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Marcelina, Santa |
Virgen
Martirologio Romano: En Milán, ciudad de Liguria, santa Marcelina, virgen,
hermana del obispo san Ambrosio, a la que el papa
Liberio impuso el velo de consagrada en la basílica romana
de San Pedro, en la fiesta de la Epifanía del
Señor (s. IV ex.).
Marcelina era hermana de San Ambrosio de
Milán. Nació antes que San Ambrosio, probablemente en Tréveris, donde
su padre era prefecto de los galos. Marcelina se trasladó
a Roma con su familia y, desde muy temprana edad,
empezó a concentrarse exclusivamente en el fin para el que
había sido creada.
Se encargó del cuidado de sus dos
hermanos y, con sus palabras y ejemplo, les inspiró el
amor a la virtud verdadera, no simplemente de la apariencia
de virtud. Marcelina tenía por única mira la gloria de
Dios. Para conseguir su objetivo, decidió renunciar al mundo.
El
día de la Epifanía del año 353, recibió el velo
de las vírgenes de manos del Papa Liberio, en la
basílica de San Pedro. En el discurso que pronunció el
Pontífice en esa ocasión, exhortó a Marcelina a amar exclusivamente
a Jesucristo, a vivir en continuo recogimiento y mortificación y
a conducirse en la iglesia con el más grande respeto
y modestia. San Ambrosio, a quien debemos los ecos de
esa exhortación, no vacila en criticar la elocuencia del Papa
Liberio cuando la juzga insuficiente. San Ambrosio dedicó a su
hermana su tratado sobre la excelencia de la virginidad. Siendo
ya obispo, Marcelina le visitó varias veces en Milán y
habló con él sobre la vida espiritual; en esa forma,
ayudó a su hermano en sus relaciones con las vírgenes
consagradas.
Marcelina practicó la más alta perfección. Ayunaba diariamente hasta el
atardecer y consagraba la mayor parle del día y de
la noche a la oración y la lectura espiritual. En
los últimos años de su vida, San Ambrosio le aconsejó
que moderase sus penitencias y aumentase el tiempo de oración;
en particular, le recomendó los Salmos, la Oración del Señor
y el Credo, al que llamó sello del cristiano y
guardián del corazón. Marcelina siguió viviendo en Roma después de
la muerte de su madre, no en comunidad, sino en
una casa privada, junio con oirá mujer que participaba en
todos sus ejercicios de devoción.
Marcelina sobrevivió a San Ambrosio,
pero no sabemos exactamente en qué año murió. En la
oración fúnebre pronunciada por San Ambrosio en memoria de su
hermano Sátiro, llamó a Marcelina "...santa hermana, admirable por su
inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo."
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