De santo Evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Mucho tengo todavía
que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu
de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por
su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de
venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a
vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá
de lo mío y os lo anunciará a vosotros.
Oración introductoria
Señor, creo que estás presente aquí y ahora, dispuesto a derramar tu
luz en mi oración. Tengo la confianza en que me darás la gracia que
necesito para crecer en el amor y poder así dar el testimonio que puede
acercar a otros a querer experimentar también tu presencia. Gracias por
tu amor, por tu inmensa generosidad, te ofrezco mi vida y todo mi
esfuerzo.
Petición
Espíritu Santo, aumenta mi fe para que ninguna distracción me aparte del gozo de poder experimentar tu cercanía y tu amor.
Meditación del Papa
En el dolor, en el peligro, en la amargura de la incomprensión y de
la ofensa, las palabras del Salmo abren nuestro corazón a la certeza
consoladora de la fe. Dios está siempre cerca -también en las
dificultades, en los problemas, en las tinieblas de la vida- escucha,
responde y salva a su modo. Pero es necesario saber reconocer su
presencia y aceptar sus caminos, como David huyendo humillado de su hijo
Absalón, como el justo perseguido del Libro de la Sabiduría, como el
Señor Jesús en el Gólgota. Y cuando, a los ojos de los impíos, Dios
parece no intervenir y el Hijo muere, entonces es cuando se manifiesta a
todos los creyentes la verdadera gloria y el cumplimiento definitivo de
la salvación. Que el Señor no dé fe, nos ayude en nuestra debilidad y
nos haga capaces de creer y de rezar en toda angustia, en las noches
dolorosas de la duda y en los largos días de dolor, abandonándonos con
confianza a Él, que es nuestro "escudo" y nuestra "gloria". Benedicto XVI, 7 de septiembre de 2011.
Reflexión
Mucho tengo todavía que deciros...
Cristo tiene todavía muchas cosas por decirte. Él quiere hablarte al
oído, al corazón. Quiere verte a los ojos y, con sólo su mirada,
decirte que te ama. Él es el Maestro, el Señor. Y sus palabras son
palabras de vida eterna, alimento para nuestras almas.
Pero quizá tampoco ahora estemos preparados para digerir lo que
Cristo nos quiere decir. Quizá aún vemos demasiado con los ojos de la
carne y pensamos demasiado como los hombres y no como Dios. Quizá
todavía vivimos apegados a las cosas de la tierra y no hemos aprendido
aún a poner nuestros ojos y nuestro corazón en los bienes del cielo.
Debemos por tanto aprender a abrir nuestras almas a la luz nueva de
Cristo. Una luz que ilumina nuestras vidas y la historia del mundo
haciéndonos descubrir la mano amorosa y providente de Dios. Aprenderemos
a ver todo desde Dios, con los ojos de Dios. Entonces seremos los
golosos de Dios. Llegaremos así a saborear, degustar, paladear el plan
magistral y la maravillosa acción de Dios en la historia de la
salvación.
Es cuestión de ser dóciles al Espíritu Santo, al Espíritu de la
verdad. Él nos llevará hasta la verdad plena. Nos anunciará lo que ha de
venir. Nos enseñará a leer los signos de los tiempos, a ver la mano de
Dios en todos los acontecimientos de nuestra vida ordinaria, a amar los
caminos misteriosos y fascinantes por los cuales conduce al hombre y a
la creación entera a la instauración total en Cristo.
Propósito
Hacer una oración de agradecimiento a Dios por el don de mi fe, preferentemente ante el Santísimo.
Diálogo con Cristo
Jesús, no dejes que la pereza o el desaliento dominen mi
determinación de vivir siempre en tu presencia. Dame tu gracia y el amor
que me mueva a hacer rendir todos los dones con los que has colmado mi
vida.
miércoles 16 Mayo 2012 Miércoles de la sexta semana de Pascua
San Nimatullah Al – Hardini
Leer el comentario del
Evangelio por Simeón el Nuevo Teólogo : Cuando venga, el Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad plena
Lecturas
Hechos
17,15.22-34.18,1.
