Fragmentos
31. No reces para que tu voluntad sea cumplida, ya que posiblemente no concuerde del todo con la voluntad de Dios.Debes rezar tal como te fuera enseñado, diciendo: Hágase tu voluntad en mí. Y en toda situación pide siempre la misma cosa, que se haga tu voluntad. Porque Él quiere el bien y lo que beneficia a tu alma. Tú, sin embargo, no deseas esto para nada.
32. A menudo, rezando, pedí que me sucediera lo que me pareció bien, insistiendo en mi pedido tontamente, ejerciendo violencia sobre la voluntad de Dos, y no permitiendo que Él me administrara lo que sabía era bueno para mí.
Y a veces, después de haber obtenido (lo que yo deseaba), tuve que sobrellevar lo recibido con mucha pena, pues no pedí que se hiciera la voluntad de Dios. En efecto, lo que me sucedió, no fue como yo lo hube pensado.
33. ¿Qué otro bien sino Dios? Dejémosle a Él todo lo que nos concierne y eso estará bien para nosotros. Pues Aquel que es absolutamente bueno es el que nos provee de buenos regalos.
34. No te sientas dolorido si no recibes enseguida de Dios lo que le pides. Él te quiere hacer un bien aún mas grande, mientras perseveras en permanecer junto a Él en la oración.
Pues, ¿qué hay de mas alto que conversar con Dios y estar distraído (de todo) al estar en su compañía?
38. Reza antes que nada para ser purificado de las pasiones; en segundo lugar, para ser liberado de la ignorancia y del olvido; en tercer lugar, de toda tentación y abandono (por parte de Dios).
89. No quieras que tus cosas vayan como te parece bien a ti, sino como gustan a Dios. En tu oración te encontrarás sin turbación y lleno de gratitud.
149. La atención que busca la oración, encontrará la oración. En efecto, ninguna otra cosa sigue a la oración mas que la atención, por lo que debemos estar siempre celantes.
152. Mientras tu atiendas a la conveniencia de tu cuerpo, y tu inteligencia se interese en las cosas agradables de “tu tienda”, no habrás ubicado aún el lugar de la plegaria, y la vía bendita de esta se encontrará aún lejana de ti.
“Discurso sobre la oración”
Nilo, el Asceta – Filocalia
Nilo, El Asceta
Discurso sobre la Oracion
Al tocarme con tu carta llena de amor a Dios,
como es tu costumbre, me has restablecido cuando estaba con fiebre producida
por la llama de las pasiones impuras. Has consolado mi intelecto fatigado por
las cosas más turbias y has imitado felizmente al gran Guía y Maestro. Y no hay
por qué maravillarse ya que siempre están contigo, como con el bendito Jacob,
las ovejas (señaladas). Pues, habiendo servido por Raquel y habiendo recibido a
Lía, también buscas a la deseada, como el que ciertamente cumplió siete años de
servicio también para ésta. Sin embargo, no podría decir que, luego de cansarme
toda la noche, no he pescado nada, ya que habiendo bajado las redes, siguiendo
tu palabra, he pescado una cantidad de peces, que no diría son muy gruesos,
pero que llegan al número de ciento cincuenta y tres. Te los envío dentro del
canasto de la caridad, mediante un número similar de capítulos, cumpliendo así
la orden.
Te admiro en tu amor por los capítulos sobre
la oración y mucho envidio tu muy noble propósito; ya que no amas simplemente
estos escritos hechos con tinta sobre el papel, sino aquellos que la caridad y
la ausencia de resentimiento hacen permanecer en la mente. Pero puesto que
todas las cosas vienen en pareja, una frente a la otra (Si 42:24), según el
sapientísimo Jesús, acoge (el don) además de la carta, y mantenlo en tu
espíritu, ya que la mente precede siempre a la carta, y de no existir esto,
tampoco existirá la tal carta. Por tanto, también el modo de la oración tiene
que ser doble: uno es activo y el otro es contemplativo. Y así sucede también
respecto del número: lo inmediato es la cantidad, pero el significado es la
calidad.
Hemos dividido el discurso sobre la oración
en ciento cincuenta y tres capítulos y te hemos enviado el pez evangélico, para
que tú encuentres en éste la dulzura del número simbólico y la figura
triangular y hexagonal que indica el adorable conocimiento de la Trinidad junto
a la descripción del presente orden mundano.
El número 100 por sí mismo es cuadrangular y
el 53 triangular y esférico, ya que el 28 es por sí mismo triangular y el 25 es
esférico, pues 5 da 25. Por lo tanto, no sólo tienes una figura cuadrangular,
es decir, el cuaternario de las virtudes, sino que también tienes el sabio conocimiento
de este siglo en el número 25, a causa del decurso circular del tiempo. Pues el
tiempo decurre de semana en semana, de mes a mes, y se desarrolla de un año al
otro, estación sobre estación, como lo vemos, por medio del movimiento de Sol y
de la Luna, de la primavera y del verano, etc. El triángulo puede significar el
conocimiento de la Santísima Trinidad. En otras palabras, si tomas al número
153 como si fuera triangular, a causa de la cantidad de los números (como
resulta), verás en él la práctica, la física y la teología. Y aún más, la fe,
la esperanza, la caridad: el oro, el incienso y las piedras preciosas. Esto en
cuanto al número.
