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Macrina la Joven, Santa |
Virgen
Martirologio Romano: En el monasterio de Annesis, cerca del
río Iris, en el Ponto, ahora en Turquía, santa Macrina,
virgen, hermana de los santos Basilio Magno, Gregorio de Nisa
y Pedro de Sebaste, gran conocedora de las
Sagradas Escrituras, que se retiró a la vida solitaria y
fue ejemplo admirable de amor a Dios y de alejamiento
de las vanidades del mundo. († 379) Macrina era la mayor de los diez
hijos de los santos Basilio y de Emelia la mayor,
y hermana de los Padres Capadocios, san Basilio
y san Gregorio de Nisa. Nació en Cesarea
de Capadocia, hacia el año 327 y su madre la
educó con particular esmero, le enseñó a leer y vigilaba
cuidadosamente sus lecturas. El libro de La Sabiduría y los
Salmos de David eran las obras predilectas de Macrina, quien
no descuidaba por ello los deberes domésticos y los trabajos
de hilado y costura. A los doce años fue prometida
en matrimonio, pero su prometido murió súbitamente y Macrina se
negó a aceptar a ninguno de los otros pretendientes, para
dedicarse a ayudar a su madre en la educación de
sus hermanos y hermanas menores. San Basilio el Grande, san
Pedro de Sabaste, san Gregorio de Nissa y los otros
hermanos de Macrina, aprendieron de ella el desprecio del mundo,
el temor a la riqueza y el amor a la
oración y la palabra de Dios. Según se dice, san
Basilio volvió muy envanecido de mnr estudios, y su hermana
le enseñó a ser humilde. Por otra parte, Macrina fue
«el padre y la madre, el guía, el maestro y
el consejero» de su hermano menor, san Pedro de Sebaste,
pues san Basilio el Mayor, murió poco después del nacimiento
de su último hijo. A la muerte de su padre,
san Basilio estableció a su madre y a su hermana
Macrina en una casa a orillas del río Iris; las
dos santas mujeres se entregaron allí a la práctica de
la ascética con otras compañeras.
A la muerte de santa
Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió
del trabajo de sus manos. Su hermano Basilio murió a
principios del año 379, y Macrina cayó gravemente enferma nueve
meses después. Cuando san Gregorio de Nissa llegó a visitada
después de nueve años de ausencia, la encontró en un
lecho de tablas. El santo quedó muy consolado al ver
el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y
muy impresionado del fervor con que se preparaba para la
muerte. Santa Macrina exhaló eI último suspiro en un transporte
de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar
el cadáver no se encontró más que un vestido viejo
y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con
ese fin una túnica de lino. El obispo del lugar,
llamado Amauxio, dos sacerdotes y el propio San Gregorio, transportaron
el féretro y, durante la procesión funeraria, se cantaron los
salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones
del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la ceremonia.
En el «Diálogo sobre el alma y la resurrección» y
en un panegírico dedicado al monje Olimpio, san Gregorio dejó
trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos detalles
sobre su virtud, su vida y su entierro. En el
panegírico mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero
de ellos fue que santa Macrina recobró la salud cuando
su madre trazó sobre ella la señal de la cruz;
en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad
de los ojos a la hijita de un militar. San
Gregorio añade: «Creo que no es necesario que repita aquí
todas las maravillas que cuentan los que vivieron con ella
y la conocieron íntimamente ... Por increíbles que parezcan esos
milagros, puedo asegurar que los consideran como tales quienes han
tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres carnales
se rehusan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues,
para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a
aceptar la realidad de esos dones de Dios, he preferido
abstenerme de repetir aquí esas maravillas sublimes ...» Este comentario
confirma, una vez más, el dicho de que sólo un
santo puede escribir la vida de otro santo.
¡Felicidades a quien
lleve este nombre!
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