martes, 14 de agosto de 2012

El más grande en el Cielo


Mateo 18, 1-5. 10, 12-14. Tiempo Ordinario. Él permite es lo mejor para nosotros, aunque muchas veces no lo entendamos con claridad
 
El más grande en el  Cielo
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10, 12-24.


En aquel tiempo se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.

Oración introductoria

Espíritu Santo, dame tu luz en este momento de oración. Con la confianza de un niño pido también la intercesión de mi ángel de la guarda, de modo que tenga la docilidad para escuchar la Palabra y seguirla, como una oveja sigue a su pastor.

Petición

Jesús, concédeme el don de buscar, con la sencillez y la nobleza de un niño, el amor.

Meditación del Papa

Junto a Cristo y en Cristo, también nosotros pedimos entrar en sintonía con la voluntad del Padre, convirtiéndonos también nosotros en hijos. Jesús, por tanto, en este Himno de júbilo expresa la voluntad de implicar en su conocimiento filial de Dios a todos los que el Padre quiere hacer partícipes; y los que acogen este don, los "pequeños". ¿Pero qué significa "ser pequeños", sencillos? ¿Cuál es la pequeñez que abre al hombre a la intimidad filial con Dios y a acoger su voluntad? ¿Cuál debe ser la actitud de base de nuestra oración? Observemos el Discurso de la Montaña donde Jesús afirma: "Beatos los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios". Es la pureza del corazón la que permite reconocer el rostro de Dios en Jesucristo; y tener el corazón sencillo como el de los niños, sin la presunción de quien se cierra en sí mismo, pensando que no necesita a nadie, ni siquiera a Dios. Benedicto XVI, 7 de diciembre de 2011.

Reflexión

¿Quién no se conmueve ante la sonrisa de un niño? En cambio, si un joven es irresponsable, le acusamos de ser como un niño, un infantil, un inmaduro. ¿Cómo es posible, entonces, que Jesús nos diga que debemos hacernos niños para entrar en el reino de los cielos?

El mismo Jesucristo en otro momento de su vida reconoce que un adulto no puede entrar en el seno de su madre y volver a nacer. En cambio, hay elementos de la etapa infantil que conviene mantener durante toda la vida y enriquecerlos con la madurez de la vida adulta.

La sencillez e inocencia del niño le lleva a confiar planamente en sus papás. Él sabe que sus padres le quieren mucho y buscan siempre lo mejor para su vida. Dios, como Padre de nuestras vidas, desea también que, como hijos suyos, confiemos en Él, con la certeza de que su amor cuida de nosotros y, por lo tanto, todo lo que Él permite es lo mejor para nosotros, aunque muchas veces no lo entendamos con claridad.

Para un niño es fácil entender que Dios se ayuda de sus ángeles para protegerle. Del mismo modo, el adulto ha de mantenerse en la sencillez del niño, para reconocer la necesidad que tiene de ayuda y para dejar actuar a su ángel custodio. ¿Creemos en nuestro ángel custodio o ya le hemos relegado a ser un objeto de superstición?

Propósito

Ante las tentaciones que se me puedan presentar hoy, pedir a Dios su gracia para evitar, incluso, el pecado venial.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por mi ángel de la guarda y por la gran esperanza que surge de esta meditación. La cultura admira a la persona que por su propio esfuerzo tiene éxito, y esto es bueno. Pero, como tu hijo, debo tener una visión más amplia: atesorar esa confianza y dependencia a tu gracia, que es la que realmente logrará la trascendencia de mi vida. Además, siempre recordar que hay muchas ovejas sin pastor que no deben quedarse atrás ni perderse, si en mí está el poder ayudarles a volver o encontrar el redil. 
 
 
 martes 14 Agosto 2012
Martes de la decimonovena semana del tiempo ordinario

San Maximiliano Kolbe


Leer el comentario del Evangelio por
San Clemente de Alejandría : “Vuestro Padre que está en el cielo, no quiere que se pierda ni uno sólo de estos pequeños”

Lecturas

Ezequiel 2,8-10.3,1-4.


Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas rebelde como ese pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que te daré.
Yo miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un libro enrollado.
Lo desplegó delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos.
El me dijo: Hijo de hombre, come lo que tienes delante: como este rollo, y ve a hablar a los israelitas.
Yo abrí mi boca y él me hizo comer ese rollo.
Después me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro que yo te doy. Yo lo comí y era en mi boca dulce como la miel.
El me dijo: Hijo de hombre, dirígete a los israelitas y comunícales mis palabras.


Salmo 119(118),14.24.72.103.111.131.


Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.
Porque tus prescripciones son todo mi deleite,
y tus preceptos, mis consejeros.

Para mí vale más la ley de tus labios
que todo el oro y la plata.
¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,
es más dulce que la miel!

Tus prescripciones son mi herencia para siempre,
porque alegran mi corazón.
Abro mi boca y aspiro hondamente,
porque anhelo tus mandamientos.



Mateo 18,1-5.10.12-14.


En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Clemente de Alejandría (150-v. 215), teólogo
El Pedagogo, I, 53-56 ; SC 70

“Vuestro Padre que está en el cielo, no quiere que se pierda ni uno sólo de estos pequeños”

Tras haber mostrado que la Escritura nos da a todos el nombre de
niños, y que cuando seguimos a Cristo se nos llama alegóricamente
“pequeños” (Mt 18,3; 19,13; Jn 21,5)... debemos decir quién es nuestro
Pedagogo. Se llama Jesús. Algunas veces se llama a sí mismo
“pastor”, y dice: “Yo soy el buen pastor” (Jn 10,11. 14). Con una metáfora
tomada de los pastores que guían sus ovejas se indica al Pedagogo, guía de
los niños, solícito pastor de los pequeños; porque se les denomina
alegóricamente ovejas a los pequeños por su sencillez. “Y todos
formarán —afirma— un solo rebaño y un solo pastor”(Jn 10,16). Con razón el
Verbo es llamado pedagogo, puesto que a nosotros, los niños, nos conduce a
la salvación. Con toda claridad, él dice de sí mismo por boca de Oseas: “Yo
soy su educador” (Os 5,2). La religión es una pedagogía que
comporta el aprendizaje del servicio de Dios, la educación para alcanzar el
conocimiento de la verdad, y la recta formación que conduce al cielo...
como el piloto que gobierna su nave y procura poner a salvo a la
tripulación, así también el Pedagogo guía a los niños hacia un género de
vida saludable, por el solícito cuidado que tiene de nosotros... Pero
nuestro Pedagogo, en cambio, es el Santo Dios Jesús, el Verbo que guía a
toda la humanidad; Dios mismo, que ama a los hombres, es nuestro pedagogo.
En el “Cántico”, el Espíritu Santo habla de Él así: “Proveyó de lo
necesario, cuando estaba atormentado por la ardiente sed en los áridos
parajes; lo protegió, lo educó y lo guardó como a la pupila de sus ojos;
como el águila protege su nido y a sus polluelos, así él, extendiendo sus
alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas. Sólo el Señor los guiaba, y
entre ellos no había ningún dios extranjero” (Dt 32,10-12).

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