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¿«Por muchos» o «por todos»? |
Esta vez, Benedicto XVI prefirió hablar en alemán, para que
el mensaje llegara fuerte y claro a todo el mundo,
incluidos los italianos. La carta firmada el 14 de abril
para los obispos alemanes afronta articuladamente la cuestión sobre las
fórmulas post-conciliares para consagrar el vino durante las celebraciones eucarísticas.
Una aclaración decidida para subrayar las indicaciones que había dado
al respecto la Sede Apostólica cuando comenzó el Pontificado ratzingeriano,
y que hasta ahora habían encontrado una débil respuesta por
parte de algunos episcopados (como el italiano) que normalmente se
adecúan a las sugerencias pastorales y litírgicas del Vaticano.
El nudo de la cuestión es la fórmula que se
usa durante la oración eucarística para consagrar el vino, para
que se convierta en la sangre de Cristo. El Rito
Romano en latín, retomando la narración de la institución de
la eucaristía que aparece en el original griego de los
Evangelios sinópticos, usa desde los primeros siglos las palabras que
se atribuyen a Cristo, cuando dijo que su sangre sería
derramada «por muchos» («pro multis», corresponde al griego «pollòn»). En
las versiones modernas del Misal latino que se redactaron después
del Concilio, el «pro multis» se ha traducido con la
expresión «por todos».
En 2006, la Congragación para el Culto
Divino, con una carta firmada por el entonces cardenal prefecto
Francis Arinze, trató de volver a evocar ese equívoco léxico,
indicando a todas las Conferencias episcopales nacionales que usaran en
las nuevas ediciones de los Misales en vías de revisión
una traducción de la fórmula para consagrar que correspondiera con
las palabras latinas «pro multis». Desde entonces, la adaptación que
pidió la Santa Sede ha procedido muy lentamente y solo
en algunas regiones, mientras se han ido aprobando las nuevas
versiones del Misal Romano en las diferentes lenguas modernas. La
más veloz fue la Iglesia de Hungría, en donde la
corrección de la fórmula para consagrar el cáliz entró en
vigor en 2009. Después habrían sido las Iglesias latinoamericanas (Chile,
Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia) tras la aprobación de la versión
española del Misal Romano que prepararon. En Argentina, el paso
de «por todos» a «por muchos» se llevó a cabo
el primer domingo de la Cuaresma de 2010, mientras que
en Chile se llevó a cabo el primer domingo del
Adviento de 2009. En las Iglesias anglófonas, la aprobación vaticana
de la versión en inglés del Misal Romano, después de
un largo y trabajoso recorrido, se dio hace un año,
y el nuevo Misal con «for many» entró en vigor
durante el Adviento de 2011.
El caso italiano es peculiar.
La cuestión del «pro multis» se puso a votación durante
la asamblea plenaria de la conferencia episcopal que se desarrolló
en Asís en noviembre de 2010. Y, según los datos
filtrados y citados por el vaticanista italiano Sandro Magister, de
los 187 votantes, 171 votaron a favor de «per tutti».
Un rechazo al cambio indicado que ya se había manifestado
en las Conferencias episcopales regionales.
Recientemente, también se
han manifestado varias sensibilidades en el Colegio cardenalicio. Uno de
los históricos promotores del cambio en los Misales nacionales del
«pro multis» latino es el cardenal cingalés Malcolm Ranijth Patabendige
Don. El actual obispo de Colombo apoyaba con decisión la
vuelta al «por muchos» durante los años en los que
fue secretario de la Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos. Según el purpurado,
la vuelta a la fórmula «por muchos» en lugar de
«por todos» repersenta también una observación oportuna sobre «la seriedad
de la vocación cristiana», en una situación en la que,
según su opinión, «está muy presente un optimismo exagerado sobre
la salvación que permite llegar al Paraíso a todos, sin
exigir el don de la fe o el esfuerzo de
la conversión».
