viernes, 25 de octubre de 2013

La fe respira a través de la oración

 

 
                            
Este domingo en el rezo del Ángelus, el Santo Padre aludió al evangelio y a la mostaza, donde los discípulos piden a Cristo que aumente su fe.
“Me parece -dijo- que todos nosotros podemos hacer nuestra esta invocación. También nosotros, como los Apóstoles, digamos al Señor Jesús: “¡Auméntanos la fe!”. Sí, Señor, nuestra fe es pequeña, débil, frágil, pero te la ofrecemos tal cual es, para que Tú la hagas crecer”.

La respuesta de Jesús a los discípulos es : “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esta morera: arráncate y plántate en el mar’, y os obedecería.. Jesús dice que basta tener una fe así, pequeña, pero verdadera, sincera, para hacer cosas humanamente imposibles, impensables. ¡Y es verdad! Todos conocemos a personas sencillas, humildes, pero con una fe fortísima, que verdaderamente mueven las montañas. Pensemos por ejemplo en tantas mamás y papás, que afrontan situaciones muy pesadas; o en algunos enfermos, incluso gravísimos, que transmiten serenidad a quien los va a visitar...¡Cuánta gente entre nosotros tiene esta fe fuerte, humilde, y que hace tanto bien!”.

También habló Francisco de las misiones, a las que está dedicado el mes de octubre y recordó a los “tantos misioneros, hombres y mujeres, que para llevar el Evangelio han superado obstáculos de todo tipo, han dado verdaderamente la vida”, pero igualmente “cada uno de nosotros en la vida de cada día, puede dar testimonio de Cristo, con la fuerza de Dios, con la fuerza de la fe. Con la fe pequeñísima que nosotros tenemos, pero que es fuerte”.
Y esa fuerza “la tomamos de Dios en la oración. La oración es la respiración de la fe: en una relación de confianza, de amor, no puede faltar el diálogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios”.

Para concluir, evocó a los recientes naufragos provenientes de Africa, que perdieron la vida. “Quiero recordar junto a vosotros a las personas que el jueves pasado perdieron la vida en Lampedusa. Recemos todos en silencio por estos hermanos y hermanas nuestros: mujeres, hombres, niños. Dejemos que llore nuestro corazón. Recemos en silencio ...”

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