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María Bernarda Bütler, Santa |
Fundadora de las Misioneras de María Auxiliadora
Martirologio Romano: En Cartagena de
Nueva Granada, en Colombia, beata María Bernarda (Verena) Bütler, virgen,
la cual, nacida en Suiza, fundó la Congregación de las
Hermanas Misioneras Franciscanas de María Auxiliadora
Etimología: Bernarda = Aquella que
es una guerrera, es de origen germánico. Etimología: María =
la amada por Dios, es de origen hebreoMaría Bernarda, fundadora de las Franciscanas Misioneras de
María Auxiliadora, nació en Suiza y murió en Cartagena de
Indias (Colombia). Siendo ya religiosa franciscana en su patria, marchó
a Ecuador para desarrollar su vocación misionera, y luego pasó
a Colombia. Dimensiones principales de su vida fueron la intensa
oración, el apostolado, el servicio a los enfermos y desamparados,
y la dirección de la Congregación en que se convirtió
lo que en principio iba a ser una casa filial
del monasterio suizo. El 29 de octubre de 1995, Juan
Pablo II la beatificó. junto a otras dos hijas espirituales
de san Francisco: María Teresa Sherer (16 de junio) y
Margarita Bays (27 de junio).
-oooOooo- María Bernarda (de nombre de pila:
Verena) nació y fue bautizada en Auw (cantón de Argovia,
Suiza) el día 28 de mayo de 1848. Era la
cuarta hija de Enrique y de Catalina Bütler, campesinos humildes
y católicos practicantes.
Al concluir la enseñanza escolar básica, se dedicó
a los quehaceres domésticos y al trabajo en el campo.
En plena juventud ingresó en una casa de religiosas. Al
sentir que Dios no la llamaba a vivir en aquel
lugar, regresó a la casa paterna, donde, entregada al trabajo,
a la oración y al apostolado, continuó alimentando su vocación
hasta que, el día 12 de noviembre de 1867, a
los 19 años de edad, ingresó en el monasterio franciscano
de María Auxiliadora, en Altstätten (Suiza). El 4 de mayo
de 1868 vistió el hábito franciscano, tomando el nombre religioso
de María Bernarda del Sagrado Corazón de María. Hizo la
profesión religiosa el 4 de octubre de 1869.
Destacaba por su
profunda virtud y sus cualidades humanas; por ello, no tardó
en ser nombrada maestra de novicias y, más tarde, superiora,
servicio que prestó hasta su partida para las misiones.
Cuando Mons.
Pedro Schumacher, obispo de Portoviejo (Ecuador), escribió relatando el total
abandono en que vivía la gente de aquellas tierras y
ofreciendo su diócesis como campo misionero, María Bernarda tuvo el
convencimiento de que aquella invitación era una clara llamada de
Dios a anunciar el Evangelio y a fundar una casa
filial del monasterio de Altstätten en tierras ecuatorianas. Tras vencer
la resistencia inicial de las autoridades eclesiásticas y obtener el
permiso pontificio para dejar el monasterio, el 19 de junio
de 1888, se dirigió, con seis compañeras, a Le Havre,
Francia, donde embarcaron las siete rumbo a Ecuador.
Aquel paso, concebido
sólo como el inicio de la fundación de una filial
misionera del monasterio suizo, fue, de hecho, el inicio de
un proceso que convirtió a María Bernarda en fundadora de
un nuevo instituto, la congregación de las Hermanas Franciscanas Misioneras
de María Auxiliadora.
Cuando llegaron a Ecuador, el obispo asignó a
las siete religiosas la población de Chone, lugar difícil y
espiritualmente abandonado, que contaba con unos 13.000 habitantes. Puso como
base de su actividad misionera la oración, la pobreza, la
fidelidad a la Iglesia y el ejercicio de las obras
de misericordia. Se encargaron de la educación de los niños
y jóvenes, anunciándoles el Evangelio, animaban la liturgia, visitaban y
asistían a los enfermos y a los pobres.
La semilla derramada
por esta gran mujer germinó y fructificó. Surgieron varias casas
filiales en Ecuador. Pero la obra estuvo marcada también por
el misterio de la cruz: pobreza absoluta, clima tórrido, inseguridades
y dificultades de toda especie, se agregaron a malentendidos por
parte de algunas autoridades de la Iglesia y la separación
del instituto de algunas hermanas de su primera fundación fuera
de Ecuador.
