viernes, 25 de mayo de 2012

La Virgen María, Madre de Dios


«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien» (San Francisco, Saludo a la B.V. María).

«Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro» (San Francisco, Antífona del Oficio de la Pasión).
«Francisco rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. Le tributaba peculiares alabanzas, le multiplicaba oraciones, le ofrecía afectos, tantos y tales como no puede expresar lengua humana» (2 Cel 198). «Francisco amaba con indecible afecto a la Madre del Señor Jesús, por ser ella la que ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad y por haber nosotros alcanzado misericordia mediante ella. Después de Cristo, depositaba principalmente en la misma su confianza; por eso la constituyó abogada suya y de todos sus hermanos» (LM 9,3).
«El misterio de la maternidad divina eleva a María sobre todas las demás criaturas y la coloca en una relación vital única con la santísima Trinidad. María lo recibió todo de Dios. Francisco lo comprende muy claramente. Jamás brota de sus labios una alabanza de María que no sea al mismo tiempo alabanza de Dios, uno y trino, que la escogió con preferencia a toda otra criatura y la colmó de gracia». «Puesto que la encarnación del Hijo de Dios constituía el fundamento de toda la vida espiritual de Francisco, y a lo largo de su vida se esforzó con toda diligencia en seguir en todo las huellas del Verbo encarnado, debía mostrar un amor agradecido a la mujer que no sólo nos trajo a Dios en forma humana, sino que hizo "hermano nuestro al Señor de la majestad"» (K. Esser).
«El intenso amor a Cristo-Hombre, tal como lo practicó San Francisco y como lo dejó en herencia a su Orden, no podía dejar de alcanzar a María Santísima. Las razones del corazón católico y de la caballerosidad de San Francisco lo llevaban al amor encendido de la Madre de Dios... San Francisco cultivó con esmero y con toda su intensidad el servicio a la Virgen Santísima dentro de los moldes caballerescos y condicionado a su concepto y a su práctica de la pobreza. Nada más conmovedor y delicado en la vida de este santo que la fuerte y al mismo tiempo dulce y suave devoción a la Madre de Dios» (C. Koser).


  • Devociones marianas. Apariciones marianas. Fátima. Lourdes. Virgen de Guadalupe
    "Links Católicos Mn. - Enlaces eclesiales", ofrece aquí largas series de enlaces con páginas marianas: teología, doctrina, documentos, devociones, advocaciones, santuarios, etc. etc., en castellano y en otras lenguas.
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  • María, Madre Nuestra
    Páginas del "Movimiento de Vida Cristiana" dedicadas a Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra: Documentos pontificios marianos, Textos marianos, Oraciones, Subsidios musicales, Principales fiestas marianas, Advocaciones marianas en América, Poemas marianos, Enlaces a otras páginas marianas, etc.
    http://www.catholic-church.org/iglesia/maria/
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  • Mariología
    La Biblioteca Electrónica Cristiana (VE Multimedios) ofrece aquí un elenco de documentos pontificios y otros estudios sobre la Virgen.
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  • La Virgen María, Nuestra Madre
    Páginas de la "Agrupación Católica Universitaria" dedicadas a la Virgen: documentos pontificios marianos; advocaciones y santuarios marianos; escritos diferentes; etc.
    http://www.acu-adsum.org/nuestra.madre.html
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  • Santísima Virgen María
    Amplio elenco de páginas sobre la Virgen: Doctrina mariana, documentos oficiales y estudios; Oraciones y consagraciones; Advocaciones y apariciones: larga serie de páginas dedicadas a santuarios y advocaciones marianas; etc.
    http://www.corazones.org/maria/@maria.htm
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  • María: Apariciones y devociones
    Larga serie de páginas dedicadas a las apariciones, santuarios y advocaciones de la Virgen en todo el mundo. Otros temas marianos.
    http://www.corazones.org/maria/@maria2.htm#ADVOCACIONES
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  • Lista de acceso directo a páginas marianas
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  • María - Mary
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    http://www.geocities.com/~catolicos/links.htm
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  • Advocaciones Marianas en América Latina
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  • María, Reina del mundo
    Esta página de la Diócesis de Cartagena-Murcia trata de reunir todas las advocaciones de la Virgen y sus imágenes, con una breve descripción e historia.
    http://www.mercaba.org/MARIANA/mariana001.htm
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  • Directorio de Páginas Marianas
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    Como se presenta la Virgen María en América.

    México
    Y Las Américas
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    Argentina
    Bolivia
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    Nra. Sra. de Copacabana
    Brazil
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    Nra. Sra. Aparecida
    Canada
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    Notre Dam du Cap
    Chile
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    La Virgen del Carmen de Maipú
    Colombia
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    Nra. Sra. de Chiquinquirá
    Costa Rica
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    Nuestra Señora de los Angeles
    Cuba
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    La Caridad del Cobre
    Ecuador
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    Nra. Sra. del Quinche
    España
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    La Virgen del Pilar
    Estados Unidos
    de Norte América
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    La Inmaculada Concepción
    Guatemala
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    Santa María del Rosario
    Haiti
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    Nuestra Señora
    del Perpetuo Socorro
    Honduras
    Virgen de Suyapa, Honduras
    Nuestra Señora de Suyapa
    México
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    Nuestra Señora de Guadalupe
    Nicaragua
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    La Inmaculada Concepción de El Viejo  (La Purísima)
    Panamá
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    Santa María de la Antigua
    Paraguay
    Paraguay: Caacupe
    Nra. Señora de los Milagros de Caacupé
    Perú   zzPeruMercedesNuestraSra.gif (36215 bytes)Nra. Señora de la Merced
    Puerto Rico
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    Ntra. Sra. de la
    Divina Providencia
    República Dominicana
    Nuestra Señora de la Altagracia
    San Salvador
    El Salvador Paz Nuetra Sra
    Nuestra Señora de la Paz
    Uruguay
    UruguayTreintaTres
    Nra. Sra. de los Treinta yTres.
    Venezuela
    Nuestra Señora de Coromoto



    Oración de Juan Pablo II

    "Permítenos María, participar en tu peregrinación a través de los países de América del Centro y del Sur, donde eres tan conocida y venerada. Desde Guadalupe, en México, hasta la Aparecida, en Brasil; desde Lujan en la Argentina hasta la Caridad del Cobre, en Cuba; desde Coromoto en Venezuela, hasta Copacabana, en Bolivia y en muchos otros lugares... María, se peregrina con nosotros por los senderos del mundo..." 
    -8 de diciembre, 1993.

    DOGMAS MARIANOS
    Madre de DiosEl dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.
    El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:
    "Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."
    El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
    "Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)

    InmaculadaEl Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
    "Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."

    Maria Siempre VirgenEl dogma de la Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.
    "Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio Vaticano II).
    "La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la 'Aeiparthenos', la 'siempre-virgen'." (499 - catecismo de la Iglesia Católica)


    AsunciónEl dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
    Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:
    "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

    La Santísima Virgen es nombrada también
    bajo los títulos de:
    Coronación Madre de la Iglesia y Madre de los hombres.
    La Virgen no puede ser objeto de culto de adoración o latría (la adoración sólo corresponde a Dios). Pero sí se honra a la Virgen de una manera especial, a la que la Iglesia llama "hiperdulía" que es una veneración mayor a la que se da a los santos del cielo, ellos son objeto de culto de "dulía" o veneración.



    María (madre de Jesús)

    María
    The Madonna in Sorrow.jpg
    María en su advocación de los Dolores, por Sassoferrato
    Theotokos ("Madre de Dios")
    Bienaventurada Virgen María
    Nuestra Señora
    Se la contempla en todos los momentos de su vida mortal y pidiendo su intercesión sobre una localidad o cosa concreta, con numerosos títulos adaptados a tal fin.
    Nacimiento Fecha desconocida; se celebra el 8 de septiembre. Si Jesucristo nació en el 7 a. C., ella habría nacido entre el 30 y el 20 a. C.1
    Lugar desconocido, suele citarse Seforis,2 aunque existen muchas tradiciones.
    Fallecimiento Fecha desconocida; se celebra el 15 de agosto, ver Asunción de María
    Jerusalén, o Éfeso, según diversas tradiciones.
    Festividad
    Atributos Variada: anagrama con M y A.; azucena; corona de doce estrellas; Luna a sus pies; Rosario; Rosa; vestidos blanco y azul; Niño Jesús en sus brazos
    Patronazgo María, ya sea con su nombre o con el nombre de alguna de sus advocaciones, es patrona de innumerables países, ciudades y localidades del mundo. Para los católicos, en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes, es patrona de los enfermos.
    María (en arameo, מרים, 'Mariam') es el nombre que se usa en los evangelios para referirse a la madre de Jesús de Nazaret. Para los cristianos católicos, ortodoxos, coptos, anglicanos y otros grupos cristianos orientales, son más usadas las expresiones «Santísima Virgen María», «Virgen María», «Madre de Dios» o simplemente «la Virgen». En el islam se usa el nombre árabe Maryam.

    El nombre de María

    Para los hebreos el nombre no era un simple apelativo; estaba íntimamente ligado a la persona. Por ello usaban nombres que describirían la personalidad, el carácter; así, era muy usada la expresión "su nombre será tal" cuando se quería designar una misión o carácter especial al niño por nacer.
    María es un nombre conocido en el Tanaj o Antiguo Testamento por haber sido nombre de la hermana de Moisés y Aarón,3 originalmente escrito como Miryām. La versión de los Setenta lo menciona como Mariám (Mαριαμ); el cambio en la primera vocal señala tal vez la pronunciación corriente, la del arameo que se hablaba en Palestina antes del nacimiento de Cristo. Al igual que con los nombres de Moisés y Aarón, que fueron tomados con sumo respeto, el de María no se usó más como nombre común, pero la actitud cambió con el tiempo y fueron puestos como señal de esperanza por la era mesiánica. En el texto griego del Nuevo Testamento, en la versión de los Setenta, el nombre usado era Mariám.4 María sería probablemente la forma helenizada de la palabra.
    Aunque en la Edad Media se le buscó significados más piadosos que exactos, bajo los actuales descubrimientos arqueológicos, "Alteza" o "Ensalzada" son los significados más cercanos al nombre de origen hebreo.
    María es asimismo conocida como "Estrella de los Mares" o "Estrella del Mar" (Stella Maris). Dicho nombre procede de la interpretación de un pasaje del Antiguo Testamento, del primer Libro de los Reyes 18:41-45.
    María, madre de Jesús. Carlo Dolci.
    María es mencionada por su nombre por primera vez al escribirse el evangelio más antiguo, el evangelio según san Marcos, pero de forma tangencial.5 En el evangelio según san Mateo se la menciona con motivo de la narración de la concepción milagrosa de Jesús y de su nacimiento y huida a Egipto.
    Aquí el evangelista menciona que es María aquella de quien habló el profeta Isaías al decir: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".6 El evangelio según san Lucas es el que más datos da sobre María, al desarrollar con más detalle los temas de la infancia de Jesús, algunos de los cuales se amplían más abajo: la Anunciación, la Visita a Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Presentación de Jesús en el Templo (aquí el anciano Simeón le profetiza: a ti misma una espada te atravesará el corazón,7 aludiendo al dolor de María durante la Pasión de su Hijo) y la pérdida de Jesús y su hallazgo en el templo. También es san Lucas quien dice que María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.8 En el evangelio según san Juan, Jesús hace su primer milagro a petición de ella, en Caná. Y en la cruz, la entrega como madre al discípulo amado, y él es entregado a María como hijo. Las teologías católica y ortodoxa destacan, a raíz del milagro de Caná, la eficacia de la intercesión de María ante su Hijo; y en la entrega al pie de la cruz, la proclamación simbólica de María como Madre de la Iglesia, es decir, de todos los cristianos, figurados en la persona del discípulo amado. También se la menciona en los Hechos de los Apóstoles9 como miembro destacado de la comunidad cristiana primitiva.

    Padres y familia

    La tradición cristiana ha considerado a Joaquín y Ana como los progenitores de María. Estos nombres están tomados del Protoevangelio de Santiago, uno de los evangelios apócrifos más famosos y antiguos. Esta asunción ha sido punto de referencia para muchos datos piadosos sobre la vida de la Virgen María.
    No se tiene seguridad de si María tuvo hermanas. Aunque algunos toman por ciertos datos del evangelio de San Juan y San Mateo quienes mencionan a una "hermana de su madre", la cual sería María de Cleofás, Hegesipo menciona a esta María como esposa de Cleofás, hermano de José y por tanto concuñada de María: un matrimonio hebreo no colocaría el mismo nombre a dos de sus hijas carnales.
    En el Nuevo Testamento, aunque en algunos pasajes se habla de hermanos de Jesús sólo dice que María es la madre de Jesús. La Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa, la Iglesia Copta y la Comunión Anglicana, basadas en el uso del lenguaje hebreo de aquella época y en la tradición eclesial, interpretan este término como "parientes", y declara que María permaneció siempre virgen. Por su parte, la mayoría de las confesiones protestantes, con excepciones entre los luteranos, dicen que María, después de la concepción virginal, tuvo otros hijos.
    Los que afirman que María tuvo otros hijos, basan su argumentación en la interpretación literal de los textos bíblicos en los que se habla expresamente de hermanos de Jesús. En el idioma arameo así también en el hebreo no existe un término para indicar primo o un familiar cercano. La Biblia de los Setenta, al traducir la Biblia del hebreo al griego, cada vez que encuentran el término hermano (בן), usan el término ἄδελφος, de manera que este término indica a parientes incluso no muy cercanos. Así se comprende entonces que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos” (1ª Cró 15:6 –ver también Gén. 11:27; 12:5 y comparar con Gén. 13:8; 14:14,16).
    Aunque en el griego koiné sí existe el término ἀνέψιος para indicar primo, no implica que su uso estuviera generalizado entre los hebreos.

