sábado, 1 de septiembre de 2012

Gil o Egidio, Santo


Ermitaño y Abad, Septiembre 1
 
Gil o Egidio, Santo
Gil o Egidio, Santo

Ermitaño

Martirologio Romano: En la región de Nimes, de la Galia Narbonense (hoy Francia), san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camargue y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y acabado el curso de su vida mortal (s. VI/VII).

También se llamaba Egidio. Parece ser que tenía origen griego, peregrinó a Roma, luego se hizo religioso y finalmente se estableció como ermitaño cerca de Nimes. Fundó
Gil o Egidio, Santo
Gil o Egidio, Santo
un monasterio.

Conocido y extendido su culto por toda Europa durante la Edad Media.

Lo que las devociones populares cuentan de su vida resaltan su bondad cristiana, su misericordia, la delicadeza que demostraba con los pecadores y la llamada a la conversión.

Los abundantes peregrinos de Santiago le pedían ayuda contra el miedo y las madres recurrían a él cuando sus hijos eran presa de terrores nocturnos o sufrían pesadillas.
Velas
1º de septiembre

 San Gil o Egidio

San Gil("El Protegido o Defendido" en latín; o "cabrito" en griego). Ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas piadosas lo consideraban un rico heredero emigrado de Marsella y establecido como anacoreta en un bosque, en la desembocadura del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio.
Se le atribuyen algunos milagros y la piedad en el Medioevo lo llamó: Abogado de los pecadores, por haber ayudado en su conversión al Rey Carlos; Protector de pobres, tullidos, arqueros, por haber sido herido por una flecha; Abogado contra el miedo y el incubo, por ayudar a una cierva en peligro; y Defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada "mal de San Gil".
Se le consideró uno de los "14 santos auxiliares". Se le representa como anacoreta, con varios atributos: cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas (regalo del Papa a su monasterio) y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.

San Gil
Saint Giles closeup.jpg
San Gil y la cierva
Nacimiento siglo VI
Marsella, Atenas
Fallecimiento siglo VII
Bosque de San Gil
Venerado en Atenas
Festividad 1 de septiembre
Atributos Cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas.
Patronazgo Abogado de los pecadores, Protector de pobres, tullidos, arqueros, abogado contra el miedo y el incubo y defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia
San Gil o Egidio Abad fue un cenobita del siglo VI originario de Atenas.
Vivió algún tiemplo cerca de Marsella donde existe una población que lleva su nombre retirándose después a un bosque próximo al Ródano que hoy se llama bosque de San Gil. Allí se alimentaba con la leche de una cierva que perseguida en la caza por el rey Childeberto descubrió el retiro del solitario. El rey le hizo ordenar sacerdote y le edificó un convento del que llegó a ser abad.
Se le considera uno de los santos auxiliadores y se le honra el 1 de septiembre.