Pero frente a la pobreza de los capítulos,
como el que sabe saciarse y permanecer en la necesidad, no te llenes de
soberbia. Recuerda a Aquel que no despreció las dos monedas dé la viuda, sino
que las aceptó más que la riqueza de muchos otros.
Por tanto, sabiendo custodiar el fruto de la
benevolencia y de la caridad por tus sinceros hermanos, reza por el enfermo para
que se mejore y para que en futuro camine llevando su cama, por gracia de
Cristo. Amén
§ Si uno quiere
preparar un perfume con un buen aroma, pondrá por partes iguales, según la ley,
incienso puro, canela, ónix y mirra. Éstos corresponden a las cuatro virtudes.
En efecto, si éstas están puestas en cantidades iguales y por partes iguales,
el intelecto no será entregado al enemigo.
§ El alma
purificada por el cumplimiento de los mandamientos hace que la condición del
intelecto se mantenga firme y capaz de recibir el estado deseado.
§ La oración es
la unión del intelecto con Dios; ¿en qué estado necesita pues el intelecto
encontrarse para poder tenderse hacia el Señor, sin darse vuelta. y conversar
con Él sin ningún intermediario?
§ Si Moisés,
tratando de acercarse a los arbustos que ardían, no pudo hacerlo hasta tanto no
se hubo quitado el calzado de los pies, tú que quieres ver a Aquel que supera
todo sentido y todo pensamiento, y conversar con Él, ¿como no te desprenderás
de todo pensamiento pasional?
§ Ruega. antes
que nada, para que puedas obtener lágrimas, para que puedas ablandar con tu
luto la dureza que se halla en tu alma; y luego de haber confesado contra ti
mismo tus iniquidades al Señor, ruega por la obtención de su perdón.
§
Usa las lágrimas para que todos tus pedidos sean escuchados. Porque el Soberano se alegra si ruegas con lágrimas.
Usa las lágrimas para que todos tus pedidos sean escuchados. Porque el Soberano se alegra si ruegas con lágrimas.
§ Si derramas
fuentes de lágrimas cuando rezas, no te exaltes en ti mismo, como si fueras
superior a los otros. Tu oración obtuvo ayuda para que tú puedas confesar
voluntariamente tus pecados y hacer que el Soberano se tornara benévolo con tus
lágrimas. No dirijas a tu pasión el antídoto de las pasiones, de modo que Aquel
que te diera la gracia, no se enoje aún más.
§ Muchos,
llorando sus pecados, han olvidado el motivo de sus lágrimas y, habiendo
enloquecido, se desbandaron.
§ Resiste
pacientemente y reza intensamente. Rechaza los ataques de los cuidados y los
pensamientos que te turban y te agitan para quitarte la fuerza.
Cuando los demonios te ven lleno de ardor por la verdadera oración, insinúan pensamientos de ciertos objetos, como si fueran necesarios, y en breve exaltan su recuerdo, moviendo al intelecto en su búsqueda. Al no encontrarlos, se desanima y se entristece mucho. Cuando el intelecto se halla en oración, lo llaman los objetos de su búsqueda y de sus recuerdos, para que, inducido a conocerlos, pierda la oración fructuosa.
Cuando los demonios te ven lleno de ardor por la verdadera oración, insinúan pensamientos de ciertos objetos, como si fueran necesarios, y en breve exaltan su recuerdo, moviendo al intelecto en su búsqueda. Al no encontrarlos, se desanima y se entristece mucho. Cuando el intelecto se halla en oración, lo llaman los objetos de su búsqueda y de sus recuerdos, para que, inducido a conocerlos, pierda la oración fructuosa.
§ Lucha por
mantener sordo y mudo tu intelecto en el tiempo de la oración, y así podrás
rezar.
§ Cuando tienes
una prueba o una contradicción provoca tu ánimo en contra de quien tienes
frente a ti, o a irrumpir en un grito desconsiderado, recuerda la oración y el
juicio sobre la misma, y pronto se tranquilizará dentro de ti el movimiento
desordenado.
§ Cuanto hayas
hecho por vengarte de un hermano que te ha ofendido, toco te servirá como un
tropiezo en tiempo de oración.
§ La oración es
un brote de humildad y de ausencia de cólera.
§ La oración es
un fruto de alegría y de gratitud.
§ La oración es
una defensa contra la tristeza y el desánimo.
§ Vé, mira lo
que posees y dáselo a los pobres (Mt 19:21), toma la cruz y reniega de ti
mismo, para poder rezar sin distracciones.
§ Si quieres
rezar dignamente, reniega de ti mismo en todo momento, y si tuvieras que sufrir
todo tipo de males, acéptalos con sabiduría por amor a la oración.
§ De toda
dificultad, que sabrás soportar sabiamente, encontrarás el fruto en tiempo de
la oración.
§ Si deseas
rezar como se debe, no entristezcas a nadie. De otro modo, correrás en vano.
