porque quería recibir también yo
la sagrada Comunión, pero no me lo permitían". Por fin
pudo hacerlo, a los siete años, el Lunes santo de
1873. Recibió el sacramento de la Confirmación a los diez
años, el 28 de julio de 1876.
Terminada la escuela
primaria, Maria Grazia aprendió y luego ejerció el oficio de
costurera. Su vida estaba totalmente orientada hacia la perfección cristiana
y la vida consagrada. Como Terciaria Franciscana vivía los consejos
evangélicos.
A los veintidós años, cuando pensaba que ya pertenecía
completamente a Jesús, su padre, que se oponía a esa
vocación, trató de disuadirla imponiéndole la aceptación del matrimonio. El
joven Raffaelle Aruto le había pedido la mano de María
Grazia.
Ante su padre autoritario no se atrevió a negarse,
convencida de que a pesar de ello el matrimonio no
se realizaría, pues nuestro Señor Jesucristo se lo había asegurado
en su interior. Así, el 13 de abril de 1889
se llevó a cabo el matrimonio civil, dejando para más
adelante el religioso, como era tradición en aquella región. Pero
esa misma tarde, durante el banquete para celebrarlo, Raffaelle se
sintió mal por un ataque de hemoptisis y los médicos
le aconsejaron que se trasladara a Torre del Greco para
respirar aire más salubre. Allí murió nueve meses después del
matrimonio civil, el 27 de enero de 1890.
El padre
de Maria Grazia quiso imponerle un segundo matrimonio, pero ella
le dijo: "Padre, ¿ni siquiera ahora quiere rendirse? Habiendo
visto lo que ha sucedido ¿no se convence de que
yo debo ser monja?". Por fin su padre la dejó
seguir su camino para entregarse sin reservas a Dios en
la vida consagrada.
El 1 de junio de 1891, juntamente
con su hermana Drusiana, entró en el convento de las
religiosas Crucificadas Adoratrices de la Eucaristía, fundada por la sierva
de Dios María Pía Notari. Su hermana Giuditta entró en
la congregación tres años después.
Durante el proceso canónico, la
fundadora, que le había dado el nombre de María de
la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, dio testimonio de su
vida virtuosa y de su fama de santidad.
La maestra
de novicias declaró sobre sor María: "Durante su noviciado,
bajo mi dirección, cumplió con admirable exactitud todos sus deberes
religiosos, distinguiéndose entre sus compañeras especialmente en las virtudes de
la santa obediencia y la humildad. No llamaba para nada
la atención".
Realizó plenamente su vocación por amor a la
Pasión de Jesús crucificado, a la Eucaristía y a la
Virgen de los Dolores. Decía: "Me llamo sor María
de la Pasión y debo asemejarme al Maestro".
Recibió varios
encargos, entre ellos la dirección espiritual de sus hermanas como
maestra de novicias, pero también otros más humildes, como cocinera,
ropera y portera. Entre todos los trabajos prefería el de
fabricar las hostias para la santa misa, pues lo veía
como una prolongación de la adoración eucarística y como parte
del carisma de su instituto.
Oraba continuamente; pasaba mucho tiempo
del día, y a veces durante la noche, orando en
el último lugar del coro, y permanecía en íntimo diálogo
con Dios. La oración era el alimento de su alma.
Siempre fue ejemplar y edificante en la caridad y en
la oración, y toda la comunidad la admiraba. En uno
de sus escritos manifiesta su ardiente celo apostólico con estas
palabras: "Mientras en la tristeza de mi corazón consideraba
hasta qué punto llega el encendido amor del Corazón del
Verbo divino a los hombres, y que estos corresponden a
tan gran amor con las más negras ingratitudes, me dije:
Ah, Dios mío, ojalá pudiera salir al mundo para
gritar por las plazas: Oh mundo ciego, abre los
ojos y conoce a este Dios y ámalo. (...) El
Amor no es amado, porque no es conocido". Vivió los
últimos días de su vida alimentándose únicamente de la Eucaristía.
Murió el 27 de julio de 1912.
Su fama de
santidad se extendió por la heroicidad de las virtudes, por
haberse ofrecido como víctima por los pecadores y los sacerdotes,
y también por los dones sobrenaturales que coronaron el camino
de su espiritualidad, santidad y mística.
Su aspiración era:
"Quiero llegar a ser santa, amando a Cristo en la
Eucaristía, sufriendo con Cristo crucificado, viendo a Cristo en los
demás".
Fue beatificada el 14 de mayo de 2006.
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