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| "Sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella." Mt. XVI, 18 | 
Nuestro Señor 
Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, dio su vida en la Cruz para 
salvar a los hombres del pecado y del poder del demonio. Fundó su 
Iglesia para continuar su obra de salvación. Única y exclusivamente a 
esta Iglesia que Él mismo fundó, confió su misión, su Evangelio, su 
autoridad y sus poderes divinos para predicar, bautizar, hablar en su 
nombre y salvar a los hombres. Sin embargo, dieciséis siglos después de 
Cristo, Martín Lutero, un sacerdote católico excomulgado por sus  graves
 errores en materia de fe, inventó la teoría de la libre interpretación 
de la Biblia. Este libre examen produjo unas 36,000 sectas diferentes y 
opuestas, que sin ningún derecho se apropiaron del Evangelio, 
utilizándolo contra la legítima Iglesia. Para hacerse aceptar, todas 
estas sectas destructoras de la Iglesia legítima, pretenden ser de 
Jesucristo. Hoy en día muchos fundan “su iglesia” y “predican la Biblia”
 a su modo, haciendo “discípulos” y sembrando confusión y división entre
 los católicos.
¿Todo 
esto sería fruto del Espíritu Santo de Cristo? ¿Reconoce Cristo a estas 
36,000 iglesias como suyas o las rechaza? puesto que Él no las fundó y a
 nadie dio autoridad para fundarlas? Frente a la confusión provocada por
 las sectas, para no dejarse engañar y perderse eternamente (Mateo 7, 
15-23) ¿cómo saber con certeza cuál es la verdadera Iglesia que Cristo 
fundó? Este  asunto necesita reflexión, mucha buena voluntad y humildad.
Cristo fundó la Iglesia Católica
Toda 
persona que es lógica y cree en lo que dice la Biblia y quiere hacer la 
voluntad de Dios, debería aceptar los principios siguientes:
1.  
Cristo no escribió una Biblia, sino que fundó una Iglesia: formó hombres
 y los mandó a hablar y actuar en su Nombre (Mateo 28, 19; II Timoteo 2,
 2).
2 La 
Iglesia que Cristo fundó debe necesariamente tener 21 siglos de 
existencia, puesto que Cristo vivió hace más de 2000 años en esta 
tierra.
3. 
Únicamente la Iglesia que tiene 21 siglos viene de Cristo, es la iglesia
 legítima, la que escribió la Biblia, la que recibió el Espíritu Santo.
4. Ahora 
bien, la historia nos dice que la Iglesia Católica, es decir, la Iglesia
 cristiana universal, es la única Iglesia que tiene 21 siglos, y que 
esta misma Iglesia viene de los Apóstoles, a través de sus legítimos 
sucesores. Desde San Pedro, martirizado en el año 67 en Roma por el 
emperador romano Nerón, hasta el Papa Benedicto XVI, esta Iglesia tiene 
un jefe, representante de Cristo y sucesor de San Pedro, ahora llamado 
Papa.
5. 
Únicamente la Iglesia Católica, que ha tenido 265 Papas, puede 
proporcionarnos una lista de sus jefes, desde San Pedro hasta el Papa 
actual. Ninguna otra iglesia puede ofrecernos esta lista de la sucesión 
apostólica. Si no puede mostrarnos este documento, significa que fue 
fundada después; y si fue fundada después, no es una iglesia legítima, 
ni verdadera ni bíblica; no puede ser obra de Cristo; si no es obra de 
Cristo, esta “iglesia” fundada por supuestos profetas, no puede ni 
predicar correctamente el Evangelio, ni santificar ni salvar, aunque 
afirme ser de Cristo (Mateo 7, 15-23). Es un instrumento de perdición 
que confunde la gente, ya que Cristo afirma que habrá supuestos 
“profetas que extraviarán a muchos” (Mateo 24, 11).
6. 
Cristo, por ser Dios, no puede equivocarse ni engañarnos: prometió a sus
 Apóstoles y a sus sucesores que Él estaría con ellos hasta el fin del 
mundo y que las fuerzas del mal no podrían prevalecer contra su Iglesia 
(Mateo 28, 17-19). Por consiguiente, pretender que la Iglesia verdadera 
se acabó en el siglo cuarto y que el emperador Constantino “fundó la 
Iglesia Católica”, es antibíblico y antihistórico; es una afirmación 
indigna de un hombre sensato.
