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Joaquina de Vedruna, Santa |
Viuda y Fundadora de las Hermanas Carmelitas de la Caridad
Martirologio Romano:
En Barcelona, en España, santa Joaquina de Vedruna. Madre de
familia, educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez
viuda, fundó el Instituto de las Carmelitas de la Caridad,
soportando con tranquilidad de ánimo toda clase de sufrimientos hasta
su muerte, que ocurrió por contagio del cólera (1854).
Fecha de
canonización: Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en
1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).
Esta es una santa que duró
casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes
nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las
hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los
61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos
sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre,
Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del
gobierno. Su familia era muy católica.
La niña desde muy pequeña
tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas
almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un
gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de
mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a
no tolerar tampoco manchas de pecado en su alma.
A los
doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita.
Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy
niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.
A los 26
años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don
Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado
oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas
de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas
les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las
dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero
Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras".
Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como
esposa.
Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos
por no haber seguido la vocación de religiosa que de
niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la
consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede
llegar a tan alta santidad como en un convento y
que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las
que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la
tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le
regaló ocho hijos. Y como premio a su sacrificios, cuatro
hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas también.
Cuando
Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al
ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco
batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que
abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña
ciudad de Vich.
Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la
llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la
condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena,
que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció
y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre
que fue la Sma. Virgen quien llegó a auxiliarla.
Un día
mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una
voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda".
Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y
a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena
salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba
viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.
Desde
aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y
se dedicó por completo a ayudar a los pobres y
a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio
la gente creía que se había vuelto loca por la
tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se
dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era
una gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados.
Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus
energías eran para ayudar a los que padecían miseria o
enfermedad.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y
continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara
lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro
de sus hijas se fueron de religiosas y los otros
cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó
libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar
su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.
Se encontró
providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban, capuchino,
el cual le dijo que Dios la tenía destinada para
fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa
de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de
la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo
de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas
su nueva comunidad a la cual le pone el nombre
de "Carmelitas de la Caridad".
Pronto ya las religiosas son trece
y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de
mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un
gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas
de religiosas por toda la provincia.
Tuvo Santa Joaquina la dicha
de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María
Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el
progreso de su nueva congregación.
Vino luego la guerra civil llamada
"Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo
que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años.
Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos
que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y
Dios le preparó en estas tierras a una familia española
que la trató con verdadera caridad.
Al volver a España, quizás
como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones,
empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se
fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.
En 1850 empezó a
sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba
a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció
a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente
como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus
cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas que dirigieran
la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director
para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se
propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la
santa fundadora.
Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y
la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla.
Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con
su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó
santamente a la eternidad.
Antes había tenido el gusto de ver
aprobada su Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850.
Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a
sus religiosas que se han extendido por muchos países.
La Comunidad
de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en
el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en
sus colegios y 4,443 personas soln atendidas en sus hospitales.
Fue
declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo
ella la primera persona que canonizó este Pontífice).
Santa Joaquina: sin
hacer milagros en vida, y siendo una sencilla madre de
familia, una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que
sufrir mucho en la tierra, y que dedicó sus grandes
energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un
modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue por
nuestra santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas
santas como ésta, muchas Joaquinas más.
La orden carmelita la recuerda
el 22 de mayo.
22 de mayo
Santa Joaquina de
Vedruna
Fundadora
Año 1854
Joaquina
significa: "Dios dispondrá".
Esta es una santa que duró casada hasta los 33
años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la
Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61
años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios
de España.
Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre,
Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su
familia era muy católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción
al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años
fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en
sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco mancas de
pecado en su alma.
A los doce años sintió un gran deseo de ser
religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les
parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un
rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado
oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo
y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de
dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo
demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando:
"Me encantan las almendras". Este gesto de humildad decidió
al joven a elegirla como esposa.
Al principio de su matrimonio sentía a veces
serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de
niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba
diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad
como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría
reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la
tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho
hijos. Y como premio a su sacrificios, cuatro hijas se hicieron
religiosas, y varias de sus nietas también.
Cuando Napoleón invadió España; el esposo de
Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó
valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus
niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la
pequeña ciudad de Vich.
Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura
huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta
Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño.
Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella.
Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a
auxiliarla.
Un día mientras estaba rodeada de su familia, le
pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar
viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos
meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años,
murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y
encargada de ocho hijitos.
Desde
aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por
completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los
hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por
la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de
que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su
generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre,
pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o
enfermedad.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias,
muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le
iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus
hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron
casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña.
Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser
religiosa.
Se encontró providencialmente con un sacerdote
muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la
tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la
vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las
constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de
Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva
comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la
Caridad".
Pronto ya las religiosas son trece y más tarde
cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy
pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va
fundando casas de religiosas por toda la provincia.
Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse
también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos
le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.
Vino luego la guerra civil llamada "Guerra
Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo
que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí
recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó
siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas
tierras a una familia española que la trató con verdadera caridad.
Al volver a España, quizás como fruto de los
sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer
admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando como
verdadera bendición de Dios.
En
1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba
a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal
renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una
religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus
cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas que dirigieran
la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para su
comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir
a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.
Durante cuatro años la parálisis se fue
extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también
el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida
y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.
Antes había tenido el gusto de ver aprobada su
Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha
venido ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han
extendido por muchos países.
La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene
ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son
educadas en sus colegios y 4,443 personas soln atendidas en sus
hospitales.
Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959
(siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).
Santa Joaquina: sin hacer milagros en vida, y
siendo una sencilla madre de familia, una esposa afectuosa, y una mujer
que tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que dedicó sus grandes
energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un modelo para
imitar, y una poderosa protectora que ruegue por nuestra santificación
y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como ésta, muchas
Joaquinas más.
Santa Joaquina de Vedruna Vidal ( Barcelona, España, 1783 - ibídem, 1854) fue una santa española fundadora de la orden de las Carmelitas de la Caridad , beatificada en 1959 por la Iglesia católica.
Biografía
Joaquina significa: "Dios dispondrá". Esta es una santa que duró
casada hasta los 33 años. tuvo nueve hijos y bastantes nietos. A los 47
años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al
morir a los 71 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en
diversos sitios de España.
Nació en Barcelona, España, en 1783. Su padre, Don Lorenzo de
Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy
católica.
La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la
limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto
la fue llevando a no tolerar tampoco manchas de pecado en su alma.
Por parte de algunos sectores de la Iglesia se ha querido ocultar el
origen aristocrático de la familia Vedruna que el documento adjunto
demuestra irrefutablemente.
Enoblecimiento familia vedruna
Vida religiosa
Sin embargo dedicó el resto de su vida a actividades de enseñanza y asistencia de enfermos, para lo cual su director espiritual, el capuchino Esteban de Olot le sugirió que fundara en 1826 la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad. El obispo de Vich, Pablo Jesús Corcuera, le pidió que fuera de inspiración carmelita. El mismo obispo escribió la regla el 6 de febrero de 1826 y el 26 de febrero de ese mismo año, ella y otras ocho mujeres pronunciaron los votos.
Tras su destierro en Francia entre 1839 y 1843 a causa de sus ideas absolutistas, 1
regresó y fundó veintidós comunidades a pesar de los desafíos
producidos por la inestabilidad política. La congregación se expandió
por España, Hispanoamérica y Asia.
"Quisiera abrazar las necesidades de todos los pueblos"
Santa Joaquina de Vedruna.
Fallecimiento y canonización
El cuerpo incorrupto de Santa Joaquina de Vedruna.
Por último, la enfermedad la obligó a abandonar su puesto como superiora de la orden y, aunque falleció debido a un brote de cólera en Barcelona, durante los cuatro últimos años de su vida fue víctima paulatina de parálisis. Falleció el 28 de agosto de 1854 a la edad de 71 años.
Joaquina era conocida por su gran sentido de la oración, confianza profunda en Dios y caridad desinteresada. Fue beatificada por el papa Pío XII en 1940 y canonizada en 1959 por el papa Juan XXIII.
Su festividad se celebra el 22 de mayo.
Referencias
Bibliografía
- Enciclopedia Universal Sopena (Volumen 5) (1969), Barcelona: Editorial Ramon Sopena.
- Itúrbide, Emilio (1959), Del matrimonio a la gloria de Bernini:
Santa Joaquina Vedruna, fundadora del Instituto de Hermanas Carmelitas
de la Caridad. Ejemplo vivo para todos los estados de la vida, Pamplona: Gómez.
