miércoles, 2 de mayo de 2012

Hugo de Grenoble, Santo

Obispo, 1 de abril
 
Hugo de Grenoble, Santo
Hugo de Grenoble, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad (1132).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de Inteligencia Clara, es de origen germano.

Fecha de canonización: 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.

El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo.

Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre.

Aún joven obtiene la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se promete feliz por su amistad con el legado del papa. Como es bueno y lo ven piadoso, lo hacen obispo a los veintisiete años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio -y parece ser que tenía toda la razón-, pero una vez consagrado ya no había remedio; siempre atribuyeron su negativa a una humildad excesiva. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en el año 1080, y costeó los gastos la condesa Matilde.

Al llegar a su diócesis se la encuentra en un estado deprimente: impera la usura, se compran y venden los bienes eclesiásticos (simonía), abundan los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles está bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hay deudas por la mala administración del obispado. El escándalo entre todos es un hecho. Hugo -entre llantos y rezos- quiere poner remedio a todo, pero ni las penitencias, ni las visitas y exhortaciones a un pueblo rudo y grosero surten efecto. Después de dos años todo sigue en desorden y desconcierto. Termina el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de san Benito. Pero el papa le manda taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble.

Con repugnancia obedece. Se entrega a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio. La salud no le acompaña y las tentaciones más aviesas le atormentan por dentro. Inútil es insistir a los papas que se suceden le liberen de sus obligaciones, nombren otro obispo y acepten su dimisión. Erre que erre ha de seguir en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tiene bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visita la diócesis andando por
Hugo de Grenoble, Santo
Hugo de Grenoble, Santo
los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia.

Ayudó a san Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo; frecuentemente la visita y pasa allí temporadas viviendo como el más fraile de todos los frailes.

Como él fue fiel y Dios es bueno, dio resultado su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo. Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas. Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguran que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio.

No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso, y obediente. La fuerza de Dios es así. Es modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.
 
 
 

Hugo de Grenoble

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San Hugo de Grenoble
Grenoble - Saint-Hugues - vitrail.JPG
Vitral de la Catedral de Nuestra Señora, Grenoble
Nacimiento 1053
Châteauneuf-sur-Isère
Fallecimiento 1 de abril de 1132
Venerado en Iglesia Católica
Canonización 22 de abril de 1134
Inocencio II
Festividad 1 de abril
San Hugo de Grenoble o Hugo de Châteauneuf nació en (Châteauneuf-sur-Isère hacia el año 1053 y murió el 1 de abril de 1132.
Fue un eclesiástico nombrado canónigo en la ciudad de Valence y después obispo de Grenoble de 1080 a 1132. Ferviente defensor de la reforma gregoriana. Canonizado en 1134 por Inocencio II. Su memoria se recuerda cada 1 de abril.

