miércoles, 5 de septiembre de 2012

SAN LORENZO JUSTINIANO



Velas
5 de Septiembre
 San Lorenzo Justiniano
Jesús carga con la Cruz("De laurel", en latín) Nació y murió en Venecia en 1381 y 1455, respectivamente.
Renunció a un buen matrimonio e ingresó entre los llamados canónigos de San Jorge en 1400. Dos años después fue ordenado diácono y en 1406 presbítero, dedicándose a la guía espiritual y a escribir tratados de ascesis (De la lucha interior, Cuadernillo de amor, El árbol de la vida) y otro para los obispos (Del régimen de los prelados). El Papa Eugenio IV lo nombró Obispo de Castello en 1433, diócesis que animó. Nicolás V lo promovió a Patriarca de Venecia el 8 de octubre de 1455, puesto que ocupó hasta su muerte. Fue beatificado en 1524 por el Papa Clemente VII y canonizado por Alejandro VIII en 1690. En la iconografía se le presenta como obispo, con la cruz patriarcal (cruz alta con dos travesaños horizontales), por atributo.


SAN LORENZO JUSTINIANO. 1381-1455
lorenzojustiniano.jpg (21596 bytes) San Lorenzo Justiniano nació en Venecia en 1381, hijo de Bernardo y Querina. Querina Querini quedó viuda muy joven y educó con esmero a su hijo. En frente de San Marcos y del Palacio Ducal está la isla de San Jorge, y en ella, la iglesia de San Jorge, donde vive un grupo de jóvenes. Su madre tenía otros planes, pero él se consagró al Señor.
Ordenado sacerdote, pone en marcha la Congregación de canónigos seculares de San Jorge. En medio de dificultades y de insidias, recorre los 150 canales de la ciudad, que enlazan las 122 islas con hermosos puentes, recogiendo y repartiendo limosnas. Al llegar un día al palacio de su madre, se quedó en el umbral y aceptó tan sólo un pan.
A principios del siglo XV, el papa veneciano Gregorio XII -cuando Pedro de Luna (Benedicto XIII) y Baltasar de Cosa (Juan XXIII) le disputaban la tiara -encarga a Lorenzo el priorato de San Agustín de Vicenza. Pronto vuelve a San Jorge. En la peste de 1423 se porta heroicamente.
Vuelve a pasar otros tres años a Vicenza, ahora de retiro y soledad.
Escribe libros ascéticos, luminosos y jugosos, muy distintos de los esquemas fríos de la escolástica, dominada ahora por los últimos nominalistas. Tratan sobre el camino del alma hasta Dios, a través de Jesucristo. Trata con gran altura sobre el matrimonio espiritual. Buen émulo de Gerson.
Otro Papa veneciano, Eugenio IV, - el Papa unionista del concilio de Florencia - le nombra obispo de Castelo, isla adriática, vecina al Lido veneciano. Convocó un sínodo de donde salieron sabias constituciones sobre la reforma de la Iglesia. Algunos se molestaron, como cuando promulgó un decreto para reprimir el lujo de las mujeres, pero él siguió adelante.
Predicaba austeridad, pero iba por delante con el ejemplo: "Dar satisfacción a los sentidos y querer mantenerse puro es igual que pretender apagar un incendio arrojando leña en él". Grande era también su ecuanimidad. "Siempre era igual, dice un biógrafo: nadie le vio, ni conmovido por la ira, ni disipado por la prosperidad, ni turbado por el placer, ni encogido por el miedo, ni acobardado por el dolor". Otro autor asegura: "Tuvo un don maravilloso, y es que todos los que habían estado con él se despedían con el alma llena de gozo y de paz. Todo en él inspiraba amor".
El 1451 fue elevado por Nicolás V a la sede de Venecia. Su vida privada de monje y asceta siguió como en San Jorge. En un lustro realizó una obra ingente. Años de sabio gobierno, de acertadas y valientes reformas, que prepararían el camino para Trento. Aún tiene tiempo para escribir sobre El gobierno de obispos, Grados de perfección, El incendio del amor divino. Así completaba sus escritos del retiro de Vicenza.
La vida de Lorenzo es difícil de resumir, por las múltiples facetas que abarcó. Y lo maravilloso es que en todas las facetas lo hizo con profundidad. No vale aquí el refrán de que el que mucho abarca, poco aprieta.
En efecto, fue amante de la soledad y de la contemplación, y con la misma energía, fue un hombre de múltiple actividad. Dio normas sabias sobre el gobierno pastoral de los obispos, pero no como un hombre de gabinete, sino como alguien que reflejaba lo que él practicaba.
Fue el primer patriarca de Venecia, cuna de papas. Juan XXIII, sucesor suyo con el tiempo en Venecia, lo tomó como ejemplo y patrón de su pontificado. En Venecia murió Lorenzo en 1456 con estas palabras: "A Ti voy, oh Jesús". Fue canonizado por Alejandro VIII en 1690.


