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Buenaventura García Paredes, Beato |
Fray Buenaventura de san Luis Bertrán García Paredes nació y
fue bautizado el 19 de abril de 1866 en castañedo
de Valdés, Luarca (Asturias), de padres muy piadosos, llamados Serapio
García Paredes, y María Pallasá, ésta hija de padre procedente
de la Navarra francesa; recibió una óptima formación en el
hogar paterno, y dio ya de niño signos de su
futura vocación eclesiástica; tuvo un hermano sacerdote y también durante
algún tiempo una hermana dominica en el convento de la
Anunciación de Ávila; en la niñez pastoreó las ovejas de
su padre, realizó estudios primarios en el pueblo natal y
en una preceptoría, aconsejado por el dominico Esteban Sacrest, que
había misionado en su pueblo; regentaba la mencionada preceptoría el
párroco Antonio Francos Pertierra; acudió a sus clases durante un
año; ingresó después en la escuela apostólica o seminario menor
de Corias (Asturias), donde cursó dos años, tras los cuales
sus maestros lo consideraron apto para comenzar el noviciado; sin
embargo, por problemas de salud se restituyó, aconsejado por los
superiores de Corias, al hogar paterno; una vez restablecido se
dirigió a la escuela apostólica de Ocaña (Toledo), perteneciente a
la Provincia del Santo Rosario.
Ingreso y formación en la orden
Tomó
el hábito en la fiesta de santa Rosa de Lima,
30 de agosto de 1883; durante el noviciado habitó en
la misma celda que en otro tiempo ocupó el mártir
asturiano san Melchor García Sampedro, o.p. hizo la profesión simple
el 31 de agosto de 1884; profesó solemnemente el 8
de septiembre de 1887, en manos del rector del convento
de Ávila fray Santiago Payá, siendo Maestro de la Orden
fray José María Larroca, y provincial de la Provincia del
Santísimo Rosario de Filipinas fray Lucio Asensio; tuvo como maestro
en Ocaña a fray José Trobat, que fue misionero en
Vietnam. Estudió un trienio de Filosofía en Ocaña; después pasó a
cursar teología al convento de santo Tomás de Ávila; estudió
directamente el texto de la "Suma de teología" de santo
Tomás de Aquino. Cumplido el tercer año de teología lo
enviaron a la Universidad de Salamanca a cursar Derecho Civil,
que luego continuó, junto con Filosofía y Letras, en las
Universidades de Valencia y Madrid. En Salamanca obtuvo el bachillerato
en Derecho Civil el 29 de enero de 1891; en
el mismo año, el 25 de julio, en el oratorio
del Palacio Episcopal de Ávila, fue ordenado sacerdote por el
obispo Juan Muñoz y Herrera, gran amigo de la Orden;
celebró su primera misa en la fiesta del beato Manés. Tanto
en Valencia como en Madrid obtuvo las mejores calificaciones. En
la Universidad Central de Madrid obtuvo el Doctorado en Filosofía
y Letras el 30 de junio de 1897; al año
siguiente, el 20 de junio, fue promovido al Doctorado en
Derecho Civil. Para la consecución del título en Filosofía presentó
una tesis sobre "Santo Tomás y la Estética moderna. Necesidad
de restaurar el pensamiento estético del angélico doctor en la
ciencia de lo bello"; para el Derecho Civil: "La Iglesia
y el Estado en la Teoría jurídico-social de santo Tomás
comparada con las Teorías modernas sobre el mismo asunto".
Profesor y
superior
En 1899, tiempo muy difícil para las Islas Filipinas, fue
destinado a Manila y allí se examinó y obtuvo el
grado de Lector, que le abría las puertas para poder
dedicarse a la docencia en los estudios generales de la
Orden; en 1900 le encargaron la cátedra de Derecho Político
y Administrativo en la Universidad de santo Tomás. Comenzó por
entonces a publicar artículos, especialmente en el diario católico Libertas,
del que fue director por breve tiempo, desde el 21
de abril de 1901 hasta el verano del mismo año;
defendió la causa de Bernardino Nozaleda, o.p. (1844-1927), Arzobispo de
Manila, también cuando éste fue nombrado Arzobispo de Valencia (1903).
