miércoles, 30 de mayo de 2012

SALVE REGINA

 

Canto_salve_regina.mp3

 

Versión gregoriana del himno "Salve".
La Salve es una de las más populares y conocidas oraciones católicas a María la madre de Jesús. Inicialmente una antífona mayor e himno. Es una de las cuatro antífonas del Breviario dedicadas a Virgen (las otras tres son Alma Redemptoris Mater, Ave Regina Coelorum y Regina Coeli).
Domenico Scarlatti musicó esta oración en el siglo siglo XVII en su composición para alto y orquesta "Salve Regina". Se trata originalmente de una secuencia con rima en "e" aunque la disposición de los versos puede variar según los recopiladores. Durante algún tiempo fue atribuida a Bernardo de Claraval, ahora se sabe que éste sólo añadió la invocación final: O clemens, o pia / o dulcis, Virgo Maria (que introduce una pareja de versos con rima en "ia"). Se ha atribuido a Pedro de Mezonzo, obispo de Compostela y a Ademar de Monteil, obispo de Le Puy-en-Velay y al monje Hermann Contracto de Reichenau. La melodía sencilla que se usa habitualmente para cantarla parece haber sido elaborada por el P. F. Bourgoing.
Los cistercienses, los dominicos y los franciscanos promovieron su uso en diversas circunstancias (en especial en la liturgia de las horas). En 1250 Gregorio IX la aprobó y prescribió que se cantara al final del rezo de las Completas. Los monjes la cantaban antes de dormir y los monjes de la orden de Predicadores la cantaban en procesión con velas encendidas.
Diversos autores cristianos han elaborado comentarios para esta oración, entre ellos destaca: Bernardo de Claraval, Anselmo de Lucca, Pedro Canisio, Francisco Coster, Alfonso María de Ligorio.
Aunque la Salve principalmente es una oración dedicada a la Virgen María (en latín Salve Regina), la gran variedad de representaciones de la Virgen y la devoción existente en cada lugar donde se venera ha generado la creación de una "Salve" particular según la advocación del lugar.

TEXTO EN LATÍN:
Salve, Regina, mater misericordiae
Vita, dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules, filii evae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia ergo, Advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos
ad nos converte.
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
Ora pro nobis sancta Dei Genetrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi Amén.

TEXTO EN ESPAÑOL:
Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia,
Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lagrimas.
Ea pues Señora Abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos Misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús
Fruto Bendito de tu Vientre.
Oh Clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María.
Ruega por nosotros Santa María Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y Gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Bibliografía

  • Edición crítica: Analysis hymnorum de G. M. Dreves, Lipsia 1907.

Enlaces externos

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EN HONOR A NUESTRA DULCÍSIMA MADRE

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SALVE REGINA

Salve, Regina, Mater misericórdiae:
Vita, dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, éxsules, filli Hevae.
Ad te suspiramus, gementes
et flentes in hac lacrimarum valle.
Eia ergo Advocata nostra,
illos túos misericordes óculos ad nos converte.
Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsílium ostende.
O Clemens: O pía: O
dulcis Virgo María.


Partitura en:
http://www.scribd.com/doc/12735090/Salve-Regina-Gregoriano-Simplex


Traducción:

SALVE

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida y dulzura, esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.
Y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima!,¡oh piadosa!,
oh dulce Virgen María!
EL CANTO NO INCLUYE EL FINAL DE LA ORACION:
(Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén).

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