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Carlos (Karl) Leisner, Beato |
Sacerdote y Mártir
Martirologio Romano: En la localidad de Planegg, cerca
de Munich, en Baviera, de Alemania, beato Carlos Leisner, presbítero
y mártir, que encarcelado, cuando todavía era diácono, por la
proclamación pública de su fe y el constante servicio en
favor de las almas, fue ordenado sacerdote en el campo
de concentración de Dachau. Puesto en libertad, murió a causa
de los sufrimientos soportados durante su cautividad (1945).
Nació en Rees/Niederrhein
(Alemania) el 28 de febrero de 1915, se crió en
Kleve y de estudiante de bachillerato ingresó en el Movimiento
Juvenil Católico de Schonstatt.
En dicho Movimiento, además de disfrutar
de la comunidad con los jóvenes y de poder realizar
largos viajes, adquiere conocimientos de las Sagradas Escrituras y sobre
todo de la Eucaristía. En su diario escribe: „Cristo –
Tú eres mi pasión!“.
Karl Leisner desea ser sacerdote. El
obispo de Münster le asigna el cargo de director de
la juventud diocesana. La Gestapo le observa. Durante el año
de estancia en Friburgo le conmueven duras luchas interiores: ¿sacerdocio
o matrimonio y familia? El 25 de marzo de 1939
es ordenado diácono. En pocos meses debería recibir las sagradas
órdenes.
La Divina Providencia designa otra cosa: Una repentina tuberculosis le
obliga a permanecer en St. Blasien en la Selva Negra.
Allá, el 8 de noviembre de 1939, es detenido por
la Gestapo a causa de un comentario hecho en relación
con el atentado contra Hitler: cárcel en Friburgo. Internamiento en
el campo de concentración de Sachsenhausen y de allá, en
1940, traslado al campo de concentración de Dachau en el
que sucede lo inesperado: el 17 de diciembre de 1944,
en el bloque 26, y con gran peligro para todos
los participantes, el moribundo diácono, Karl Leisner, es ordenado sacerdote
por el obispo Gabriel Piguet, recluso francés.
El nuevo sacerdote
celebra su primera y única Santa Misa el día de
San Esteban, en el año 1944. El 4 de mayo
de 1945 es puesto en libertad. Pasa sus últimas semanas
en el sanatorio antituberculoso de Planegg en Munich. Sólo dos
pensamientos absorben su mente: el amor y la penitencia. Entregado
al amor de Dios, a ese amor en el que
él creyó y que deseó transmitir a los hombres, fallece
el 12 de agosto. La última inscripción de su diario
reza: „Bendice, Oh Altísimo también a mis enemigos!“.
Sus restos
mortales reposan en la cripta de la Catedral de Xanten.
El 23 de junio de 1996 Karl Leisner fue beatificado
por el Papa Juan Pablo II, quién en parte de
su homilía señaló: “La prueba de un seguimiento auténtico
de Cristo no consiste en las lisonjas del mundo, sino
en dar testimonio fiel de Cristo Jesús. El Señor no
pide a sus discípulos una confesión de compromiso con el
mundo, sino una confesión de fe, que esté dispuesta incluso
a ofrecerse en sacrificio. Karl Leisner dio testimonio de esto
no sólo con palabras, sino también con su vida y
su muerte: en un mundo que se había vuelto inhumano.
(…) Cristo es la vida: ésta fue la convicción por
la que vivió y por la que, finalmente, murió Karl
Leisner. Apóstol de una profunda devoción mariana, a la que
lo impulsó el padre Kentenich y el movimiento de Schoenstatt”
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