Con feliz éxito abogó ante el Tribunal Supremo de Manila
a favor del derecho que tenía a sus bienes la
Iglesia de san José. En 1901 lo eligieron prior del
convento de santo Tomás de Ávila; fue confirmado en el
oficio el 31 de julio y comenzó a ejercer el
cargo el 14 de octubre; mereció en alto grado el
aprecio de los habitantes de la ciudad, así como de
las autoridades civiles y eclesiásticas; terminado el priorato permaneció todavía
por algún tiempo en aquel convento; dio clases de derecho
canónico en el Seminario Conciliar. Continuó la historia eclesiástica del
P. Francisco Rivas, editada en tres tomos en Madrid en
1877; completó dicha historia con la adición de temas pertenecientes
al el pontificado de León XIII (1877-1903). Fundó un Colegio
de Enseñanza Media en Santa María de Nieva (Segovia); se
comenzó a tratar de este asunto en septiembre de 1903,
y en 1904 se inició el primer año escolástico; el
colegio, abierto al alumnado de la población y de otras
localidades vecinas, comenzó a florecer bajo su gobierno. En 1910
lo eligieron prior de Santo Domingo de Ocaña; asistió al
Capítulo Provincial de Manila y allí lo eligieron Prior Provincial,
el 14 de mayo de 1910.
Al frente de la Provincia
del Santo Rosario
Se trataba entonces de la Provincia más numerosa
de la Orden, con cerca de seiscientos hermanos; de regreso
del Capítulo participó en el cincuentenario de la fundación de
Corias, convento de la Provincia de España, donde tuvo un
memorable discurso; habló de la necesidad de restaurar la Provincia
de Aragón; llegado el momento de tal restauración en 1912,
con la aprobación de su Consejo, cedió a la misma
el convento de Valencia, que pertenecía a la del Santo
Rosario. Se esforzó grandemente por fomentar las misiones; visitó más de
una vez regiones inmensas de China, Japón, Vietnam, y tomó
contacto con los misioneros, a los que auxiliaba cuanto podía.
Erigió hospitales, colegios para la formación de niños y jóvenes
de ambos sexos; se destacaron los colegios de Fochoow, en
la Provincia china de Fokien, y el de Taipeh, en
la Isla de Formosa. Cedió campos misionales en China a
la Provincia de Teutonia, y en Vietnam a la de
Lyon. Fundó en octubre de 1917 la revista "Misiones dominicanas";
deseaba que fuera reflejo de cómo se propagaba el reino
de Cristo en los muy vastos territorios confiados a su
Provincia, y que diera a conocer las fatigas de los
misioneros así como el fervor de los nuevos cristianos; en
el primer número se presentaba ya a santo Domingo como
modelo de misioneros. Planificó y construyó la sede central para la
Curia Provincial en Manila; en 1911, al cumplirse los trescientos
años de su fundación, adquirió 50.000 metros cuadrados para la
ampliación de la Universidad de santo Tomás, y colocó la
primera piedra de los nuevos edificios. Por mandato del Capítulo
Provincial de 1910 fundó en 1912 la Escuela Apostólica de
la Mejorada (Olmedo, Valladolid). Extendió la presencia de la Provincia
hacia los Estados Unidos de América del Norte (Tangipahoa, y
Centro de Estudios Teológicos de Rosaryville, Nueva Orleáns, Luisiana, inaugurado
el 16 de noviembre de 1911). Terminado el cuatrienio de su
provincialato continuó en el cargo por voluntad explícita del papa
san Pío X, y a beneplácito de la Santa Sede.
Terminado el mandato en 1917 se encargó de la construcción
y lo hicieron superior de la casa del Santísimo Rosario
de Madrid (c/ Conde de Peñalver, entonces calle Torrijos, nº
28); esta casa en 1921 contaba con seis frailes, de
los cuales tres han sido elevados al honor de los
altares, y uno más está en proceso; además del beato
Buenaventura puede recordarse a los beatos Manuel Álvarez Álvarez (Quirós,
Asturias, 1871 - † Madrid 14 de septiembre de 1936)
y José Luis Palacio Muñiz (Tiñana, Siero, Asturias, 1870 -
† Algodor, Madrid, 25 de julio de 1936); el cuarto,
en la actualidad siervo de Dios, es fray José Mira
Lloret (Alcoy, Alicante, 1872 - † Ocaña, Toledo, 11 de
agosto de 1936), cuya "positio" o ponencia está en espera
de redacción. Durante nueve años se entregó al apostolado y
dirección de almas, tanto seglares como religiosas, dominicas o de
otras congregaciones; entre las personas aconsejadas por él se contaba
d. Antonio Maura, cinco veces presidente del gobierno español.