    Matrimonio de María

    Los evangelios hacen aparecer a María cuando narran la concepción de Jesús. Según lo que narran se puede ver que María en ese momento era prometida de José de Nazaret, quien era carpintero. Los relatos evangélicos se inician después de los desposorios de María con San José.
    El evangelio según san Lucas dedica dos capítulos a la concepción e infancia de Jesús. Es en Lucas también donde es llamada "llena de gracia", "bendita entre todas las mujeres", "madre del Señor". El apelativo κεχαριτωμένη (participio perfecto pasivo de χαριτόω) es traducido por las versiones protestantes como "muy favorecida", mientras que en las católicas se suele traducir como "llena de gracia" (siguiendo el "gratia plena" de la Vulgata). La Nueva Biblia de Jerusalén, por ejemplo, anota a Lc 1,28 que este saludo en forma literal significa: "tú que has estado y sigues estando llena del favor divino".10 Esto se debe a que en griego un verbo factitivo como χαριτόω en perfecto indica completamiento del acto que indica el verbo.
    Según la tradición judía de aquel momento, los jóvenes varones se desposaban entre los dieciocho y veinticuatro años, mientras que las jóvenes mujeres a partir de los doce años eran consideradas doncellas (na'arah) a partir de esa edad podían desposarse. El matrimonio judío tenía dos momentos, desposorio y matrimonio propiamente dicho: el primero era celebrado en la casa de la novia y traía consigo acuerdos y obligaciones, aunque la vida en común era posterior. Si la novia no había estado casada antes se esperaba un año después del desposorio para llegar a la segunda parte, el matrimonio propiamente dicho, donde el novio llevaba solemnemente a la novia desde la casa de sus padres a la de él.

    Anunciación

    Imagen de la Virgen utilizada para veneración y procesión.
    La presencia de María en los relatos bíblicos comienza con la narración de la aparición del Arcángel Gabriel a María, según lo relata el evangelista Lucas:11
    Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel, le dijo: «¡Alégrate, llena de gracia! El Señor está contigo.»
    Lucas 1:26-28
    Lucas puso empeño en anotar las reacciones de María ante las revelaciones divinas que se irán sucediendo: su turbación12 y su dificultad,13 al igual que posteriormente mostraría su asombro ante el oráculo de Simeón14 y su incomprensión de la palabra de Jesús en el templo.15 En presencia de un misterio que rebasa su inteligencia, reflexiona sobre el mensaje (Lucas 1:29; Lucas 2:33), piensa sin cesar en el acontecimiento y lo guarda en su corazón.16 17
    Desde el momento de la Anunciación, cuando el proyecto inicial de vida de María parece trastocarse, comienza una secuencia de riesgos y de inseguridades señalada por los evangelios de Lucas y de Mateo.18 La primera inseguridad se presenta en relación al origen de su concepción. En efecto, la incertidumbre parece atacar el corazón de su prometido José, y lo conduce a su intención de repudiar a María en secreto para no ponerla en evidencia.19 Así lo tiene planificado José cuando Dios le hace conocer sus designios por un sueño: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»20 A partir de entonces, José coparticipa de los riesgos que se presentan en la vida de María, como se detalla más adelante.

    La visita de María a Isabel

    María, ya embarazada, visita luego a su prima Isabel, ya que el ángel Gabriel le había anunciado que también ella, aunque ya anciana, estaba encinta, señal de que para Dios no hay imposibles. Viaja María a una población de la montaña de Judea, que actualmente se conoce como la ciudad de Ain Karim situada a seis kilómetros y medio al oeste de Jerusalén.
    Al llegar María, el evangelio narra que el niño que tenía Isabel en su vientre dio un salto, que fue interpretado como de alegría. Isabel reconoce luego a María como la "Madre de su Señor"21 y la alaba. María responde a Isabel con un canto de alabanza, ahora llamado "Magnificat",22 inspirado en el cántico de Ana,23 en varios salmos y en otros pasajes del Antiguo Testamento que, seguramente, eran del conocimiento de María. El "Magnificat" incluye una profecía: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada".24 La "Anunciación" y el "Magnificat" son, sin dudas, los dos pasajes de los evangelios canónicos en que María explicita verbalmente con más detalle su pensamiento, que no es otro que un anticipo de la misma vida y mensaje de Jesús.25

    Nacimiento de Jesús

    Pierre Mignard, La Virgen de las uvas.
    Lucas, al narrar las circunstancias que rodean el nacimiento de Jesús, describe con sencillez el riesgo que sigue impregnando la vida de María.18 Ante un edicto de César Augusto que ordena un censo,26 José y María deben emprender la travesía desde Nazaret en Galilea hacia Belén en Judea, cuando ella está por dar a luz.27 Como no hay sitio para hospedarse, debe dar a luz en un pesebre.28 El relato del evangelio de Lucas parece resaltar de forma creciente la fe de María, quien se fía de Dios a pesar de no comprender plenamente lo que sucede: ella guarda "estas cosas" y las medita en su corazón.29

    María y una profecía de sufrimiento

    Con motivo de la presentación de Jesús en el Templo para dar cumplimiento a la ley que ordena que todo varón primogénito ha de ser consagrado al Señor,30 se produce un nuevo signo de inseguridad para María. Un hombre justo y piadoso llamado Simeón, a quien le es revelado que no verá la muerte antes de ver al Cristo, reconoce en el hijo de María la salvación, luz para iluminar a los gentiles y gloria del pueblo de Dios, Israel.31 Pero a continuación, una profecía realizada por Simeón atraviesa la figura de María:
    Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –– ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! –– a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
    Lucas 2:33-35

    María en la huida a Egipto

    Tiempo más tarde, unos magos de Oriente se presentan en busca del «Rey de los judíos que ha nacido».32 Cuando entran en la casa, ven al niño con María su madre y, postrándose, le adoran.33 Pero esta visita de los magos atrae la atención de Herodes el grande que ordena matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca.34
    El riesgo se cierne nuevamente sobre María y el niño. Pero el Ángel del Señor se aparece en sueños a José y le dice: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Él se levanta, toma de noche al niño y a su madre, y se retira a Egipto; y permanece allí hasta la muerte de Herodes.35 Un autor contemporáneo remarca la ausencia casi constante de toda seguridad humana en el destino de María: «Quédate allí hasta nuevo aviso: tal era la fecha que Dios había señalado. ¿Cuando será la vuelta? ¿Pronto, dentro de un mes, de un año? ¿Se instalarán, vivirán allí provisoriamente?...»18
    Cuando mueren los que buscaban la vida del niño, José toma consigo al niño y a su madre, y entra en tierra de Israel. Pero se entera de un nuevo riesgo: Arquelao reina en Judea en lugar de su padre Herodes, y por eso tiene miedo de ir allí. Y, avisado en sueños, se retira a la región de Galilea, a una ciudad llamada Nazaret.36

    María, durante la adolescencia de Jesús

    El único episodio de Jesús adolescente narrado por los evangelios canónicos es referido por Lucas con motivo de la fiesta de la Pascua.37
    Luego de sufrir la pérdida de su hijo en el Templo y de haberlo buscado durante tres días, al encontrarlo María le pregunta: «Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando!» La expresión deja traslucir el dolor y la preocupación de una madre diligente, que incluso habla en nombre de José, lo que remarca la gran personalidad de María.38 Jesús le responde a María con otra pregunta, que ella no comprende.

    María: la que guardó y cumplió las palabras de Jesús

    De acuerdo con las Sagradas Escrituras, María no fue lo que la Epístola de Santiago llamó «un oidor olvidadizo».39 El Evangelio de Lucas nos lega una frase que se repite dos veces casi literalmente, forma de poner énfasis en el asunto. En la escena del nacimiento de Jesús, después que los pastores relatan a José y María lo que se les había dicho del niño, el evangelista agrega que «María conservaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón».40 Y un poco más adelante, al relatar el episodio del hallazgo del Jesús, de doce años, entre los doctores del templo, el evangelista repite casi textualmente la frase antes citada: «Y su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón».41
    Es de notar que esta segunda frase no sólo se refiere a la respuesta dada por Jesús en el templo a los doce años, sino que es razonable extenderla a todo lo que Jesús le dijo en los diálogos que con ella tendría durante los años que pasó «sujeto a sus padres». También es claro que el evangelista señala que María conservaba esas palabras a pesar de que ni ella ni José habían entendido la respuesta de Jesús en el templo: que «convenía que él se ocupara de las cosas de su Padre». Juan de Maldonado comenta que no podía María dejar de comprender que Jesús llamara a Dios «su Padre», ni tampoco podía resultarle extraño que él se considerara obligado a ocuparse de las cosas de Dios. Lo que María aún no comprendía era «a qué cosas llamaba Jesús las cosas de su Padre: de enseñar primero a los hombres, y luego de morir por ellos».42
    A pesar de que, bajo este aspecto, las palabras de Cristo quedaron de momento envueltas en el misterio para la mente de María, ella las guarda como una reliquia, lo que forma parte de la psicología profunda de María. De allí que haya autores que hagan referencia a ella dándole el título de «Señora del Silencio».43 Y es también por ello que algunos exégetas han llegado a considerar a María misma como una de las fuentes primarias del Evangelio de Lucas.38 En cualquier caso, aún cuando María no fuese una fuente oral del Evangelio de Lucas, es razonable al menos admitir la existencia de un testimonio mediato: las palabras de María pueden haber llegado a Lucas a través de Juan el Apóstol o de mujeres que convivieron con ella.

    María durante el ministerio público de Jesús

    Durante el ministerio público de Jesús, María aparece mencionada en los Evangelios como "su madre", una situación especial que no pertenece a ningún otro miembro de la comunidad. «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron»,44 exclamó una voz entre la muchedumbre, y siguen ahora exclamando los cristianos. Como se señalará más adelante, se suele poner particular relieve en la virginidad de María, en su concepción inmaculada o, sobre todo, en su maternidad divina. Jesús respondió: «Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».45 Cristo no dice que haya otros seres más dichosos que su madre. Lo que sí afirma es que la razón principal de la bienaventuranza de María consiste, no sólo en haber concebido al Hijo de Dios, sino en haber escuchado su palabra y haberla puesto en práctica, en haber creído en él,25 de la misma forma que lo había señalado antes Isabel: "Feliz de ti por haber creído".46
    En el evangelio según san Juan, toda la vida pública de Jesús está encuadrada por los dos únicos pasajes en los que aparece su Madre, y que son propios de este evangelio. Se trata de las "bodas de Caná"47 y la "muerte del Señor",48 que forman parte del inicio y del final del ministerio público de Jesús.49
    Las bodas de Caná tienen lugar cuando, según lo expresa Jesús, todavía no ha llegado "su Hora".50 Sin embargo, y a pedido de María, Jesús realiza su primer signo, para que sus discípulos crean en él. María reaparece al llegar "la Hora",51 que no es otra que la de la glorificación de Jesús, su muerte y resurrección. En la cruz, es Jesús el que llama a su Madre.52 Como en Caná, María es llamada por Jesús “Mujer”, y le encomienda que sea “Madre” del discípulo amado que está con ella junto a la cruz.
    María adquiere un valor simbólico porque en ese momento pasa, en la figura del discípulo amado, a ser la madre de los discípulos de Cristo. Se la llama "Mujer", y esta palabra hace alusión a la primera mujer del comienzo del Génesis, "Eva, madre de todos los vivientes". Muchos Santos Padres (San Jerónimo de Estridón, San Agustín, San Cirilo, San Juan Crisóstomo, San Juan Damasceno) señalan al respecto que "si la muerte vino por Eva, la vida vino por María".53 Ahora que comienza una nueva creación, hay una nueva "Mujer" que es la Madre de la Iglesia, madre de todos los que viven. Las teologías católica y ortodoxa destacan que, en virtud de esos dos pasajes, son discípulos del Señor aquéllos que –tal como pide María– hacen lo que Él dice,54 que permanecen al pie de la cruz del crucificado junto a María55 y los que la reciben como madre propia, al igual que hizo "el discípulo a quien Jesús amaba".56 49 Otras interpretaciones se discuten más adelante (ver sección “Cuestiones Teológicas”).

    María en el Cristianismo

    La imagen más antigua conocida de María, sosteniendo a Jesús niño. Datada del siglo II57 , Catacumbas de Priscila, Roma.