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VIDA DE SAN GIL


San Gil Abad fue una abad benedictino y eremita de origen griego. Los conocimientos que tenemos sobre su vida hacen que nos movamos entre leyendas de carácter piadosas y relatos basados en hechos e historias de carácter popular que se divulgaron entre las regiones y países que frecuentó.No está claro cual es el significado de su nombre, tal vez el más aceptado es el de “ protector “: San Gil o Egidio del latín “ el protector o defendido “; o de origen griego “Aighido “ que significa “ hijo de Egeo”. Nació en Atenas en el año 640 y murió el 1 de septiembre de un año en el que las fuentes consultadas no se ponen de acuerdo pues se habla del 720, 721 o incluso hay quien retrasa su muerte hasta el año 725.De familia acomodada – algunos lo relacionan como descendiente de sangre real -, fue educado en las letras humanas. Escritor, maestro y brillante estudioso de la ciencia del momento. Al morir sus padres – Teodoro y Pelagia -, siendo aún muy joven, se sintió atraído por la doctrina de Jesús, por lo que según se dice se deshizo de todo su patrimonio y repartió sus bienes entre los necesitados, recibiendo a cambio el don de hacer milagros ( calmó tempestades, curó enfermos y realizó otros prodigios como provocar una lluvia de rosas. ). Rápidamente se extendió su fama por toda Grecia, y las gentes se dirigían a él como el santo. Abrumado por la popularidad emigró a Francia. Allí se estableció al borde de la Camarga, cerca de Arlés en el sur de Francia, siendo discípulo de Cesáreo arzobispo de Arlés. Allí fundó un monasterio benedictino, siendo él su primer abad, por lo que recibió el nombre de St. Gilles.Con el paso del tiempo se vio nuevamente desbordado por la popularidad... “ Puesto que los hombres se obstinan, en rodearme de respeto, iré a vivir entre las fieras “, comentó, por ello atravesó el río Ródano y en una de sus riveras se encontró un santo ermitaño llamado Veredimo con el que permaneció algún tiempo. Por último, se retiró como eremita en una cueva de un frondoso bosque de la Provenza francesa, donde según se describe no había nada qué comer. Moviéndonos ya en el terreno de la leyenda, se dice que diariamente una cierva lo alimentaba de leche.Se le atribuye un buen número de milagros, y el sentimiento religioso del medievo, hizo que fuera conocido como abogado de los pecadores – por haber ayudado en la conversión del rey Carlos -, protector de los pobres, tullidos, arqueros – al haber sido herido por una flecha -, abogado del miedo y defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada “ mal de San Gil “.Como ya hemos comentado, el año de su muerte no está confirmado, pero sí que fue sepultado en la iglesia conventual de St. Gilles. Su sepulcro se ha conservado, y durante la Edad Media se convirtió en un lugar famoso de peregrinación, ya que estaba situado en el trayecto del Camino de Santiago. Las reliquias de San Gil o Egidio se encuentran en la actualidad en su mayor parte en St-Sernin de Toulouse. También en los países de lengua alemana Egidio fue un santo muy venerado, por lo que muchas de las ciudades alemanas hacen referencia a él: St. Gilden, Gilldenberg, St. Ilgen, St. Ägyd...Se le considera como uno de los “ catorce santos auxiliares “. En el calendario Romano reformado en 1969 ya no lo menciona.Es representado como un anacoreta en una cueva, con una cierva o como abad benedictino con báculo, cierva, libro, flecha clavada en el brazo, lirio, perros, y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.Su leyenda es la siguiente: ya en su retiro en una cercana cueva al río Rodano, era visitado diariamente por una cierva que lo alimentaba con su leche. Cierto día en una cacería organizada por el rey Childeberto, entonces rey de Francia, los perros acosaron a la cierva, y ésta se metió en la gruta de San Gil, donde misteriosamente los perros no pudieron acceder al estar cercado de árboles y malezas. Sorprendidos los arqueros lanzaron flechas al interior de la cueva y una de las cuales hirió al ermitaño en el rostros. – otros relatos afirman que fue herido en una mano o en el brazo -. Al ser hallado desangrándose, el rey quedó tan impresionado por el suceso que dijo: “ Si este hombre es capaz de exponer su vida por salvar la de un animal, ¿ qué no hará por la salvación de los hombres?“ . Para reparar su culpa, se personó en el lugar y le ofreció dinero y toda clase de bienes pero San Gil no aceptó, pidiéndole a cambio que construyera un monasterio en ese lugar. El rey aceptó la propuesta y edificó un monasterio. Así surgió St. Gilles, donde murió nuestro patrón.También se cuenta otra leyenda del siglo VIII en la que, San Gil, abad benedictino, atravesó el Pirineo y se estableció en el Valle de Nuria, término de Caralps ( Ripollés) para evangelizar y cristianizar a los pastores. Eran convocados al son de una campana y los alimentaba cocinando en una olla. Perseguido por el rey Witiza tuvo que regresar a Francia.En la actualidad se celebra en Nuria la Fiesta de los Pastores. Se sigue venerando la gruta milagrosa donde vivió San Gil, y cada 1 de septiembre los pastores de la comarca se concentran para celebrar el día del patrón. Hacen una concentración de ganado – ovejas, cabras, corderos, vacas, bueyes... – y durante la misa celebrada por el obispo de la Seu, ofrecen los productos típicos del oficio: leche, quesos, cuajadas...San Gil además de ser el patrón de Motilla del Palancar, es el de Carintia, Estiria, Nuremberg, Osnabrück... Es el patrón de los cazadores, de los pastores, de los tratantes de caballos, de mendigos, abandonados, leprosos, de madres lactantes, favorecedor de la fertilidad, y apaciguador de tormentas, fuegos y sequías. 
 