Maestro de
la Orden
El 22 de mayo de 1926 fue elegido Maestro
de la Orden. En la alocución que tuvo este mismo
día el definidor de la Provincia del Santo Rosario, fray
José Noval, se pedía para el que debía ser elegido:
que destacara en ciencia, verdadero maestro que ayudara a la
conquista y predicación de la verdad; debía, igualmente, resplandecer en
la virtud de la vida regular y apostólica; finalmente se
quería que poseyera prudencia comprobada por la experiencia en gobernar,
porque -se afirmaba- regir almas es el arte de las
artes. Cuatro miembros del Capítulo se trasladaron aquel mismo día
desde Ocaña a Madrid para anunciarle la elección y acompañarlo
al aula capitular; eran los provinciales Getino, Tapie, Leca y
Tamayo. Llegado al convento de Ocaña aquella misma tarde se
postró en tierra y suplicó a los capitulares que lo
eximiesen del oficio. Fray Luis G. Alonso Getino, Provincial de
España, en nombre de todos, le animó a que tuviera
confianza en la divina providencia y en la ayuda de
la Santísima Virgen del Rosario, de santo Domingo y de
los mártires de la Provincia del Santo Rosario, y, sin
compás de espera, imploró del recién elegido la bendición de
santo Domingo. Bendiciendo a todos los presentes emitió el juramento
de servir con fidelidad a los hermanos. Entre los electores
se contaba el futuro mártir beato Luis Urbano, socio del
Prior Provincial de Aragón, así como los frailes Ludovico Fanfani,
Beda Jarret, Albert Janvier, Vincent Mac Nabb, Juan Casas, Vicente
Beltrán de Heredia, el siervo de Dios Iocondo Pio Lorgna,
Santiago Ramírez...
Carta a la Orden
En su primera carta pidió colaboración
sincera y la ayuda de la plegaria, porque se atravesaba
tiempos difíciles y hasta de persecución; la Primera Guerra Mundial
(1914-1918), entre otras causas, dejó desoladas o afectadas por graves
heridas algunas Provincias: "¡cuánto derramamiento de sangre!", exclamaba. Se proponía
con la ayuda de Dios poner remedio; lo deseaba vehementemente,
sin ahorrarse ningún sacrificio. Anhelaba una Orden robusta en su
constitución orgánica, rica en la acción sobrenatural por la santidad
de vida y la observancia regular, con renombre por la
firmeza y esplendor de la doctrina, incansable en el ministerio
apostólico, abierta a las misiones, con aprecio por la vida
espiritual -de manera velada se podía ver una alusión a
la ingente obra llevada a cabo por el siervo de
Dios Juan G. Arintero -,comprometida de manera habitual y permanente
en la enseñanza de la sagrada doctrina, en ascenso continuo
por la vía de la perfección, con celo apostólico proveniente
de manera exclusiva de la caridad. Quería establecer una verdadera
comunión con sus hermanos acerca del modo de concebir y
estimar la naturaleza, fin y medios esenciales propios de la
Orden, y así manifestaba con claridad meridiana su pensamiento, deseos,
objetivos y norma de gobierno. En la primavera de 1927 quiso
dirigir también un mensaje a las monjas y hermanas, sustancialmente
unidas al árbol de la Familia Dominicana; entendía que la
multitud de congregaciones no quebraba la unidad original, ni cambiaba
la naturaleza y cualidad de la sangre entre los seguidores
de santo Domingo. Eran más de 4.600 religiosas de vida
contemplativa, y sobre 20.000 las hermanas de vida apostólica, multiplicándose
por todas partes del mundo, tanto entre los católicos, como
entre otros grupos cristianos y entre los que no habían
recibido todavía la fe, afanosas de remediar las necesidades espirituales
y corporales del prójimo. Entendía que si todas las fuerzas
dominicanas se unieran más estrechamente, sin duda se aumentaría el
valor efectivo de la Orden; de ello no se seguiría
ningún mal, antes al contrario, sería muy provechoso: "nos vivifica
uno y el mismo espíritu de familia; late en todo
corazón dominicano un mismo amor hacia el bien común de
la Orden; el mismo ardor en el sagrado apostolado recibido
del santo fundador, el cual arde como una llama en
nuestras voluntades y aspira a lo mismo de manera unánime"
Actividad
como Maestro
Con el fin de adaptar las constituciones al nuevo
Código de Derecho Canónico nombró dos Comisiones (1926); entre los
miembros de la primera se hallaba el que será elevado
a los altares con él, beato Vicente Álvarez Cienfuegos. El
10 de febrero de 1927 instituyó una nueva comisión para
examinar las constituciones de las monjas y presentarlas a la
aprobación de la Santa Sede. La presidió el p. Juan
Casas, de la Provincia de Andalucía. En el año 1927 promovió
una solemne celebración en honor de santo Tomás en la
basílica de Santa María sopra Minerva de Roma; por otra
parte, en la sede del Colegio "Angelicum" (Via san Vitale)
presidió el acto académico el 16 de marzo; tuvo la
disertación principal el futuro Maestro de la Orden y Cardenal
M. Browne, que habló del Idealismo a la luz de
la doctrina de santo Tomás. El 2 de marzo presidió
la estación de comienzo de la Cuaresma en santa Sabina,
que no era todavía sede de la Curia; participaron más
de dos mil personas en la procesión; multitud de fieles
de Roma, aunque por entonces no acudía el Papa al
Aventino, continuaban visitando durante todo el miércoles de ceniza la
basílica y participaban en el oficio vespertino con los frailes.