    María, durante las primeras persecuciones y en la Patrística

    A pesar de ser una figura con pocas (aunque importantes) menciones en los evangelios, con el paso de los siglos, la atención sobre la persona de María se acrecentó de forma notable. Ya en el siglo II, San Ireneo de Lyon denominaba a María "nuestra más eminente abogada"58 59 y su figura aparecía representada en las catacumbas de Priscila en Roma.57 También en el siglo II, se decía de Ella: "Y en Ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel" (Protoevangelio de Santiago). De modo que llegaron a surgir en las reflexiones sobre ella todo tipo de virtudes y cualidades. Sin embargo, se debe mencionar que en los orígenes del cristianismo, es decir, en el Siglo I, y en el Nuevo Testamento, no existen demasiados indicios acerca de María.60 Cabe mencionar que algunos ven en la veneración a María similitudes con la veneración de mujeres en otras culturas paganas.61 62

    María en las iglesias católica, ortodoxa y copta

    Como la doctrina de la Trinidad considera a Jesús una de las personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), se le da a María el título de theotokos, 'Madre de Dios'. Isabel había dicho: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Aquí "el Señor" es indudablemente Dios. Por lo tanto cuando a continuación la llama: "la madre de mi Señor", la referencia es muy clara: la consideraba 'Madre de Dios'.
    Según la teología ortodoxa y también católica, es correcto denominarla de esta forma pues Jesús unía en una misma persona dos naturalezas (la humana y la divina), y cuando se habla de María como Madre de Dios se refiere a María como madre de Jesús en toda su persona. La ortodoxia encuentra correcto[cita requerida] el referirse a María como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo. Su razonamiento lógico es el siguiente; "Si Jesús es Dios y María es madre de Jesús, entonces María es Madre de Dios". La encarnación significa que en un instante la segunda Persona de la Trinidad, el Verbo, de naturaleza divina, asumió plenamente la naturaleza humana -sin menoscabo de su condición divina- al ser concebido milagrosamente en María. Como fue instantánea y esencial, María en ese momento empezó a ser madre de Jesús: hombre-Dios.
    Para los cristianos y, con mayor énfasis, en la teología católica, ortodoxa y anglicana, se ponen de manifiesto un conjunto de "paradojas marianas" que sólo pueden ser contempladas en el marco de la fe, ya que forman parte del "misterio mismo de Dios, que quiso hacerse niño". Esas paradojas fueron recopiladas por Castán Lacoma, y hacen referencia a las gracias extraordinarias de las que fue depositaria María, en orden a su maternidad. Por ser la madre de Cristo –considerado el Verbo encarnado, Dios mismo–, María es:
    • la que "dio el ser al creador de todo",
    • la que "engendró al mismo que la había creado a ella",
    • la que existía antes que Dios... se encarnara,
    • la que encerró en su seno al Inmenso e Infinito,
    • aquella que encerró en sus entrañas a quien no cabe en todo el mundo,
    • la que sostuvo en sus brazos al que todo lo sustenta,
    • la que tuvo obligación de ejercer vigilancia materna sobre el que todo lo ve,
    • la que tuvo a su cuidado al Dios que cuida de todos,
    • la que tocó los confines de quien no tiene fin.53
    En la iglesia ortodoxa también existe la creencia de la "Santísima dormición de la Virgen María"; en Jerusalén se encuentra la benedictina Abadía de Hagia Maria o de la Dormición, en cuya cripta se dice descendió María y fue dormida antes de su asunción al cielo. Por otro lado también se cree lo dicho por los padres de la Iglesia desde San Melitón de Sardes en el siglo II después de Cristo de que María fue coronada en el cielo después de su asunción, basándose esto en el relato del libro del Apocalipsis en el capítulo 12. En la iglesia católica, la Coronación de María es el 5to. Misterio glorioso del Rosario.
    Asunción de la Virgen María, por Annibale Carracci. Roma, Iglesia de Santa Maria del Popolo.

    Cuestiones teológicas

    Mientras la Reforma disminuía la posición de María, en el catolicismo ésta seguía creciendo. El pasaje del evangelio según San Juan 19:27 ha dado lugar a interpretaciones que aún hoy no concuerdan: Muchas versiones traducen: “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa”. Mientras que otras [como Sagradas Escrituras (1569) y Reina Valera (1909)] traducen: “Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo”.
    Según el catolicismo, la diferencia de lo que se transmite no es menor, ya que "para Jesús era el momento más trascendental de toda su existencia terrenal". Para saber si estaba dejando a su madre al cuidado de su amado discípulo Juan, es conveniente verificar el texto original (griego):
    καὶ ἀπ’ ἐκείνης τῆς ὥρας [y desde aquella hora]
    ἔλαβεν ὁ μαθητὴς αὐτὴν εἰς τὰ ἴδια [(aquél discípulo la tomó a su propiedad)63 ]
    En cualquier caso se traduce al español como: “y desde aquella hora el discípulo la tomó como propia” (es decir, como su propia madre).
    En 1854, se produjo la proclamación, por parte del papa Pío IX del dogma de la Inmaculada Concepción: María fue liberada del pecado original en su propia concepción, de manera que vivió una vida completamente sin pecado, cuestión que tampoco es aceptada por los protestantes. Por tanto, la Iglesia Católica considera dogma de fe que "la Santísima Virgen, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio concedido por Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original".
    Por medio de la Constitución Apostólica "Munificentíssimus Deus", el papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen el 1 de noviembre de 1950: "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
    Al definir este dogma, Pío XII no hizo más que definir solemnemente lo que los fieles siempre habían creído, es decir que la carne de la mujer que había dado carne al Hijo de Dios escapó a la corrupción de la carne humana. Las confesiones protestantes niegan esta proposición.

    Apariciones de María

    Según la Iglesia Católica, la Iglesia ortodoxa y la Iglesia Copta, es posible que María y los santos puedan comunicarse privadamente con los hombres. Los mensajes revelados a los videntes son consideradas por la Iglesia como revelaciones privadas (mensajes que pueden ayudar a la salvación). Sin embargo, aunque la Iglesia Católica llegue a aprobar una aparición como auténtica manifestación sobrenatural y diga que los mensajes están de acuerdo con la doctrina y tradición cristiana, estas revelaciones no son consideradas como una verdad de fe, lo que deja en libertad a los creyentes de aceptarlas o no. Las apariciones de María son indicadas en la teología católica con el término mariofanías.
    La historia del catolicismo recuerda numerosas apariciones, de las cuales sólo algunas han sido aprobadas oficialmente. Entre las más conocidas podemos citar: Nuestra Señora del Pilar (España, 40 DC), Guadalupe (México, 1531), La Milagrosa (Francia, 1830), Lourdes (Francia, 1858), Fátima (Portugal, 1917); la que se refiere a Medjugorje (1981) todavía es objeto de estudio (en 2010) por parte de las autoridades católicas.
    Estos fenómenos no han ocurrido solo en el catolicismo. Durante la historia de casi todos los países de la cristianidad ortodoxa, tales apariciones se manifestaron en gran número con la consiguiente construcción de santuarios. Algunas de esas apariciones se reflejaron en los calendarios litúrgicos de las iglesias ortodoxas (véase Protección de la Madre de Dios).
    En los últimos años se han producido diversas apariciones marianas en Egipto, algo que la Iglesia Copta interpreta como una consolación en tiempos de persecución. Ha habído varias apariciones como la del Zeitún en 1968, Asiut en 2000, y más recientemente en el barrio cairota de El Warrak en diciembre de 2009. La mayoría de estas apariciones tienen lugar en las cúpulas de iglesias coptas. El papa copto, Shenouda III aprobó tales apariciones como verdaderas manifestaciones de la Virgen María.64 65

    Oraciones marianas

    La oración mariana de más antigüedad conocida es el Sub tuum praesidium (español: Bajo tu protección o amparo).
    Texto griego Texto Latín Traducción
    Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
    καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
    Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
    μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
    ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων
    λύτρωσαι ἡμᾶς,
    μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.
    Sub tuum praesidium confugimus,
    sancta Dei Genitrix.
    Nostras deprecationes ne despicias
    in necessitatibus,
    sed a periculis cunctis
    libera nos semper,
    Virgo gloriosa et benedicta
    Bajo tu amparo nos acogemos,,
    Santa Madre de Dios
    no deseches las súplicas que te dirigimos
    en nuestras necesidades;
    antes bien, líbranos
    siempre de todo peligro,
    Oh Virgen gloriosa y bendita
    El papiro Rylands 470 descubierto en Egipto, datado del siglo III y publicado por Roberts en Manchester en 1938, contiene la muy conocida oración Sub Tuum Praesidium.66 El original se conserva en la Biblioteca Universitaria John Rylands.67 Cabe destacar en el texto la presencia del término Theotokos (en este caso, Theotoke, en vocativo), es decir, “Madre de Dios”. Dos siglos después, en el Concilio de Éfeso, se reconoció de forma solemne este título para la Virgen María, contra el parecer de Nestorio. Está considerada, por tanto, como la oración mariana más antigua de las que tenemos noticia.
    La Iglesia Católica conoce muchas otras oraciones marianas para venerar o pedir la intercesión de María; entre ellas se encuentran la más popular de todas ellas, el Ave María, el Angelus, el Regina Coeli (que se reza en el tiempo litúrgico de Pascua en lugar del Angelus), la Salve, el Memorare y también el Bendita sea tu pureza:
    Bendita Sea Tu Pureza
    Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti Celestial Princesa, Oh, Virgen Sagrada María, Yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes Madre Mía. Amén.

    María en la Reforma protestante

    El protestantismo acepta la concepción milagrosa de Jesús por obra del Espíritu Santo como una verdad bíblica, pero además, cuando las Escrituras se refieren a los "hermanos de Jesús", o cuando el apóstol Pablo escribe "Santiago el Menor, el hermano del Señor", lo interpretan literalmente, por lo que niegan la virginidad perpetua de María (así como interpretan en ese mismo sentido el texto de Mateo 13:55-56). Su razonamiento es que en aquella época no tener hijos era una afrenta y ninguna mujer deseaba ser vista como estéril, lo que más anhelaban era tener un hijo y ofrecerlo a Dios. Además de apoyarse en el texto original en griego.

    Sin embargo, el iniciador de este movimiento, Martín Lutero, dijo entre otras cosas:
    María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente fue quien reposó en su regazo... Si Él es nuestro, debieramos estar en su lugar; ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe ser nuestro, y su madre es también nuestra madre.
    Sermón, Navidad, 1529
    (Ella es) la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo... ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras.
    Sermón, Navidad 1531
    Sobre la Maternidad Divina:
    ... ella con justicia es llamada no solo madre del hombre, sino también la Madre de Dios... es cierto que María es la Madre del real y verdadero Dios".
    Ref: Sermon on John 14. 16: Luther‘s Works (St. Louis, ed. Jaroslav, Pelican, Concordia. vol. 24. p. 107)
    Sobre la Inmaculada Concepción:
    Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado.
    Sermón: "Sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios", 1527.
    Y sobre la virginidad perpetua de María:
    Cristo... fue el único Hijo de María, y la Virgen María no tuvo otros hijos aparte de Él... Me inclino a aceptar a quienes declaran que los "hermanos" realmente significan "primos" aquí ya que el escritor sagrado y los judíos en general siempre llamaban hermanos a los primos.
    Luther‘s Works, eds. Jaroslav Pelikan (vols. 1-30) & Helmut T. Lehmann (vols. 31-55), St. Louis: Concordia Pub. House (vols. 1-30); Philadelphia: Fortress Press (vols. 31-55), 1955, v.22:23 , v.22:214-15 / Sermons on John, chaps. 1-4 (1539)
    Otra importante figura del Protestantismo, Juan Calvino, escribió sobre este punto:
    Helvidius mostró excesiva ignorancia al concluir que María debe haber tenido muchos hijos porque el término "hermanos" de Cristo es mencionado varias veces"
    Harmony of Matthew, Mark & Luke, sec. 39 (Geneva, 1562), vol. 2 / From Calvin's Commentaries, tr. William Pringle, Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1949, p.215; on Matthew 13:55
    (Sobre Mateo 1,25): La deducción que él [Helvidius] hizo, de que María no permaneció virgen más que hasta su primer parto, y que después tuvo otros hijos de su esposo... Ninguna justa y sólidamente fundada inferencia puede ser lograda a partir de esas palabras... como que tomara lugar después del nacimiento de Cristo. El es llamado el "Primogénito"; pero por el solo propósito de informarnos que nació de una virgen... lo que ocurrió después no nos es informado por los historiadores... nadie podrá sostener este argumento obstinadamente, excepto por un extremo apego a las disputas.
    Pringle, ibid., vol. I, p. 107
    Como se dice al comienzo de la sección, los continuadores del movimiento se han apartado de la idea de sus iniciadores -coincidente con la de la Iglesia Católica- sobre estos puntos.
    Hay que recordar que los hebreos vivían bajo la cultura de “clan” (Lev. 25:10), por lo tanto sólo solían distinguir entre parientes cercanos (en griego: adelphe –traducido al español como hermanos-) y parientes en general (en griego: suggens –es decir: parentela-). Y en relación con la palabra traducida como hermano, es sabido que entre los hebreos tenía una aplicación muy amplia, por ejemplo:
    "Cuando Tobías oyó decir esto a Rafael y supo que Sara era hermana suya, de la misma descendencia que la familia de su padre, la amó intensamente y se enamoró de ella." (Tobías 6:19)
    Sin embargo, la no inclusión del libro de Tobías como canónico -es decir, con autoridad normativa o dogmática- en algunas Biblias protestantes, dificulta la aceptación de este argumento.
    La Biblia afirma que Abraham era tío de Lot (Gén. 11:27; 12:5); no obstante a Lot y Abraham más de una vez se los denomina “hermanos” (Gén. 13:8; 14:14,16). También Labán llama “hermano” a Jacob, el cual para nuestra terminología actual sería su “sobrino” (Gen 29:15). Así se comprende entonces que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos” (1ª Cró 15:6)

