miércoles, 30 de octubre de 2013

El buen ladrón es conquistado por el corazón de Cristo

 

La oración del buen ladrón es el culmen de una conversión personal vivida y sostenida desde la cruz.
 
               
El buen ladrón es conquistado por el corazón de Cristo

Es fruto de la contemplación de Cristo manso y humilde de corazón. Desde el silencio sufriente logra escuchar en su interior el mensaje de amor de Cristo: "no esperes que te olvide y no olvides que te espero".

El buen ladrón es conquistado por el corazón de Cristo. Se vuelve su tesoro más precioso, la perla por la que merece la pena vender todo.



Jesús lo mira, lo ama, lo perdona. Podemos casi escuchar como Jesús interiormente le dice al buen ladrón: "cuando me abra el costado me acordaré de ti, me robarás el corazón; la puerta de mi corazón quedará siempre abierta, y quedarás purificado con mi sangre. Recibirás tanta misericordia como pecados tengas pues mi amor se expresa así, siendo "robado", acordándome de ti, tú estando conmigo"



Un diálogo desde la cruz



Desde esta contemplación les propongo un diálogo íntimo del buen ladrón con Cristo. Es un diálogo desde lo más profundo del corazón. Es una conversación que más allá de un examen de conciencia es un llenar el alma del agua que apaga la sed.

No se trata de descargar mis pecados en Cristo, sino más bien de entrar en lo profundo de mi alma, ver lo que he robado a Dios, a su gloria (los pecados); las consecuencias que esto ha tenido en mi vida y por último, el querer entregarlas a Cristo para que Él las transforme con su amor misericordioso.

Este diálogo del buen ladrón con Cristo nos puede ayudar en nuestra oración para hacer una experiencia sanadora de nuestra conciencia, de nuestro pecado, abriéndonos al amor y al perdón de Dios. Se trata de confiar de tal modo que supliquemos con el buen ladrón un cambio de vida, una entrada a la eternidad del amor de Dios.



Iniciamos con una invocación a Cristo: "Acuérdate Señor". Esta petición como hemos dicho, no es otra cosa que decirle a Jesús: "méteme" en tu corazón. Desde ese lugar privilegiado le presentamos nuestra miseria, con sencillez, con humildad y confianza.



A continuación, comenzamos una especie de "letanía" de nuestros pecados, faltas, miserias, anhelos, heridas, miedos... No es una lista que presento insensiblemente, sino es un abrir el libro de mi corazón e ir pasando las páginas del libro de vida, leyéndolas junto a Cristo, desde la altura sanadora de la cruz. Estas letanías son precedidas por "de mí"... como diciendo, de mi corazón al tuyo... "Acuérdate de mí, acordándote de mi miseria, temores, soberbia... etc...



Por cada hoja de mi vida que presento, tengo que escuchar también cómo la lee Cristo desde la cruz. Yo la leo según mi experiencia, buscando apertura y dolor. Cristo la escucha y la vuelve a leer tomándome de su mano, con su amor infinito y la purifica y la mete en su corazón. Jesús me responderá: "Hoy estarás conmigo"



Acuérdate Señor - Hoy estarás conmigo

"de mi" soberbia

"Conmigo" encontrarás perdón y te abrirás a la humildad. Crearé en ti un corazón manso y humilde.



 

"de mi" indiferencia

"Conmigo" serás sostenido y nada te será indiferente porque todo te hablará de mi amor.

 

"de mi" pereza

"Conmigo" trabajarás desde el amanecer hasta el anochecer porque la mies es abundante.

 

"de mi" rencor

"Conmigo" perdonarás porque experimentarás mi amor y perdón incondicional.

 

"de mi" miedo

"Conmigo" encontrarás la seguridad que tu alma busca, soy el Buen Pastor y te llevaré siempre en mis hombros.

 

"de mi" lujuria

"Conmigo" te levantarás y serás libre para amar según mi corazón, tendrás un corazón puro, limpio, transparente.

 

"de mi" falta de fe

"Conmigo" moverás montañas y caminarás sobre el agua, tu fe iluminará el mundo.

 

"de mi" desconfianza

"Conmigo" te lanzarás a la aventura con total confianza en la Providencia que te cuida y sostiene.

 

"de mi" falta de amor

"Conmigo" tendrás el cielo dentro de ti porque todo te hablará de mí y del amor de mi Padre, un amor incondicional.

 

Y María contemplaba todo en su corazón



Para finalizar este diálogo repasando el libro de nuestras vidas con Cristo y acabar escondidos en el corazón misericordioso de Jesús tenemos que mirar a María.

Presenta nuevamente a la Madre lo que hay en tu corazón, deja que Ella te acompañe y cargue el libro de tu vida. Ella es buena lectora, sabe cómo "darle vueltas en el corazón" a cada página. Te enseñará lo que le enseñó a Jesús, te cuidará como cuidó a Jesús y te amará como amó a Jesús.

Desde la cruz ella escuchó maravillada esa confesión de fe del buen ladrón que hoy es la tuya y la mía. ¡Cómo se habrá sentido el corazón de María al escuchar la frase del buen ladrón y la respuesta de su Hijo! La primera alma llevada al cielo, allí mismo, delante de su corazón de Madre. A partir de aquel momento repetirá a cada uno de sus hijos, a cada uno de nosotros la historia del buen ladrón y sobre todo nos enseñará a rezar con la sencillez y profundidad del buen ladrón.



 

Madre te abro mi corazón

"Acuérdate María de mi corazón y enséñame a dirigirme a tu Hijo con esta oración tan poderosa. No permitas que me separe de tu protección y permanece siempre a los pies de mi cruz. Madre mía, no permitas más tibieza ni mediocridad en mi vida".

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