En 1895 la madre María Bernarda y más de
15 hermanas tuvieron que huir de Ecuador, a causa de
una violenta persecución contra la Iglesia. En el puerto de
Bahía se embarcaron rumbo a Colombia. Durante la travesía recibieron
la invitación de Mons. Eugenio Biffi, obispo de Cartagena de
Indias, a trabajar en su diócesis. El día 2 de
agosto de 1895 llegaron al puerto de Cartagena. Mons. Biffi
las atendió paternalmente y les asignó como residencia un ala
del hospital de mujeres, llamado Obra Pía, donde María Bernarda
murió años más tarde.
El número de las hermanas creció y
la congregación fundó casas en Colombia, Austria y Brasil. La
madre Bernarda permanecía temporadas con las hermanas en los diversos
lugares, compartía con ellas su trabajo y su vida, era
ejemplo vivo de sencillez evangélica, edificaba y animaba a todas.
Atendía con ternura y misericordia a todos los necesitados en
el alma o en el cuerpo, pero sus predilectos eran
los pobres y los enfermos. Oraba, exhortaba, escribía y evangelizaba
con asombrosa entrega e intensidad.
Dirigió su congregación durante 32 años.
Y cuando renunció con gratitud y humildad a este servicio,
continuó animando a las hermanas con su ejemplo, su palabra
y sus innumerables escritos, que son una mina de doctrina
y de fecundidad espiritual.
Falleció el 19 de mayo de
1924, en la Obra Pía, a los 76 años de
edad, 56 de vida religiosa franciscana y 36 de misionera
en América Latina.
Su Intercesión comprobada
Dos milagros han sido reconocidos
expresamente por la Iglesia Católica, atribuidos a la intercesión de
la Madre María Bernarda Bütler, que sirvieron, primero, para la
beatificación y, luego, la canonización. Cabe señalar que la Iglesia
pide en estos casos el testimonio oficial de un tribunal
médico, el cual corrobora que no hay explicación científica para
las curaciones.
El milagro tomado para la beatificación ocurrió en 1969:
la pequeña Liliana Sánchez, que por aquel entonces contaba con
sólo 15 días de vida, presentaba ausencia de los huesos
de la bóveda craneana e iba a morir en el
corto plazo. Una religiosa de la congregación, la Hermana Filomena
Martínez, le entregó a la mamá de la niña una
reliquia de la Madre Bernarda y una novena. La señora
puso la reliquia en la cabeza de su hija y
rezó. De la noche a la mañana, se produjo una
reconstrucción ósea completa, verificada por los médicos.
Por otra parte, en
el año 2002, Mirna Jazime Correa, una médico de 29
años de edad de Cartagena, presentaba neumonía atípica complicada con
derrame pleural bilateral y síndrome distrés respiratorio del adulto (SDRA).
A pesar de los tratamientos médicos y farmacológicos no mejoraba
y el 5 de julio se encontraba completamente desahuciada, conectada
a las máquinas, mientras sus signos vitales iban decayendo.
Al igual
que lo había hecho en su momento la madre de
la niña Liliana Sánchez, la mamá de Mirna colocó sobre
la cabeza de su hija una reliquia de la Beata
María Bernarda y pidió durante todo el día la curación.
Refieren testigos que a la oración se unió el personal
de la unidad de cuidados intensivos. La sorpresa llegó el día
después, cuando se observó en la enferma una mejoría general,
que se acentuó con el correr de las jornadas, sin
que quedara ninguna secuela en los pulmones, luego de un
cuadro de extrema gravedad.
Varios médicos del centro de salud testificaron:
“No hay explicaciones naturales o clínicas en dicha curación. Lo
que esperábamos en el cuadro tan complicado de la doctora
Mirna era la muerte. La recuperación fue sorpresiva”.
El 6
de julio del 2007, el Papa Benedicto XVI autorizó la
promulgación del decreto sobre este milagro, que ha sido el
último paso en el proceso que ahora terminará con la
canonización de la beata Madre María Bernarda Bütler.
Fue canonizada el
12 de octubre del 2008, por S.S. Benedicto XVI.
ORACIÓN Te bendecimos,
Señor, porque has elegido a Santa María Bernarda, para hacer
presente tu amor misericordioso y cooperar en la extensión de tu
Reino. Concédenos las gracias que por su intercesión te pedimos, haz que su
ejemplo de vida nos ayude a crecer en la bondad y el
amor al servicio de los hermanos. Afirma, Señor, en nosotros,
la fe, la esperanza y la caridad. Amén
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