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Josep Tàpies Sirvant y seis compañeros, Beato |
Presbíteros y Mártires
Martirologio Romano: En la diócesis de Urgell, España,
beatos Josep Tàpies y seis compañeros, presbíteros y mártires (1936).
Los siete sacerdotes de la diócesis
de Urgell asesinados a causa de su fe católica, durante
la persecución que tuvo lugar en Cataluña y en España
durante los años 1936 a 1939, fueron encarcelados en la
ciudad de La Pobla de Segur (en Lleida, Cataluña) y
fusilados en la puerta del cementerio del vecino pueblo de
Salàs de Pallars el día 13 de agosto de 1936.
Sus nombres inscritos por Dios en el Libro de la
Vida son: Rdo. Josep Tàpies i Sirvant, nacido en 1869
en Ponts, que era beneficiado organista de La Pobla de
Segur. Rdo. Pascual Araguàs i Guàrdia, nacido en 1899 en
Pont de Claverol, y que era párroco de Noals (provincia
de Huesca). Rdo. Silvestre Arnau i Pasqüet, nacido en Gòsol
en 1911, el más joven de todos, y que era
vicario parroquial de La Pobla de Segur. Rdo. Josep Boher
i Foix, nacido en 1887 en Sant Salvador de Toló,
y párroco de La Pobleta de Bellveí. Rdo. Francesc Castells
i Brenuy, nacido en 1886 en La Pobla de Segur,
párroco de Tiurana y ecónomo del Poal. Rdo. Pere Martret
i Moles, nacido en 1901 en La Seu d’Urgell, que
era ecónomo de la Pobla de Segur. Y Rdo. Josep-Joan
Perot i Juanmartí, nacido en 1877 en Boulogne (Toulouse -
Francia) que entonces era el párroco de Sant Joan de
Vinyafrescal.
Son un grupo de sacerdotes diocesanos, pastores de parroquia,
que dieron su vida por Cristo y por amor a
los hermanos, regalando el perdón a sus verdugos, viviendo aquellos
momentos tan trágicos con sentimientos de unión con la Pasión
del Señor y de amor a la Madre celestial, la
Virgen de Ribera, tan querida en La Pobla de Segur,
a la que saludaron desde el camión que les conducía
al martirio diciéndole con amor: «Adiós, Virgen de Ribera, ¡venimos
al cielo! ».
Sufrieron un duro interrogatorio en La Pobla, se
negaron a disimular que eran sacerdotes, o a profanar su
sotana, celebraron la Santa Misa y defendieron hasta que pudieron
el templo parroquial para que no fuera profanado el Santísimo
Sacramento, se encaminaron a ser fusilados con ánimo firme y
llenos de piedad. Fueron sacrificados por el mero hecho de
ser sacerdotes, sin que pudieran acusarles de ninguna otra causa.
Al llegar al lugar de la ejecución, uno se descalzó
para subir hasta las tapias del cementerio, imitando a Jesús,
que subió descalzo al Calvario. Otro regaló a sus verdugos
todo el dinero que llevaba porque a él ya no
le haría falta. Y todos murieron ayudándose a ser fieles,
perdonando a sus verdugos y gritando: « “¡Viva Cristo Rey!
».
Fueron beatificados el 29 de octubre de 2005.
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