Enlaces externos
SANTA JOAQUINA VEDRUNA
Su vida
Nació en Barcelona el 16.4.1783. Sus padres, Lorenzo de Vedruna y Teresa Vidal, eran profundamente cristianos.
Desde niña se sintió muy inclinada a pensar en Dios. Todo le hablaba de El.
Intentó ser religiosa carmelita de clausura, pero el Señor le tenía
destinada otra misión. Contrajo matrimonio, siendo muy joven, con
Teodoro de Mas, el 1799.
Tuvo nueve hijos. El 1816 quedó viuda y, dirigida por el P. Esteban de Olot, capuchino, fundó, en 1826, a las Carmelitas de la Caridad.
Las patrocinó el obispo de Vich, D. Jesús Corcu era y Corcuera,
ferviente devoto de la Virgen de Carmen, y por ello les dio el nombre
con que son conocidas en la actualidad.
Durante toda su vida de joven, esposa, viuda y religiosa, sobresalió
como acogedora y atrayente, de sencillez cautivadora, de amable
austeridad y suavidad conquistadora; porte sencillo, trato alegre sin
artificios y acUvidad intensa sin visos de pedantería.
Entre sus hijas no admitió distinción ni privilegio, descollando
además por su espíritu maternal y sus preclaras dotes de prudente
consejera, educaoora y formadora.
Fue ella muy devota de la Sma. Trinidad, de la Virgen María y se
entregó a la difusión de su obra y al cuidado de los más necesitados, a
la oración y a la mortificación. Murió santamente en Barcelonaen 1854.
Fue beatificada el 19.5.1940 y canonizada el 12.4.1959.
Su fiesta, el 22 de mayo.
Su espiritualidad
Tres
fueron los resortes sobre los que apoyó su vida espiritual, triple
faceta que dio un impacto distintivo a su santidad heroica: sentido
providen cialista de la vida, ininterrumpido ejercicio de la oración y
amor a Cristo crucificado.
Todo incluido en una confianza ilimitada y gozosa en la Divina
providencia, que fue el secreto de su maravillosa ductilidad. Abandonada
por entero en los brazos amorosos del Padre, que todo lo ve y todo lo
puede, se adaptó con sorprendente seguridad y naturalidad espontánea a
las circunstancias más imprevistas, humanamente más desconcertantes por
las que hubo de atravesar su azarosa vida.
Cabe también destacar su arraigado sentir en todo con la iglesia.
Penetrada del sabor y eficacia de las oraciones litúrgicas, gustaba de
ellas preferentemente, en estas fórmulas sabía ponderar y comentar su
hondo contenido, su profundidad de doctrina.
Supo vivir intensamente el espíritu que anima los misterios litúrgicos.
Su dinamismo apostólico fue movido y orientado por el resorte del amor contemplativo.
Las múltiples ocupaciones nunca la apartaron de Dios. sino que la
unieron más estrechamente a El. De manera que el lema de sus empresas
pareció ser "Por la contemplación a la acción".
Su vida estaba caldeada en la fragua del amor divino, se desarrollaba
calladamente, sublimada por las comunicaciones divinas que la enlazaban
con el misterio Trinitario.
Santa Joaquina cifró su afán y predilección en la modalidad dolorosa y
reparadora de la Divina Pasión. Los acerbos dolores de Cristo en su
Pasión la atraían cual imán irresistible, cultivaban su alma y
embelesaban su corazón.
Por otra parte, encontró sus delicias en acercar-se a la Eucaristía
llevada por la mano de María Santísima, su dulce Madre del Carmelo, a la
que protesó un amor entrañable.
Estaba plenamente convencida y había experimentado que nadie mejor que
la Madre divina puede enseñar a las almas a vivir en Jesús y con Jesús.
Por lo mismo, puso gran empeño en enseñar a sus hijas el modo de
valerse de la Virgen para celebrar con fruto los misterios de Jesús.
Es de notar además el rumbo marcadamente carmelitano que tomó la
devoción mariana en su Instituto, colocado desde el principio bajo la
protección y amparo de la Santísima Virgen del Carmen.
Su mensaje
- que en nuestro propio estado de vida podemos y debemos santificarnos.
- que estemos siempre atentos al Señor "que llama".
