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Gil o Egidio, Santo |
Ermitaño
Martirologio Romano: En la región de Nimes, de la Galia
Narbonense (hoy Francia), san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta
la población que después se formó en la región de
la Camargue y donde se dice que el santo había
erigido un monasterio y acabado el curso de su vida
mortal (s. VI/VII).
También se llamaba Egidio. Parece ser que
tenía origen griego, peregrinó a Roma, luego se hizo religioso
y finalmente se estableció como ermitaño cerca de Nimes. Fundó
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Gil o Egidio, Santo |
un monasterio.
Conocido y extendido su culto por toda Europa durante
la Edad Media.
Lo que las devociones populares cuentan de su
vida resaltan su bondad cristiana, su misericordia, la delicadeza que
demostraba con los pecadores y la llamada a la conversión.
Los
abundantes peregrinos de Santiago le pedían ayuda contra el miedo
y las madres recurrían a él cuando sus hijos eran
presa de terrores nocturnos o sufrían pesadillas.
1º de septiembre
San
Gil o Egidio
("El
Protegido o Defendido" en latín; o "cabrito" en
griego).
Ermitaño
de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas
leyendas piadosas lo consideraban un rico heredero emigrado de
Marsella y establecido como anacoreta en un bosque, en la
desembocadura del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio.
Se
le atribuyen algunos milagros y la piedad en el Medioevo lo llamó:
Abogado de los pecadores, por haber ayudado en su conversión al Rey
Carlos; Protector de pobres, tullidos, arqueros, por haber sido herido
por una flecha; Abogado contra el miedo y el incubo, por ayudar a una
cierva en peligro; y Defensor contra las enfermedades del cáncer y la
epilepsia, llamada "mal de San Gil".
Se
le consideró uno de los "14 santos auxiliares". Se le
representa como anacoreta, con varios atributos: cierva, lirio, flecha
clavada en el brazo, dos puertas (regalo del Papa a su monasterio) y
un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado
oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.
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San Gil |
San Gil y la cierva |
Nacimiento |
siglo VI
Marsella, Atenas |
Fallecimiento |
siglo VII
Bosque de San Gil |
Venerado en |
Atenas |
Festividad |
1 de septiembre |
Atributos |
Cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas. |
Patronazgo |
Abogado de los pecadores, Protector de pobres,
tullidos, arqueros, abogado contra el miedo y el incubo y defensor
contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia |
San Gil o Egidio Abad fue un cenobita del siglo VI originario de Atenas.
Vivió algún tiemplo cerca de Marsella donde existe una población que lleva su nombre retirándose después a un bosque próximo al Ródano que hoy se llama bosque de San Gil. Allí se alimentaba con la leche de una cierva que perseguida en la caza por el rey Childeberto descubrió el retiro del solitario. El rey le hizo ordenar sacerdote y le edificó un convento del que llegó a ser abad.
Se le considera uno de los santos auxiliadores y se le honra el 1 de septiembre.
Enlaces externos
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San
Gil Abad fue una abad benedictino y eremita de origen griego. Los
conocimientos que tenemos sobre su vida hacen que nos movamos entre
leyendas de carácter piadosas y relatos basados en hechos e historias de
carácter popular que se divulgaron entre las regiones y países que
frecuentó.No está claro cual es el significado de su nombre, tal vez el
más aceptado es el de “ protector “: San Gil o Egidio del latín “ el
protector o defendido “; o de origen griego “Aighido “ que significa “
hijo de Egeo”. Nació en Atenas en el año 640 y murió el 1 de septiembre
de un año en el que las fuentes consultadas no se ponen de acuerdo pues
se habla del 720, 721 o incluso hay quien retrasa su muerte hasta el año
725.De familia acomodada – algunos lo relacionan como descendiente de
sangre real -, fue educado en las letras humanas. Escritor, maestro y
brillante estudioso de la ciencia del momento. Al morir sus padres –
Teodoro y Pelagia -, siendo aún muy joven, se sintió atraído por la
doctrina de Jesús, por lo que según se dice se deshizo de todo su
patrimonio y repartió sus bienes entre los necesitados, recibiendo a
cambio el don de hacer milagros ( calmó tempestades, curó enfermos y
realizó otros prodigios como provocar una lluvia de rosas. ).