La fiesta académica en honor de santo Tomás al año
siguiente se celebró, no en la pequeña aula del "Angelicum",
sino en el aula magna de la Cancillería Apostólica, al
frente de la cual se hallaba el Cardenal Früwirth, o.p.
acompañaron al Maestro de la Orden los cardenales Laurenti y
Erhle. Siguió con interés la marcha de los centros de estudio.
Nombró director de L´ecole biblique de Jerusalén a fray Paul
Dhorme, y asistió personalmente a una conferencia que dictó en
el "Angelicum" sobre la Sabiduría de los antiguos. Se mantuvo cercano
a los hermanos y hermanas de México en la dura
persecución religiosa que padecieron, cuando algunas hermanas tuvieron que refugiarse
en La Habana (Cuba); lo mismo hizo cuando fue devastada
la santa infancia de Foochow (China), en enero de 1927.
Devolvió a sus primitivos límites la antigua Provincia de san
Jacinto de Polonia (2 de julio de 1927), deseando que
tal medida llevara a una renovación del espíritu en Cristo. Animó
a la Familia Dominicana en Italia a participar en el
Congreso Eucarístico Nacional que se celebró en Bolonia a comienzos
de septiembre de 1927. A comienzos de julio había visitado
las comunidades de Friburgo; en el mes de septiembre estuvo
en España. En octubre nombró regente del "Angelicum" a fray
Mariano Cordovani, Profesor de Teología hasta entonces en la Universidad
Católica del Sacro Cuore de Milán. El centro de estudios
"Angelicum" contaba a principios de 1928 con 430 alumnos, de
los cuales 80 pertenecían a la Orden; la Universidad de
Friburgo, en Suiza, tenía matriculados algo más de 600, de
ellos 246 en la Facultad de Teología, 155 en Derecho,
114 en Filosofía, y el resto en la de Ciencias.
El 14 de octubre de 1927 envió una carta de
apoyo al presidente del comité constituido en Siena para restaurar
la Basílica de santo Domingo y deseaba en la misiva
que volviera a florecer, bajo el cuidado de los dominicos,
el esplendor del culto y la devoción a santa Catalina.
A finales de 1927 nombró a fray José Espina, de
la Provincia del Rosario, como representante suyo para preparar una
exposición misionera dentro de la magna exposición internacional de las
industrias que estaba programada para 1929 en Barcelona. El 5
de diciembre de 1927 nombró vice-regente del centro de estudios
de Le Saulchoir, Provincia de Francia, al p. Enrique D.
Noble. Como prior del centro de estudios filosóficos establecido en
Pistoya, nombró al p. Alberto Zucchi, de la Provincia Romana,
y lector primario al p. Thomas Pègues, de la Provincia
de Toulouse; el convento comenzaba una nueva etapa con 50
frailes, después del cierre del mismo que hizo el gran
duque de Toscana Leopoldo II. En el mes de junio de
1927, desde el "Angelicum", en la vía san Vitale, nº
15, donde residía, dirigió una carta de aliento a los
misioneros dominicos de Canelos, en el Ecuador, asegurándoles que cumplían
con el fin de la Orden, que es la salvación
de las almas mediante la predicación, empleada en alto grado
por santo Domingo. "continúen, queridos padres, -escribía- su obra, quizá
dura e ingrata a la carne; obra desconocida de los
hombres y, como tal, no cantada en el coro de
las alabanzas humanas; mas, por eso mismo, obra de sumo
mérito ante Dios y ante la misma humana sociedad que
con el tiempo se verá obligada a reconocer la grandeza
e importancia de la labor realizada por los pp. Misioneros
del Ecuador, como ha reconocido ya el mérito de otros
misioneros; obra, sobre todo, alabada y cantada allí donde se
da y se recibe la única verdadera gloria, que existe
y puede existir, porque la da el Señor de la
gloria, infalible en sus juicios, infinito en su bondad y
en sus riquezas. Yo los bendigo de todo corazón" En
el mes de diciembre de 1927 fue recibido dos veces
en audiencia privada por el Santo Padre Pío XI, y
lo mismo en febrero, abril y junio de 1928 . En
enero de 1928 confirmó la elección como prior del convento
de santa María sopra Minerva de roma a fray Innocenzo
Taurisano, e instituyó como vicario general de la Provincia de