    María en la Comunión Anglicana

    Aunque la figura de María ha estado presente en la Comunión Anglicana desde sus inicios, en el año 2005 se produjo un acercamiento teológico profundo de la Comunión Anglicana a la figura de María. Este acercamiento se expresó en un documento publicado por la ARCIC (Comisión Internacional Anglicano-Católica) llamado "María: Gracia y Esperanza en Cristo", publicado el 16 de mayo del año 2005 el cual es la primera declaración conjunta anglicano-católica sobre el papel de la Virgen María en la doctrina y la vida de la Iglesia. Aunque no es un texto declaratorio, se ofrece a la iglesias para su estudio y evaluación. Una de las conclusiones del documento es que "es imposible ser fieles a las Escrituras sin prestar la atención debida a María".
    Profundizando el acercamiento anterior, el 24 de septiembre de 2008, el arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams peregrinó al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción, predicando ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional.68

    María en el Islam

    Virgen María y Jesús. Miniatura persa antigua.
    En el Islam se llama Maryam bint ʿImran (مريم بنت عمران), esto es, María hija de ʿImran (Joaquín en la Biblia), y de Hannā (حنـّا Ana), o también Maryam bint Dāwud (María hija de David), por proceder del linaje del rey David según la tradición. Es considerada ejemplo de mujer virtuosa y tiene tanta relevancia como su hijo Jesús (ʿIsà عيسى), a cuyo nombre se añade casi siempre el laqab o filiación "ibn Maryam" (بن مريم), esto es, "hijo de María". A María está dedicada una de las azoras o capítulos del Corán, la que lleva por título آل عمران Āl ʿImrān, esto es, la familia de Imran.
    Según el Corán; la madre de María, esperaba tener un hijo varón a quien dedicar al servicio del Templo, siguiendo la tradición familiar. Dio a luz a una niña, en quien sin embargo se cumpliría la tradición, pues fue asignada al servicio sagrado. Fue confiada a la tutela del profeta Zacarías (necesariamente un personaje distinto al Zacarías bíblico), quien se sorprendía, al visitar a su ahijada en el oratorio en el que ésta se encontraba retirada, de que siempre contara con alimentos que le eran enviados por Dios.
    Como en la tradición cristiana, a María le fue anunciada la concepción sobrenatural de Jesús por un ángel. El Corán insiste, sin embargo, en que aunque tuvo un hijo por voluntad de Dios sin la intervención de un varón, Jesús no era en modo alguno un hijo del ser supremo. En el Corán no existe José: María dio a luz sola en el desierto, al que se había retirado con este propósito y en el que se alimentaba de dátiles y del agua de un riachuelo colocados allí por Dios. El hijo, por su parte, tiene en el Islam la consideración de profeta o enviado de Dios (véase el epígrafe "Jesús en el Islam" en Jesús de Nazaret).
    María tiene en el Islam la envergadura espiritual de un profeta, sin serlo. En el Corán, el mayor error de los judíos en lo que a Jesús y María se refiere no es, como asumen los cristianos, el supuesto hecho de haber matado al hijo (cosa que, por otra parte, la tradición islámica niega que hicieran), sino el hecho de haber menospreciado y dudado de la virtud de la madre.
    Una tradición atribuye a Mahoma el dicho de que cinco son las mujeres más destacadas ante Dios: Asia, esposa del faraón, que cuidó de Moisés, y que creía en la palabra eterna de Dios pese a la opresión de su esposo y de su entorno; María, la madre de Jesús; Jadiya, la primera esposa de Mahoma, que fue la primera creyente y lo apoyó en las épocas más difíciles de adversidad, su otra esposa Aisha, y Fátima, su hija menor y madre de sus nietos, los imanes Hasan y Husain.

    Repercusión de María en el mundo actual

    En 1999, una investigación realizada por el periódico británico The Guardian en la que se efectuó un análisis computarizado del inventario de libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos con sede en Washington, D.C., concluyó que, «si la celebridad de un individuo consiste en que se escriba un libro sobre él, [...] Jesucristo es aún el personaje que goza de más fama en el mundo actual.» En efecto, se contabilizaron 17.239 obras acerca de Jesús, casi el doble que de William Shakespeare, quien alcanza el segundo lugar. Entre las mujeres, la Virgen María alcanza el 7° lugar aunque, de hecho, ella es la única mujer que se ubica en uno de los 30 primeros puestos. Con los 3.595 libros dedicados a ella, supera en casi 5 veces a su inmediata seguidora, Juana de Arco.69

    Notas

    1. «Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María». Enciclopedia Católica (01-10-1911). Consultado el 02-03-2010.
    2. Séforis, la patria de Santa Ana
    3. Exodo 15:20)
    4. Mateo 13:55, Lucas 1:27, Lucas 30:34
    5. Marcos 6:3
    6. Mateo 1:23,Isaias 7:14
    7. Lucas 2:35
    8. Lucas 2:19
    9. Hechos 1:14
    10. AA.VV., Nueva Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao 1998, p. 1492
    11. Según la versión de la Biblia de las Américas. Las traducciones tradicionales utilizaban el término "llena de gracia" (gratia plena).
    12. Lucas 1:29
    13. Lucas 1:34
    14. Lucas 2:33
    15. Lucas 2:50
    16. Lucas 2:29, Lucas 2:33
    17. Léon-Dufour, Xavier (2001). Vocabulario de Teología Bíblica, 18a. edición. Biblioteca Herder (Barcelona). p. 508-513. ISBN 9788425408090.
    18. a b c Asiaín, Justo (1980). Inseguridad, riesgo y paz en la vida y el mensaje de Jesús. Buenos Aires (Argentina): Ediciones Carlos Lohlé.
    19. Mateo 1:18-19
    20. Mateo 1:20-21
    21. Lucas 1:43
    22. {biblia|Lucas|1:46-51}}
    23. {biblia|I Samuel|2:1-10}}
    24. Lucas 1,48
    25. a b Cabodevilla, José María (1984). Las formas de felicidad son ocho. Comentario a las bienaventuranzas. Biblioteca de Autores Cristianos. pp. 378. ISBN 8422011271.
    26. Lucas 2:1-3
    27. Lucas 2:4-5
    28. Lucas 2:6-7
    29. Lucas 2:19
    30. Lucas 2:22-24
    31. Lucas 2:25-32
    32. Mateo 2:1-10
    33. Mateo 2:11
    34. Mateo 2:16-18
    35. Mateo 2:13-15
    36. Mateo 2:19-23
    37. Lucas 2:41-50
    38. a b Leal, Juan (1973). Nuevo Testamento, Tomo 2: Evangelios (2°) - San Lucas y San Juan. Biblioteca de Autores Cristianos (Madrid). ISBN 84-221-0327-3.
    39. Santiago 1:25
    40. Lucas 2:19
    41. Lucas 2:51
    42. de Maldonado, Juan (1951). Comentarios a los evangelios de S. Marcos y S. Lucas. Madrid (España): Biblioteca de Autores Cristianos. p. 436.
    43. Larrañaga, Ignacio (2005). El silencio de María (IX edición edición). Madrid (España): Ediciones Paulinas. ISBN 9972-686-03-5.
    44. Lucas 11:27
    45. Lucas 11:28
    46. Lucas 1:45
    47. Juan 2:1-11
    48. Juan 19:25-27
    49. a b Rivas, Luis H. (2008). El Evangelio de Juan. Introducción – Teología – Comentario, 2ª. reimpresión. Editorial San Benito (Buenos Aires). pp. 559. ISBN 9871177186.
    50. Juan 2:4
    51. Juan 13:1
    52. Juan 19:26
    53. a b Castán Lacoma, Laureano (1985). Las bienaventuranzas de María, 5a edición. Biblioteca de Autores Cristianos. pp. 352. ISBN 978-84-220-0406-6.
    54. Juan 2:5
    55. Juan 19:25-26
    56. Juan 19:27
    57. a b Lowrie, Walter (2003). Christian Art and Archeology. Kessinger Publishing. p. 460. ISBN 9780766134287.
    58. San Ireneo había sido alumno de Policarpo, el cual fue discípulo de San Juan
    59. Mary in the New Testament por Joseph A. Fitzmyer; The Catholic Encyclopedia
    60. “En el principio, la comunidad cristiana no tenía ningún recuerdo de la muerte de María”. (Periódico L‘Osservatore Romano por el teólogo católico Jean Galot)“Parece que la Iglesia de Roma no celebró ninguna fiesta de la Virgen antes del séptimo siglo”. (Christian Worship: Its Origin and Evolution por el historiador católico francés Louis Duchesne) “La devoción a Nuestra Bienaventurada Señora a fin de cuentas debe considerarse como una aplicación práctica de la doctrina de la Comunión de los Santos. Dado que esta doctrina no se encuentra, por lo menos de manera explícita, en las versiones más antiguas del Credo de los Apóstoles, tal vez no haya razón para que nos sorprendamos de no hallar rasgos claros del cultus de la Bienaventurada Virgen durante los primeros siglos de la era cristiana.” (The Catholic Encyclopedia)“El título [‘madre de Dios’] parece haber surgido en el uso devocional, probablemente en Alejandría, en algún tiempo durante el siglo III o el IV [...] Para fines del siglo IV, la Theotokos se había establecido firmemente en varias secciones de la iglesia”. (The New Encyclopædia Britannica) “La veneración de la madre de Dios recibió su ímpetu cuando la Iglesia Cristiana llegó a ser la iglesia imperial bajo Constantino (siglo IV) y las masas paganas acudieron a la iglesia a raudales. A pesar de las presuposiciones poco favorables en la tradición de los Evangelios, la veneración en forma de culto de la virgen y madre divina halló dentro de la Iglesia Cristiana una nueva posibilidad de expresarse mediante la adoración de María.” (The New Encyclopædia Britannica por el profesor de historia eclesiástica Ernst W. Benz)“En los días de Agustín (siglo quinto), y en la zona del norte de África, María [...] no tenía cabida en la devoción popular”. (Augustine the Bishop por el Dr. F. Van Der Meer)
    61. Encyclopædia of Religion and Ethics por el escriturario W. M. Ramsay; The Cult of the Mother-Goddess, Nueva York, 1959, E. O. James, pág. 207; The Making of the Popes, 1979, pág. 227, por el sacerdote católico Andrew Greeley
    62. Theological Dictionary of the Old Testament, Tomo II (1975), pág. 186; The New Encyclopædia Britannica bajo el encabezamiento “madre diosa”; The New Encyclopædia Britannica por el profesor de historia eclesiástica Ernst W. Benz
    63. Scripture4all -Greek NT; John 19:27-
    64. Las recientes apariciones marianas en El Cairo cuentan con el respaldo del obispo copto
    65. Las "apariciones" de la Virgen en Egipto
    66. «John Rylands Papyrus 470» (en inglés). θεοβλογουμενα (theoblogoumena) (6 de agosto de 2007). Consultado el 18 de mayo de 2012. «This papyrus fragment is a prayer to the Theotokos written about 250 A.D., per papyrologists who have examined the handwriting style. (Theotokos means "God-bearer," a term for Mary that was formally affirmed at the Third Ecumenical Council held at Ephesus in 431.) Some initially placed the papyrus in the fourth or fifth century (the John Rylands Library description below lists it as 3rd - 4th century), perhaps because they didn't think that Christians would have been praying to the Theotokos that early. If the early dating is correct, this prayer must have already been part of the Church's services or prayers, showing that petitions and prayers to the Theotokos and the Saints go back to the early days of the Church, perhaps to the second century.».
    67. John Rylands University Library. «Christian Prayer» (en inglés). Rylands Papyri Collection (The University of Manchester, U.K.). Consultado el 18 de mayo de 2012. «This fragment was probably a private copy of a prayer addressed to the Virgin Mary. It is written in brown ink. The verso is blank. Lines 4-9: "Mother of God [hear] my supplications: suffer us not [to be] in adversity, but deliver us from danger. Thou alone....".».
    68. http://www.30giorni.it/sp/articolo.asp?id=19217
    69. Kettle, Martin (14 de septiembre de 1999). «When fame is an open book» (en inglés). The Guardian. Consultado el 3 de marzo del 2011.

