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Pedro de Mogliano, Beato |
Presbítero Franciscano
Martirologio Romano: En Camerino, del Piceno, en Italia, beato
Pedro de Mogliano Corradini, presbítero de la Orden de los
Hermanos Menores, que brilló por su evangélica predicación, el ejemplo
de sus virtudes y la fama de sus milagros (1490).Sacerdote de la Primera Orden (1442‑1490).
El Papa Clemente XIII aprobó su culto el 10
de agosto de 1760.
Pedro Corradini nació en Magliano, provincia de
Macerata en 1442. De Magliano pasó a Perusa para estudiar
en la universidad. A los veinticinco años se dejó convencer
por un predicador franciscano, el Padre Domingo de Leonissa. No
lo siguió inmediatamente, pero después de madura reflexión decidió abrazar
también él la vida de pobreza y de apostolado propuesta
por los franciscanos. Suspendió su carrera inicial de abogado, cuya
láurea había obtenido en la universidad de Perusa. Pero conquistado
por la predicación de Fray Domingo de Leonisa, decidió hacerse
franciscano, abandonó sus sueños de grandeza y se deshizo de
todo lo que podía distraerlo en la nueva forma de
vida y tomó el hábito de San Francisco en 1467
en el eremitorio de las Cárceles, de los Hermanos Menores.
Terminado
el noviciado y ordenado sacerdote se dedicó con particular empeño
a la predicación, inicialmente como compañero de San Jaime de
la Marca por no menos de 20 años, en los
cuales su palabra docta, clara y fervorosa resonó en las
principales ciudades de la Italia central.
El principal propósito de los
franciscanos de la época era el de la predicación popular,
en la cual muchos se destacaron con éxitos estruendosos. Baste
pensar en San Bernardino de Siena, San Juan de Capistrano,
San Jaime de la Marca, el los Beatos Alberto de
Sarteano, Mateo de Agrigento, Marcos Fantuzzi de Bolonia y muchos
otros. Precisamente con San Jaime de la Marca, medio siglo
mayor que él, es jefe de un verdadero equipo de
predicadores volantes, Pedro de Mogliano fue colaborador y discípulo, antes
de llegar a ser predicador en propiedad y afectuoso director
de almas.
Con esta ocasión trabó amistad con el Señor de
Camerino, Julio César Varano y con su hija Camila Bautista
Varano, clarisa en el monasterio de la ciudad, a quien
Fray Pedro orientó con santos consejos.
Su palabra docta y
persuasiva penetraba las mentes y tocaba los corazones más endurecidos,
hasta inducirlos a la conversión. Predicador en la isla de
Creta, tres veces ministro provincial de los franciscanos de las
Marcas, una vez Ministro provincial en Roma, tuvo una vida
rica de satisfacciones humanas, además del gozo espiritual. Un día
estuvo a punto de morir sofocado en medio de una
turba festiva que quería expresarle su simpatía.
Enfermó el 2 de
julio de 1490 y murió en la noche entre el
24 y el 25 del mismo mes, murmurando los nombres
de Jesús y de María sereno y feliz, con la
sonrisa que acompaña en la tierra y en el cielo
el paso de los justos. La primera y más célebre
biografía suya fue escrita por la Beata Camila Bautista Varano,
la más preciosa gloria espiritual de Camerino. Ella subraya la
serenidad del Beato al acercarse la muerte, que se lo
llevó después de una muy dolorosa enfermedad que él soportó
con paciencia y alegría, tanto que un cohermano suyo presente
exclamó: “Padre Pedro, tú te mueres riendo!”.
¡Felicidades a quien lleve
este nombre!
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