Argentina a fray Jacinto Estévez. Envió también una carta de
felicitación a fray Ceslao Rutten, por la intervención que tuvo
en el Senado de Bélgica defendiendo la justicia social y
la caridad evangélica, fines que con plena conciencia perseguía la
orden; aprobaba de corazón el apostolado social que llevaba entre
manos, exhortándole a que lo prosiguiera. El p. Rutten, en
1928, levantó también su voz en el mismo senado en
favor de la paz en México y contra la persecución
religiosa que azotaba al mencionado país; en tal circunstancia recordó
la labor en el siglo XVI del hoy siervo de
Dios fray Bartolomé de las Casas . En marzo y abril
de 1928 hizo visita canónica a los conventos de Roma:
la Minerva, Santísimo Rosario, Santa Sabina, San Clemente, Angelicum, y
monasterio de santo Domingo y san Sixto; giró también visita
y dejó muy grato recuerdo en el monasterio de Marino
Laziale, en la Provincia de Roma. Durante los meses de
junio y julio visitó las casas de formación de las
provincias de Nápoles, Sicilia y Malta; se dirigió igualmente al
santuario de santo domingo en soriano, en la región de
Calabria, e hizo todo lo posible para que los frailes
reasumieran cuanto antes el cuidado pastoral de dicho santuario; para
ello se entrevistó con las autoridades civiles y eclesiásticas. En
agosto de 1928 salió de Roma para hacer la visita
canónica a las provincias de Italia y de España; terminó
la visita a España en el mes de noviembre, y
se reintegró a su sede en el "Angelicum"; el 14
de noviembre le concedió una audiencia Pío XI.
Una nueva sede
para el "Angelicum"
El 9 de junio de 1928, tras superar
no pocas dificultades, se consiguió del gobierno italiano que volviera
a la Orden "pleno iure" el monasterio de santo Domingo
y san Sixto de Roma; se deseaba trasladar allí el
colegio "Angelicum", que el Maestro de la Orden beato Jacinto
mª. Cormier había inaugurado en la varias veces mencionada vía
de san Vitale. El p. Paredes venía trabajando para conseguir
este objetivo desde hacía casi dos años; estimaba él y
estimaban otros que el lugar en que se hallaba era
inmejorable, equidistante entre las colinas del Esquilino y el Quirinal,
en pleno centro de la Roma antigua. Desde 1873, en
virtud de una ley llamada de supresión, habían quitado a
las monjas que allí vivían desde 1575 más de tres
cuartas partes del antiguo monasterio construido desde los cimientos por
san Pío V. En 1927 el estado italiano puso en
venta la parte que ocupaba la administración de los bienes
del culto, y la Orden decidió comprarla, sobre todo porque
el "Angelicum" resultaba cada vez más angosto. La nueva adquisición
alcanzaba unos 17.000 metros cuadrados. La misa de apertura del
curso 1928-1929 se celebró ya en la iglesia de santo
Domingo y san Sixto, y tuvo la lección solemne aquel
año fray Reginald Garrigou-Lagrange. En este curso los alumnos llegaron
a 490, de los cuales 77 eran de la Orden. Con
motivo de la compra del monasterio de santo Domingo y
san Sixto envió el papa Pío XI el 11 de
junio de 1928 una carta al Maestro, congratulándose porque así
se disponía de un edificio adecuado para promover el "apostolado
doctrinal"; el lugar -estimaba el papa- era por demás apropiado,
como todos lo reconocían; disponía, además de una huerta, en
orden a realizar las edificaciones oportunas. Estaba seguro que la
compra resultaría de gran provecho, no sólo para la Familia
Dominicana, sino también para la Iglesia, aunque reconocía el Pío
XI que el coste económico fue muy importante, y todavía
sería necesario invertir en la acomodación para los nuevos fines
a que estaba destinado. Por lo mismo deseaba que el
Maestro recibiera el apoyo de toda la Orden.
Animación de la
vida de la Orden
En 1928 fundó el fray Marie-Vincent Bernadot,
de la Provincia de Francia, la revista La vie intellectuelle;
desde el 1º de enero de 1929 se comenzó a
publicar en Zagreb, en la provincia de Dalmacia, una nueva
revista titulada Duhovni Zivot (vida espiritual), dirigida por el p.