En cambio, el cardenal jesuita Albert Vanhoye, en
una entrevista de 2010 con el periódico italiano “30Giorni”, expresó
una postura más articulada. Según el insigne biblista, la traducción
del «pro multis» latino con «por todos» que han adoptado
muchas Iglesias tras el Concilio se basa en razones exegéticas
de relieve, empezando por el hecho de que Jesús hablaba
arameo, y no griego o latín. «En italiano», indicó durante
la entrevista el rector emérito del Pontificio Instituto Bíblico, «molti
se contrapone a tutti. Si se dice que muchos alumnos
superaron el examen, quiere decir que no todos lo superaron.
En cambio, en hebreo no hay esta connotación dialéctica. La
palabra “rabim” indica solo que hay un gran número. Sin
especificar si este gran número corresponde o no corresponde a
todos». Según Vanhoye «está claro que la intención de Jesús
en la última cena no se dirigió a un cierto
grupo determinado, aunque numeroso, de individuos. Su intención fue universal.
Jesús quiere la salvación de todos».
En realidad, la indicación
de volver a traducciones más literales del «pro multis» que
se usa en la edición en latín del Misal Romano
(que concuerda, en este particular, con la mayor parte de
las anáforas que se usan en las Iglesias de Oriente)
no se puede despachar con la literalidad o con estatismo
litúrgico. Y no pretende reducir el alcance universal de las
promesas de Jesús. Ya en la carta de 2006 del
cardenal Arinze se rechazaban categóricamente las insinuaciones de los que
en los últimos años han dudado sobre la validez de
las misas que se celebran usando la fórmula «por todos».
Según lo que escribió el cardenal nigeriano, la expresión «por
muchos» se debe preferir porque, «mientras permanece abierta para incluir
a cada persona humana individualmente, también refleja el hecho de
que esta salvación no se cumple de forma mecánica, sin
la propia voluntad o participación». Este es justamente el
núcleo teológico y pastoral que llevó a Benedicto XVI a
hacer una declaración directa (dirigida a los obispos alemanes, pero
no solo a ellos) para superar el rechazo del paso
de «por todos» a «por muchos». En su carta,
el Papa hizo una lista de las posibles objeciones a
este cambio: «Pero, nuevamente: ¿por qué “por muchos? ¿El Señor
no murió, entonces, por todos? El hecho de que Jesucristo,
en cuanto Hijo de Dios encarnado, es el Hombre para
todos los hombres, el nuevo Adán, pertenece a las certezas
básicas de nuestra fe. Me gustaría recordar solamente tres pasajes
de la Escritura: Dios entregó a Su Hijo “por todos
nosotros”, escribe Pablo en la Carta a los Romanos (Rom.
8, 32). “Uno solo murió por todos”, dice San Pablo
en la segunda Carta a los Corintios, sobre la muerte
de Jesús (1Cor 5, 14). Jesús “se entregó a sí
mismo para rescatar a todos”, dice la primera carta a
Timoteo (1Tim 2, 6). Pero entonces podemos preguntarnos nuevamente: si
todo esto está claro, ¿por qué, entonces, la plegaria eucarística
dice “por muchos”?». Ratzinger, desde siempre, ha prestado interés por
sugerir la gratuidad de la salvación que ofrece Jesús. Desde
que era un joven teólogo, ha desconfiado de las fórmulas
teológicas que interpretan la historia de la salvación con una
clave determinista, como un mecanismo al que todos están sujetos,
queriéndolo o no. Incluso como Prefecto del ex Santo Oficio
manifestó su constante rechazo ante cualquier telogía según la cual
la gracia se concede “a priori” a todos los hombres.
Un aporismo que desfiguraría la dinámica gratuita e histórica de
la redención de Cristo, que cancelaría el gusto por la
aventura cristiana y que implicaría un imperialismo religioso y ético
para con los no cristianos. Por ello, desde mucho antes
de ser elegido Papa, subrayaba la urgencia de retomar en
la fórmula para consagrar la intención auténtica de Cristo. Como
explicó en un esnayo de 2001, con una u otra
fórmula («por todos» o «por muchos»), «de cualquier manera debemos
escuchar la totalidad del mensaje: que el Señor ama en
verdad a todos y que murió por todos. Y la
otra cosa: que él no empuja ni rompe nuestra libertad
como por arte de magia, sino que nos deja decir
Sí en su gran misericordia».
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