Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen. — Juan 10, 27 .
Toda inspiración
divina verdadera es una respuesta a una dirección o a un impulso de
Dios. El Espíritu Santo nos sensibiliza a la voz de Jesús para que
podamos discernirla con más facilidad. Pero la clave de lo que el
Espíritu Santo quiere llevar a cabo en nuestras vidas tiene que ver con
nuestra cooperación con Él, permitirle guiar nuestros pasos.
Esta es la verdadera
naturaleza de lo que llamamos inspiración, ser inspirados por,
espiritualizados (literalmente, Dios-sopló-dentro, ser guiados a decir,
pensar o hacer lo que de otra forma no vendría a nuestras mentes. Jesús
quiere que recibamos capacidades y poderes milagrosos con el fin de
llevar Su misión completamente a cabo para que la extendamos a los que
nos rodean.
En armonía con el Espíritu
Santo, recibimos revelación incluso más allá de las habilidades
naturales más genuinas, conociendo y haciendo cosas en forma
sobrenatural. En forma similar a la manera en que el Espíritu vino sobre
María de modo que pudiera dar a luz al “Hijo de Dios”, se nos da la
bienvenida (no al mismo grado, por supuesto, o con el mismo resultado)
para recibir semillas sobrenaturales de revelación y verdad del
Espíritu.
Hablar o hacer lo que el
Espíritu nos impulsa a decir o hacer dará vida abundante y rescate a
otras personas. Pero debemos tener una entusiasta disposición
fundamental para cooperar con el Espíritu y ofrecernos voluntariamente
como María diciendo: “Hágase conmigo conforme a Tu palabra.” Centrarnos
(toda nuestra vida cristiana) en aprender a
funcionar en cooperación con el Espíritu Santo nos lleva a una de las
experiencias más antiguas y tangibles con el Espíritu Santo disponible
para un creyente en Jesús. Esa experiencia es conocida como el bautismo
en el Espíritu Santo.
Hoy se que la sensibilización de mi oído espiritual no depende de mi, sino del Espíritu que mora en mi vida.
Señor, gracias por
darme el Espíritu Santo para operar dentro de mi vida la capacidad de
escuchar tu voz con claridad y así obedecerla. Amén.
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