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Lucífero de Cagliari, Santo |
Obispo
Etimológicamente significa “portador de luz”. Viene de la
lengua latina.
La posibilidad de utilizar las grandes técnicas científicas para
atentar contra la vida de una parte de la humanidad,
acrecienta una violenta crisis de confianza: Hay pueblos que llegan
a tener miedo unos de otros, y los responsables de
los estados caen en este mismo miedo; la consecuencia es
un replegarse sobre sí mismos, las capacidades creativas quedan paralizadas
por el terror.
Fue un obispo del siglo IV. Cuando se
recorre la hagiografía de los santos, uno caen en la
cuenta de que éste –con nombre parecido al del demonio
Lucifer-, es uno de los más admirados y queridos por
el pueblo de Cerdeña.
Nunca se replegó sobre sí mismo, sino
que, por el contrario, sembró la paz, la cultura entre
su pueblo que, gracias a él, no se sentía
atemorizado.
Uno de los frentes de batalla mas serios con los
que tuvo que enfrentarse, fue precisamente el arrianismo.
Menos mal que
tenía una honda preparación intelectual y una gran firmeza de
espíritu. Se le conoce como el gran combatiente contra el hereje
Arrio. San Atanasio le escribía desde Alejandría. Le decía palabras
como éstas: "Oh Lucífero, sigue haciendo honor a tu nombre
y siembra la verdad en todos los lugares".
Fue legado del
Papa en el concilio de Milán en el año 355.
Juntamente
con san Eusebio y san Dionisio de Milán fueron los
únicos en condenar la conducta del emperador Constante con Atanasio.
Por eso serían exiliados los dos. Desde su destierro en
Palestina escribió muchas cartas en defensa de la doctrina de
la Iglesia. Juliano el Apóstata le permitió volver a Cagliari,
en donde murió en el 370.
¡Felicidades a quien lleve este
nombre!
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