Jacinto Boskovic. El 20 de junio de 1928 firmó una carta
dirigida a toda la Orden en la que declaraba a
san Luis Bertrán patrono especial de los noviciados; tomó la
iniciativa el Capítulo General de 1926, pero confesaba el Maestro
que nada era más grato y feliz para él que
ejecutar la determinación de sus hermanos; san Luis -escribía- había
formado durante mucho tiempo y de manera muy sólida a
los jóvenes religiosos que le confiaron; iba por delante de
sus discípulos dando ejemplo de prudencia, rectitud y saludable disciplina,
verdadero hijo de santo Domingo, que predicó también el evangelio
en regiones de Colombia, y mereció agregar una multitud de
gentes a la iglesia de Cristo . Días antes, el
13 de junio de 1928, dio una nueva prueba de
su devoción a santa Catalina asistiendo al congreso que reunió
el colegio de los "Caterinati", para dar a conocer, sobre
todo, la convocatoria de un congreso internacional que debía celebrarse
en roma en 1930. El 7 de junio nombró a
fray Dominique Chenu secretario del estudio general de Le Saulchoir.
Renuncia
al gobierno de la Orden
El 30 de marzo de 1929
el cardenal Pietro Gasparri le comunicó, en nombre del Santo
Padre Pío XI, la aceptación de la renuncia que había
presentado. El papa -se decía en la carta del cardenal-
había aceptado la dimisión con dificultad o desagrado -ægre. Pero
en la aceptación había pesado sobre todo la consideración de
su salud. Se reconocían sus méritos y se alababa el
desempeño del oficio de Maestro de la Orden a lo
largo de casi tres años. Unos días más tarde el
Prefecto de la Congregación de Religiosos nombró Vicario General hasta
el próximo Capítulo a fray Juan casas, socio del Maestro,
nacido en Cataluña e hijo de la Provincia de Andalucía. El
27 de marzo -presentada ya la renuncia, aunque todavía no
aceptada-salió para el santuario de Madonna dell´Arco, cerca de Nápoles;
buscaba un poco de alivio para su salud; al hacerse
pública la renuncia tornó a Roma el 10 de abril
para hacer el traspaso de los asuntos al Vicario General.
Dejó su sede en el colegio "Angelicum" el 30 de
abril y pasó al convento romano de la Santísima Trinidad
(Via Condotti), perteneciente a su Provincia; días después marchó para
España. El cronista de la revista Analecta OP., concluía su
relato con estas palabras: "tanto en la elección de Maestro
de la Orden hecha en favor de su persona, como
en el retiro del oficio, ofreció a los hermanos presentes
y futuros un preclaro ejemplo de sencillez y humildad que
no podrá borrarse de su memoria" . Tras una breve estancia
en Madrid, a principios de junio de 1929 se dirigió
al convento de Ocaña, donde, en conformidad con las constituciones,
eligió su domicilio. Las razones de salud para su dimisión
fueron las únicas que se adujeron de manera explícita en
los documentos oficiales, aunque la citada carta del Cardenal Secretario
de Estado Pietro Gasparri dejaba entrever que había aducido también
otras razones. Desde Francia llegaron algunos informes a la Santa
Sede, según los cuales ciertos frailes estaban envueltos en el
movimiento "Action Française" -movimiento nacionalista de índole monárquico- que Pío
XI había condenado a partir de diciembre de 1926 .
Ante el deseo de la Santa Sede de que el
Maestro removiese de sus conventos a frailes acusados de apoyar
el mencionado movimiento, éste dilató por algunos meses la intervención
hasta tanto que él investigase personalmente la veracidad de los
informes, cosa que disgustó al papa. Es evidente que se precisa
de una biografía documentada del nuevo beato con la utilización
de fondos, vaticanos y de la Orden, que hoy son
accesibles a los estudiosos. Es sabido que la documentación correspondiente
al pontificado de Pío XI está ya abierta a la
consulta en el Archivo Secreto Vaticano. Con mayor facilidad podrán
consultarse las respectivas secciones del Archivum Fratrum Prædicatorum, en el
convento de santa Sabina de Roma. Por una crónica que publicó
la revista "Rosas y espinas", fundada en Valencia por el
beato Luis Urbano, se sabe que viajó a París en
el mes de septiembre de 1926; por tanto, es seguro
que estuvo en Francia. Fue desde España y, antes de
cruzar la frontera, desvió su ruta hacia Vic (Barcelona) y
presidió la toma de hábito de treinta postulantes de la
congregación de Dominicas de la Anunciata. Habló en la ceremonia
del reinado de Cristo en la tierra, y animó a
procurarlo con firmeza y valor por el ejercicio de las
virtudes religiosas. En nombre de la congregación le dio la
bienvenida la priora general, H. Mercedes Miralpeix; recibió también el
saludo del obispo de Vic Dr. Muñoz, del terciario dominico
Jaume Collell y del profesor del seminario Ramón Puig y
Coll, sobrino segundo del beato Francisco Coll, martirizado en 1936. Medio