Biografía

Manifiesta desde su joven edad una piedad extraordinaria y una gran facilidad para la teología. Siendo aún laico fue investido como canónigo de Valence. Su piedad era tal que había personas que decían que solamente se había percatado de una mujer en toda su vida.
En el concilio de Aviñon de 1080, fue elegido como obispo de Grenoble, aún sin haber estado ordenado. La Sede de Grenoble había caído en un estado lamentable y San Hugo llegó para introducir en esta diócesis la reforma gregoriana. Conducido a Roma por un delegado pontificio, fue ordenado por el mismo Gregorio VII. Desde su regreso, se consagra a la tarea de reformar los abusos que ocurrían en su nueva diócesis.
Al cabo de 2 años había podido aumentar la devoción, quiso entonces renunciar a su obispado y retirarse a un monasterio benedictino, pero el Papa le ordena continuar su trabajo en la diócesis.
Por el resto del siglo XI, su episcopado fue marcado por el conflicto con Guigues III de Albon por la posesión de los territorios eclesiásticos de Grésivaudan. Hugo apoyaba que el conde de Albon había usurpado los terrenos del obispado de Grenoble con la ayuda del obispo Mallen. Para reforzar de reclamar lo que les correpondia por derecho, Hugo escribe una historia al obispo diciendo que parte de la diócesis de Grenoble fue capturada en la guerra de religión por manos de los Sarracenos. Este era el preámbulo de una serie de documentos para establecer el derecho de su diócesis sobre sus terrenos documentos conocidos como « Cartulaires de Saint Hugues ». Un acuerdo entre San Hugo y Guigues se consolido solo hasta 1099. Guigues aceptaba ceder los territorios en litigio mientras que San Hugo admitía la autoridad temporal del Conde en todos los alrededores de Grenoble.
San Hugo también contribuyó a la fundación de la Orden los Cistercienses. En 1084 recibió a San Bruno de Colonia quien había sido, probablemente, su propio maestro en otros tiempos, con otros 6 acompañantes, después de haberlos visto en sueños como una constelación de 7 estrellas única en el firmamento. Los instala en un paraje nevado y rocoso en los Alpes llamado La Gran Cartuja (La Chartreuse), donde fundan un monasterio y consagran sus vidas a la oración y el estudio, recibiendo la visita de San Hugo quien adopta una gran parte de su modo de vida.
En 1130, a la edad de 77 años, se llena de valor de ir al encuentro del Papa Inocencio II que venia de Italia para acompañarlo hasta la localidad francesa de Le Puy donde debía de reunirse un importante Concilio para ser reconocido por los soberanos de Europa y para pronunciar la excomunión de su usurpador Anacleto II.
Fue canonizado el 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II a solamente 2 años de su muerte.
Su cuerpo, depositado en una caja de plata quedo expuesta a la veneración de los fieles durante 4 siglos. En junio de 1562, durantes las Guerras de Religión, su cuerpo fue quemado por el Baron de Adrets y por los Hugonotes en la plaza de Notre-Dame en Grenoble.
Se le representa con hábitos episcopales y por debajo se hace notar su casulla blanca (por tener relaciona con la Orden del Cister)

Referencias

  • Vie de Saint Hugues, évêque de Grenoble, par Albert du Boys, 1837 [1]
  • Vie de Saint Hugues, par Guigues le Chartreux, XIIe siècle

Enlaces externos

  • Este artículo fue creado a partir de la traducción del artículo Hugues de Grenoble de la Wikipedia en francés, bajo licencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0 y GFDL.
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  •  VIDAS DE SANTOS - SAN HUGO DE GRENOBLE
    Hay por lo menos 16 santos o beatos que llevan el nombre de Hugo. Los dos más importantes vivieron a poca distancia de tiempo y de lugar y su vida presenta también otros aspectos comunes. Se trata de San Hugo abad de Cluny, que vivió del 1024 al 1109, y San Hugo obispo de Grenoble, que vivió del 1053 al 1132. Ambos abrazaron muy pronto, aunque entre uno que otro contraste, la vida religiosa y el sacerdocio y se les confiaron graves responsabilidades: Hugo de Cluny fue ordenado sacerdote a los 20 años, y poco después fue nombrado prior mayor, y a los 25 años sucedió al abad Odilón. Fue abad durante 60 años. Hugo de Grenoble, después de haber estudiado en Valencia y en Reims, en donde estuvo a la escuela de Incmaro y San Bruno, a los 27 años de edad fue nombrado por Gregorio VII obispo de Grenoble, y desempeñó ese cargo durante 52 años a pesar de sus protestas y sus reiteradas tentativas de retirarse.
    Ambos fueron eficaces colaboradores de los Papas, sobre todo de Gregorio VII, Urbano II, Pascual II e Inocencio II, a quienes apoyaron en la lucha por la reforma y contra la simonía y la corrupción del clero. Ambos fueron de los primeros en dar testimonio personal de renovación y de compromiso interior. Ambos fueron propulsores de la vida monástica: Hugo de Cluny fue tino de los principales artífices de la expansión de la reforma cluniacense en los monasterios de media Europa. Y en los monasterios cluniacenses se hacían las cosas en serio, como lo atestiguó el riguroso San Pedro Damián, que visitó a Cluny en 1063: «¿Qué debemos decir de la severidad de la ascética, de la disciplina de la Regla, del respeto por el monasterio y el silencio? Durante el tiempo del estudio, del trabajo o de la «lectio divina» nadie se atreve a ir por los corredores o a hablar, sino en caso de necesidad... El servicio de Dios llena totalmente la jornada hasta el punto de que, a más de los trabajos necesarios por los hermanos, queda sólo una media hora para una simple conversación y los coloquios necesarios. Hablan muy rara vez. Durante el silencio de la noche y, en los lugares regulares (cocina, sacristía, dormitorio, comedor y claustro), aun de día sólo se habla a señas, que son escogidas con tanta severidad que no dan lugar a la ligereza».
    Por su parte, San Hugo de Grenoble fue uno de los artífices de la fundación de la Gran Cartuja: fue él, en efecto, quien recibió a su exmaestro San Bruno y puso a su disposición la montaña de Cartuja, cerca de Grenoble, sobre la que él, golpeando la roca con el bastón, como un nuevo Moisés, hizo brotar una fuente de agua.
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    1 de abril