OTROS SANTOS: Nª. Sª. de la Cinta; Obdulia, virgen; Sancho de Funes, confesor; Victoriano, obispo; Herculano, Rómulo, Eudosio, Macario, Zenón, Urbano, Quincio, Arconcio, Donato, Teodoro y Menédemo, mártires.


SAN LORENZO
JUSTINIANO
,
Obispo y Confesor
n. 1381 en Venecia, Italia;
† 8 de enero de 1455 en Venecia, Italia

SAN LORENZO JUSTINIANO, Obispo y Confesor

No es el discípulo superior al maestro;
pero todo discípulo será perfecto,
si es semejante a su maestro.
(Lucas 6, 40)
Colocado entre las comodidades de una posición brillante y las austeridades del claustro, Lorenzo se volvió hacia Jesús crucificado. Señor, le dijo, Vos sois mi esperanza; en Vos se encuentra mi refugio seguro; y entró en la congregación de los Canónigos regulares de San Jorge, en Alga. Elevado a la sede patriarcal de Venecia, continuó llevando una vida sencilla y mortificada, privándose hasta de lo necesario para socorrer a los pobres. Éstos son, decía, los porteros del cielo; hay que ganarlos con dinero. Se acostaba sobre paja y, en su última enfermedad, rehusó el lecho que se le había preparado, diciendo que su divino Maestro había muerto en una cruz. Expiró en el año 1455, a la edad de 75 años.

MEDITACIÓN
EL CRISTIANO DEBE SER
DISCÍPULO DE CRISTO

I. Jesucristo ha venido del cielo a la tierra para enseñarnos una doctrina totalmente divina; debemos poseerla perfectamente. Nada más verdadero que esta doctrina, nada más hermoso, nada más necesario para el hombre. ¿Por qué, pues, la menospreciamos, para abrevarnos en las cisternas fangosas de Egipto?

II. La ciencia del cristiano no es una ciencia puramente especulativa; la doctrina que nuestro divino Maestro nos ha enseñado, no basta que la admiremos; hay que llevarla a la práctica. Para entenderla bien, es preciso imitar a Jesucristo, nuestro Maestro, porque su doctrina no es otra cosa sino el resumen de sus actos. Oh mi divino Maestro, enseñadme a amaros y a imitaros. La religión cristiana consiste en imitar lo que honramos (San Agustín). 

III. La vida del Salvador ha sido una enseñanza continua. En el pesebre, nos predica la pobreza; en la montaña, nos enseña la humildad; desde lo alto de la cruz, el amor a los sufrimientos. Retiene bien estas tres grandes lecciones y, sobre todo, llévalas a la práctica. Si nadie te crucifica, tú mismo crucifícate mediante una continua mortificación (San Crisólogo).

La imitación de Jesucristo.
Orad por los predicadores del Evangelio.

ORACIÓN
Dios omnipotente, os suplicamos que la augusta solemnidad del bienaventurado Lorenzo, vuestro confesor pontífice, acreciente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.

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