Rápidamente se extendió su fama por toda Grecia, y las gentes se
dirigían a él como el santo. Abrumado por la popularidad emigró a
Francia. Allí se estableció al borde de la Camarga, cerca de Arlés en el
sur de Francia, siendo discípulo de Cesáreo arzobispo de Arlés. Allí
fundó un monasterio benedictino, siendo él su primer abad, por lo que
recibió el nombre de St. Gilles.Con el paso del tiempo se vio nuevamente
desbordado por la popularidad... “ Puesto que los hombres se obstinan,
en rodearme de respeto, iré a vivir entre las fieras “, comentó, por
ello atravesó el río Ródano y en una de sus riveras se encontró un santo
ermitaño llamado Veredimo con el que permaneció algún tiempo. Por
último, se retiró como eremita en una cueva de un frondoso bosque de la
Provenza francesa, donde según se describe no había nada qué comer.
Moviéndonos ya en el terreno de la leyenda, se dice que diariamente una
cierva lo alimentaba de leche.Se le atribuye un buen número de milagros,
y el sentimiento religioso del medievo, hizo que fuera conocido como
abogado de los pecadores – por haber ayudado en la conversión del rey
Carlos -, protector de los pobres, tullidos, arqueros – al haber sido
herido por una flecha -, abogado del miedo y defensor contra las
enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada “ mal de San Gil “.Como
ya hemos comentado, el año de su muerte no está confirmado, pero sí que
fue sepultado en la iglesia conventual de St. Gilles. Su sepulcro se ha
conservado, y durante la Edad Media se convirtió en un lugar famoso de
peregrinación, ya que estaba situado en el trayecto del Camino de
Santiago. Las reliquias de San Gil o Egidio se encuentran en la
actualidad en su mayor parte en St-Sernin de Toulouse. También en los
países de lengua alemana Egidio fue un santo muy venerado, por lo que
muchas de las ciudades alemanas hacen referencia a él: St. Gilden,
Gilldenberg, St. Ilgen, St. Ägyd...Se le considera como uno de los “
catorce santos auxiliares “. En el calendario Romano reformado en 1969
ya no lo menciona.Es representado como un anacoreta en una cueva, con
una cierva o como abad benedictino con báculo, cierva, libro, flecha
clavada en el brazo, lirio, perros, y un mensaje celeste en una
filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y
hacérselo confesar.Su leyenda es la siguiente: ya en su retiro en una
cercana cueva al río Rodano, era visitado diariamente por una cierva que
lo alimentaba con su leche. Cierto día en una cacería organizada por el
rey Childeberto, entonces rey de Francia, los perros acosaron a la
cierva, y ésta se metió en la gruta de San Gil, donde misteriosamente
los perros no pudieron acceder al estar cercado de árboles y malezas.
Sorprendidos los arqueros lanzaron flechas al interior de la cueva y una
de las cuales hirió al ermitaño en el rostros. – otros relatos afirman
que fue herido en una mano o en el brazo -. Al ser hallado
desangrándose, el rey quedó tan impresionado por el suceso que dijo: “
Si este hombre es capaz de exponer su vida por salvar la de un animal, ¿
qué no hará por la salvación de los hombres?“ . Para reparar su culpa,
se personó en el lugar y le ofreció dinero y toda clase de bienes pero
San Gil no aceptó, pidiéndole a cambio que construyera un monasterio en
ese lugar. El rey aceptó la propuesta y edificó un monasterio. Así
surgió St. Gilles, donde murió nuestro patrón.También se cuenta otra
leyenda del siglo VIII en la que, San Gil, abad benedictino, atravesó el
Pirineo y se estableció en el Valle de Nuria, término de Caralps (
Ripollés) para evangelizar y cristianizar a los pastores. Eran
convocados al son de una campana y los alimentaba cocinando en una olla.
Perseguido por el rey Witiza tuvo que regresar a Francia.En la
actualidad se celebra en Nuria la Fiesta de los Pastores. Se sigue
venerando la gruta milagrosa donde vivió San Gil, y cada 1 de septiembre
los pastores de la comarca se concentran para celebrar el día del
patrón. Hacen una concentración de ganado – ovejas, cabras, corderos,
vacas, bueyes... – y durante la misa celebrada por el obispo de la Seu,
ofrecen los productos típicos del oficio: leche, quesos, cuajadas...San
Gil además de ser el patrón de Motilla del Palancar, es el de Carintia,
Estiria, Nuremberg, Osnabrück... Es el patrón de los cazadores, de los
pastores, de los tratantes de caballos, de mendigos, abandonados,
leprosos, de madres lactantes, favorecedor de la fertilidad, y
apaciguador de tormentas, fuegos y sequías.