 

NOVENA A SAN GIL ABAD.

"Los santos habiendo llegado a la patria celestial y estando en presencia del Señor, no cesan de interceder por El, con El y en El a favor nuestro ante el Padre, ofreciéndole los méritos que en la tierra consiguieron por el Mediador único entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, como fruto de haber servido al Señor en todas las cosas y de haber completado en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia. Su fraterna solicitud contribuye, pues, mucho a remediar nuestra debilidad"


Glorioso San Gil, a ti acudimos llenos de confianza en tu intercesión. Nos sentimos atraídos a ti con una especial devoción y sabemos que nuestras súplicas serán más agradables a Dios nuestro Señor, si tú, que tan amado eres de Él, se las presentas. Tu caridad, reflejo admirable de la de Dios, te inclina a socorrer toda miseria, a consolar toda pena y a complacer todo deseo y necesidad, si ello ha de ser provechoso para nuestra alma. Mira, pues, nuestras miserias y penas, nuestros trabajos y necesidades, nuestros buenos deseos, y alcánzanos que aseguremos cada día más nuestra eterna salvación con la práctica de las buenas obras y la imitación de tus virtudes. Y, en particular, te pedimos que nos alcances de Dios la gracia especial que, por esta devota novena, esperamos confiadamente conseguir. Así sea.
(Ahora se pide la gracia especial que, mediante la Novena, se desea obtener).

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR
Oh Dios, Tú has querido esparcir de una manera maravillosa, por toda la creación, reflejos de tu belleza increada y de tu omnipotencia infinita, y has creado al hombre para que fuese una imagen viviente de ti, en la cual pudieses complacerte; tan grande es tu bondad y complacencia con las almas que te aman de corazón y se te entregan totalmente como lo hacen tus santos, a los que llegas a hacer partícipes de tu poder, haciendo que obren prodigios y milagros. Nosotros te suplicamos hoy, ya que por nuestros méritos no merecemos ser atendidos, que quieras escucharnos por tu bondad y por el valimiento de tu Santo glorioso San Gil, y que nos concedas las gracias que por su mediación te pedimos en esta novena. Y ahora, confiados en tu bondad infinita, nos atrevemos a insistir en nuestras súplicas, mientras, postrados, con el mayor respeto y con todo el afecto de nuestro corazón, dirigimos las siguientes súplicas a la Santísima Trinidad:
  • Oh Padre Eterno, que quisiste manifestar tu omnipotencia en los Santos por sus prodigios y virtudes y por su fortaleza en el empleo de su vida en tu servicio: haz que nosotros sepamos vencer con constancia todas las tentaciones y que jamás, durante nuestra vida, nos aleje de ti el pecado.
Padrenuestro, Avemaría, y Gloria.

  • Oh Hijo Unigénito, que quisiste manifestar tu sabiduría infinita en los Santos, comunicándoles tus inspiraciones y tu luz, para penetrar las verdades divinas y vivir vida de fe; haz que nosotros, con tu gracia y auxilio, practiquemos todas las virtudes y crezcamos cada día en santidad y perfección.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

  • Oh Espíritu Santo, que quisiste manifestar la unción de tu amor en los Santos, derramando sobre su alma tus dones y tus frutos, e inflamándolos en celo y caridad: haz que sepamos amarte, ¡oh Dios de amor!, sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos, sin faltar jamás por nada a la caridad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

ORACIÓN FINAL
Oh Dios de Bondad infinita. Tú has querido que tus Santos sean, para nosotros no sólo poderosos intercesores, sino algo más: que sean nuestros modelos. De sus virtudes la que más hemos de imitar es la del puro amor y unión perfecta de voluntad contigo, nuestro Dios y Señor. Esta virtud es la que más nos une a ti y la que nos hace más santos. Sea, pues, nuestra pobre ofrenda este deseo y resolución que nuevamente hacemos ahora de unir de tal manera nuestra voluntad con la tuya, que jamás queramos otra cosa que lo que tú quieras, y que resueltamente dejemos de hacer lo que conozcamos estar fuera de tu divina y paternal voluntad. Hechas con este espíritu, nuestras oraciones te serán más agradables, y conformándonos de antemano con todo lo que tú quieres de nosotros, estamos más seguros de obtener lo que te hemos pedido.
V. Los Santos vivirán eternamente.
R. Y su premio está en el Señor.
¡Oh Señor!, te suplicamos, que por intercesión de San Gil Abad, cuyas virtudes veneramos aquí en la tierra, seamos un día, contados juntamente con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo Amén.
 
