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Agustín Roscelli, Santo |
Fundador de la Congregación de Hermanas de la Inmaculada Concepción de
la Bienaventurada Virgen María
Martirologio Romano: En Génova, en Italia, san Agustín
Roscelli, presbítero y fundador de la Congregación de Hermanas de
la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, para la
formación de las niñas (1902).
Etimológicamente: Agustín = Aquel que
es venerado, es de origen latino.En Agustín Roscelli, la Iglesia nos señala un ejemplo de
sacerdote y de Fundador santo.
Como sacerdote encarnó la figura del
"pastor", del educador en la fe, del ministro de la
Palabra, del guía espiritual.
Siempre dispuesto a donarse en la obediencia,
en la humildad, en el silencio y en el sacrificio,
buscó sólo la voluntad de Aquél que lo había llamado
y enviado.
En el desarrollo de su ministerio sacerdotal siguió el
ejemplo de Cristo, armonizando la vida interior con la intensa
acción pastoral y su obra fue fecunda porque estuvo alimentada
por la continua oración y por un gran amor hacia
la Eucaristía.
Supo leer las situaciones de su tiempo e intervenir
concretamente en favor de los más indefensos, y en particular
se empeñó para salvar a la juventud, de las insidias
y de los peligros morales.
Se dejó conducir por el Espíritu
hasta fundar, casi sin saberlo, una Familia religiosa.
Nació en Bargone
de Casarza Ligure (Génova, Italia), el 17 de julio de
1818 de Domingo y María Gianelli; fue bautizado el mismo
día porque se temía por su vida.
Su familia, pobre de
medios materiales, fue siempre para él, un ejemplo de fe
y de virtudes cristianas.
Inteligente, sensible, más bien reservado, Agustín muy
pronto se mostró útil a la familia en el cuidado
del rebaño paterno.
Sus padres lo confiaron al Párroco, el Padre
Andrés Garibaldi, quien le impartió los primeros elementos del saber.
Hacia
el sacerdocio
En mayo de 1835, con ocasión de una misión
animada por el Archipresbítero de Chiavari, Antonio María Gianelli, Agustín
se sintió decididamente llamado al sacerdocio y se trasladó a
Génova para comenzar los estudios.
Los años de preparación a la
Ordenación sacerdotal fueron duros y difíciles, debiendo él mismo afrontar
graves desafíos económicos.
Lo sostuvieron la voluntad tenaz, la intensa oración
y la ayuda de personas buenas, tales como el canónigo
Gianelli quien, nombrado Obispo de Bobbio en el año 1838,
le encontró una ubicación como clérigo-sacristán y custodio de la
iglesia del Conservatorio de las Hijas de San José en
San Rocchino, de la cual Mons. Gianelli era el Director;
los jesuitas después, lo vieron como el "diligente prefecto", como
lo afirma el mismo Rector en 1845.
El 19 de setiembre
de 1846, fue ordenado sacerdote por el Cardenal Plácido María
Tadini.
Vice-Párroco - Confesor santo - Educador junto a los Artesanitos
El Padre Agustín fue destinado inmediatamente al populoso barrio de
San Martín de Albaro donde, con el espíritu de Cristo
Pastor y con la administración de todos los sacramentos, inició
su humilde servicio en la obra de santificación, dedicándose con
esmero, caridad y con el ejemplo, al crecimiento espiritual del
Cuerpo de Cristo.
En el confesionario adquirió un conocimiento concreto de
la triste realidad y de los peligros en los que
se encontraban tantas jóvenes que, por motivos de trabajo, se
trasladaban a la ciudad convirtiéndose en fácil presa para los
deshonestos.
Allí, su corazón de padre se angustiaba y se conmovía
al pensar que tantas almas sencillas podían perderse, porque se
las dejaba solas e indefensas.
En 1858, si bien continuaba a
dedicarse asiduamente al ministerio de la Confesión, aceptó colaborar con
el Padre Francisco Montebruno en la Obra de los Artesanitos.