- que la vida de sacrificio es camino breve para el cielo.
- que la oración y la humildad son necesarias para salvarse.
Su oración
Señor, tú que has hecho surgir en la Iglesia a Santa Joaquina Vedruna
para la educación cristiana de la juventud y el alivio de los enfermos,
haz que nosotros sepamos imitar sus ejemplos y dediquemos nuestra vida a
servirte con amor en nuestros hermanos. Amén.
En poco tiempo, la acción de las comunidades de Joaquina se hizo presente en los pueblos de la Cataluña
rural de entonces. La sencillez evangélica de las Hermanas, su cercanía
a la gente, su abnegación y su buen hacer al servicio de los más pobres
en el campo de la educación de la mujer, de la salud y de la acción
social, las hicieron creíbles y deseadas en muchas partes.
Cuando Joaquina murió –el 28 de agosto de 1854- a los 71 años de edad, dejaba tras sí una presencia consolidada de 27 comunidades y unas 150 hermanas.
Tras
ellas y una generación tras otra, la historia congregacional, se ha
enriquecido con la experiencia y aportaciones de quienes se han ido
incorporando al proyecto que nació con Joaquina. Como ella soñó, su
pequeño grano de mostaza es hoy un árbol frondoso que “acoge gentes venidas de todas partes”, un espacio de vida renovada puesto al servicio del Evangelio.
El
Papa Pío XII beatificó a la fundadora el 19 de mayo de 1940. Fue
canonizada por Juan XXIII el 12 de abril de 1959. Los restos de Santa
Joaquina de Vedruna se veneran en la capilla del Manso Escorial de Vic.
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Joaquina anciana
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Casa Caridad Barcelona
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Claustro Casa Madre
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Urna Santa Joaquina. Manso Escorial
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Joaquina
de Vedruna fue la fundadora de la Congregación Hermanas Carmelitas de
la Caridad Vedruna, nacida en Vic (España) el 26 de febrero de 1826.
Natural de Barcelona y educada en un ambiente familiar muy cristiano, se sintió sienpre atraída por Dios. Casada con un joven de Vic, Teodoro de Mas, se amaron profundamente y se entregaron ilusionados a la tarea de educar a sus nueve hijos.
Prematuramente viuda, Joaquina dedicó lo mejor de sí misma a sus hijos y a los enfermos pobres de la ciudad de Vic, decidida entonces a acabar sus días como religiosa, en la pobreza y la oración.
Cuando,
ya mayores sus hijos, parecía llegado el momento del retiro a la vida
monástica, el Señor le mostró, a través de providenciales
circunstancias, el cami- no hacia una meta nueva: poner en marcha una
congregación religiosa “para abrazar las necesidades de los pueblos, ya
para cuidar enfermos, ya para la enseñanza de las niñas”, como ella
misma decía.
Deseosa
únicamente de “emprender lo que el Señor quiera”, “dispuesta para hacer
su voluntad”, reunió hermanas e inició con ellas un nuevo modo de vida
religiosa al servicio de las clases populares del país. La infancia y la
juventud, los marginados y los enfermos… encontraron en ella acogida y
respuesta a sus necesidades.
Murió
en Barcelona, víctima del cólera, en el verano de 1854, dejando tras sí
numerosas comunidades, que, herederas de su carisma, son hasta hoy las
continuadoras de su obra en la Iglesia.
“Madre
de nueve hijos –dijo de ella Juan XXIII– se convertirá en madre de
innumerables pobres”. Él mismo, en 1959, añadía el nombre de Joaquina de
Vedruna a la lista de los testigos ejemplares del Señor, los santos.
Las
Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna, fueron fundadas el 26 de
febrero de 1826 en la ciudad de Vic, provincia de Barcelona (España),
por Santa Joaquina de Vedruna y de Mas. El proyecto iniciado ayer por
Joaquina y sus primeras compañeras sigue vivo hoy en nuevas generaciones
de mujeres que, "con la luz de Dios en sus pupilas y la compasión de
Jesús en sus entrañas", se encarnan en nuevos lugares del mundo para
irradiar esperanza y amor sin fronteras. Hoy están en:
América Argentina - Bolivia Brasil - Colombia Cuba - Estados Unidos Paraguay - Perú Puerto Rico - Chile Rep. Dominicana Uruguay - Venezuela
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