    Véase también

    Enlaces externos




    Bienaventurada Virgen María

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    Bienaventurada Virgen María
    Diego Velázquez 012.jpg
    Por Diego Velázquez
    Theotokos ("Madre de Dios")
    Bienaventurada Virgen María
    Santa María
    Nacimiento tradicionalmente se usa el 8 de septiembre
    Israel
    Fallecimiento fecha desconocida; la tradición dice que fue asunta a los cielos un 15 de agosto (sin año, creencia dogmática.)
    Jerusalén, o Éfeso, según diversas tradiciones.
    Venerado en Iglesia Católica Romana
    Iglesia Ortodoxa
    Iglesia Copta, Iglesia Anglicana
    Festividad 1 de enero "Santa María, Madre de Dios"
    15 de agosto "La Asunción de la Santísima Virgen María"
    8 de diciembre "La Inmaculada Concepción"
    (más otras de caracter menor)
    Atributos Variada. Anagrama con M y A. Azucena, Corona de doce estrellas, Luna, Espejo, Rosario, Rosa, vestidos blancos y azules, o azules y rojos, etc.
    Patronazgo de numeroso sitios, dependiendo de la advocación.
    La Bienaventurada Virgen María, o su abreviación de Bienaventurada Virgen, es el título tradicional específico usado por un gran número de cristianos (entre ellos los católicos, ortodoxos y otros) para nombrar a María la madre de Jesús. El título lleva con él no sólo la creencia en su virginidad sino un reconocimiento especial del papel de la figura de María en la iglesia católica y en la vida de todo católico. Dicho papel fue proclamado solemnemente en el capítulo VIII de la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II que explica la figura de María dentro de la Iglesia Católica.
    Otros títulos más populares son el de Santísima Virgen María, Santísima Virgen Madre de Dios o Nuestra Señora.

    La Bienaventurada Virgen María en el catolicismo

    Para los católicos, coptos y ortodoxos María es aquella mujer que tiene el privilegio de ser la madre de Jesús, por lo que se le da el título de Madre de Dios (Theotokos: ‘útero de Dios’), de este privilegio nacen las demás prerrogativas de su culto. La teología católica propone a María como modelo de obediencia (Lucas 1,38) en contraste con la desobediencia de Eva (Gn 3,6) idea que se encuentra desde los Padres de la Iglesia. Así mismo María fue redimida por Cristo en lo que se conoce como «redención preventiva», impidiendo que el pecado original la afecte.
    En la teología católica, la mediación de María nace de la mediación única y principal de Jesucristo (1 Tim 2,5-6) de la cual depende; en ese sentido es una mediación secundaria pero especial por su singular papel en el plan de la salvación.

    Maternidad divina

    Theotokos de Vladimir.
    Para la Iglesia Católica, la Iglesia Copta, la Iglesia ortodoxa y otros credos, María es Madre de Dios en cuanto es verdadera madre de Jesús que es Dios. María no engendró al Verbo (segunda persona de la Trinidad) ya que, como Dios, es eterno, pero sí a Jesús que es el Verbo hecho hombre. El razonamiento que se sigue es común a todo ser: Una madre no engendra el alma sino sólo el cuerpo de su hijo pero aún con la unión de alma y cuerpo es llamada madre de él. Así María es llamada Madre de Dios ya que engendró el cuerpo de Cristo que está unido substancialmente a la segunda persona de la Trinidad.
    Esta maternidad divina, dentro de la teología católica, es la base de todas las prerrogativas que tiene María, siendo la de más alta dignidad.
    La divinidad de Jesucristo, según lo entiende la Iglesia Católica, se encuentra afirmada en los siguientes textos de la Biblia:
    En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Juan 1:1
    Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Juan 20:28
    A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. Romanos 9:5
    ...mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Tito 2:13
    Y fue definida en el Concilio de Nicea, el cual declaró que Jesucristo es consustancial al Padre, es decir, verdadero Dios.
    La doctrina de la maternidad divina se encuentra desde los inicios del cristianismo, por ejemplo San Ignacio de Antioquía a fines del siglo I en su epístola a los Efesios dice:
    Dios Nuestro Señor Jesucristo nació del seno de María, según la dispensación de Dios, de la semilla de David, por el poder del Espíritu Santo
    Pero también halló detractores desde esas épocas tempranas: el caso más claro es el de los gnósticos y el de Nestorio. Los primeros, al distinguir el alma y el cuerpo como contrarios, uno bueno y el otro malo, negaban que un Dios pueda hacerse hombre realmente. Sus doctrinas fueron combatidas por los primeros padres como Justino, Ireneo, Tertuliano.
    El ataque más fuerte vino de parte de Nestorio, patriarca de Constantinopla, quien hacía de Jesús un simple alojamiento de la divinidad (Theophoron, ‘portador de dios’) y, por ende, predicando que María no podía ser llamada Madre de Dios a la cual llamaba Christotokos. Su mayor contrincante fue Cirilo de Alejandría quien defendió el título dado por los Padres de la Iglesia a María de Theotokos. Un sínodo en Roma en el año 430 condenó las enseñanzas de Nestorio. El Concilio de Éfeso en 431, luego de gran lucha por parte de los partidarios de Nestorio terminó condenando su doctrina y reafirmando oficialmente como dogma la doctrina de la maternidad divina, al mismo tiempo la personalidad única y divina de Jesucristo bajo las dos naturalezas humana y divina:
    Pues, no decimos que la naturaleza del Verbo, transformada, se hizo carne; pero tampoco que se trasmutó en el hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; sino, más bien, que habiendo unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona, la carne animada de alma racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre, no por sola voluntad o complacencia, pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad... Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen.
    El Concilio de Calcedonia, en 451, siguió adelante en la profundización de la doctrina:
    Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hebr. 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha trasmitido el Símbolo de los Padres. Así, pues, después que con toda exactitud y cuidado en todos sus aspectos fue por nosotros redactada esta fórmula, definió el santo y ecuménico Concilio que a nadie será lícito profesar otra fe, ni siquiera escribirla o componerla, ni sentirla, ni enseñarla a los demás.
    En el 553, el Segundo Concilio de Constantinopla tomó los doce anatemas contra Nestorio en fórmula dogmática. Estos dos dogmas de la doctrina católica van unidos en su concepción doctrinal: Cristo en sus dos naturalezas pero una sola persona y María como Madre de la persona de Jesús y por ende verdadera Madre de Dios.
    Si alguno no confiesa que hay dos nacimientos de Dios Verbo, uno del Padre, antes de los siglos, sin tiempo e incorporalmente; otro en los últimos días, cuando Él mismo bajó de los cielos, y se encarnó de la santa gloriosa madre de Dios y siempre Virgen María, y nació de ella; ese tal sea anatema.
    Si alguno dice que uno es el Verbo de Dios que hizo milagros y otro el Cristo que padeció, o dice que Dios Verbo está con el Cristo que nació de mujer o que está en Él como uno en otro; y no que es uno solo y el mismo Señor nuestro Jesucristo, el Verbo de Dios que se encarnó y se hizo hombre, y que de uno mismo son tanto los milagros como los sufrimientos a que voluntariamente se sometió en la carne, ese tal sea anatema.
    Si alguno llama a la santa gloriosa siempre Virgen María madre de Dios, en sentido figurado y no en sentido propio, o por relación, como si hubiera nacido un puro hombre y no se hubiera encarnado de ella el Dios Verbo, sino que se refiriera según ellos el nacimiento del hombre a Dios Verbo por habitar con el hombre nacido; y calumnia al santo Concilio de Calcedonia, como si en este impío sentido, inventado por Teodoro, hubiera llamado a la Virgen María madre de Dios; o la llama madre de un hombre o madre de Cristo, como si Cristo no fuera Dios, pero no la confiesa propiamente y según verdad madre de Dios, porque Dios Verbo nacido del Padre antes de los siglos se encarnó de ella en los últimos días, y así la confesó piadosamente madre de Dios el santo Concilio de Calcedonia, ese tal sea anatema.

    Inmaculada Concepción

    Representación de la Inmaculada Concepción por Murillo.
    El dogma católico de la Inmaculada Concepción fue definido con las siguientes palabras:
    Después de ofrecer sin interrupción a Dios Padre, por medio de su Hijo, con humildad y penitencia, nuestras privadas oraciones y las públicas de la Iglesia, para que se dignase dirigir y afianzar nuestra mente con la virtud del Espíritu Santo, implorando el auxilio de toda corte celestial, e invocando con gemidos el Espíritu Paráclito, e inspirándonoslo Él mismo, para honra de la santa e individua Trinidad, para gloria y prez de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y aumento de la cristiana religión, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y con la nuestra: declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que «la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano». Por lo cual, si algunos presumieren sentir en su corazón contra los que Nos hemos definido, que Dios no lo permita, tengan entendido y sepan además que se condenan por su propia sentencia, que han naufragado en la fe, y que se han separado de la unidad de la Iglesia, y que además, si osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho.
    Bula Dogmática Ineffabilis Deus, Pío IX
    María también necesitó de los méritos de la redención de Jesucristo pero que la preservaron del pecado original (es lo que en teología se conoce como redemptio praeservativa o praeredemptio) a diferencia de la redención que tiene el resto de los hombres que son liberados de un pecado original que ya existe en ellos (redemptio reparativa).
    Aunque como dogma fue proclamado el 8 de diciembre de 1854 por el papa Pío IX en la bula Ineffabilis Deus arriba citada, la doctrina de la Inmaculada tuvo un desarrollo histórico: la idea ya estaba insinuada en los Padres de la Iglesia como San Efrén y aunque en el oriente ya existía la fiesta de la Concepción de Santa Ana desde el siglo VII es Eadmer, discípulo de San Anselmo de Canterbury, el primero en escribir una obra defendiendo la concepción inmaculada. En el siglo XII surge la controversia ya que no se lograba armonizar la doctrina de la universalidad del pecado original y la necesidad de la redención con la idea de una concepción inmaculada. La discusión tomó dos posturas representadas por los dominicos y los franciscanos, ésta última en defensa de la doctrina con Guillermo de Ware y Juan Duns Scoto como representantes, de éste último es famosa su frase que sirvió como prueba especulativa: «Potuit, decuit, ergo fecit» (‘pudo, quiso, lo hizo’). Después del medievo se hallan diversos rastros de declaraciones oficiales que no negaban la doctrina, como la condena de Bayo por el Papa San Pío V en 1567, Bayo afirmaba que nadie, sólo Cristo, había sido librado del pecado original, y que la muerte y dolores de María eran castigos de pecados actuales o del pecado original. La doctrina llega a su definición dogmática en 1854.

    Perpetua Virginidad

    El dogma católico de la Perpetua Virginidad de María señala que María fue virgen antes, durante y después del parto. El mismo, además de las citas del Segundo Concilio de Constantinopla referidas más arriba -en la sección referida a la maternidad divina- en las cuales se llama a María "siempre virgen", fue declarado con estas palabras:
    Si alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres, propiamente y según verdad por madre de Dios a la santa y siempre Virgen María, como quiera que concibió en los últimos tiempos sin semen por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo propia y verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente le engendró, permaneciendo ella, aun después del parto, en su virginidad indisoluble, sea condenado.
    Concilio de Letrán (649), convocado por el Papa San Martín I
    La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la Aeiparthenos, la ‘siempre-virgen’.
    Catecismo de la Iglesia Católica, 499
    La palabra Aeiparthenos señala tanto el aspecto físico de la virginidad como lo moral al no pecar nunca contra la castidad o la pureza. Los padres de la Iglesia como San Ignacio de Antioquía y San Justino resaltan tanto la concepción maravillosa de Jesucristo como la virginidad de su madre. La virginidad en la concepción de Jesús nunca fue negada entre la comunidad cristiana, mientras que la virginidad durante el parto fue negada por Tertuliano y muchos años después por Joviniano quien junto a otros seguidores fue condenado por el Papa Siricio. Los protestantes siempre aceptaron la concepción virginal y en un inicio incluso algunos afirmaron la perpetua virginidad, pero con el tiempo fueron negando todo vestigio del credo católico respecto a María.
    Existe una controversia relacionada con este dogma a propósito de que en los Evangelios se habla de "hermanos de Jesús". (Debe tenerse en cuenta que entre los antiguos hebreos no existía la palabra "primo"; se denominaba ‘hermanos’ a quienes provenían de un mismo clan. –Según 1ª Cró 15:6, Asaía tenía doscientos veinte hermanos-).