    ¡Ay de vosotros los que ahora reís! porque os lamentaréis y lloraréis. (San Lucas, 6, 25).

    Los júbilos eternos son la recompensa del llanto que San Hugo vertía oyendo las confesiones de sus penitentes. Fue obispo de Grenoble durante 52 años, y cumplió sus deberes con celo cada vez mayor. Por espacio de treinta años soportó con paciencia una dolorosa enfermedad; durante cuarenta años resistió al demonio que le sugería blasfemias contra Dios. Tuvo la dicha de recibir en su diócesis a San Bruno y a sus compañeros, y de visitarlos con frecuencia en el yermo de la Cartuja. Murió el 1º de abril de 1132, próximo a los 80 años de edad.
    MEDITACIÓN
    ACERCA DEL MODO
    DE GOBERNAR LOS OJOS
    I. Pon los ojos en las miserias de esta vida: mira cuántos pobres, cuántos enfermos, cuántas personas afligidas; a la vista de tantos sufrimientos, te conmoverás y exclamarás: ¿Qué hice yo, oh Dios amabilísimo, para ser preservado de estas aflicciones? Agradece a Dios esta merced; humíllate viendo que no puedes o que no quieres soportar nada, mientras tantas otras personas sufren tan crueles dolores.
    II. Mira a los que el mundo llama dichosos, a los que, reuniendo en sí los bienes de la naturaleza y de la fortuna, parece estuvieran a cubierto de toda miseria común al resto de los mortales. Cuando hayas considerado a estos favoritos del mundo, pregúntate a ti mismo: ¿Cuánto durará esta aparente felicidad? ¿Cuántas penas, deseos, remordimientos de conciencia, aprensiones terribles, acompañan a estas riquezas y a estos placeres? ¡Ah! ¡cuántas miserias y tristezas se esconden bajo el oro y la púrpura! Brillan por afuera, por adentro no son sino miseria.
    (Séneca).
    III. Cuando te tiente el espíritu de orgullo, mira la tierra, y di en ti mismo: ¿De qué te enorgulleces tú, que pronto estarás encerrado en una tumba y serás pisado por los transeúntes? Si estás afligido, mira el cielo, anímate y di: ¡Ah! esta vida no durará siempre, iré al cielo, donde Dios enjugará mis lágrimas y calmará mis penas. Busquemos, amemos ardientemente los bienes que permanecen para los que los hallaron, que no pueden ser arrebatados a los que los adquirieron. (San Gregorio).
    La modestia
    Orad por  Por los que se hallan
    en pecado mortal.
    ORACIÓN
    Oh Dios omnipotente, haced que la augusta solemnidad del bienaventurado Hugo, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. CN. S. Amén.