§ Deposita tu
ofrenda, nos dice, delante del altar, y antes ve a reconciliarte con tu
hermano, y entonces verás y rezarás sin turbarte. Pues el resentimiento
enceguece la suprema potencia del alma de quien ora, y oscurece sus oraciones.
§ Aquellos que
acumulan tristezas y resentimientos cuando rezan se asemejan a las personas que
acarrean agua en un balde perforado.
§ Si estás
acostumbrado a "soportar," rezarás siempre con alegría.
§ Cuando rezas
como conviene, sucederán cosas tales por las que creerás que es injusto
enojarse. Pero no es absolutamente justa la ira contra el prójimo, ya que si lo
buscas, encontrarás que es posible que el problema se arregle sin ira. Busca
todo medio a tu alcance a fin de que la ira no irrumpa.
§ Trata de que,
mientras crees que curas a otro, no seas tú mismo un incurable poniendo un
obstáculo a tu oración.
§ Si evitas la
cólera, te mostrarás cauto y sabio, y te encontrarás entre el número de los que
rezan.
§ El que está
armado en contra de la ira, no soportará la concupiscencia. Ésta da materia a
la ira, la que turba el ojo espiritual, corrompiendo el estado de la oración.
§ No reces sólo
en las formas exteriores. Deberás dirigir tu intelecto al conocimiento de tu
oración espiritual, con gran temor
§ A veces, no
bien te pongas a rezar, lo harás bien. Otras, aun empeñándote mucho, no
alcanzarás tu objetivo. Esto es a fin de que te empeñes aun más y, luego de
haber obtenido el resultado, lo mantengas seguro.
§ Cuando se
acerca un ángel, de inmediato se alejan aquellos que nos molestan, encontrando
el intelecto gran alivio en el que reza correctamente. Pero a veces, cuando
enfrentamos el habitual combate, el intelecto lucha a puñetazos, sin lograr
levantar la cabeza. En este caso, se han impreso en el mismo distintas
pasiones. Pero de todos modos, si insistes en tu búsqueda, encontrarás; y al
que golpea se le abrirá.
§ No reces para
que tu voluntad sea cumplida, ya que posiblemente no concuerde del todo con la
voluntad de Dios. Debes rezar tal como te fuera enseñado, diciendo: Hágase tu
voluntad (Mt 9:10) en mí. Y en toda situación pide siempre la misma cosa, que
se haga su voluntad. Porque Él quiere el bien y lo que beneficia a tu alma. Tú,
sin embargo, no deseas esto para nada.
§ A menudo,
rezando, pedí que me sucediera lo que me pareció bien, insistiendo en mi pedido
tontamente, ejerciendo violencia sobre la voluntad de Dios, y no permitiendo
que Él me administrara lo que sabía era bueno para mí. Y a veces, después de
haber obtenido lo que yo deseaba, tuve que sobrellevar lo recibido con mucha
pena, pues no pedí que se hiciera la voluntad de Dios. En efecto, lo que me
sucedió, no fue como yo lo hube pensado.
§ ¿Qué otro
bien si no Dios? Dejémosle a Él todo lo que nos concierne y eso estará bien
para nosotros. Pues aquel que es absolutamente bueno es el que nos provee de
buenos regalos.
§ No te sientas
dolorido si no recibes enseguida de Dios lo que le pides. Él te quiere hacer un
bien aun más grande, mientras perseveras en permanecer junto a Él en la
oración. Pues, ¿que hay de más alto que conversar con Dios y estar distraído
(de todo) al estar en su compañía?
§ La oración sin
distracción es la más alta inteligencia del intelecto.
§ La oración es
la ascensión del intelecto hacia Dios.
§ Si deseas
orar, renuncia a todo para obtener todo.
§ Reza antes
que nada para ser purificado de las pasiones; en segundo lugar, para ser
liberado de la ignorancia y del olvido; en tercer lugar, de toda tentación y
abandono (por parte de Dios).
§ En tu oración
busca solamente la justicia y el Reino, es decir la virtud y el conocimiento.
Todas las otras cosas te serán dadas por añadidura.
§ Es justo
rezar no sólo por tu propia purificación, sino por aquella de todos tus
símiles, a fin de imitar a los ángeles.
§ Observa si en
tu oración estás verdaderamente frente a Dios o te dejas vencer por las humanas
alabanzas y te sientes inducido a perseguirlas, cubriéndote como con un velo
que es la prolongación de tu oración.
§ Ya sea en la
oración con los hermanos como en la que hacemos en soledad, lucha por orar, no
con la costumbre, sino con el sentido.
§ El sentido
que tiene una oración es el de la meditación con temor, acompañado de
compunción y dolor del alma en la confesión de los pecados, con secretos
gemidos.
§ Si tu mente
se deja sorprender todavía justamente en el tiempo de la oración, no sabe aún
que el cristiano reza, pero se mantiene mundano y que su intención es la de
embellecer la parte exterior de su tienda.
§ Rezando, vela
con fuerza sobre tu memoria, a fin de que no te sugiera sus recuerdos; por el
contrario muévete a ti mismo hacia el conocimiento del servicio divino. Pues el
intelecto está demasiado dispuesto a dejarse depredar por la memoria en tiempo
de oración.
