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Marcos de Aviano (Carlos Domingo) Cristofori, Beato |
Presbítero Capuchino
Martirologio Romano: En Viena, en Austria, beato Marcos de
Aviano (Carlos Domingo) Cristofori, presbítero de la Orden de los
Hermanos Menores Capuchinos. Sapiente predicador de la palabra de Dios,
se interesó de modo extraordinario por los pobres y enfermos,
y suscitó en los poderosos la voluntad de actuar según
la fe y la paz por encima de todo (1699).
Nació en Aviano el 17 de
noviembre de 1631 en el seno de una familia acomodada.
Fue bautizado ese mismo día con el nombre de Carlo
Domenico. Juntamente con sus diez hermanos, recibió en su pueblo
natal una buena formación espiritual y cultural, que se perfeccionó
en los años 1643-1647 en el colegio de los jesuitas
de Gorizia. Allí amplió su cultura clásica y científica e
intensificó su vida de piedad, participando en las congregaciones marianas.
El
clima épico de guerra que se libraba por entonces entre
la República de Venecia y el Imperio turco influyó decisivamente
en la vida del joven Carlo. Impulsado por el deseo
de dar su vida por la defensa de la fe,
abandonó el colegio de Gorizia y se dirigió a Capodistria.
Allí, agobiado por el hambre y las fatigas del viaje,
llamó a la puerta del convento de los capuchinos. El
superior, además de darle comida y alojamiento, le aconsejó que
volviera cuanto antes a la casa de sus padres.
Durante la
breve permanencia con los capuchinos de Capodistria, iluminado por la
gracia, descubrió que podía realizar de modo diferente su vocación
al apostolado y al martirio. Así, decidió abrazar la austera
vida capuchina. En septiembre de 1648 entró en el noviciado
de Conegliano y el 21 de noviembre de 1649 emitió
la profesión religiosa con el nombre de Marco de Aviano.
Después de los estudios de filosofía y teología, el 18
de septiembre de 1655 fue ordenado sacerdote en Chioggia.
Destacó por
su intensa oración y por su fidelidad a la vida
común, vivida en la humildad y el ocultamiento, y animada
por el celo y la observancia de las reglas y
constituciones de la Orden. Desde el año 1664, en el que
obtuvo el "carné de predicación", dedicó todas sus energías al
apostolado de la palabra por toda Italia, principalmente en los
tiempos fuertes de Cuaresma y Adviento. También desempeñó cargos de
gobierno: en 1672 fue elegido superior del convento de
Belluno, y en 1674 fue nombrado director de la fraternidad
de Oderzo.
El 8 de septiembre de 1676, fue enviado a
predicar al monasterio de San Prosdócimo, en Padua. Allí, por
su oración y su bendición, se curó instantáneamente la monja
Vincenza Francesconi, que desde hacía trece años yacía enferma en
cama. También en Venecia, un mes después, se verificaron acontecimientos
extraordinarios parecidos, de forma que comenzó a difundirse por doquier
su fama de santidad y cobró más crédito su predicación.
Sin
turbarse por ello, prosiguió con sencillez su apostolado de la
palabra. En especial, exhortaba a sus oyentes a incrementar su
vida de fe y su vivencia cristiana, a arrepentirse de
sus pecados y hacer penitencia.
La noticia de sus milagros y
curaciones extraordinarias hizo que fuera cada vez más requerida su
presencia, especialmente por reyes y soberanos. En sus últimos veinte
años de vida tuvo que realizar, por obediencia a sus
superiores de la Orden o a la Santa Sede, fatigosos
viajes apostólicos por toda Europa.
Mantuvo una relación especial con el
emperador Leopoldo I de Austria, a cuya corte tuvo que
dirigirse catorce veces, sobre todo en los meses de verano.
Participó activamente en la cruzada anti-turca en calidad de legado
pontificio y de misionero apostólico. Contribuyó de manera decisiva a
la liberación de Viena del asedio turco, el 12 de
septiembre de 1683. De 1683 a 1689 tomó parte en
las campañas militares de defensa y liberación de Buda, el
2 de septiembre de 1686, y de Belgrado, el 6
de septiembre de 1688. Favorecía la armonía dentro del ejército
imperial, exhortaba a todos a una auténtica conducta cristiana y
asistía espiritualmente a los soldados.
En los años siguientes realizó una
gran actividad para restablecer la paz en Europa, sobre todo
entre Francia y el Imperio, y para promover la unidad
de las potencias católicas con vistas a la defensa de
la fe, siempre amenazada por los turcos.
En mayo de 1699
emprendió su último viaje hacia la capital del Imperio. Su
salud, ya frágil, se deterioró cada vez más, hasta el
punto de que tuvo que interrumpir toda actividad. El 2
de agosto recibió en el convento la visita de la
familia imperial y, a continuación, la de los más ilustres
personajes de Viena. Diez días después, el nuncio apostólico le
llevó personalmente la bendición apostólica del Papa Inocencio XII. Recibió
los últimos sacramentos y renovó su profesión religiosa. Murió el
13 de agosto de 1699, apretando entre sus manos el
crucifijo, asistido por sus augustos amigos el emperador Leopoldo y
la emperatriz Eleonora.
Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el
27 de abril de 2003
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