    San Hugo de Grenoble, obispo
    fecha: 1 de abril
    n.: 1053 - †: 1132 - país: Francia
    canonización: C: Inocencio II 22 abr 1134
    En Grenoble, ciudad de Burgundia, san Hugo, obispo, que trabajó denodadamente en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y, amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió como primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad.
    patronazgo: protector contra dolores de cabeza.
    refieren a este santo: San Bruno, Beato Hugo de Bonnevaux

    San Hugo nació en Cháteauneuf, cerca de Valences del Delfinado, en 1052. Su padre, Odilón, que se había casado dos veces, entró en la Cartuja y murió a los cien años de edad en brazos de su propio hijo, quien le administró el santo viático. Hugo empezó su educación en Valences y la terminó brillantemente en el extranjero. Aunque era todavía laico, obtuvo una canonjía en la catedral de Valences, pues en aquella época se conferían ciertos beneficios eclesiásticos a los estudiantes que aún no habían recibido las sagradas órdenes. Hugo, obispo de Die, quedó conquistado por las cualidades de nuestro santo y decidió tomarlo a su servicio. Nada tiene esto de extraño, pues san Hugo era muy joven, simpático y extremadamente tímido; por otra parte, su cortesía y su modestia, que le llevaban a ocultar su talento y su ciencia, le habían ganado los corazones. El obispo de Die tuvo pronto ocasión de comprobar las excelentes cualidades de su protegido, en unas difíciles negociaciones de la campaña contra la simonía. En 1080, Ie llevó consigo al sínodo de Aviñón, que se había reunido, entre otras cosas, para tomar medidas contra los abusos que se habían introducido en la sede vacante de Grénoble. Tanto el concilio como los delegados de Grénoble vieron en el canónigo Hugo al hombre capaz de poner fin a los desórdenes de Grénoble, pero tuvieron gran dificultad en hacerle aceptar esa elección unánime. El delegado pontificio le confirió las órdenes sagradas y le llevó consigo a Roma para que recibiese la consagración episcopal de manos del Sumo Pontífice. La bondadosa acogida que le dispensó san Gregorio VII, movió a san Hugo a consultarle acerca de las tentaciones de blasfemia que le asaltaban con frecuencia, pues naturalmente le hacían sufrir mucho y, según pensaba él, le hacían inepto para la dignidad episcopal. El papa le tranquilizó, explicándole que Dios permitía esas pruebas para purificarle y convertirle en un instrumento más apto para la realización de sus planes. San Hugo fue presa de las mismas tentaciones hasta su última enfermedad, pero jamás cedió a las instigaciones del demonio.
    La condesa Matilde regaló al nuevo obispo, que no tenía más que veintiocho años, el báculo pastoral y algunos libros, entre los que se contaban el «De officiis ministrorum» de san Ambrosio y un salterio que contenía algunos comentarios de san Agustín. San Hugo partió a su diócesis inmediatamente después de la consagración y quedó aterrado al ver el estado de su grey. Se cometían abiertamente los más graves pecados; la simonía y la usura abundaban; el clero hacía caso omiso de la obligación del celibato; el pueblo carecía de instrucción; los laicos se habían apoderado de las propiedades de la Iglesia y la sede estaba en bancarrota. La tarea que el santo tenía frente a sí era inmensa. Durante dos años luchó contra los abusos, predicando incansablemente, denunciando a los culpables, ayunando rigurosamente y orando sin interrupción. Sin embargo, los excelentes resultados que consiguió con ello eran patentes a todos, excepto para él; no veía sino los fracasos, que atribuía a su ineptitud. Desalentado, se retiró furtivamente a la abadía cluniacense de Chaise-Dieu, donde tomó el hábito benedictino. Pero su retiro no duró mucho, ya que el papa le ordenó que volviese a Grénoble a continuar en el gobierno de su diócesis. A su vuelta de la soledad, san Hugo, como Moisés cuando bajó de la montaña, predicó con mayor fervor y éxito que antes. San Bruno y sus compañeros acudieron a él, decididos a abandonar el mundo, y el santo obispo les regaló el desierto de Chartreuse, del que la nueva orden tomó el nombre de Cartuja. San Hugo concibió gran cariño por los monjes; gustaba mucho de ir a visitarlos en la soledad, se les unía en los ejercicios de piedad y en los más humildes oficios. Algunas veces se quedaba tanto tiempo con ellos, que san Bruno se veía obligado a recordarle sus deberes pastorales.