§ Mientras
rezas, la memoria suscita en ti fantasías de cosas pasadas o preocupaciones
nuevas o las facciones de quien te ha entristecido.
§ El Demonio es
muy envidioso del hombre que reza y usa todo medio a su alcance para destruir
si su objetivo. Por lo tanto no cesa de mover pensamientos de cosas mediante la
memoria, y, de levantar, mediante la carne, todas las pasiones, para poder
impedir su nobilísima carrera y exilio en Dios.
§ Cuando, a
pesar de sus esfuerzos, el Demonio no puede impedir la oración del justo,
disminuye un poco su marcha, y luego se venga de él, una vez que aquel hubo
rezado. En efecto, o lo enciende con ira, borrándole el estado excelente en que
la oración lo dejara o lo excita mediante un placer irracional, y le ultraja el
intelecto.
§ Luego de que
hayas rezado como es debido, espera lo que no te es debido, y resiste
valerosamente custodiando tu fruto. Pues desde un principio has sido destinado
a esto: trabajar y custodiar. Que no suceda pues que después de haber trabajado
dejes sin custodia tu trabajo, pues de nada te habrá servido orar.
§ Todo combate
mantenido entre nosotros y los demonios impuros no se debe a otra cosa que a la
oración espiritual. Para éstos la oración les es sumamente enemiga y odiosa;
para nosotros, saludable y dulcísima.
§ Qué quieren
los Demonios que obre en nosotros? Gula, fornicación, avaricia ira, rencor y
todas las otras pasiones, de modo que la mente obnubilada por éstas, no pueda
rezar como se debe. Ya que, cuando dominan las pasiones de la parte irracional,
no le permiten moverse racionalmente.
§ Persigamos
las virtudes teniendo presente las razones de las cosas creadas, y, éstas,
teniendo presente el Logos que las ha creado. Porque Él suele manifestarse en
el estado de oración.
§ El estado de
oración es un hábito impasible que secuestra al intelecto enamorado de la
sabiduría hacia las alturas intelectuales, con amor excelso.
§ El que quiere
rezar verdaderamente, no sólo debe dominar la ira y la concupiscencia sino que
debe salirse de todo pensamiento pasional.
§ El que ama a
Dios conversa siempre con Él como con un padre, rechazando todo pensamiento
pasional.
§ No es cierto
que reza aquel que ha alcanzado la impasibilidad. Pues puede detenerse en
simples pensamientos y distraerse en sus investigaciones, y estar lejos de
Dios.
§ No es cierto
que la mente ha ocupado ya el lugar de la oración, cuando no se embarca en
simples pensamientos a propósito de objetos. Puede siempre detenerse en la
contemplación de dichos objetos y meditar en sus razones, las cuales, aunque
son simples expresiones, ya que son consideraciones a propósito de los objetos,
dejan una impronta y una forma en la mente y la conducen lejos de Dios.
§ Si el
intelecto no llega más allá de la contemplación de la naturaleza corpórea, no
ha visto perfectamente aún el lugar de Dios. Puede, de hecho, detenerse frente
al conocimiento de lo ininteligible, y participar en su multiplicidad.
§ Si quieres
orar, necesitas a Dios, quien dona la plegaria a quien ora (1 S 2:9). Entonces
invócalo, diciendo: Santificado sea tu nombre, venga tu Reino (Mt 6:9), esto
es, el Espíritu Santo y tu Unigénito Hijo. Así fue enseñado, diciendo que
debemos adorar al Padre en Espíritu y Verdad (Jn 4:24).
§ Aquel que
ruega en Espíritu y Verdad no celebra más al Creador con motivo de sus
criaturas, sino que lo alaba por Él mismo.
§ Si eres
teólogo, orarás verdaderamente. Y si oras verdaderamente, eres un teólogo.
§ Cuando tu
intelecto, teniendo un gran deseo de Dios, poco a poco sale -por así decirlo -
de la carne y echa todos los pensamientos de la sensibilidad, del recuerdo y
del temperamento, y al mismo tiempo, se ha llenado de temor y de alegría,
entonces puedes pensar que te has acercado a los confines de la oración.
§ El Espíritu
Santo, que se compadece de nuestra debilidad, viene a visitarnos incluso cuando
no hemos sido purificados, y si encuentra un intelecto que le ruega, aunque
fuera con el deseo de la verdad, baja sobre él y hace desaparecer la falange de
razonamientos y de pensamientos que lo asedian, empujándolo hacia el amor de la
oración espiritual.
§ Mientras los
otros obran en el intelecto razonamientos o pensamientos o reflexiones,
mediante la alteración del cuerpo, el Señor hace todo lo Contrario: viniendo
directamente del intelecto pone allí el conocimiento de lo que quiere y, por
medio del intelecto, calma la falta de templanza del cuerpo.
§ Nadie que
habiendo amado la verdadera oración se enoja o siente rencor está exento de
reproche. Pues es parecido a aquel que quiere tener la vista aguda y confunde
los propios ojos.