NOVENA A SAN GIL ABAD.
"Los
santos habiendo llegado a la patria celestial y estando en presencia
del Señor, no cesan de interceder por El, con El y en El a favor nuestro
ante el Padre, ofreciéndole los méritos que en la tierra consiguieron
por el Mediador único entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, como fruto
de haber servido al Señor en todas las cosas y de haber completado en
su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su
Cuerpo, que es la Iglesia. Su fraterna solicitud contribuye, pues, mucho
a remediar nuestra debilidad"
Glorioso
San Gil, a ti acudimos llenos de confianza en tu intercesión. Nos
sentimos atraídos a ti con una especial devoción y sabemos que nuestras
súplicas serán más agradables a Dios nuestro Señor, si tú, que tan amado
eres de Él, se las presentas. Tu caridad, reflejo admirable de la de
Dios, te inclina a socorrer toda miseria, a consolar toda pena y a
complacer todo deseo y necesidad, si ello ha de ser provechoso para
nuestra alma. Mira, pues, nuestras miserias y penas, nuestros trabajos y
necesidades, nuestros buenos deseos, y alcánzanos que aseguremos cada
día más nuestra eterna salvación con la práctica de las buenas obras y
la imitación de tus virtudes. Y, en particular, te pedimos que nos
alcances de Dios la gracia especial que, por esta devota novena,
esperamos confiadamente conseguir. Así sea. (Ahora se pide la gracia especial que, mediante la Novena, se desea obtener).
ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR
Oh
Dios, Tú has querido esparcir de una manera maravillosa, por toda la
creación, reflejos de tu belleza increada y de tu omnipotencia infinita,
y has creado al hombre para que fuese una imagen viviente de ti, en la
cual pudieses complacerte; tan grande es tu bondad y complacencia con
las almas que te aman de corazón y se te entregan totalmente como lo
hacen tus santos, a los que llegas a hacer partícipes de tu poder,
haciendo que obren prodigios y milagros. Nosotros te suplicamos hoy, ya
que por nuestros méritos no merecemos ser atendidos, que quieras
escucharnos por tu bondad y por el valimiento de tu Santo glorioso San
Gil, y que nos concedas las gracias que por su mediación te pedimos en
esta novena. Y ahora, confiados en tu bondad infinita, nos atrevemos a
insistir en nuestras súplicas, mientras, postrados, con el mayor respeto
y con todo el afecto de nuestro corazón, dirigimos las siguientes
súplicas a la Santísima Trinidad:
- Oh Padre Eterno, que
quisiste manifestar tu omnipotencia en los Santos por sus prodigios y
virtudes y por su fortaleza en el empleo de su vida en tu servicio: haz
que nosotros sepamos vencer con constancia todas las tentaciones y que
jamás, durante nuestra vida, nos aleje de ti el pecado.
Padrenuestro, Avemaría, y Gloria.
- Oh
Hijo Unigénito, que quisiste manifestar tu sabiduría infinita en los
Santos, comunicándoles tus inspiraciones y tu luz, para penetrar las
verdades divinas y vivir vida de fe; haz que nosotros, con tu gracia y
auxilio, practiquemos todas las virtudes y crezcamos cada día en
santidad y perfección.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
- Oh
Espíritu Santo, que quisiste manifestar la unción de tu amor en los
Santos, derramando sobre su alma tus dones y tus frutos, e inflamándolos
en celo y caridad: haz que sepamos amarte, ¡oh Dios de amor!, sobre
todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos, sin faltar jamás
por nada a la caridad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. ORACIÓN FINAL
Oh
Dios de Bondad infinita. Tú has querido que tus Santos sean, para
nosotros no sólo poderosos intercesores, sino algo más: que sean
nuestros modelos. De sus virtudes la que más hemos de imitar es la del
puro amor y unión perfecta de voluntad contigo, nuestro Dios y Señor.
Esta virtud es la que más nos une a ti y la que nos hace más santos.
Sea, pues, nuestra pobre ofrenda este deseo y resolución que nuevamente
hacemos ahora de unir de tal manera nuestra voluntad con la tuya, que
jamás queramos otra cosa que lo que tú quieras, y que resueltamente
dejemos de hacer lo que conozcamos estar fuera de tu divina y paternal
voluntad. Hechas con este espíritu, nuestras oraciones te serán más
agradables, y conformándonos de antemano con todo lo que tú quieres de
nosotros, estamos más seguros de obtener lo que te hemos pedido.