7 Los que
 inventan supuestas iglesias desobedecen a Cristo y sus legítimos 
representantes a quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me 
escucha y quien a vosotros rechaza, me rechaza a Mí; ahora bien, quien 
me rechaza a Mí rechaza a Aquel que me envió.” (Lucas 10, 16).
8. A los 
que rechazan la Iglesia Católica, pero se sirven de la Biblia, que la 
misma Iglesia Católica recibió, escribió, y nos la transmitió durante 
dieciséis siglos, decimos: Cristo, por ser Dios, es sabio y prudente, no
 dejó la Biblia como una manzana de la discordia entre sus discípulos y 
los  que se hacen pasar por sus discípulos fundando sectas.  Cristo 
fundó una Iglesia, dejó un representante, que fue San Pedro y sus 
legítimos sucesores, para predicar, interpretar y defender su Evangelio 
contra los manipuladores de la Biblia (II Pedro 1, 20; Gál. 1, 8; II 
Cor. 11, 13-14). La Biblia en manos de los fundadores de sectas, no 
puede defenderse, no tiene boca para desmentir las falsas 
interpretaciones y malas aplicaciones.
9. La 
Iglesia verdadera necesariamente es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA y 
debe tener 2000 años; debe tener la misma fe, la misma moral, la misma 
autoridad mediante la legítima sucesión apostólica y la misma enseñanza,
 desde Cristo hasta hoy. Ahora bien, aparte de la Iglesia Católica, 
ninguna de las 36 000 iglesias protestantes cumple con estas condiciones
 (Juan 17, 20).
La Biblia nos habla de una Iglesia
San 
Pedro, después de haber declarado que Cristo es el Hijo de Dios vivo, 
recibe del propio Cristo esta respuesta: “Yo te digo que tú eres Pedro y
 sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA, y las puertas del infierno no 
prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los 
cielos: todo lo que atares sobre la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatares sobre la tierra, será desatado en los cielos.” (Mateo 16, 17-19).
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| Cristo dice a San Pedro: "Apacienta mis ovejas". Jn. XXI,17. | 
Nuestro
 Señor dice mi Iglesia, no dice mis iglesias. Aunque la Iglesia esté en 
el mundo entero, es una. Jamás de los jamases nuestro Señor habla de 
varias iglesias. Al contrario, nos advierte de no dejarnos engañar por 
supuestos profetas. Así como Cristo es el único mediador entre Dios y 
los hombres (1 Timoteo 2, 5), así la Iglesia Católica es la única 
Iglesia que conduce a Jesucristo, puesto que ella sola fue fundada por 
Él, para continuar su obra. Ella sola recibió al Espíritu Santo y la 
promesa de ser asistida por Él hasta el fin del mundo (Hechos 1, 8; 
Mateo 28, 20); ella sola es “la Iglesia del Dios viviente, columna y 
sostén de la verdad” (I Timoteo 3, 15); ella sola es la Iglesia de los 
Apóstoles, la iglesia de la cual habla la Biblia. Separarse de ella es 
renunciar a Cristo. Que esta Iglesia tenga hijos o ministros buenos o 
malos es otro asunto.
Cristo, 
Pontífice y Sacerdote supremo del Nuevo Testamento (Hebreos 4 y 5), 
formó a los Apóstoles y les comunicó sus poderes. Los Apóstoles que son 
los enviados y depositarios exclusivos de la autoridad de Cristo, antes 
de morir dejaron sucesores legítimos, esto es, formaron otros 
presbíteros y obispos, a quienes dieron el poder y la misión de predicar
 conforme a la Fe que ellos recibieron, predicaron y transmitieron ( II 
Timoteo 2, 2). Desde el siglo I hasta el XXI, siempre la Iglesia 
Católica tuvo sacerdotes, obispos y papas. Ella sola tiene esta sucesión
 apostólica legítima. San Pablo escribe a su discípulo, el obispo Tito: 
“Te he dejado en Creta [isla griega] para que arregles las cosas que 
faltan y para que constituyas presbíteros en cada ciudad, como yo te 
ordené” (Tito 1, 5). Los presbíteros son los sacerdotes. El mismo San 
Pablo dice a los fieles de la ciudad de Corinto: “Os alabo porque 
observáis las tradiciones conforme os las he transmitido” (I Cor. 11, 
2). “Mantened firmemente las tradiciones en que fuisteis adoctrinados, ya sea de viva voz ya sea por carta nuestra”
 (II Tesalonicenses 2, 15). Una secta que nació 2000 años después no ha 
visto nada, no recibió nada, no escuchó nada, no tiene ninguna tradición
 apostólica ni legitimidad. La palabra tradición viene del latín; 
significa transmisión y entrega del mensaje de Cristo, comunicado 
oralmente o por escrito (II Juan 12; III Juan 13). Por ejemplo por la 
Tradición sabemos que hay cuatro evangelios. En la Iglesia Católica, los
 fieles con sus presbíteros observaron lo que les fue transmitido, y 
ellos lo transmitieron, bajo la vigilancia de los obispos, a la 
generación siguiente; así fue desde el siglo I hasta hoy.