    La Perpetua Virginidad en los Padres de la Iglesia

    Ignacio de Antioquía fue segundo obispo de dicho lugar durante el reinado de Trajano (98-117) compuso siete epístolas dirigidas a Efeso, Magnesia, Tralia, Filadelfia y Esmirna , la más importante de todas en relación a este tema, es la que envió a la comunidad Cristiana de Roma antes de morir , 74 años después de la muerte de Jesucristo(107 d.C).1
    “...quedó oculta al príncipe de este mundo la virginidad de María y su parto, como también la muerte del Señor: tres misterios clamorosos que fueron cumplidos en el silencio de Dios”
    Ignacio de Antioquía2
    Origenes Adamantius uno de los tres pilares de la teología cristiana expresó lo siguiente en el año 232 d.C.3
    “María conservó su virginidad hasta el fin, para que el cuerpo que estaba destinado a servir a la palabra no conociera una relación sexual con un hombre, desde el momento que sobre ella había bajado el Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo como sombra. Creo que está bien fundado decir que Jesús se ha hecho para los hombres la primicia de la pureza que consiste en la castidad y María a su vez para las mujeres. No sería bueno atribuir a otra la primicia de la virginidad”
    Orígenes4
    Efren el Sirio(306-373 d.C) ordenado como diacono y habiendo rechazado el sacerdocio y al episcopado por su carácter humilde declaro lo siguiente:
    “¿Cómo hubiera sido posible que aquella que fue morada del Espíritu, que estuvo cubierta con la sombre del poder de Dios, se convirtiera en una mujer de un mortal y diese a luz en el dolor, según la primera maldición?…Una mujer que da a luz con dolores no podría ser llamada bienaventurada. El Señor que entró con las puertas cerradas, salió así del seno virginal, porque esta virgen dio a luz realmente pero sin dolor“
    San Efrén5

    Asunción de María

    Estudio de Peter Paul Rubens. La asunción de la Virgen. H. 1625 (?).
    El dogma católico de la Asunción de María, definido como tal en 1950, señala que María, en toda su persona: cuerpo y alma (sin ser dualista) y en toda su integridad goza de la glorificacion a la cual están llamados todos los seres humanos porque la forma dogmática no incluye el término "privilegio". María es modelo y paradigma de esperanza en la vida después de la vida.
    Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.
    Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, Pío XII
    Este dogma no encuentra relatos bíblicos que lo sustenten, sino que se basa en la tradición. Entre los Padres de la Iglesia, los primeros en referirse a la asunción son san Efrén y san Epifanio. A partir del siglo V se componen numerosos relatos apócrifos denominados Transitus Mariae u Obsequia Virginis, que narran la muerte de María y su posterior resurrección o asunción (según la tradición que sigan). A partir del siglo VI se celebra tanto en Oriente como en Occidente una fiesta mariana el 15 de agosto que bajo diversos nombres (Dormitio, Assumptio, Transitus, Pausatio, Dies natalis) celebra la muerte de María o su asunción. Del siglo VII al siglo X, los autores eclesiásticos se dividen. Unos aceptan la asunción de María; otros la muerte normal de María que espera la resurrección o consideran que no se sabe cuál fue el destino final de la Virgen. A partir del siglo X se asume la convicción piadosa de que María fue asunta al cielo tanto en Oriente como en Occidente. El hecho de que en el ámbito protestante se negara la asunción de María muestra que era considerada una doctrina cierta, a pesar de no haber sido definida dogmáticamente. La primera petición a Roma pidiendo la definición fue presentada por Cesáreo Shguanin en el siglo XVIII. A esta siguieron otras muchas, entre ellas la de Isabel II de España. En 1946, Pío XII envió la encíclica Deiparae Virginis a todos los obispos católicos, consultando si deseaban y veían posible esta definición. Dada la respuesta afirmativa mayoritaria definió el dogma el 1 de noviembre de 1950 en la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, citada más arriba. Al hacerlo, evitó pronunciarse sobre la cuestión de si la Virgen murió y fue inmediatamente resucitada, o si fue asunta al cielo sin pasar por la muerte, eligiendo cuidadosamente las palabras "terminado el curso de su vida terrena".

    Algunas citas de los Santos sobre ella

    ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo... No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin... El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
    San Gabriel Arcángel (Lucas 1,28-35)
    ¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor!
    Santa Isabel (Lucas 1,42-45)
    Nosotros comprendemos que El (Cristo) se hizo hombre por medio de la Virgen, a fin de que la desobediencia provocada por la serpiente terminase por el mismo camino por donde había comenzado. En efecto, Eva, virgen e intacta, habiendo concebido la palabra de la serpiente, dio a luz la desobediencia y la muerte; en cambio, la Virgen María, habiendo concebido fe y alegría, cuando el ángel Gabriel le anunció que el Espíritu del Señor vendría sobre Ella y que la virtud del Altísimo la cubriría con su sombra, de modo que el Ser santo nacido de Ella sería Hijo de Dios, respondió: «Hágase en mí según tu palabra.» Nació, pues, de Ella Aquel de quien hablan tanto las Escrituras... Por El, Dios arruina el imperio de la serpiente y de los que, sean ángeles o sean hombres, se han hecho como ella, y Dios libera de la muerte a los que se arrepienten y creen en El.
    Como por causa de una virgen desobediente, el hombre fue herido, cayó y murió, así por causa todavía de una virgen obediente a la Palabra de Dios, fue resucitado y tomó de nuevo la vida. El Señor, en efecto, ha venido a buscar la oveja perdida, es decir, el hombre que se había perdido. Por esto, no se formó un cuerpo diverso, sino que por medio de aquella que descendía de Adán, conservó la semejanza de aquel cuerpo. Adán, en efecto, fue recapitulado en Cristo, para que esto que es mortal fuera engullido en la inmortalidad, y Eva en María, para que una virgen convertida en abogada de una virgen disolviese y anulase con su obediencia de virgen la desobediencia de una virgen.
    Señora Nuestra Santísima, Madre de Dios, llena de gracia: Tú eres la gloria de nuestra naturaleza humana, por donde nos llegan los regalos de Dios. Eres el ser más poderoso que existe, después de la Santísima Trinidad; la Mediadora de todos nosotros ante el mediador que es Cristo; Tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo, eres la llave que nos abre las puertas del Paraíso; nuestra Abogada, nuestra Intercesora. Tú eres la Madre de Aquel que es el ser más misericordioso y más bueno. Haz que nuestra alma llegue a ser digna de estar un día a la derecha de tu Único Hijo, Jesucristo. Amén!!.
    San Efrén de Siria (Padre y Doctor de la Iglesia, †373; Títulos de la Virgen Santísima)
    Creamos, pues, en Jesucristo, nuestro Señor, nacido del Espíritu Santo y de la virgen María. Pues también la misma bienaventurada María concibió creyendo a quien alumbró creyendo. Después de habérsele prometido el hijo, preguntó cómo podía suceder eso, puesto que no conocía varón. En efecto, sólo conocía un modo de concebir y dar a luz; aunque personalmente no lo había experimentado, había aprendido de otras mujeres -la naturaleza es repetitiva- que el hombre nace del varón y de la mujer. El ángel le dio por respuesta: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, lo que nazca de ti será santo y será llamado Hijo de Dios. Tras estas palabras del ángel, ella, llena de fe y habiendo concebido a Cristo antes en su mente que en su seno, dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Cúmplase, dijo, el que una virgen conciba sin semen de varón; nazca del Espíritu Santo y de una mujer virgen aquel en quien renacerá del Espíritu Santo la Iglesia, virgen también. Llámese Hijo de Dios a aquel santo que ha de nacer de madre humana, pero sin padre humano, puesto que fue conveniente que se hiciese hijo del hombre el que de forma admirable nació de Dios Padre sin madre alguna; de esta forma, nacido en aquella carne, cuando era pequeño, salió de un seno cerrado, y en la misma carne, cuando era grande, ya resucitado, entró por puertas cerradas. Estas cosas son maravillosas, porque son divinas; son inefables, porque son también inescrutables; la boca del hombre no es suficiente para explicarlas, porque tampoco lo es el corazón para investigarlas.Creyó María, y se cumplió en ella lo que creyó.Creamos también nosotros para que pueda sernos también provechoso lo que se cumplió. Aunque también este nacimiento sea maravilloso, piensa, sin embargo, ¡oh hombre!, qué tomó por ti tu Dios, qué el creador por la criatura: Dios que permanece en Dios, el eterno que vive con el eterno, el Hijo igual al Padre, no desdeñó revestirse de la forma de siervo en beneficio de los siervos, reos y pecadores. Y esto no se debe a méritos humanos, pues más bien merecíamos el castigo por nuestros pecados; pero, si hubiese puesto sus ojos en nuestras maldades, ¿quién los hubiese resistido?Así, pues, por los siervos impíos y pecadores, el Señor se dignó nacer, como siervo y hombre, del Espíritu Santo y de la virgen María.
    San Agustín (Padre y Doctor de la Iglesia, †430; Sermón 215,4)
    Atiende a lo que dice Cristo, el Señor, extendiendo la mano hacia sus discípulos: " He aquí mi madre y mis hermanos ". Y luego: " El que hace la voluntad de mi Padre, que me envió, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre " (Mt 12,49-50). ¿ Acaso la Virgen María no hizo la voluntad del Padre, ella que creyó por la fe, que concibió por la fe?... Santa María hizo, sí, la voluntad del Padre, y por consiguiente... María fué bienaventurada, porque, antes de dar a luz al Maestro, lo llevó en su seno. Ved si lo que digo no es verdad. Cuando el Señor pasaba, seguido por la muchedumbre y haciendo milagros, una mujer se puso a decir: "¡Feliz y bienaventurado, el pecho qué te llevó!" ¿ Y qué le replicó el Señor, para evitar que se coloque la felicidad en la carne? "¡ Feliz más bien aquellos qué escuchan la palabra de Dios y la cumplen!". Pues, María es bienaventurada también porque oyó la palabra de Dios y la cumplió: su alma guardó la verdad más, que su pecho guardó la carne. La Verdad, es Cristo; la carne, es Cristo. La verdad, es Cristo en el corazón de María; la carne, es Cristo en el seno de María. Lo que está en el alma es más que lo que está en el seno. ¡Santa María, bienaventurada María!... Pero vosotros, queridísimos, mirad: vosotros sois miembros Cristo, y sois el cuerpo del Cristo (1Co 12,27)... « El que escucha y hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana, mi madre"... Porque sólo hay una herencia. Y es por eso que Cristo, aunque era el Hijo único, no quiso ser único; en su misericordia, quiso que fuéramos herederos del Padre, que fuéramos herederos con Él (Rm 8,17).
    San Agustín (Padre y Doctor de la Iglesia, †430; Sermón sobre el Evangelio de Mateo, n° 25, 7-8)
    Todo el mundo espera la respuesta de María. Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el Ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida. Esto te suplica, oh piadosa Virgen, el triste Adán, desterrado del paraíso con toda su miserable posteridad. Esto Abrahán, esto David, con todos los santos antecesores tuyos, que están detenidos en la región de la sombra de la muerte; esto mismo te pide el mundo todo, postrado a tus pies. Y no sin motivo aguarda con ansia tu respuesta, porque de tu palabra depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación, finalmente, de todos los hijos de Adán, de todo tu linaje. Da pronto tu respuesta. Responde presto al Ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del Ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna. ¿Por qué tardas? ¿Qué recelas? Cree, di que sí y recibe. Que tu humildad se revista de audacia, y tu modestia de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal se olvide aquí de la prudencia. En este asunto no temas, Virgen prudente, la presunción; porque, aunque es buena la modestia en el silencio, más necesaria es ahora la piedad en las palabras. Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento. Aquí está —dice la Virgen— la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
    San Bernardo de Claraval (doctor de la Iglesia, llamado también Doctor Mariano, †1153; «Homilías sobre las excelencias de la Virgen Madre», Homilía 4, 8-9: Ópera Omnia, edición cisterciense, 4 [1966] 53-54)
    Oh bienaventurada y dulcísima Virgen María, Madre de Dios, toda llena de misericordia, hija del Rey supremo, Señora de los Angeles, Madre de todos los creyentes: hoy y todos los días de mi vida, deposito en el seno de tu misericordia mi cuerpo y mi alma, todas mis acciones, pensamientos, intenciones, deseos, palabras, obras; en una palabra, mi vida entera y el fin de mi vida; para que por tu intercesión todo vaya enderezado a mi bien, según la voluntad de tu amado Hijo y Señor nuestro Jesucristo, y tú seas para mi, oh Santísima Señora mía, consuelo y ayuda contra las asechanzas y lazos del dragón y de todos mis enemigos. Dígnate alcanzarme de tu amable Hijo y Señor nuestro Jesucristo, gracias para resistir con vigor a las tentaciones del mundo, demonio y carne, y mantener el firme propósito de nunca más pecar, y de perseverar constante en tu servicio y en el de tu Hijo. También te ruego, oh Santísima Señora mía, que me alcances verdadera obediencia y verdadera humildad de corazón, para que me reconozca sinceramente por miserable y frágil pecador, impotente no sólo para practicar una obra buena, sino aun para rechazar los continuos ataques del enemigo, sin la gracia y auxilio de mi Creador y sin el socorro de tus santas preces. Consígueme también, oh dulcísima Señora mía, castidad perpetua de alma y cuerpo, para que con puro corazón y cuerpo casto, pueda servirte a ti y a tu Hijo en tu Religión. Concédeme pobreza voluntaria, unida a la paciencia y tranquilidad de espíritu para sobrellevar los trabajos de mi Religión y ocuparme en la salvación propia y de mis prójimos. Alcánzame, oh dulcísima Señora, caridad verdadera con la cual ame de todo corazón a tu Hijo Sacratísimo y Señor nuestro Jesucristo, y después de él a ti sobre todas las cosas, y al prójimo en Dios y para Dios: para que así me alegre con su bien y me contriste con su mal, a ninguno desprecie ni juzgue temerariamente, ni me anteponga a nadie en mi estima propia. Haz, oh Reina del cielo, que junte en mi corazón el temor y el amor de tu Hijo dulcísimo, que le dé continuas gracias por los grandes beneficios que me ha concedido no por mis méritos, sino movido por su propia voluntad, y que haga pura y sincera confesión y verdadera penitencia por mis pecados, hasta alcanzar perdón y misericordia. Finalmente te ruego que en el último momento de mi vida, tú, única madre mía, puerta del cielo y abogada de los pecadores, no consientas que yo, indigno siervo tuyo, me desvíe de la santa fe católica, antes usando de tu gran piedad y misericordia me socorras y me defiendas de los malos espíritus, para que, lleno de esperanza en la bendita y gloriosa pasión de tu Hijo y en el valimiento de tu intercesión, consiga de él por tu medio el perdón de mis pecados, y al morir en tu amor y en el amor de tu Hijo, me encamines por el sendero de la salvación y salud eterna. Amén.
    Por medio de la Santísima Virgen vino Jesucristo al mundo y por medio de Ella debe también reinar en el mundo. Confieso, con toda la Iglesia, que siendo María una simple criatura salida de las manos del Altísimo, comparada con tan infinita Majestad, es menos que un átomo, o, mejor, es nada, porque sólo El es EL QUE ES. Por consiguiente, este gran señor siempre independiente y suficiente a Sí mismo, no tiene ni ha tenido absoluta necesidad de la Santísima Virgen para realizar su voluntad y manifestar su gloria. Le basta querer para hacerlo todo. Afirmo, sin embargo, que dadas las cosas como son, habiendo querido Dios comenzar y acabar sus mayores obras por medio de la Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará jamás de proceder: es Dios y no cambia ni en sus sentimientos ni en su manera de obrar. La Iglesia, con el Espíritu Santo, bendice primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús». Y esto, no porque la Virgen María sea mayor que Jesucristo o igual a El lo cual sería intolerable herejía sino porque para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir primero a María. Digamos, pues, con todos los verdaderos devotos de la Santísima Virgen y contra sus falsos devotos escrupulosos. «María, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús».
    San Luis María Grignion de Montfort († 1716; Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, puntos 1, 14, 15 y 95)
    Acostumbran los amantes hablar con frecuencia de las personas que aman y alabarlas para cautivar para el objeto de su amor la estima y las alabanzas de los demás. Muy escaso debe ser el amor de quienes se vanaglorian de amar a María, pero después no piensan demasiado en hablar de ella y hacerla amar de los demás. No actúan así los verdaderos amantes de nuestra Señora. Ellos quieren alabarla sobre todo y verla muy amada por todos. Por eso, siempre que pueden, en público y en privado, tratan de encender en el corazón de todos aquellas benditas llamas de amor a su amada Reina, en las que se sienten inflamados. No sólo María santísima es reina del cielo y de los santos, sino que también ella tiene imperio sobre el infierno y los demonios por haberlos derrotado valientemente con su poder. Ya desde el principio de la Humanidad, Dios predijo a la serpiente infernal la victoria y el dominio que había de ejercer sobre él nuestra reina al anunciar que vendría al mundo una mujer que lo vencería: “Pondré enemistades entre ti y la mujer... Ella quebrantará tu cabeza” (Gn 3, 15). ¿Y quién fue esta mujer su enemiga sino María, que con su preciosa humildad y vida santísima siempre venció y abatió su poder? “En aquella mujer fue prometida la Madre de nuestro Señor Jesucristo”, dice san Cipriano. Y por eso argumenta que Dios no dijo “pongo”, sino “pondré”, para que no se pensara que se refería a Eva. Dice pondré enemistad entre ti y la mujer para demostrar que esta triunfadora de Satán no era la Eva allí presente, sino que debía de ser otra mujer hija suya que había de proporcionar a nuestros primeros padres mayor bien, dice san Vicente Ferrer, que aquellos de que nos habían privado al cometer el pecado original. María es, pues, esa mujer grandiosa y fuerte que ha vencido al demonio y le ha aplastado la cabeza abatiendo su soberbia, como lo dijo Dios: “Ella quebrantará tu cabeza”. Cuestionan algunos si estas palabras se refieren a María o a Jesucristo, porque los Setenta traducen: “Él quebrantará tu cabeza...” Pero en cualquier caso, sea el Hijo por medio de la Madre o la Madre por virtud del Hijo, han desbaratado a Lucifer y, con gran despecho suyo, ha quedado aplastado y abatido por esta Virgen bendita, como dice san Bernardo. Por lo cual vencido en la batalla, como esclavo, se ve forzado a obedecer las órdenes de esta reina. “Bajo los pies de María, aplastado y triturado, sufre absoluta servidumbre”. Dice san Bruno que Eva, al dejarse vencer de la serpiente nos acarreó tinieblas y muerte; pero la santísima Virgen, venciendo al demonio nos trajo la luz y la vida. Y lo amarró de modo que el enemigo no puede ni moverse ni hacer el menor mal a sus devotos.
    San Alfonso María de Ligorio (Doctor de la Iglesia, †1787; Las Glorias de María, Introducción y María vence al mal)
    Todo en honor de Jesús, pero por medio de María. Todo por María, para llevar hacia Jesús. Nuestra Comunidad pertenece por completo a Nuestra Señora la Madre de Dios. Nuestras actividades deben estar dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar. Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes, y así los llevaremos más fácilmente hacia Jesucristo.
    Hagan de sus familias un solo corazón lleno de amor en el corazón de Jesús a través de María. Y esto ha sido para las Misioneras de la Caridad el regalo mayor: la madre de Jesús. Y nosotros rezamos el Rosario adonde quiera que vamos, en las calles, o en ómnibus, dondequiera, y naturalmente el Rosario es nuestra "oración familiar".

