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Inocencio I, Santo |
XL Papa
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Ponciano,
junto al “Oso peludo”, sepultura de san Inocencio I, papa,
que defendió a san Juan Crisóstomo, consoló a san Jerónimo
y aprobó a san Agustín (417).Nació en la segunda mitad del siglo IV y parece
ser que en Albano, aunque documentalmente no pueda demostrarse con
certeza. Fue elegido papa en el año 401, como sucesor
de Anastasio I.
Consiguió que se reconociese su autoridad papal
en Iliria, región montañosa situada en la región nororiental del
Adriático que hoy corresponde a Bosnia y Dalmacia.
Expulsó de la
Ciudad Eterna a los perseguidores y detractores de san Juan
Crisóstomo, a pesar de la oposición del emperador Arcadio (407).
Pero no pudo, a pesar de sus esfuerzos y negociaciones,
evitar el saqueo de Roma por Alarico el 24 de
agosto del año 410.
A petición de san Agustín, condenó la
herejía pelagiana (417).
Con respecto al gobierno que debió ejercer en
Hispania, hay que mencionar la carta dirigida a Exuperio, obispo
de Tolosa, dándole normas para la reconciliación y admisión a
la comunión a los que una vez bautizados se entregaran
de modo pertinaz a los placeres de la carne. De
alguna manera, modera la disciplina, en vigor hasta entonces, contemplada
en los concilios de Elvira y de Arlés y propiciada
por las iglesias africanas; eran normas un tanto rigoristas extremadamente
extrañas para nuestra época, que negaban la admisión a la
comunión de este tipo de pecadores incluso en el momento
de la muerte, aunque se les concediera fácilmente la posibilidad
de la penitencia. Reconoce en su escrito que hasta ese
momento ´la ley era más duraª, pero que no quiere
adoptar la misma aspereza y dureza que el hereje Novaciano.
De todos modos no presume de innovaciones, ni se presenta
como detentor de un liberalismo laxo; justifica plenamente las normas
anteriores, afirmando que esa praxis era la conveniente en aquel
tiempo.
En el 416, cuando quiere recordar a los obispos españoles
la autoridad indiscutida del obispo de Roma y la obediencia
que le deben desde España, escribe una carta en la
que afirma que en toda Italia, Francia, Hispania, África y
Sicilia sólo se han instituido iglesias por Pedro o por
sus discípulos. Esta carta es empleada como argumento documental muy
importante por quienes desautorizan la antiquísima tradición que sostiene la
predicación del Apóstol Santiago en España y la conjetura fundada
de la visita del apóstol Pablo a este extremo del
Imperio.
Interviene también por los años 404-405 para restaurar la paz
entre los obispos de Hispania, después de las resoluciones cristológicas
antipriscilianistas del concilio de Toledo del año 400; recomienda el
reconocimiento de la autoridad y gobierno episcopal de los que
fueron ordenados por partidarios de Prisciliano pero que continúan profesando
la fe verdadera al aceptar la consubstancialidad del Hijo con
el Padre y la unicidad de Persona en Cristo.
Ocupó la
Sede de Pedro hasta su muerte el 12 de marzo
de 417.
En muchos lugares se lo sigue recordando el 28
de julio, aunque en el nuevo Martirologio Romano su fiesta
es el 12 de marzo.
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