 
 
San Egidio o Gil, abad
fecha: 1 de septiembre
†: s. VI/VII - país: Francia
otras formas del nombre: Aegidius, Gilles
canonización: pre-congregación
En la región de Nimes, de la Galia Narbonense, san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camarga, y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y completado el curso de su vida mortal.
patronazgo: patrono de los lactantes, pastores, cazadores, náufragos, arqueros, mendigos y leprosos, protector de los bosques y de la ganadería, contra incendios, sequía, tormenta y desgracias; para invocar en la confesión, en la angustia y el abandono, contra la epilepsia, la enfermedad mental y la infertilidad. Patrono de muchas ciudades y diócesis europeas.
Ver más información en:

La leyenda de san Gil (Aegidius), una de las más famosas en la Edad Media, procede de una biografía escrita en el siglo X. De acuerdo con aquel escrito, Gil era ateniense por nacimiento. Durante los primeros años de su juventud, devolvió la salud a un mendigo enfermo, en virtud de haberle cedido su capa, tal como había sucedido con san Martín. Gil despreciaba los bienes temporales y detestaba el aplauso y las alabanzas de los hombres, que llovieron sobre él, tras la muerte de sus padres, debido a la prodigalidad con que daba limosnas y los milagros que se le atribuían. Para escapar, se embarcó hacia el Occidente, llegó a Marsella y, luego de pasar dos años en Arles, junto a san Cesareo, se construyó una ermita en mitad de un bosque, cerca de la desembocadura del Ródano. En aquella soledad se alimentaba con la leche de una cierva que acudía con frecuencia y se dejaba ordeñar mansamente por el ermitaño. Cierto día, Flavio, el rey de los godos, que andaba de cacería, persiguió a la cierva y le azuzó a los perros, hasta que el animal fue a refugiarse junto a Gil, quien la ocultó en una cueva, y la partida de caza pasó de largo frente a ella, incluso los perros, que parecían haber perdido el olfato. Al día siguiente, se reanudó la cacería y la cierva fue nuevamente descubierta y perseguida hasta la cueva donde la ocultó el ermitaño y donde se volvía invulnerable. Al tercer día, el rey Flavio llevó consigo a un obispo para que presenciara el suceso y tratase de explicarle el extraño proceder de sus perros. En aquella tercera ocasión, uno de los arqueros del rey disparó una flecha al azar, a través de la maleza que cubría la entrada de la cueva. Cuando los cazadores se abrieron paso hasta la caverna, encontraron a Gil herido por la flecha y a la cierva echada a sus pies. Flavio y el obispo instaron al ermitaño para que diera cuenta de su presencia en aquellos parajes. Gil les relató su historia y, al escucharla, tanto el monarca como el prelado le pidieron perdón por haber alterado la paz de su soledad y el rey impartió órdenes para que fuesen en busca de un médico que le curase la herida de la flecha, pero san Gil rehusó aceptar la visita del doctor, no quiso tomar ninguno de los regalos que le presentaron los de la partida real y rogó a todos que le dejasen tranquilo en su solitario retiro.
El rey Flavio hizo frecuentes visitas a san Gil, y éste acabó por solicitar al monarca que dedicase todas las limosnas y beneficios que le ofrecía, a la fundación de un monasterio. Flavio se comprometió a hacerlo, a condición de que Gil fuese el primer abad. A su debido tiempo, el monasterio se levantó cerca de la cueva del ermitaño, se agrupó una comunidad en torno a Gil, y muy pronto la reputación de los nuevos monjes y de su abad llegó al oído de Carlos, rey de Francia (a quien los trovadores medievales identificaron con Carlomangno, aunque resulta anacrónico). La corte mandó traer a san Gil a Orléans, donde se entretuvo largamente con el rey en profunda charla sobre asuntos espirituales. Sin embargo, en el curso de aquellas conversaciones, el monarca calló una gravísima culpa que había cometido y le pesaba sobre la conciencia... «el domingo siguiente, cuando el ermitaño oficiaba la misa y, según la costumbre oraba especialmente por