§ Si sientes el
deseo de rezar, no hagas ninguna cosa contraria a la oración; así Dios se
acercará y caminará junto a ti.
§ No des forma
a la divinidad en ti mismo cuando oras, ni permitas que tu mente reciba la
impresión de una forma cualesquiera. Acércate inmaterialmente a lo inmaterial,
y comprenderás.
§ Guárdate de
los lazos de los adversarios, ya que sucede que cuando tú rezas con pureza y
sin turbación se presenta ante ti una forma desconocida y extraña, para
inducirte a la presunción de localizar en ella a la divinidad, y te convence de
que la divinidad es eso que te ha sido revelado imprevistamente. Sin embargo,
la divinidad no tiene forma.
§ Cuando el
Demonio envidioso no puede mover la memoria durante la oración, ejerce
violencia sobre el equilibrio del Cuerpo para producir una fantasía extraña al
intelecto y, por medio de ella, le da forma. Quien tenga la costumbre de
detenerse en sus pensamientos, se doblara con facilidad; y el que aspire al
conocimiento inmaterial e invisible, se dejará engañar, tomando humo por luz.
§ Permanece
firme en tu lugar de custodia, custodiando tu intelecto de los pensamientos en
el tiempo de la oración, para que se atenga a lo que le fue pedido y se
mantenga fijo en la tranquilidad que le es propia. Así, Aquel que se compadece
de los ignorantes, te visitará también, y recibirás el don gloriosísimo de la
oración.
§ No podrás
orar con pureza si te encuentras inmiscuido en asuntos de cosas materiales, y
agitado por continuas preocupaciones. Pues la oración es la remoción de los
pensamientos.
§ El que se
encuentra atado no puede correr. El intelecto esclavo de la pasión ni siquiera
puede ver el lugar de la oración espiritual. En efecto. es arrastrado y llevado
lejos por el pensamiento pasional y no tendrá estabilidad sin sacudidas.
§ Si luego el
intelecto ora con pureza y sin pasión, los demonios no o lo cercarán desde la
izquierda, sino desde la derecha. Así, se le insinuarán con un apariencia la
ilusoria de Dios en cualquier figura grata a los sentidos, de modo que éste
cree haber alcanzarlo perfectamente el objetivo de su oración. Y todo ello, tal
como lo dijera un hombre de ciencia espiritual, es obra de la pasión de la
vanagloria, así como del Demonio, que toca el punto interesado del cerebro.
§ Yo creo que
el Demonio, tocando el punto que mencionamos, maneja la luz que rodea al
intelecto, y así la pasión de la vanagloria es puesta en movimiento hacia un
pensamiento que induce al intelecto a localizar con ligereza el divino y
esencial conocimiento. Un intelecto tal, que no es más molestado por las
pasiones carnales e. Impuras, sino que realmente se encuentra en un estado de
pureza, cree que no se ejerce en él ninguna otra energía contraria, por lo que
supone que esta manifestación -producida en él por el Demonio - es divina. El
demonio usa su enorme habilidad por medio del cerebro, distorsionando la luz
que esta unida al intelecto y dirigiéndola tal como hemos dicho.
§ El ángel de
Dios, acercándose, hace que cese en nosotros con una sola palabra, toda obra
del Adversario, y reconduce la luz del intelecto a obrar sin desviaciones.
§ Lo que se
dice en el Apocalipsis, respecto del ángel que trae el incienso para ponerlo en
las oraciones de los santos, creo que se refiere a esta gracia obrada por medio
del ángel. En efecto, produce el conocimiento de la verdadera oración, de modo
que el intelecto se mantiene firme, lejos de toda sacudida, pereza o descuido.
§ Se dice que
las copas portadoras de incienso son las oraciones de los santos, que eran
llevadas por los veinticuatro ancianos. Pero deberemos entender que la copa
significa nuestra amistad con Dios, es decir, la caridad espiritual y, perfecta
en la que la oración es accionada en lo íntimo, en Espíritu y Verdad.
§ Cuando te
parezca que no necesitas de lágrimas por tus pecados, en tu oración, considera
cuán lejos estás de Dios, cuando deberías haber estado siempre con Él, y
llorarás más abundantemente.
§ Realmente,
reconociendo tus límites, lo harás todo más fácilmente llamándote infeliz, como
lsaías, porque siendo impuro y encontrándote en medio de un pueblo parecido a
ti en su impureza - es decir de adversarios - te atreverás a presentarte ante
el Señor de los Ejércitos.
§ Si rezas
verdaderamente, encontrarás plena certeza y los ángeles te acompañaran como a
Daniel, y te iluminarán a propósito de la razón de ser.
§ Debes saber
que los ángeles nos guían en nuestra oración y nos asisten, alegrándose con
nosotros y rezando por nosotros. Pero si somos negligentes y acogemos
pensamientos extraños, los irritamos mucho; justamente porque ellos luchan
tanto por nosotros y nosotros no queremos ni siquiera implorar a Dios por
nosotros mismos, sino que despreciarnos su servicio y, abandonando a su
Soberano y Dios, nos entretenemos con los demonios impuros.
