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Antonio (Antonino) Pierozzi de Florencia, Santo |
Obispo
Antonio Pierozzi, llamado Antonino por su pequeña estatura, nació en
1389, y era hijo de un notario florentino. Desde muy
joven entró al convento de los Dominicos, en donde fue
recibido por el Beato Juan Dominici, a quien recitó de
memoria las Decretales de Gracián, para demostrar su preparación cultural,
a pesar de ser autodidacta. Del año 1413, año de
su ordenación sacerdotal, al año 1446, cuando fue elegido arzobispo
de Florencia, ocupó varios cargos en su Orden: Vicario, Visitador,
Prior en Fiesole, en Roma, en Nápoles y en Florencia.
A él se debe el mérito de haber encargado al
Beato Angelico la tarea de decorar con frescos el convento
de San Marcos en Florencia. Entre tanta actividad maravilla el
hecho de haber tenido tiempo para escribir numerosas obras, entre
las cuales merece una mención particular la Summa moral, definida
“una grande enciclopedia sistemática del pensamiento y de la práctica
de la vida cristiana”. En todos sus escritos se nota
la tendencia a descartar las “doctrinas sublimes” para detenerse solamente
en lo que consideraba útil para él y para los
demás.
Era un hombre práctico, sensible a los problemas sociales
de su tiempo, deseoso de dar un significado cristiano a
los nuevos fermentos humanísticos. Lo llamaban ingeniosamente “Antonino de los
consejos” por su extraordinaria versatilidad en el campo religioso, jurídico,
político y económico, que lo ocupaba diariamente en audiencias a
los numerosos visitantes de toda clase que iban a plantearle
sus problemas. Cuando quedó vacante la sede episcopal de Florencia,
el Papa Eugenio IV lo nombró arzobispo, parece que por
sugerencia del Beato Angelico, que en ese momento estaba en
Roma haciendo una obra de arte por encargo del Papa.
El primero en maravillarse, e incluso hasta asustarse ante el
inesperado nombramiento, fue el humilde fraile Antonino, que huyó a
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Antonio (Antonino) Pierozzi de Florencia, Santo |
esconderse en Maremma. Su delicada salud y los achaques físicos
que lo acompañaron desde su juventud, desde que era novicio,
no le impidieron desarrollar una actividad prodigiosa. A lomo de
mula cabalgaba como un humilde fraile para visitar todas las
parroquias de su diócesis y de las sufragáneas de Fiesole,
Pistoia y Prato. El pueblo florentino lo amaba mucho, y
él defendió sus derechos aun contra el mismo Cosimo de
Medici, de quien era amigo. Humilde e ingenioso, celoso y
bondadoso, el buen pastor se entregó de lleno a su
grey hasta la víspera de su muerte, el 2 de
mayo de 1459. Fue canonizado por Adriano VI el 31
de mayo de 1523.
El actual Martirologio Romano lo recuerda
el 2 de mayo.
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