V. Los Santos vivirán eternamente.
R. Y su premio está en el Señor.
¡Oh
Señor!, te suplicamos, que por intercesión de San Gil Abad, cuyas
virtudes veneramos aquí en la tierra, seamos un día, contados juntamente
con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo Amén.
San Egidio o Gil, abad
fecha: 1 de septiembre †: s. VI/VII - país: Francia otras formas del nombre: Aegidius, Gilles canonización: pre-congregación
En
la región de Nimes, de la Galia Narbonense, san Egidio o Gil, cuyo
nombre adopta la población que después se formó en la región de la
Camarga, y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y
completado el curso de su vida mortal.
patronazgo: patrono
de los lactantes, pastores, cazadores, náufragos, arqueros, mendigos y
leprosos, protector de los bosques y de la ganadería, contra incendios,
sequía, tormenta y desgracias; para invocar en la confesión, en la
angustia y el abandono, contra la epilepsia, la enfermedad mental y la
infertilidad. Patrono de muchas ciudades y diócesis europeas.
La leyenda de san Gil (Aegidius), una de las más famosas en la Edad
Media, procede de una biografía escrita en el siglo X. De acuerdo con
aquel escrito, Gil era ateniense por nacimiento. Durante los primeros
años de su juventud, devolvió la salud a un mendigo enfermo, en virtud
de haberle cedido su capa, tal como había sucedido con san Martín. Gil
despreciaba los bienes temporales y detestaba el aplauso y las alabanzas
de los hombres, que llovieron sobre él, tras la muerte de sus padres,
debido a la prodigalidad con que daba limosnas y los milagros que se le
atribuían. Para escapar, se embarcó hacia el Occidente, llegó a Marsella
y, luego de pasar dos años en Arles, junto a san Cesareo, se construyó
una ermita en mitad de un bosque, cerca de la desembocadura del Ródano.
En aquella soledad se alimentaba con la leche de una cierva que acudía
con frecuencia y se dejaba ordeñar mansamente por el ermitaño. Cierto
día, Flavio, el rey de los godos, que andaba de cacería, persiguió a la
cierva y le azuzó a los perros, hasta que el animal fue a refugiarse
junto a Gil, quien la ocultó en una cueva, y la partida de caza pasó de
largo frente a ella, incluso los perros, que parecían haber perdido el
olfato. Al día siguiente, se reanudó la cacería y la cierva fue
nuevamente descubierta y perseguida hasta la cueva donde la ocultó el
ermitaño y donde se volvía invulnerable. Al tercer día, el rey Flavio
llevó consigo a un obispo para que presenciara el suceso y tratase de
explicarle el extraño proceder de sus perros. En aquella tercera
ocasión, uno de los arqueros del rey disparó una flecha al azar, a
través de la maleza que cubría la entrada de la cueva. Cuando los
cazadores se abrieron paso hasta la caverna, encontraron a Gil herido
por la flecha y a la cierva echada a sus pies. Flavio y el obispo
instaron al ermitaño para que diera cuenta de su presencia en aquellos
parajes. Gil les relató su historia y, al escucharla, tanto el monarca
como el prelado le pidieron perdón por haber alterado la paz de su
soledad y el rey impartió órdenes para que fuesen en busca de un médico
que le curase la herida de la flecha, pero san Gil rehusó aceptar la
visita del doctor, no quiso tomar ninguno de los regalos que le
presentaron los de la partida real y rogó a todos que le dejasen
tranquilo en su solitario retiro.