§ Ora
convenientemente y sin turbación, salmodiando con inteligencia y con ritmo y
serás como un nacido de águila y llevado hacia lo alto.
§ La salmodia
calma las pasiones y aplaca la intemperancia del cuerpo; la oración ejercita el
intelecto en la operación que le es propia.
§ La oración es
una operación conveniente a la dignidad del intelecto, es en otras palabras el
uso mejor y más auténtico del mismo.
§ La salmodia
pertenece a la sabiduría múltiple; la plegaria es el preludio del conocimiento
inmaterial y simple.
§ El
conocimiento espiritual es excelente. Es cooperador de la plegaria que
despierta la potencia espiritual del intelecto, y que lo lleva a la
contemplación del conocimiento divino.
§ Si aún no has
recibido el don de la oración o de la salmodia, persiste en tal espera y lo
recibirás.
§ Y les contaba
también la parábola que dice que es necesario orar siempre y no cansarse nunca.
Por tanto, no te canses ni pierdas el ánimo -si no lo has recibido - porque lo
recibirás luego. Y concluía la parábola diciendo: Aunque no temo a Dios ni
tengo miramientos por el hombre, puesto que esta viuda persiste en fastidiarme,
le haré justicia. De este modo también Dios vengará a aquellos que le imploran
noche y día (Lc 18:1-8). Ten un buen ánimo pues, y persevera en la fatiga de la
santa oración.
§ No quieras
que tus cosas vayan como te parece bien a ti, sino como gustan a Dios. En tu
oración te encontrarás sin turbación y lleno de gratitud.
§ Aunque te
parezca que estás unido a Dios, cuídate del demonio de la fornicación, pues es
sumamente engañador y muy envidioso, y pretende estar más presto en el
movimiento y en la vigilancia que tu intelecto, de modo de arrancar a Dios
aquel que se encuentre ante él con piedad y temor.
§ Si cultivas
la oración, prepárate para los asaltos de los demonios y soporta con fortaleza
sus golpes. Ellos se echarán sobre ti como fieras salvajes y maltratarán todo
tu cuerpo.
§ Prepárate
como un luchador experto, y si ves de repente una imagen no vaciles: aunque
fuera una espada desenvainada contra ti, o una lámpara que golpea tu cara, no
te turbes. Y si fuera una cosa repugnante y sangrante, no pierdas tu coraje de
ninguna manera. Permanece de pie y haz tu confesión de fe como corresponde, así
soportarás más fácilmente a tus enemigos.
§ Aquel que
soporta las aflicciones, obtendrá también consolación. Y el que persevera en
las cosas desagradables, no será excluido de las agradables.
§ Cuida que los
demonios salvajes no te engañen mediante una visión cualquiera; permanece
atento y recurre a la oración. Invoca a Dios: si tu pensamiento está con Él, Él
mismo te iluminará. Y si no, rápidamente aleja de ti al seductor. Y anímate
porque los perros no permanecerán de pie si has hecho con ardor tu súplica a
Dios. Ya que, de inmediato, vencidos invisiblemente y a escondidas por la
potencia de Dios, serán echados muy lejos.
§ Es justo que
no ignores ni siquiera este engaño, esto es, en determinado momento, los
demonios se dividen. Si pareciera que estás buscando ayuda contra una parte de
ellos, los otros tornan aspectos angélicos, rechazando a los primeros para que
tu conocimiento sea engañado por ellos, pensando que verdaderamente son
ángeles.
§ Cultiva gran
humildad y coraje y la ofensa de los demonios no atacará tu alma y el flagelo
no se acercará a tu tienda, porque por ti ordenará a sus ángeles que te
custodien (Sal 90:10). Y éstos invisiblemente alejarán de ti toda la operación
del Adversario.
§ El que
cultiva una oración pura, oirá estrépito, ruidos, voces e insultos de los
demonios. Pero no caerá ni entregará su razonamiento, diciendo a Dios: No
temeré ningún mal porque tu estás conmigo (Sal 22:4). Y cosas similares.
§ En el tiempo
de estas tentaciones, usa una oración breve e intensa.
§ Si los
demonios amenazan aparecer de improviso desde el aire, y abatir y depredar tu
mente, no te dejes aterrorizar por ellos ni te preocupes por sus amenazas, ya
que te asustan para ver si les prestas atención o los has despreciado del todo.
§ Si en la
oración estas delante de Dios omnipotente que todo lo ha creado y todo provee,
¿por qué permaneces en actitud tan irracional, descuidando el temor hacia Él,
que no debería ser nunca suprimido, asustándote de mosquitos y cucarachas? ¿o
no has oído a Aquel que dice: ¿Temerás al Señor tu Dios? (Dt 6:13) ¿Y también:
Aquel ante cuya potencia se aterrorizan y tiemblan las cosas?
§ Así como el
pan es la nutrición para el cuerpo y la virtud para el alma, así la oración
espiritual es la nutrición para el intelecto.
§ En el lugar
sagrado de la oración, ora no como lo haría el fariseo, sino como lo hizo el
publicano, para que tú también puedas ser justificado por el Señor.
§ Lucha por no
rezar en contra de alguien, de modo que tú no destruyas lo que construyes,
tornando tu oración abominable.
