Es difícil querer el bien de quien nos persigue, pero el Señor nos fortalece para vencer el mal con amor. Una plegaria de San Anselmo.
Todopoderoso y tierno Señor Jesucristo,
deseo que seas bondadoso con mis amigos,
ya sabes lo que deseo para mis enemigos.
Oh Dios que escudriñas los corazones,
Tú conoces los secretos de mi pensamiento.
Señor, único poderoso y misericordioso,
concédele a mis enemigos
lo que Tú me haces desear para ellos,
y recompénsame a mí.
En el caso de que deseara para ellos
algo contrario al precepto del amor,
por mi ignorancia o debilidad,
o por mi malicia, oh Señor de bondad,
ni me lo concedas, ni me lo reproches.
Oh verdadera luz, ilumina su ceguera.
Oh verdad soberana, corrige su error.
Oh verdadera vida, vivifica sus almas.
Oh tierno Señor, para mis hermanos
que no sea yo ocasión de muerte,
ni piedra de escándalo,
ni roca para estrellarse.
Es bastante ya y más que suficiente,
que sea un escándalo para mí mismo:
confieso mi propio pecado.
Te pido por mis pares:
que por mi causa no ofendan tu bondad,
oh Señor grande y bueno.
Al contrario, que se reconcilien contigo
y se amiguen conmigo, según tu Voluntad,
no por mí, sino por Tí.
Ese es el castigo que pido
para mis pares y enemigos:
amarte a Ti
y amarnos nosotros unos a otros,
como Tú quieres y nos conviene.
Guiados por la Caridad,
que tengamos un solo corazón
aceptando los deseos del Señor de todos
para bien de todos.
Éste, tu pobre pecador, pide esta venganza
para quienes le han deseado y hecho el mal.
Amén.
(San Anselmo)
deseo que seas bondadoso con mis amigos,
ya sabes lo que deseo para mis enemigos.
Oh Dios que escudriñas los corazones,
Tú conoces los secretos de mi pensamiento.
Señor, único poderoso y misericordioso,
concédele a mis enemigos
lo que Tú me haces desear para ellos,
y recompénsame a mí.
En el caso de que deseara para ellos
algo contrario al precepto del amor,
por mi ignorancia o debilidad,
o por mi malicia, oh Señor de bondad,
ni me lo concedas, ni me lo reproches.
Oh verdadera luz, ilumina su ceguera.
Oh verdad soberana, corrige su error.
Oh verdadera vida, vivifica sus almas.
Oh tierno Señor, para mis hermanos
que no sea yo ocasión de muerte,
ni piedra de escándalo,
ni roca para estrellarse.
Es bastante ya y más que suficiente,
que sea un escándalo para mí mismo:
confieso mi propio pecado.
Te pido por mis pares:
que por mi causa no ofendan tu bondad,
oh Señor grande y bueno.
Al contrario, que se reconcilien contigo
y se amiguen conmigo, según tu Voluntad,
no por mí, sino por Tí.
Ese es el castigo que pido
para mis pares y enemigos:
amarte a Ti
y amarnos nosotros unos a otros,
como Tú quieres y nos conviene.
Guiados por la Caridad,
que tengamos un solo corazón
aceptando los deseos del Señor de todos
para bien de todos.
Éste, tu pobre pecador, pide esta venganza
para quienes le han deseado y hecho el mal.
Amén.
(San Anselmo)
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