    Oraciones marianas

    Entre las más populares de las oraciones a María se encuentran:

    Apariciones marianas

    El papel importante de María en la fe y práctica dentro del catolicismo se expresa en los templos dedicados a ella, algunas veces estos templos son llamados Santuarios que sirven de señal de una manifestación especial de María, un milagro o una aparición. Un ejemplo típico es el famoso santuario de la Virgen de Lourdes en Francia, la Virgen de Guadalupe en México o el de Nuestra Senõra de Fátima en Portugal.

    Capítulo sobre María en el Qur'an (Corán)

    En el Nombre de Dios, el Más Misericordioso, el Dispensador de Gracia:
    (1) Kaf. Ha. Ia. Aain. Sad.
    (2) Un recordatorio de la gracia que tu Sustentador concedió a Su siervo Zacarías:
    (3) Cuando invocó a su Sustentador en la intimidad de su corazón, (4) diciendo: "¡Oh Sustentador mío! Mis huesos se han debilitado y mi cabello ha encanecido. Pero mis oraciones a Ti, Oh Sustentador mío, nunca han quedado sin respuesta.
    (5) "Temo, en verdad, por [lo que será de] mis parientes cuando yo no esté, pues mi mujer siempre ha sido estéril. ¡Concédeme, pues, de Tu gracia, el regalo de un sucesor (6) que sea mi heredero y también heredero de la Casa de Jacob; y haz que sea, Oh Sustentador mío, grato a Ti!"
    (7) [Entonces le llamaron los ángeles:] "¡Oh Zacarías! Te traemos la buena nueva [del nacimiento de un hijo cuyo nombre será Juan. [Y Dios dice,] ‘No hemos dado este nombre a nadie antes que a él.’"
    (8) [Zacarías] exclamó: "¡Oh Sustentador mío! ¿Cómo podré tener un hijo si mi mujer siempre ha sido estéril y yo he llegado ya a la vejez extrema?"
    (9) [El ángel] respondió: "Así ha de ser; [pues] tu Sustentador dice; ‘Eso es fácil para Mí --tal como antes te creé de la nada.’"
    (10) [Zacarías] oró: "¡Oh Sustentador mío! ¡Dame un signo!"
    [El ángel] dijo: "Tu signo será que no hablarás a la gente durante tres [días y] noches completos."
    (11) Entonces, saliendo del santuario, se presentó ante su gente y les significó [por señas]: "¡Alabad Su infinita gloria, de día y de noche!"
    (12) [Y cuando el hijo hubo nacido y creció, le fue dicho:] "¡Oh Juan! Aférrate a la escritura divina con [toda tu] fuerza!" --pues le dimos sabiduría siendo un muchacho, (13) y también, por Nuestra gracia, [el don de la] compasión y pureza; y fue [siempre] consciente de Nosotros (14) y bondadoso con sus padres; y nunca fue arrogante ni rebelde.
    (15) Y la paz [de Dios] fue con él el día en que nació, y el día de su muerte, y [será con él] el día en que sea devuelto [de nuevo] a la vida.
    (16) Y recuerda, por medio de esta escritura divina, a María. He ahí que se retiró de su familia a un lugar en el este (17) y se recluyó apartada de ellos, y entonces le enviamos a Nuestro ángel de la revelación, que se apareció a ella en la forma perfecta de un ser humano.
    (18) Ella exclamó: "¡En verdad, me refugio de ti en el Más Misericordioso! ¡[No te acerques a mí] si eres consciente de Él!"
    (19) [El ángel] respondió: "Soy sólo un emisario de tu Sustentador, [quien dice,] ‘Te concederé el regalo de un hijo puro.’"
    (20) Ella dijo: "¿Cómo voy a tener un hijo si ningún hombre me ha tocado? --pues, no he sido una mujer licenciosa."
    (21) [El ángel] dijo: "Así ha de ser; [pues] tu Sustentador dice, ‘Eso es fácil para Mí; y [tendrás un hijo,] para que hagamos de él un signo para la humanidad y una gracia venida de Nosotros.’"
    Y era un asunto ya decretado [por Dios]: (22) y lo concibió, y luego se retiró con él a un lugar lejano.
    (23) Y [cuando] los dolores del parto la llevaron al tronco de una palmera, exclamó: "¡Ojalá hubiera muerto antes de esto, y hubiera desaparecido por completo en el olvido!"
    (24) Entonces [una voz] la llamó desde el pie [de la palmera]: "¡No te aflijas! Tu Sustentador ha puesto a tus pies un arroyo; (25) sacude hacia ti el tronco de la palmera: caerán sobre ti dátiles maduros. (26) ¡Come, pues, y bebe, y que se alegren tus ojos! Y si ves a algún ser humano, hazle saber: ‘He hecho voto de silencio al Más Misericordioso y no puedo, por ello, hablar hoy con nadie.’"
    (27) Después regresó a su familia, llevando consigo al niño.
    Dijeron: ¡Oh María! ¡En verdad, has hecho algo inaudito! (28) ¡Oh hermana de Aarón! ¡Tu padre no fue un hombre malvado, ni fue tu madre una mujer licenciosa!"
    (29) Entonces ella señaló hacia él.
    Dijeron: "¿Cómo vamos a hablar con quien es [todavía] un niño en la cuna?"
    [El niño] dijo: "En verdad, soy un siervo de Dios. Él me ha entregado la revelación y ha hecho de mí un profeta, y me ha hecho bendito dondequiera que esté; y me ha prescrito la oración y la limosna mientras viva, (32) y que sea bondadoso con mi madre; y no me ha hecho arrogante ni falto de compasión.
    (33) "¡Y la paz fue conmigo el día en que nací, y [será conmigo] el día en que muera, y el día en que sea devuelto [de nuevo] a la vida!"
    (34) Así fue, en palabras veraces, Jesús, hijo de María, sobre cuya naturaleza discrepan tan profundamente.
    (35) Es inconcebible que Dios tome para Sí un hijo: ¡infinito es Él en Su gloria! ¡Cuando dispone algo, le dice tan sólo: "Sé" --y es!
    (36) Y [así fue que Jesús dijo siempre]: "En verdad, Dios es mi Sustentador y también vuestro Sustentador; adoradle [pues, sólo]a Él: [sólo] este es un camino recto."
    (37) ¡Y aun así, las sectas [que siguen la Biblia] discrepan entre sí [sobre la naturaleza de Jesús]!
    Pero, ¡ay de aquellos que niegan la verdad cuando llegue ese Día terrible! (38) ¡Qué bien oirán y verán [la verdad] el Día que vengan a Nosotros!
    Pero hoy esos malhechores están claramente hundidos en el error: (39) así pues, adviérteles [de la venida] del Día de la Lamentación, cuando todo habrá sido decidido --pues ahora viven despreocupados, y no creen [en él].
    (40) Ciertamente, sólo Nosotros permaneceremos una vez que la tierra y todos los que viven en ella hayan desaparecido, y [cuando] todos hayan sido devueltos a Nosotros.
    (41) Y recuerda, por medio de esta escritura divina, a Abraham. Ciertamente, fue un hombre veraz y [era ya] profeta (42) cuando habló [así] a su padre: "¡Oh padre mío! ¿Por qué adoras a algo que no oye, ni ve, ni te sirve de nada?
    (43) "¡Oh padre mío! Ciertamente, me ha llegado en verdad [un rayo] de conocimiento como no te ha llegado a ti: sígueme, pues, y yo te guiaré a un camino perfecto.
    (44) "¡Oh padre mío! No adores a Satán --pues, en verdad, Satán está en rebeldía contra el Más Misericordioso! (45) ¡Oh padre mío! ¡Temo, en verdad, que caiga sobre ti un castigo del Más Misericordioso, y entonces te harás [consciente de haber sido] prójimo de Satán!"
    (46) Respondió: "¿Acaso te disgustan mis dioses, Oh Abraham? ¡Ciertamente, si no desistes, haré que seas lapidado! ¡Aléjate de mí para siempre!"
    (47) [Abraham] respondió: "¡La paz sea contigo! Pediré a mi Sustentador perdón por ti: pues, ciertamente, Él siempre ha sido benigno conmigo. (48) Pero me apartaré de todos vosotros y de lo que invocáis en vez de Dios, e invocaré [sólo] a mi Sustentador: pudiera ser que mi oración [por ti] a mi Sustentador no quede sin contestar."
    (49) Y cuando se hubo apartado de ellos y de todo lo que adoraban en vez de Dios, le concedimos a Isaac y a Jacob, e hicimos de ambos profetas; (50) y les concedimos [numerosos] regalos de Nuestra gracia, y les dimos un magnífico poder para transmitir la verdad [a otros].
    (51) Y recuerda, por medio de esta escritura divina, a Moisés. Ciertamente, fue un elegido, y fue un enviado [de Dios], un profeta.
    (52) Y [recuerda cómo] le llamamos desde la ladera derecha del monte Sinaí y le atrajimos [a Nosotros] en comunión mística, (53) y [cómo], por Nuestra gracia, le concedimos [como auxiliar] a su hermano Aarón, [también] profeta.
    (54) Y recuerda, por medio de esta escritura divina, a Ismael. Ciertamente, fue fiel a su promesa y fue un enviado [de Dios], un profeta, (55) que ordenó a su gente la oración y la limosna, y fue grato a los ojos de su Sustentador.
    (56) Y recuerda, por medio de esta escritura divina, a Idrís. Ciertamente, fue un hombre veraz, un profeta, (57) a quien ensalzamos a una posición eminente.
    (58) Estos fueron algunos de los profetas a los que Dios concedió Sus bendiciones --[profetas] descendientes de Adán y de los que transportamos con Noé [en el arca], y descendientes de Abraham y de Israel: y [todos eran] de aquellos a los que habíamos guiado y escogido; [y] cuando les eran transmitidos los mensajes del Más Misericordioso, caían [ante Él] postrados llorando.
    (59) Pero fueron sucedidos por generaciones [de gentes] que abandonaron la oración y siguieron [únicamente] sus pasiones; y estos se encontrarán, llegado el momento, con una desilusión total.