§ Que el deudor
de diez mil talentos te sirva de lección, porque si no perdonas a tu deudor,
tampoco tú obtendrás el perdón. En efecto, nos dice que lo entregó a los
torturadores.
§ No tengas en
cuenta las exigencias del cuerpo en el momento de la oración, de tal modo que
la mordedura de una pulga o de un piojo, la picadura de un mosquito o de una
mosca, no te hagan perder la más grande ganancia de tu oración.
§ Hemos oído
decir que el Maligno combatió tanto a un santo que se encontraba en oración
que, mientras éste tendía sus brazos, aquel adoptó la forma de un león y,
levantando sus patas anteriores para mantenerse erecto, simulaba clavar sus
garras en ambos lados del luchador, no alejándose mientras éste no bajara sus
brazos. Pero el santo no los bajó hasta que no hubo terminado con sus oraciones
de costumbre.
§ Otro santo
fue, como sabemos Juan el Pequeño - o para decirlo mejor, un grandísimo
cristiano - que llevó una vida solitaria en un foso. Debido a su gran unión con
Dios, permanecería inmóvil, mientras el Demonio, bajo la forma de una
serpiente, lo enroscaba, comiéndole las carnes, vomitándole en la cara.
§ Ciertamente
has leído también a propósito de la vida de los monjes de Tabenisis, donde se
narra que, mientras el abad Teodoro decía unas palabras a los hermanos, se
acercaron dos víboras a sus pies y él sin turbarse, habiendo hecho con los pies
una especie de hueco, allí las mantuvo hasta que no cesó de hablar; luego las
mostró a los hermanos, y contó el hecho.
§ De otro
hermano espiritual hemos leído que, mientras oraba, una víbora entró y lo atacó
en un pie. Pero él no bajó las manos hasta que no hubo terminado su oración
habitual, no recibiendo ningún daño, ya que él amaba a Dios más que a sí mismo.
§ No tengas tu
mirada distraída durante la oración y, renegando de tu carne y de tu alma vive
según tu intelecto.
§ Otro santo
que oraba intensamente y llevaba una vida solitaria en el desierto fue asaltado
por los demonios, quienes por dos semanas se lo tiraban, uno a otro, como si
fuera una pelota, lanzándola al aire y dejándolo caer sobre una estera. Sin
embargo, no lograron que el intelecto del santo abandonara su ardiente oración.
§ Y también,
otro amigo de Dios, mientras se encontraba sumergido con su pensamiento en la
oración, caminaba en el desierto, se acercaron dos ángeles quienes lo
acompañaron en su caminar, dejándolo en el medio. Pero él no les prestó
atención, a fin de no perderse lo mejor. Ya que recordó la palabra del Apóstol
que dice: "Ni los ángeles ni los principados ni las potestades podrán
separarnos del amor de Cristo."
§ El cristiano,
mediante la oración, es igual a los ángeles al desear ver el rostro del Padre
que está en los Cielos.
§ No trates de
recibir en absoluto una forma o una figura en tiempo de oración.
§ No desees ver
ni los ángeles, ni las potencias, ni a Cristo en forma sensible, para no perder
completamente tu juicio, recibiendo al lobo en lugar del pastor o postrándote
ante los demonios enemigos.
§ La vanagloria
es el principio de la ilusión del intelecto, porque es ella la que empuja al
intelecto a tratar de circunscribir a la divinidad en formas o figuras.
§ Te diré lo
que pienso, cosa que ya he transmitido a los más jóvenes: bendito el intelecto
que en el tiempo de oración ha adquirido una perfecta ausencia de formas.
§ Bendito sea
el intelecto que, orando sin distracciones, adquiere un creciente deseo de
Dios.
§ Bendito sea
el intelecto que, en tiempo de oración, se torna inmaterial y se desnuda de
todo.
§ Bendito sea
el intelecto que, estando en tiempo de oración, ha adquirido una perfecta
insensibilidad.
§ Bendito el
cristiano que, después de Dios, considera a todos los hombres como a Dios.
§ Bendito el
cristiano que considera como cosa propia y con alegría plena, la salvación y el
progreso de todos.
§ Cumple
perfectamente con la oración aquel que convierte en fruto para Dios, siempre,
todas las primicias de su pensamiento.
§ Evita toda
mentira y todo juramento si deseas orar como un cristiano. De otro modo finges
en vano lo que te es extraño.
Si deseas orar en espíritu, no busques nada en la carne, así no tendrás nubes que te nublen en tiempo de oración.
Si deseas orar en espíritu, no busques nada en la carne, así no tendrás nubes que te nublen en tiempo de oración.
§ Confía a Dios
las necesidades de tu cuerpo y será claro que a Él también confiarás las de tu
espíritu.
§ Si obtienes
las promesas, reinarás. Por lo tanto, teniéndolas como objetivo, podrás
sobrellevar fácilmente la presente pobreza.
§ No rechaces
la pobreza ni las tribulaciones, la materia de la oración es liviana.
§ Que las
virtudes del cuerpo te sirvan de base para las del alma, y las virtudes del
alma para aquellas que son espirituales, y éstas para el inmaterial y esencial
conocimiento.
