Muchas veces nos gana el desaliento. La tristeza. Ahí está el Señor, para darnos el abrazo y la caricia que necesitamos para seguir.
Cansado estoy, Señor
de la vida que llevo;
porque siento que se me escapa
entre mis manos, y no la disfruto.
De muchas palabras;
porque veo que son verdades a medias
y, por lo que sea, me fío más que de las tuyas.
De mis actitudes;
porque no son reflejo del amor que te tengo
porque se quedan de la sencillez que me pides
¡CANSADO ESTOY, SEÑOR!
¡Dame vida con tu Palabra!
Para que descubra el sendero verdadero
¡Dame luz con tu mirada!
Para que no me confundan
los que pregonan el mundo a su manera
¡Dame alegría con tu Espíritu!
Y no me quede con cara larga
ante tanto suceso trágico o triste
que sacuden lo más hondo de nuestra tierra
¡CANSADO ESTOY, SEÑOR!
Haz que me sienta débil;
para que Tú seas el fuerte
Haz que sea sencillo;
para que descubra tu belleza
Haz que recupere el brillo de la fe;
para que nunca diga “¡basta!”
Gracias, Señor;
porque, siendo como soy,
acercas tu hombro a mis fuerzas
asaeteadas por las prisas y los agobios,
los vacíos y los fracasos de mi existencia
Amén.
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