año después de que fuera descargado de su oficio, el
31 de diciembre de 1929, escribió desde Ocaña a la
religiosa dominica Sor Pilar de Jesús manifestándole cuanto sigue: "he
preferido venirme a este convento donde hice mi noviciado, y
que además es un verdadero santuario de la Provincia, pues
que se formaron nuestros mártires del Tonquín. Ahora han traído
aquí uno de los cursos de nuestros estudios y la
regular observancia se tiene con el mayor cuidado. No ceso
de dar gracias a Dios por el beneficio que me
ha concedido y por la paz suavísima de espíritu que
me ha concedido y me da a gustar". Fue elegido para
sucederle el 21 de septiembre de 1929 el p. Martín
s. Gillet (1875-1951), que rigió la Orden durante diecisiete años,
hasta 1946. En este Capítulo electivo, celebrado en el "Angelicum",
estuvo fray Buenaventura Paredes, y ofreció en primer lugar su
obediencia al nuevo elegido. Fueron también capitulares el hoy venerable
fray Titus M. Horten, el ya mencionado beato Luis Urbano,
y el siervo de Dios José Garrido Francés, mártir perteneciente
a la comunidad del estudio general de Almagro, de la
Provincia de Andalucía. El ex Maestro tomó parte, igualmente, en
los Capítulos de Le Saulchoir (1932), y Roma (1935). Desplegó también
una actividad apostólica y así, por ejemplo, en julio de
1930, dirigió los ejercicios espirituales a las hermanas Dominicas de
la Anunciata de Oviedo, entre cuyos miembros se hallaba la
hoy sierva de Dios Dominga Benito Rivas, que consignó el
hecho el la crónica de la comunidad.
Persecución y martirio
Retirado, como
se ha dicho, al convento de santo Domingo de Ocaña,
se hallaba en Madrid a mediados de julio de 1936,
en el convento ya mencionado del Santísimo Rosario. Este convento,
convertido en priorato en 1935, fue asaltado el domingo 19
de julio de 1936; se hallaban en la comunidad 15
religiosos, unos por asignación y otros de paso, de los
cuales 11 fueron beatificados el 28 de octubre de 2007.
El beato Buenaventura había salido del convento la víspera del
asalto, invitado por d. Pedro Errazquin, que ofreció refugio también
a otros frailes. Un mes antes había escrito a esta
familia Errazquin - Garmendía, a la que había comenzado a
tratar en 1915 en Filipinas: "yo ya no puedo sobreponerme
a la abrumadora realidad que sufrimos. Solamente esperando en la
misericordia de Dios cabe concebir alguna esperanza" Esta familia se
ofreció a tramitarle un pasaporte y un billete para que
viajara a Filipinas, pero él, anciano y enfermo, experimentaba una
dificultad invencible a emprender el viaje y manifestaba que sólo
lo haría si se lo permitían sus superiores de Roma;
de hecho escribió a Roma y obtuvo el billete para
el viaje; el amigo Pedro Errazquin presentó una solicitud para
el pasaporte, aunque este documento le fue negado por ser
religioso. Mientras estuvo refugiado en casa de d. Pedro Errazquin iba
a celebrar la Eucaristía a un oratorio; pero este hogar
era vigilado por la policía y le buscaron a finales
de julio alojamiento en el Hotel del Carmen, en la
plaza de santa Bárbara. Al fin este caballero católico sufrirá,
al fin, la muerte en la pradera de san Isidro
de Madrid, porque le encontraron en casa el cáliz que
pertenecía al beato Buenaventura. Convencido este último de la estrecha
vigilancia que ejercía la policía sobre él se refugió en
una pensión llamaba del infante Don Juan, en la calle
Recoletos; administró el sacramento de la confesión a algunas personas
residentes; en la habitación que le asignaron llevaba una vida
recogida y de oración, rezaba el breviario y hasta celebraba
la santa misa. Decía una testigo: "el p. Buenaventura estaba
delante de una mesita con un panecito y un vaso,
y yo creo que era que estaba celebrando la santa
misa". Fue detenido el 11 de agosto y conducido por gente
armada; se había identificado como religioso y sacerdote, y se
entregó con gran valor: "no tengo más delito que el
de ser sacerdote y religioso; la divina providencia así lo
quiere", aseguran que declaró. Lo llevaron a un lugar de
tortura, denominado checa, situado en la madrileña calle García de
Paredes. Al día siguiente, 12 de agosto de 1936, lo
condujeron al pueblo de Fuencarral y, hacia las 10 de
la mañana, lo ejecutaron por arma de fuego en el
paraje denominado Valdesenderín del Encinar, entre Fuencarral y Alcobendas; conservó
hasta el último momento el rosario y el breviario. Lo
enterraron en le cementerio de Fuencarral, localidad en que la
Orden tuvo convento durante siglos y cuya iglesia está dedicada
a "Nuestra Señora de Valverde". Los restos fueron exhumados el 24
de octubre de 1940 y llevados a la cripta de
la iglesia del Santísimo Rosario de Madrid. En 1967 los
trasladaron de nuevo a la capilla - panteón del convento
de santo Tomás de Ávila donde siguen localizadas sus reliquias.
