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Juan Berchmans, Santo |
Religioso
Martirologio Romano: En Roma, san Juan Berchmans, religioso de la
Compañía de Jesús, que, amadísimo por todos por su sincera
piedad, caridad auténtica y alegría constante, murió alegre después de
una breve enfermedad (1621).
San Juan
Berchmans nació en Diest, pequeña villa de Flandes, Bélgica, el
1599. Nació el 13 de marzo y murió otro 13,
el de agosto. No importa. La superstición no tenía cabida
en su vida. Todos los días son regalo de Dios.
Su padre Juan, curtidor de pieles, y su madre Isabel,
eran buenos cristianos. Tuvieron cinco hijos, de los que tres
se consagraron al Señor. Murió pronto la madre, y al
final el padre se ordenó sacerdote.
Nuestro santo fue el
ángel del hogar, fiel ayudante de su madre. Inició sus
estudios en el Seminario de Malinas, luego entró en el
Noviciado de los jesuitas de la misma ciudad. Más tarde
pasó a Roma. En el Seminario y en el Noviciado
se distinguió por su candor, estudio y piedad.
Su devoción
a la Virgen era proverbial. Sentía hacia ella un cariño
tierno, profundo, confiado y filial. «Si amo a María, decía,
tengo segura mi salvación, perseveraré en la vocación, alcanzaré cuanto
quisiere, en una palabra, seré todopoderoso». A ella dedicó su
Coronita de las doce estrellas.
Pululaban por entonces los errores
de Bayo, catedrático de Escritura en Lovaina, quien afirmaba que
María había sido concebida en pecado. Los teólogos Belarmino y
Francisco de Toledo intervienen para esclarecer la verdad. Es curioso
notar que el gran teólogo español Juan de Lugo atribuye
el movimiento a favor de la Inmaculada a las oraciones
de Berchmans.
El mismo Lugo insiste en que el decreto
de 24 de mayo de 1622 se ha conseguido por
la influencia sobrenatural de Juan Berchmans. En él se confirman
las constituciones de Sixto VI, Alejandro VI, San Pío V
y Pablo V. Se manda severamente que nadie, ni de
palabra ni por escrito, se atreva a afirmar que la
Santísima Virgen María fue concebida en pecado, y se solemniza
la fiesta de la Inmaculada.
En el último año de
su vida Juan se había comprometido, firmando con su propia
sangre, a «afirmar y defender dondequiera que se encontrase el
dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María».
Los
santos han practicado en grado heroico todas las virtudes. Pero
suelen distinguirse en alguna de ellas. ¿Cuál es la virtud
característica de Berchmans?: Él deseaba practicarlas todas por igual. Su
obsesión, su locura de santo, era la fidelidad en observar
perfectamente sus obligaciones, sin excusas ni escapismos. «La virtud más
eminente, es hacer sencillamente, lo que tenemos que hacer», decía
Pemán en El Divino Impaciente.
Aparentemente no había hecho nada,
nada llamativo. Pero vivió «apasionado por la gloria de Dios».
«Quiere trabajar sin perder la más pequeña parte de su
tiempo». Aprovecha las cruces de la vida diaria: «Mi mayor
penitencia, la vida común». «Quiero ser santo sin espera alguna».
Hacía cada cosa en su momento, y sobrenaturalizando la intención.
Cuando hay que orar, decía, ora con todo amor. Cuando
hay que estudiar, estudia con toda ilusión. Cuando hay que
practicar deporte, practícalo con todo entusiasmo. Y siempre con más
amor, en cada instante del programa diario, bajo la dulce
mirada maternal de la Virgen María. Estudiaba con la mirada
puesta en el futuro apostolado, en las almas que se
le encomendarían.
Mi mayor consuelo, decía al morir joven, es
no haber quebrantado nunca, en mi vida religiosa, regla alguna
ni orden de mis superiores, a sabiendas, y advertidamente, y
el no haber cometido nunca un pecado venial. Alto y
recio mensaje.
Es patrono de los que se preparan para
el sacerdocio.
Murió el 13 de agosto de 1621. Sus últimas
palabras fueron: Jesús, María.
Fue canonizado por el Papa León XIII
el 15 de Junio de 1888.
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