§ Cuando oras
luchando contra el pensamiento, si éste desistiera fácilmente, examina de dónde
surge esto, ya que puede que seas acechado y, al ser engañado, te entregues a
ti mismo.
§ A veces,
sucede que los demonios te sugieren pensamientos y te inducen a que reces, como
es natural, en contra de ellos, o para que los contradigas, y espontáneamente
se retiran a fin de que tú te engañes, creyendo que has empezado a vencer a tus
pensamientos y a causarles miedo.
§ Si oras en
contra de la pasión o contra el demonio inoportuno, recuerda a Aquel que dice:
Perseguiré a mis enemigos y los agarraré, y no retornaré hasta que se
dobleguen; los aplastaré y no podrán permanecer derechos, cayendo bajo mis
pies, etc (Sal 17:38-39).
§ Oportunamente
dirás estas cosas, armándote en contra de los adversarios.
§ No pienses
que tienes la virtud si antes no has combatido por ella hasta llegar a la
sangre. Deberemos resistir hasta la muerte en contra del pecado, ardorosa e
irreprensiblemente, según el divino Apóstol.
§ Si has sido
de utilidad para alguno, recibirás daño de otro, para que, sintiéndote
ofendido, digas o hagas algo malo y se pierda malamente lo que habías bien
recogido. Éste es de hecho, el objetivo de los demonios malignos. Por tanto,
deberemos cuidarnos con buen criterio.
§ Presta
atención a los ímpetus embravecidos de los demonios, preocupándote de cómo huir
a su esclavitud.
§ De noche los
demonios malignos se presentan ante el maestro espiritual para turbarlo
personalmente; de día se sirven de los hombres para rodearlo de dificultades,
de calumnias de peligros.
§ No evites a
las lavanderas. Si al batir y tironear, golpean y friegan, tus vestiduras se
tornarán resplandecientes.
§ Mientras no
hayas renunciado a las pasiones y tu intelecto resista a las virtudes y a la
verdad, no encontrarás perfume de incienso en tu seno.
§ ¿Deseas
rezar? Transfiérete de las cosas que están aquí y conserva continuamente la
ciudadanía de los Cielos. Haz esto no solamente con la palabra, sino también
con la práctica angélica y con la ciencia divina.
§ Si recuerdas
cuán terrible e imparcial es el juez solamente en tus aflicciones, no has
todavía aprendido a servir al Señor en el temor y a exultar delante de Él en el
temblor. Debes saber que aun en los alivios y en el relajamiento espiritual
debemos servirle aún con más respeto.
§ Es un hombre
criterioso aquel que antes de una perfecta conversión no cesa de recordar con
tristeza sus pecados y la justa pena que ellos le depararán en el fuego eterno.
§ Que aquel que
se detiene en los pecados y en los accesos de cólera, y osa imprudentemente
acercarse a la ciencia de las cosas divinas o hasta entrar en la oración
inmaterial, reciba el reproche del Apóstol, según el cual no está excepto de
peligro el orar con la cabeza descubierta. En efecto, nos dice: Un alma tal
debe tener la señal de un poder sobre su cabeza a causa de los ángeles (1 Co
11:10) presente, rodeándose de pudor y de humildad convenientes.
§ Así como no
es bueno para uno que está enfermo de los ojos mirar el sol en pleno mediodía,
pues tendrá una imagen fortísima y abrasante, develada e intensa, así ni
siquiera al intelecto pasional e impuro y arrebatado por la pasión, le
beneficiará la imitación de la oración plena en espíritu y verdad, terrible y
maravillosa; por el contrario, suscitará el desdén de la divinidad en contra de
ella.
§ Si el que es
perfecto e incorruptible no recibió al que se acercó al altar con su ofrenda,
hasta tanto no se hubo reconciliado con el prójimo entristecido con él,
considera cuánta custodia y discreción se necesita para ofrecer a Dios, sobre
el altar espiritual, incienso que le sea grato.
§ No seas uno
que goza del hablar y de su gloria, pues no sobre tus espaldas sino sobre tu
cara, fabricarán los pecadores, y serás para ellos objeto de alegría maligna en
tiempo de oración, arrastrado y adulado por ellos con pensamientos extraños.
§ La atención
que busca la oración, encontrará la oración. En efecto, ninguna otra cosa sigue
a la oración más que la atención, por lo que deberemos estar siempre celantes.
§ Así como la
vista es el mejor de todos los sentidos, así la oración es la más divina de
todas las virtudes.
§ La excelencia
de la oración no consiste en la simple cantidad, sino en su calidad. Lo
demuestran aquellos que suban al templo, y además: Vosotros que rezando no
desperdiciáis palabras (Mt 6:7).
§ Mientras tú
atiendas a la conveniencia de tu cuerpo, y tu inteligencia se interese en las
cosas agradables de tu tienda, no habrás ubicado aún el lugar para la plegaria,
y la vía bendita de ésta se encontrará aún lejana de ti.
§ Cuando,
mientras oras, te hallas más arriba de toda otra alegría, entonces has
encontrado verdaderamente la oración
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