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Justa y Rufina, Santas |
Mártires de Sevilla
Martirologio Romano: En Sevilla, Andalucía, España, santas Justa
y Rufina, virgenes, que arrestadas por ordenes del gobernador Diogeniano
soportaron crueles suplicios, prisión, inanición y otras torturas. Justa murió
en prisión, mientras que Rufina, por haber confesado su fe
en el Señor fue degollada.
Etimología: Justa = justa, del latín, Rufina
= de pelo rojo, del latín
Eran hermanas carnales, nacidas en
Sevilla, Justa en 268 y Rufina en 270, de familia
muy modesta con firmes convicciones cristianas. En la época que
vivieron dominaban los romanos gran parte del mundo por ellos
conocido. En estos tiempos paganos, las hermanas dedicaban su tiempo
a ayudar al prójimo y al conocimiento del Evangelio.
Era costumbre
celebrar una vez al año una fiesta pagana en honor
a Venus y en la que se rememoraba el fallecimiento
del admirado Adonis. Según la tradición cristiana, se recorrían las
calles de la ciudad con la figura cargada en hombros
molestando gravemente al público y exigiendo inmensas limosnas para la
fiesta. En cierta ocasión, los paganos llegaron a casa de
Justa y Rufina exigiendo el dinero correspondiente, pero las hermanas
se negaron a pagarlo por ser el fin de éste
contrario a su fe, y no sólo esto sino que
decidieron hacer añicos la figura de la diosa entre ambas,
provocando de esta manera el enfado general de las devotas
que se lanzaron hacia ellas.
El prefecto de Sevilla, Diogeniano, mandó
encarcelarlas, animándolas a abandonar sus creencias cristianas si no querían
ser víctimas del martirio, las santas se negaron a pesar
de las amenazas. Sufrieron el tormento del potro para a
continuación ser torturadas con garfios de hierro. Diogeniano esperaba que
el trato que se le daba sería suficiente para que
renunciaran a su fe, ellas aguantaron todo. Viendo que no
surtió efecto el castigo las encerró en una tenebrosa cárcel
donde sufrirían las penalidades del hambre y la sed.
Estoicamente sobrevivieron
a su condena, por lo que fueron castigadas de nuevo,
esta vez debían caminar descalzas hasta llegar a Sierra Morena.
Tuvieron la suficiente fuerza para conseguir el objetivo. Viendo que
nada las vencía mandó encarcelarlas hasta morir, la primera en
fallecer fue Santa Justa, su cuerpo lo tiraron a un
pozo, recuperado poco tiempo después por el obispo Sabino.
Una vez
que hubo acabado con la vida de Justa, Diogeniano creyó
que Rufina sucumbiría a sus deseos con más facilidad, pero
no lo consiguió, y decidió acabar con su vida de
la forma más lúgubre en aquellos tiempos, la llevó al
anfiteatro y la dejó a expensas de un león para
que la destrozase. La bestia se acercó y lo más
que hizo fue mover la cola y lamer sus vestiduras
como haría un animal de compañía. El Prefecto no aguantó
más, la mandó degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente tras
este hecho el obispo Sabino recogió los restos y la
enterró junto a su hermana en el año 287.
Por tan
cristiana acción, fueron canonizadas. Se les nombró Patronas de Sevilla,
y de los gremios de alfareros y cacharreros. También son
veneradas como patronas de otras localidades, por ejemplo Orihuela, donde
la leyenda cuenta que las santas se aparecieron en forma
de dos luceros sobre la sierra de Orihuela tras la
valerosa conquista cristiana sobre los musulmanes y su falsa fe
impuesta.Tambien es patrona de Payo de Ojeda en Palencia y
de la ciudad conquense de Huete.
Las santas Justa y Rufina
son especialmente veneradas en Sevilla. La tradición las señala como
protectoras de la Giralda y la Catedral, considerando que por
su intercesión no cayeron tras el terremoto de Lisboa de
1755
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