La más 
antigua secta protestante fue fundada por un sacerdote católico Martín 
Lutero, 1521 años después de Cristo. Ahora bien, los protestantes, que 
nacieron dieciséis siglos después de los Apóstoles, nunca los conocieron
 ni los escucharon ni recibieron una Biblia o misión de ellos. De 
ninguna manera pueden saber la correcta interpretación de la Biblia, que
 es el libro Sagrada de la Iglesia Católica y Apostólica. San Pablo 
dice: “Aun cuando nosotros mismos, aun cuando un ángel del cielo os 
anuncie un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea maldito. 
Lo dijimos ya, y ahora vuelvo a decirlo: Si alguno os predica un 
evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema.” (Gálatas 1, 8-9). 
Toda interpretación de la Biblia que contradice la Fe católica y 
apostólica de 2000 años es un evangelio distinto. Todas las sectas 
predican un evangelio diferente del que predicaron los Apóstoles y sus 
legítimos sucesores. Esto es sumamente grave para ellas y sus víctimas.
Hablando 
de los predicadores no autorizados por la legítima Iglesia, San Pablo 
dice: “Esos tales son falsos apóstoles, obreros engañosos, que se 
disfrazan de apóstoles de Cristo. No es maravilla, ya que el mismo 
Satanás se disfraza de ángel de luz. No es mucho, pues, que también sus 
ministros se disfracen de ministros de justicia; su fin será el que 
corresponde a sus obras” (II Cor. 11, 13-14). Esto es algo tremendo e 
increíble. Sin embargo Cristo dijo: “Se levantarán muchos falsos 
profetas que engañarán a muchos […] y obrarán grandes señales y 
prodigios....” (Mateo 24, 11, 24). Los falsos profetas harán incluso 
falsos milagros.
La verdadera Iglesia es católica y apostólica
Cristo 
mandó a sus Apóstoles y sucesores anunciar su Evangelio (Mateo 28, 20). 
Los Apóstoles predicaron y dejaron representantes. San Pablo escribe a 
Timoteo, a quien consagró Obispo: "Lo que oíste de mí transmítelo a 
hombres fieles, los cuales serán aptos para enseñarlo a otros" (II 
Timoteo 2, 2). En la Iglesia Católica, desde San Pablo los obispos 
transmitieron a otros obispos lo recibido y los dejaron como guardianes 
de este depósito de la Fe (I Timoteo 6, 20).
Las 
palabras Iglesia y Católica vienen del griego y significan la asamblea 
universal de todos los fieles cristianos. Decir católico y decir 
cristiano es la misma cosa. “La Iglesia dijo San Agustín es el pueblo 
cristiano esparcido por toda la redondez de la tierra”. Desde
 el año 107, San Ignacio mártir, segundo Obispo de Antioquía de Siria, 
después de San Pedro, utilizó el término Iglesia Católica hablando de 
las iglesias fundadas por los apóstoles.
La 
historia nos dice que los rusos y griegos “ortodoxos”, por ejemplo, se 
separaron de la Iglesia Católica en el año 1054. Los protestantes  y 
evangélicos empezaron con Martín Lutero a partir de 1521. Los anglicanos
 fueron fundados en 1534 por el rey de Inglaterra, Enrique VIII, porque 
el Papa no le permitió divorciarse. Todas las demás sectas nacieron de 
la revolución luterana. Los Testigos de Jehová fueron fundados en Estado
 Unidos en 1871 por Carlos Taze Russell; los Mormones en 1830 por Joseph
 Smith; los de la supuesta “Luz del mundo” en 1926 por Eusebio Joaquín 
González en México. Los que se llaman “cristianos” son protestantes 
disfrazados. De todas estas sectas, ninguna tiene 2000 años, ninguna 
viene de los Apóstoles. Ahora bien, si Cristo no las fundó ¿qué garantía
 de veracidad y legitimidad pueden tener? Absolutamente ninguna. Al 
contrario, la Biblia, la historia, el sentido común y la justicia las 
condenan como usurpadoras de misión y función (Jeremías 23, 21, 25).
