No hay camino más seguro que consagrarnos por completo al amor de Dios.
Viviendo quiero, Señor, mimetizarme en Ti;
comulgando fundirme en Ti.
Hasta yo desaparecer y quedes solo Tú,
amando en mí.
Exprime, Señor, tu viña;
derrama hasta la última gota de mis uvas,
y luego, conságrame a Ti.
Haz del efervescente vino de mis venas
tu calmo sacrificio.
Hazme sangre de tu sangre,
para darme por entero
como Tú, querido Jesús.
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