el rey durante el canon, apareció un ángel del Señor que depositó sobre el altar un rollo de pergamino donde estaba escrito el pecado que el monarca había cometido. En el pergamino se advertía también que aquella culpa sería perdonada por la intercesión de Gil, siempre y cuando el rey hiciese penitencia y se comprometiese a no volver a cometerla ... Al terminar la misa, Gil entregó el rollo de pergamino al monarca, quien, al leerlo, cayó de rodillas ante el santo y le suplicó que intercediera por él ante Dios. A continuación, el buen ermitaño se puso en oración para encomendar al Señor el alma del monarca y a éste le recomendó, con dulzura, que se abstuviese de cometer la misma culpa en el futuro». Después de aquella temporada en la corte, san Gil regresó a su monasterio y, al poco tiempo, partió a Roma para encomendar sus monjes a la Santa Sede. El Papa concedió innumerables privilegios a la comunidad, y al monasterio le hizo el donativo de dos portones de cedro tallados con primor. A fin de poner a prueba su confianza en Dios, san Gil mandó arrojar aquellas dos puertas a las aguas del Tiber, se embarcó en ellas y, con viento propicio, navegaron por el Mediterráneo hasta las costas de Francia. Recibió una advertencia celestial sobre la proximidad de su muerte y en la fecha vaticinada, un domingo l de septiembre, «dejó este mundo, que se entristeció por la ausencia corporal de Gil, pero en cambio, llenó de alegría los Cielos por su feliz arribo».
Este relato sobre san Gil y otros que circularon durante la Edad Media y que son nuestras únicas fuentes de información resultan completamente indignos de confianza. Es evidente que algunos de sus pormenores son contradictorios y anacrónicos; además, la leyenda está asociada con ciertas bulas pontificias que, como ahora se sabe, fueron fraguadas para servir a los intereses del monasterio de San Gil, en Provenza. Lo más que se puede saber sobre el santo es que debe haber sido un ermitaño o un monje que vivió cerca de la desembocadura del Ródano, en el siglo sexto u octavo, y que el famoso monasterio que lleva su nombre afirma poseer sus reliquias. La historia de la cierva se relaciona con varios santos, de entre los cuales san Gil es el más famoso y, durante muchos siglos, uno de los más populares. Se le nombra entre los «Catorce Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue mártir) y su tumba, en el monasterio, fue centro de peregrinaciones de primerísima importancia que contribuyó a la prosperidad de la ciudad de Saint Gilles durante la Edad Media, hasta el siglo XIII, cuando quedó convertida en ruinas, durante la cruzada contra los albigenses. Otros cruzados bautizaron con el nombre de Saint Gilles a una ciudad (la actual Sinjil) que fundaron en los límites de las regiones de Benjamín y Efraín, de manera que su culto se extendió por todo el oriente de Europa. En Inglaterra había 160 parroquias dedicadas a él. Se le invoca como protector de los tullidos, mendigos y herreros. Juan Lydgate, un monje poeta de Bury, le invocaba así en el siglo quince:
Gil, santo protector de pobres y lisiados,
consuelo de los enfermos en su mala suerte,
refugio y escudo de los necesitados,
patrocinio de los que miran a la muerte.
Por ti, los moribundos vuelven a la vida.

El texto en latín sobre la vida de San Gil, se encuentra en Acta Sanctorum, septiembre, vol. I, y una versión semejante, en Analecta Bollandiana, vol. VIII (1889), pp. 103-120. También hay una biografía de versos rimados y una adaptación al francés antiguo. Para estas últimas, consultar el cuidadoso estudio de la Srta. E. C. Jones, Saint Gilles (1914). En cuanto a las tradiciones populares reunidas en torno a san Gil, véase a Bächtold- Stäubli en Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, vol. I, pp. 212 y ss.; sobre el tratamiento del tema en el arte, véase a Künstle en Ikonographie, vol. II, pp. 32-34; el emblema distintivo del santo, naturalmente, es una cierva con una flecha clavada.



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