En 
conclusión, Cristo, fundador de la Iglesia Católica y Apostólica  nos 
advierte: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con 
vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos feroces… No todo el que 
me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que 
hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste entrará en el
 reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día (del Juicio): Señor, 
Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre, en tu nombre lanzamos 
demonios, y en tu nombre obramos muchos prodigios? Y entonces les 
declararé: nunca jamás os conocí; apartaos de mí los que obráis la 
iniquidad” (Mateo 7, 15-23).
En la 
crisis actual muchos de buena fe están en las sectas, pensando estudiar 
la Biblia. Sin embargo, se separaron de la Iglesia de Cristo para seguir
 iglesias ilegítimas que no tienen la autentica interpretación de la 
Biblia y que no salvan. La solución es regresar a la Iglesia fundada por
 Cristo, la que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
 
LA VERDADERA IGLESIA ES
RECHAZADA POR EL MUNDO
AL IGUAL QUE CRISTO LO FUE

“Si
 yo no fuera católico y quisiera encontrar cuál fuese hoy, en el mundo, 
la Iglesia verdadera, iría en busca de la única Iglesia que no estuviese
 de acuerdo con éste; en otras palabras: iría en busca de la Iglesia 
odiada por el mundo. En efecto, si Cristo está hoy en alguna Iglesia en 
el mundo, debe de ser odiado todavía en ella como lo era cuando vivía 
sobre la tierra. Según esto, si quieres hallar a Cristo hoy, encuentra a la Iglesia que no esté de acuerdo con el mundo;
 busca a esa Iglesia a la que acusan de no estar a la altura de los 
tiempos, igual que acusaban a Nuestro Señor de ser un ignorante y de no 
haber estudiado jamás; busca a esa Iglesia a la que los hombres 
escarnecen por su inferioridad social, así como escarnecían a Nuestro 
Señor porque venía de Nazaret; busca a esa Iglesia a la que acusan de 
tener demonio, como se acusaba a Nuestro Señor de estar poseído por 
Belcebú, príncipe de los demonios; busca a esa Iglesia a la que los 
fanáticos quieren destruir en nombre de Dios, del mismo modo que 
crucificaron a Cristo pensando que así servían a Dios; busca a esa 
Iglesia que el mundo rechaza porque se proclama infalible, como Pilato 
rechazó a Cristo porque decía que era la Verdad; busca a esa Iglesia que
 el mundo se niega a recibir, igual que los hombres se negaron a acoger a
 Nuestro Señor”. 
.
.
Esto lo escribió el conocidísimo y prestigioso obispo Fulton J. Sheen en 1957.
.
Por
 lo tanto, es el hombre el que debe adaptarse y aceptar la doctrina 
infalible de la única Iglesia verdadera fundada por Cristo: la 
Católica-Romana. La doctrina de Cristo es siempre perenne, siempre 
vigente, siempre joven, siempre manantial de frutos y gracias. No es la 
Iglesia la que debe adaptarse a los errores del mundo. Sólo en la 
Iglesia verdadera hay salvación. La Iglesia Católica enseña cuáles son 
los enemigos del alma: mundo, demonio y carne. La doctrina de la Iglesia
 es inmutable, aunque algunos de sus jerarcas intentasen cambiarla y 
enseñacen de diferente manera, pues la doctrina de Cristo y su Verdad 
permanecen incólumes a través de los siglos y la historia, hasta el 
final de los tiempos. La Verdad siempre fue, es y será. Cristo ayer, hoy
 y eternamente. El Redentor ya lo dijo: "Los cielos y la tierra pasarán,
 pero mis palabras no pasarán". No hay nada más cierto, pues su palabra 
es de un Dios eterno y por lo tanto siempre vivo. Sus palabras serán por
 lo tanto, Verdad eterna e inmutable y manantial de agua siempre viva 
para la juventud, vida y salvación de nuestras almas. 
 
 
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