    (60) Exceptuando, sin embargo, a aquellos que se arrepientan, lleguen a creer y hagan buenas obras: pues esos entrarán en el paraíso y no serán tratados injustamente en nada: (61) [tendrán] jardines de felicidad perpetua que el Más Misericordioso ha prometido a Sus siervos, en un ámbito que está fuera del alcance de la percepción humana: [y] ¡ciertamente, Su promesa es de seguro cumplimiento!
    (62) No oirán allí conversaciones vanas --sólo [nuevas de] de paz y firmeza interiores; y tendrán allí su sustento de día y de noche: (63) ese es el paraíso que damos por herencia a aquellos siervos Nuestros que son conscientes de Dios.
    (64) Y [los ángeles dicen]: "No descendemos [con la revelación], una y otra vez, sino por mandato de tu Sustentador: Suyo es cuanto está expuesto ante nosotros y cuanto nos está oculto y cuanto hay entre ambos. Y tu Sustentador no olvida [nada] --(65) ¡el Sustentador de los cielos y la tierra, y de cuanto hay entre ambos! ¡Adórale, pues, sólo a Él, y manténte firme en Su adoración! ¿Conoces algo cuyo nombre sea digno de mencionarse junto al Suyo?"
    (66) A pesar de todo, el hombre dice [a menudo]: "¿Es que una vez que esté muerto, voy a ser resucitado?"
    (67) Pero, ¿no se da cuenta el hombre que ya una vez le creamos de la nada?
    (68) Pues, por tu Sustentador, que hemos de reunirles [en el Día del Juicio, a ellos] y a las fuerzas satánicas [que les impulsaron en vida], y luego, ciertamente, les haremos comparecer, de rodillas, alrededor del infierno; (69) y entonces extraeremos de cada grupo [de pecadores] a aquellos que más se obstinaron en su rebeldía contra el Más Misericordioso: (70) pues, en verdad, Nosotros sabemos bien quienes de ellos son más merecedores del fuego del infierno.
    (71) Y de vosotros ninguno dejará de aproximarse a él: esto es, para tu Sustentador, algo decretado, irrevocable.
    (72) Y una vez más: salvaremos [del infierno] a aquellos que han sido conscientes de Dios; pero dejaremos en él, de rodillas, a los malhechores.
    (73) Pues ahora, cada vez que les son transmitidos Nuestros mensajes con total claridad, quienes se empeñan en negar la verdad dicen a los que han llegado a creer: "¿Cual de los dos tipos de hombre está en mejor posición y es superior como comunidad?"
    (74) Pero, ¡cuantas generaciones anteriores a ellos hemos destruido --[gentes] que les superaban en poder material y en despliegue de medios!
    (75) Di: "¡Qué el Más Misericordioso prolongue la vida de quien vive en el extravío!" [Y que sigan diciendo lo que dicen] hasta que cuando vean esa [fatalidad] de la que habían sido advertidos --ya sea el castigo [en esta vida] o [con la llegada de] la Última Hora-- : ¡pues entonces comprenderán cual [de los dos tipos de hombre] estaba en peor situación y era más débil en recursos!
    (76) Y Dios dota a aquellos que se benefician de [Su] guía de una consciencia cada vez más profunda del camino recto; y las buenas obras, cuyo fruto perdura siempre, tienen, a los ojos de tu Sustentador, mucho mayor mérito [que cualquier bien terrenal], y dan beneficios mucho mayores.
    (77) ¿Has considerado alguna vez a ese [tipo de hombre] que se empeña en negar la verdad de Nuestros mensajes y dice: "Sin duda me serán dados riqueza e hijos"?
    (78) ¿Es que ha alcanzado, quizá, un nivel que está fuera del alcance de la percepción de los seres creados?--o ¿es que ha hecho un pacto con el Más Misericordioso?
    (79) ¡Qué va! Tomaremos nota de lo que dice, y prolongaremos la duración de su castigo [en el más allá], (80) y le despojaremos de todo lo que [ahora] dice: pues [en el Día del Juicio] comparecerá ante Nosotros solo.
    (81) Porque esos [tales] han dado en adorar deidades aparte de Dios, en la esperanza de que fueran para ellos una [fuente de] fortaleza. (82) Pero, ¡qué va! ¡[En el Día del Juicio] esos [mismos objetos de adoración] se desentenderán del culto que les fue dado, y se volverán en contra de esos [que les han adorado]!
    (83) ¿No ves que hemos lanzado toda [clase de] fuerzas satánicas contra aquellos que niegan la verdad --[fuerzas] que les empujan [al pecado] con gran ímpetu?
    (84) Así pues, no te apresures [a invocar el castigo de Dios] contra ellos: pues sólo estamos contando sus días.
    (85) El Día en que reunamos ante el Más Misericordioso a los que son conscientes de Dios, como invitados de honor, (86) y conduzcamos al infierno a los que estaban hundidos en el pecado como un rebaño sediento es conducido el abrevadero --(87) [en ese Día] nadie obtendrá [el beneficio de la] intercesión a menos que haya hecho [en vida] una alianza con el Más Misericordioso.
    (88) Pero ahora, algunos afirman: "¡El Más Misericordioso ha tomado para Sí un hijo!"
    (89) ¡Ciertamente, [al decir eso] habéis proferido algo monstruoso, (90) ante lo cual están a punto de rasgarse en pedazos los cielos, de henderse la tierra, y de derrumbarse las montañas! (91) De que los hombres atribuyan un hijo al Más Misericordioso, (92) cuando es inconcebible que el Más Misericordioso tome para Sí un hijo!
    (93) No hay nadie en los cielos ni en la tierra que no comparezca ante el Más Misericordioso sino como siervo: (94) en verdad, Él tiene pleno conocimiento de ellos, y los ha contado en su número [exacto]; (95) y todos comparecerán ante Él en el Día de la Resurrección, individualmente.
    (96) En verdad, a quienes llegan a creer y hacen buenas obras el Más Misericordioso les dará amor: (97) y con este único fin hemos hecho esta [escritura divina] fácil de entender, en tu propia lengua, [Oh Profeta,] para que transmitas por medio de ella la buena nueva a los conscientes de Dios, y adviertas a aquellos que son dados a disputar [vanamente]: (98) pues, cuantas generaciones anteriores a ellos hemos destruido --[y], ¿puedes percibir [ahora] a alguno de ellos, u oír un susurro suyo?

    Otros versículos sobre la Virgen María en el Qur'an

    • Sura 4:
    (155) Y [les castigamos] por violar su compromiso, por negarse a aceptar los mensajes de Dios, por matar a los profetas contra todo derecho y por alardear diciendo: "Nuestros corazones están ya rebosantes de conocimiento" ‑-¡No!, sino que Dios ha sellado sus corazones por haber ne­gado la verdad, y [ahora] creen sólo en unas pocas cosas-‑; (156) y por negarse a aceptar la verdad y por la enorme calumnia que profieren contra María, (157) y por alardear diciendo: "¡Ciertamente, hemos matado al Ungido Jesús, hijo de María, [que decía ser] el enviado de Dios!"
    Sin embargo, no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció [que había ocurrido] así; y, en verdad, quienes discrepan acerca de esto están ciertamente confusos, carecen de [verdadero] conocimiento de ello y siguen meras conjeturas. Pues, con toda certeza, no le mataron: (158) sino al contrario, Dios lo exaltó hacia Sí --y Dios es en verdad poderoso, sabio. (159) Sin embargo, ninguno de los seguidores de anteriores revelaciones dejará de comprender, en el momento de su muerte, la verdad acerca de Jesús; y el Día de la Resurrección, él dará testimonio de la verdad en contra de ellos.
    (171) ¡Oh seguidores del Evangelio! No excedáis los límites [de la verdad] en vuestras creencias religiosas, y no digáis acerca de Dios sino la verdad. El Ungido Jesús, hijo de María, fue sólo un enviado de Dios ‑-[el cumplimiento de] Su promesa, que Él había hecho llegar a María-‑ y un espíritu creado por Él. Creed, pues, en Dios y en Sus enviados, y no digáis: "[Dios es] una trinidad". Desistid [de esa afirmación] por vuestro propio bien. Dios es sólo un Dios Único; muy distante está, en Su gloria, de tener un hijo: Suyo es todo cuanto hay en los cielos y todo cuanto hay en la tierra; y nadie es tan digno de confianza como Dios.
    • Sura 21:
    (91) Y [recuerda a] la que guardó su castidad, y luego insuflamos en ella [algo] de Nuestro espíritu e hicimos de ella, y de su hijo un símbolo [de Nuestra gracia] para toda la humanidad.

    Véase también

    Enlaces externos

    Referencias

    1. El cristianismo primitivo en la sociedad romana Escrito por Ramón Teja
    2. Ignacio de Antioquía, Ephes. 19,1: PG 5,660A, SC 10,88Nuevo Testamento Escrito por Manuel Iglesias González
    3. Les fins dernières selon Origène Escrito por Henri Crouzel
    4. Orígenes, In Mt. comm 10,17: GCS 10,21
    5. San Efrén, Diatessaron, 2,6: SC 121,69-70; cf. ID., Himni de Nativitate, 19,6-9: CSCO 187,59 María: un itinerario dogmático Escrito por Dominique Cerbelaud

    Bibliografía

    • Royo Marín, Antonio: La Virgen María, teología y espiritualidad marianas. B. A. C., 1968.
    • Bojorge, Horacio S. J.: La figura de María a través de los evangelistas. Buenos Aires: Ediciones Paulinas (segunda edición), 1982.
    • Bojorge, Horacio S. J.: La Virgen María en los Evangelios. Pamplona: Gratisdate, s/f.
    • Carol, J. B.: Mariología. B. A. C., 1964.
    • Larrañaga, Ignacio: El silencio de María.
    • San Luis María Grignon de Monfort: Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen.






































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