El rey Flavio hizo frecuentes visitas a san Gil, y éste acabó por
solicitar al monarca que dedicase todas las limosnas y beneficios que le
ofrecía, a la fundación de un monasterio. Flavio se comprometió a
hacerlo, a condición de que Gil fuese el primer abad. A su debido
tiempo, el monasterio se levantó cerca de la cueva del ermitaño, se
agrupó una comunidad en torno a Gil, y muy pronto la reputación de los
nuevos monjes y de su abad llegó al oído de Carlos, rey de Francia (a
quien los trovadores medievales identificaron con Carlomangno, aunque
resulta anacrónico). La corte mandó traer a san Gil a Orléans, donde se
entretuvo largamente con el rey en profunda charla sobre asuntos
espirituales. Sin embargo, en el curso de aquellas conversaciones, el
monarca calló una gravísima culpa que había cometido y le pesaba sobre
la conciencia... «el domingo siguiente, cuando el ermitaño oficiaba la
misa y, según la costumbre oraba especialmente por el rey durante el
canon, apareció un ángel del Señor que depositó sobre el altar un rollo
de pergamino donde estaba escrito el pecado que el monarca había
cometido. En el pergamino se advertía también que aquella culpa sería
perdonada por la intercesión de Gil, siempre y cuando el rey hiciese
penitencia y se comprometiese a no volver a cometerla ... Al terminar la
misa, Gil entregó el rollo de pergamino al monarca, quien, al leerlo,
cayó de rodillas ante el santo y le suplicó que intercediera por él ante
Dios. A continuación, el buen ermitaño se puso en oración para
encomendar al Señor el alma del monarca y a éste le recomendó, con
dulzura, que se abstuviese de cometer la misma culpa en el futuro».
Después de aquella temporada en la corte, san Gil regresó a su
monasterio y, al poco tiempo, partió a Roma para encomendar sus monjes a
la Santa Sede. El Papa concedió innumerables privilegios a la
comunidad, y al monasterio le hizo el donativo de dos portones de cedro
tallados con primor. A fin de poner a prueba su confianza en Dios, san
Gil mandó arrojar aquellas dos puertas a las aguas del Tiber, se embarcó
en ellas y, con viento propicio, navegaron por el Mediterráneo hasta
las costas de Francia. Recibió una advertencia celestial sobre la
proximidad de su muerte y en la fecha vaticinada, un domingo l de
septiembre, «dejó este mundo, que se entristeció por la ausencia
corporal de Gil, pero en cambio, llenó de alegría los Cielos por su
feliz arribo».
Este relato sobre san Gil y otros que circularon durante la Edad
Media y que son nuestras únicas fuentes de información resultan
completamente indignos de confianza. Es evidente que algunos de sus
pormenores son contradictorios y anacrónicos; además, la leyenda está
asociada con ciertas bulas pontificias que, como ahora se sabe, fueron
fraguadas para servir a los intereses del monasterio de San Gil, en
Provenza. Lo más que se puede saber sobre el santo es que debe haber
sido un ermitaño o un monje que vivió cerca de la desembocadura del
Ródano, en el siglo sexto u octavo, y que el famoso monasterio que lleva
su nombre afirma poseer sus reliquias. La historia de la cierva se
relaciona con varios santos, de entre los cuales san Gil es el más
famoso y, durante muchos siglos, uno de los más populares. Se le nombra
entre los «Catorce Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue
mártir) y su tumba, en el monasterio, fue centro de peregrinaciones de
primerísima importancia que contribuyó a la prosperidad de la ciudad de
Saint Gilles durante la Edad Media, hasta el siglo XIII, cuando quedó
convertida en ruinas, durante la cruzada contra los albigenses. Otros
cruzados bautizaron con el nombre de Saint Gilles a una ciudad (la
actual Sinjil) que fundaron en los límites de las regiones de Benjamín y
Efraín, de manera que su culto se extendió por todo el oriente de
Europa. En Inglaterra había 160 parroquias dedicadas a él. Se le invoca
como protector de los tullidos, mendigos y herreros. Juan Lydgate, un
monje poeta de Bury, le invocaba así en el siglo quince: Gil, santo protector de pobres y lisiados, consuelo de los enfermos en su mala suerte, refugio y escudo de los necesitados, patrocinio de los que miran a la muerte. Por ti, los moribundos vuelven a la vida.
El texto en latín sobre la vida de
San Gil, se encuentra en Acta Sanctorum, septiembre, vol. I, y una
versión semejante, en Analecta Bollandiana, vol. VIII (1889), pp.
103-120. También hay una biografía de versos rimados y una adaptación al
francés antiguo. Para estas últimas, consultar el cuidadoso estudio de
la Srta. E. C. Jones, Saint Gilles (1914). En cuanto a las tradiciones
populares reunidas en torno a san Gil, véase a Bächtold- Stäubli en
Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, vol. I, pp. 212 y ss.; sobre
el tratamiento del tema en el arte, véase a Künstle en Ikonographie,
vol. II, pp. 32-34; el emblema distintivo del santo, naturalmente, es
una cierva con una flecha clavada.
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