    Esos períodos de retiro eran como claros oasis en una existencia dura y agitada. San Hugo tuvo gran éxito con el clero y el pueblo, pero los nobles le opusieron resistencia hasta el fin de su vida. Por otra parte, durante los últimos cuarenta años sufrió de terribles dolores de cabeza y trastornos gástricos y se vio atormentado por tremendas tentaciones. Pero Dios no dejó de concederle algunos consuelos espirituales que le llenaban de gozo. Cuando San Hugo predicaba, no era raro que llorasen todos sus oyentes y que algunos se sintiesen movidos a hacer confesiones públicas. El santo tenía gran horror al pecado; las calumnias le disgustaban tanto, que tenía dificultad en cumplir su deber de leer los informes oficiales y cerraba los oídos a las noticias del día. Las cosas temporales le parecían tediosas en comparación con las espirituales en las que tenía puesto el corazón. En vano rogó a varios papas que le diesen permiso de renunciar al gobierno de su diócesis; siempre recibió negativas rotundas. Honorio II, a quien se quejó de su edad y su debilidad, replicó que prefería tenerle a él, viejo y enfermo, en el gobierno de la sede de Grénoble, que al hombre más fuerte y más sano que pudiese encontrar.
    San Hugo era muy generoso con los pobres. En una época de hambre, vendió un cáliz de oro y muchas joyas y piedras preciosas de su iglesia. Su ejemplo movió a los ricos a combatir el hambre del pueblo y a contribuir a las necesidades de la diócesis. Hacia el fin de su vida, san Hugo sufrió una dolorosa enfermedad, pero jamás habló de ello ni pronunció una sola palabra de queja. Olvidado de sí mismo, sólo se preocupaba por los demás. Su humildad era tanto más extraordinaria, cuanto que todos le manifestaban la mayor reverencia y afecto. Alguien le preguntó un día: «¿Por qué lloras tan amargamente, tú que no has ofendido jamás a Dios a sabiendas?» El santo respondió: «La vanidad y los afectos desordenados bastan para condenar a un hombre. Sólo la misericordia de Dios puede salvarnos, de suerte que no debemos dejar de implorarla». Poco antes de su muerte, perdió totalmente la memoria, excepto para la oración, y pasaba el tiempo repitiendo el salterio y el Padrenuestro. Su muerte ocurrió el 1° de abril de 1132, dos meses antes de que cumpliese ochenta años, después de haber gobernado su diócesis durante cincuenta y dos años. El papa Inocencio II le canonizó dos años más tarde.
    La principal fuente sobre la vida de San Hugo es la biografía latina, escrita por Guigo, prior de la Grande Chartreuse, quien murió cinco años después de san Hugo. Puede verse dicha biografía en Acta Sanctorum, abril, vol. I y en otras partes. Ver también Albert du Boys, Vie de St. Hugues (1827); Bellet, en Bulletin Soc. Archéol. Drome (1894), XXVIII, 5-31, y Marion, Circulaire de l'Eglise de Grénoble (1869) . San Hugo se cuenta entre los escritores eclesiásticos sobre todo por su contribución a los cartularios; en la biblioteca de Grénoble existen algunas copias, con curiosas notas históricas. Con frecuencia se cita a San Hugo con San Bruno como cofundador de la «Grande Chartreuse».


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3 comentarios:

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Invensibles de la sierra

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Altamira tlaxco puebla

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