Los que
acompañaban a Pablo lo condujeron hasta Atenas, y luego volvieron con la orden
de que Silas y Timoteo se reunieran con él lo más pronto posible. Pablo,
de pie, en medio del Aréopago, dijo: Atenienses, veo que ustedes son, desde
todo punto de vista, los más religiosos de todos los hombres. En efecto,
mientras me paseaba mirando los monumentos sagrados que ustedes tienen,
encontré entre otras cosas un altar con esta inscripción: 'Al dios
desconocido'. Ahora, yo vengo a anunciarles eso que ustedes adoran sin
conocer. El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él no habita
en templos hechos por manos de hombre, porque es el Señor del cielo y de la
tierra. Tampoco puede ser servido por manos humanas como si tuviera
necesidad de algo, ya que él da a todos la vida, el aliento y todas las cosas.
El hizo salir de un solo principio a todo el género humano para que
habite sobre toda la tierra, y señaló de antemano a cada pueblo sus épocas y
sus fronteras, para que ellos busquen a Dios, aunque sea a tientas, y
puedan encontrarlo. Porque en realidad, él no está lejos de cada uno de
nosotros. En efecto, en él vivimos, nos movemos y existimos, como muy
bien lo dijeron algunos poetas de ustedes: 'Nosotros somos también de su
raza'. Y si nosotros somos de la raza de Dios, no debemos creer que la
divinidad es semejante al oro, la plata o la piedra, trabajados por el arte y
el genio del hombre. Pero ha llegado el momento en que Dios, pasando por
alto el tiempo de la ignorancia, manda a todos los hombres, en todas partes,
que se arrepientan. Porque él ha establecido un día para juzgar al
universo con justicia, por medio de un Hombre que él ha destinado y acreditado
delante de todos, haciéndolo resucitar de entre los muertos". Al oír las
palabras "resurrección de los muertos", unos se burlaban y otros decían: "Otro
día te oiremos hablar sobre esto". Así fue cómo Pablo se alejó de ellos.
Sin embargo, algunos lo siguieron y abrazaron la fe. Entre ellos,
estaban Dionisio el Areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos otros. Después de esto, Pablo dejó Atenas y fue a Corinto.
Salmo
148(147),1-2.11-12.13.14.
¡Aleluya!
Alaben al Señor desde el cielo,
alábenlo en las alturas;
alábenlo, todos sus ángeles,
alábenlo, todos sus ejércitos. Los reyes de la tierra y todas las
naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra;
los ancianos,
los jóvenes y los niños, alaben el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;
su majestad está sobre el cielo y la tierra,
y él exalta la
fuerza de su pueblo.
¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!
¡Aleluya!
Juan 16,12-15.
Todavía tengo
muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad,
porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará
lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se
lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les
digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer
el comentario del Evangelio por
Simeón el Nuevo Teólogo (v.
949-1022), monje griego, santo de la Iglesia Ortodoxa Catequesis, 33; SC
113
Cuando venga, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la
verdad plena
La "llave del conocimiento"(Lc 11,52) no es
otra cosa que la gracia del Espíritu Santo. Se da por la fe. Por la
iluminación, produce realmente el conocimiento y hasta el conocimiento
pleno. Despierta nuestro espíritu encerrado y oscurecido, a menudo con
parábolas y símbolos, pero también con afirmaciones más claras... hechas
atención en el sentido espiritual de la palabra. Si la llave no es buena,
la puerta no se abre. Porque, dice el Buen Pastor, " es a él a quien el
portero abre " (Jn 10,3). Pero si la puerta no se abre, nadie entra en la
casa del Padre, porque Cristo dijo: "Nadie va al Padre sin pasar por mí"
(Jn 14,6). Por tanto, es el Espíritu Santo, el primero, que
despierta nuestro espíritu y nos enseña lo que concierne al Padre y el
Hijo. Cristo nos dice esto también: "Cuando venga, él, el Espíritu de la
verdad que procede del Padre, dará testimonio en mi favor, y os guiará
hacia la verdad plena" (Jn 15,26; 16,13). Ved cómo, por el Espíritu o más
bien en el Espíritu, el Padre y el Hijo se dan a conocer,
inseparablemente... Si se llama llave al Espíritu Santo, es
porque, por él y en él primero, tenemos el espíritu iluminado. Una vez purificados, somos iluminados por la luz del conocimiento. Somos
bautizados desde lo alto, recibimos un nuevo nacimiento y llegamos a ser
hijos de Dios, como dice san Pablo: "El Espíritu Santo clama por nosotros
con gemidos inefables" (Rm 8,26). Y todavía más: "Dios derramó su
Espíritu en nuestros corazones que grita: ' Abba, Padre'" (Ga 4,6). Es
pues él quien nos muestra la puerta, puerta que es luz, y la puerta nos
enseña que, aquel que habita en la casa ,es él también luz
inaccesible.
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