Entre
los encarcelados y luego al horfanatorio
En 1872 amplió su campo
de apostolado. Como ministro de Cristo "tomado entre los hombres
y constituido en favor de los hombres", se consagró enteramente
a la obra a la que el Señor lo había
llamado, sin apartarse de las miserias y de las pobrezas
morales de su ciudad, interesándose no sólo de la juventud
masculina y femenina, sino incluso de los detenidos en la
cárcel de San Andrés, para llevar el consuelo y la
misericordia del Señor.
En 1874, Capellán del nuevo Horfanatorio Provincial en
la calle "delle Fieschine", se dedicó a los recién nacidos
administrándoles el Bautismo por un lapso de 22 años (de
los registros resulta que los bautizados fueron 8.484) y, haciendo
suyas las palabras de San Agustín "la plenitud de todas
nuestras obras es el amor", trabajó intensamente incluso a favor
de las madres solteras, las que eran jovencitas sencillas del
pueblo que, por la falta de un trabajo digno y
retribuido, se convertían en víctimas de los malintencionados.
Las escuelas taller
El
Padre Roscelli recibió la propuesta de algunas de sus penitentes,
espiritualmente maduras que, condividiendo su deseo de salvar las almas,
le ofrecieron su colaboración para ayudar a tantas jóvenes necesitadas
de asistencia moral, de una guía segura y de ser
capaces de ganar honestamente lo necesario para vivir.
En estas sedes,
las jóvenes recibían una instrucción moral y religiosa, junto a
una sólida formación humana y cristiana en forma tal que
las preparaba para prevenir o para defenderse de los peligros
de la ciudad, y al mismo tiempo las capacitaba profesionalmente.
Una
nueva Congregación
La tímida idea de dar vida a una Congregación
religiosa fue estimulada por Mons. Salvador Magnasco y por las
colaboradoras del Padre Roscelli, las maestras de las Casas-Taller, las
que estaban convencidas que la Consagración a Cristo y el
empeño de santificación en la vida comunitaria, son la fuerza
del apostolado.
El Padre Agustín, interpeló incluso al Papa Pío IX
y después de haber recibido la respuesta "Deus benedicat te
et opera tua bona" (Dios te bendiga a ti y
a tu buena obra), se sometió totalmente a la voluntad
de Dios y el 15 de octubre de 1876 realizó
su sueño, y el 22 del mismo mes, entregó el
hábito religioso a sus primeras Hijas a las que llamó
Hermanas de la Inmaculada, indicando a las mismas el camino
de santidad, señalado particularmente por las virtudes propias de Quien
es el modelo de la vida consagrada.
Después de las primeras
incertezas, su obra se consolidó y se dilató más allá
de los confines de Génova y de Italia.
La existencia del
"pobre sacerdote" concluyó el 7 de mayo del año 1902.
El
Padre Roscelli fue:
Hombre de Dios: intuyó los designios de Dios
sobre sí mismo y se abandonó a El en una
total docilidad.
En el humilde Sacerdote la acción divina y la
humana, la contemplación y la acción, se integraron en una
admirable unidad de vida. Su apostolado siempre ha brotado de
la experiencia de Dios, que se abre a la oración,
a la testimonianza de fidelidad al ministerio sacerdotal, al anuncio
del Evangelio.
Sal de la tierra: contemplativo, pobre, austero, siempre eligió
el último puesto, la renuncia. Olvidado de si mismo, de
las propias exigencias, del proprio tiempo, estuvo siempre a disposición
de los demás en el confesionario, y como fermento evangélico,
intensificó la caridad "en la que confluían el amor hacia
Dios y hacia los hombres".
Signo profético: separado del mundo, pero
en estrecha relación con la realidad concreta de su tiempo,
el Roscelli ha hecho visible el primado del amor de
Dios, acercándose con espíritu misericordioso y con corazón amoroso de
Padre, a los abandonados, a los encarcelados, a las madres
solteras, a la juventud en general y injusticia a quien
hubiese caído víctima de la injusticia; a todos ayudó y
se mostró con una profunda sensibilidad por los derechos humanos
y por la causa justa de la promoción del hombre.
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