Recordado como mártir por su sucesor El Maestro de la
Orden fray M. E. Gillet escribió una carta dedicada a
los mártires en la persecución religiosa en España y en
ella trató ampliamente y con elogio de su predecesor; estimaba
que su vida podría resumirse en una perpetua unión sobrenatural
con Dios por la exquisita humildad y práctica de la
mansedumbre con sencillez y magnanimidad, algo que se advertía en
él como connatural, y así se preparó para el martirio.
Esperaba que en el futuro la Iglesia lo declarara mártir.
Ofrecía, en fin, el nombre de otros hermanos de las
Provincias de España, Aragón, Andalucía y Santo Rosario que dieron,
asimismo, testimonio de su fe con la efusión de su
sangre. Eran 136 en total.
Fama de santidad
Todos los testigos
procesales que conocieron al nuevo Beato Buenaventura García Paredes resaltan
unánimemente sus virtudes. Era hombre de fe arraigada y profunda,
que manifestaba en el recogimiento y unión con Dios; tenía
para con todos sentimiento humanitarios y buenos, siempre dispuesto a
perdonar; destacó por su cercanía al mundo obrero y a
las gentes humildes, sencillas y pobres; muy prudente y sabio,
paciente, justo y ecuánime; constante en el cumplimiento del deber,
firme y, a la vez, compasivo y humano; comedido en
el comer, en el beber, en sus expansiones y en
todo; edificante por su profunda humildad. El conocido historiador fray Vicente
Beltrán de Heredia se pronunció así: "Siento devoción, sobre todo,
por el P. Paredes, del que tengo una impresión muy
grata por el hecho de que cuando fue elegido General
incluyendo mi voto a su favor, vi hasta donde llegaba
su humildad en no aceptar el cargo. No se me
olvidan aquellos diez minutos de forcejeo, cuando resultando él General
hubieron de convencerle, y dio tales muestras de humildad que
uno de los Padres asistentes, el P. Getino, tuvo que
adelantarse para pronunciar unas palabras de aliento y ayudarle, de
tal suerte que un padre austro-húngaro P. Cornelius Boller ,
dijo: "Jamás en mi vida he presenciado escena tan hermosa"
" . Después de dejar el cargo no se mostró dolido
y trató incluso de justificar la acción de la Santa
Sede con respeto y mansedumbre. Verle celebrar la Misa emocionaba.
En su visita como Prior provincial al Vietnam se postró
en tierra ante la lápida de los Mártires, y estuvo
un rato bien grande de bruces sobre el suelo; cuando
se incorporó notaron los presentes que tenía el rostro bañado
en lágrimas. Reflejaba las virtudes de un santo, exclamaba su
sucesor fray Aniceto Fernández. En la diócesis de St. Hyacinthe de
Québec se publicó en 1944 una estampa recordatorio de nuestro
Mártir, con una oración aprobada por la autoridad eclesiástica en
que se pedía al Señor "el don insigne de los
milagros necesarios para su beatificación terrestre, a fin de que
podamos pronto con la Iglesia venerarlo e invocarlo como un
santo". Desde el 28 de octubre de 2007 la Orden de
Predicadores venera con gozo a este hijo suyo con el
título de Beato y Protomártir elevado a los altares entre
sus Maestros. La Provincia del Santo Rosario como al Maestro
que ha dado a toda la Orden. En el día
de su Beatificación ha encabezado un grupo de 74 Mártires,
representantes de toda la Familia de Santo Domingo: 40 sacerdotes,
18 hermanos cooperadores, 3 estudiantes clérigos, un novicio clérigo, una
monja contemplativa, 7 hermanas de la Congregación de la Anunciata,
fundada por el Beato Francisco Coll, 2 hermanas de la
Congregación de la Enseñanza de la Inmaculada, 2 laicos dominicos.
Todos ellos integraban el grupo de 498
mártires españoles beatificados, en la fecha señalada, por S.S. Benedicto
XVI.
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