|
Aidano de Lindisfarne, Santo |
Obispo
Martirologio Romano: En Lindisfarne, de Northumberland, san Aidano, obispo y
abad, varón de suma mansedumbre, piedad y recto gobierno, que,
llamado del monasterio de Iona por el rey Osvaldo, estableció
allí su sede episcopal y un monasterio, para dedicarse con
eficacia a la evangelización de aquel reino (651).
Fecha de canonización:
Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de
las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y
en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que
tengamos esta concreta información el día de hoy. Si
sabemos que fue canonizado antes de la creación de la
Congregación para la causa de los Santos, y que su
culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Todo lo que se conoce de
la figura de Aidano, monje, abad y obispo de Lindisfarne,
muerto el año 651, está asociado a su obra como
misionero en el reino de Northumbria, y puede hallarse tan
sólo en las páginas que Beda le dedica es su
Historia.
Oswald, reconquistará el trono de Northumbira en el
año 633, luego de vivir su destierro como huésped del
monasterio de Iona, donde además de ser bautizado, aprendió la
lengua de los celtas y recibió una instrucción básica.
Una vez en el trono decide evangelizar su reino, para
lo que pide ayuda al monasterio en que conoció a
Cristo, y tras el fracaso del primer misionero, Corman, es
elegido Aidano.
En el año 635 es consagrado obispo, y con
una pequeña comunidad de monjes se asienta en Lindisfarne, una
isla del Mar del Norte a poca distancia de la
costa, frente a la cual está la fortaleza de Bamburgh,
residencia del rey.
La colaboración entre rey y el
abad-obispo es maravillosa. El rey entrega en donación tierras
y ayudas para fundar monasterios, oratorios y lugares de culto,
y además acompaña a su obispo en los viajes por
las distintas partes del país, y a menudo el rey
se presta a hacer de traductor de la predicación de
Aidano.
Beda, nos dice que Aidano «estaba particularmente dotado de la
gracia de la discreción, que es la madre de las
virtudes». Junto a esta gracia brillan en Aidano la
mansedumbre, el sentido del deber, el celo incansable, la generosidad
con los pobres y el gusto por la oración contemplativa
hecha en la soledad, según la más canónica tradición del
monaquismo céltico. Para practicarla solía retirarse a los inaccesibles
acantilados de la islita de Inner Farne, más lejos de
tierra firme. Es interesante observar que, además de la
amabilidad y mansedumbre Aidano sabe encontrar la fuerza de hablar
abiertamente y sin temor ante los ricos y poderosos que
no cumplen con su deber. Logra alternar el ayuno
y la participación, si se le invita, a los banquetes
en el palacio del rey. No usa el dinero
para comprar la protección de los poderosos; pero si lo
tiene o lo recibe, lo emplea para los pobres, sobre
todo para el rescate de los esclavos, que a menudo
después, acogidos en sus monasterios, se convierten en discípulos suyos:
algunos, educados e instruidos por él, llegan incluso al sacerdocio.
Beda,
señala que el obispo solía moverse a pie, quizá por
humildad, cabe deducir, que esto le daba la oportunidad de
detenerse a hablar con las personas que se encontraba, si
eran paganos, los exhortaba a la conversión, si se trataba
de creyentes, le gustaba leer con ellos un pasaje de
la Escritura al objeto de reforzar su fe.
En concordancia con
todo un estilo de vida, Aidano exhala su último aliento
es una especie de tienda apoyada a la pared lateral
de una iglesia, no lejos de la fortaleza real de
Bamburgh. Es el 31 de agosto del 651.
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario