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Bienvenido María de Dos Hermanas (José de Miguel Arahal), Beato |
Mártir Capuchino
Martirologio Romano En Madrid, en España, beato Bienvenido (José)
de Miguel Arahal, Presbítero de los Terciarios Capuchinos de la
Virgen de los Dolores y mártir, que, en el furor
de la persecución contra la fe, derramó su sangre por
Cristo (1936).
José de Miguel Arahal nace en Dos Hermanas (Sevilla)
el 17 de junio de 1887.
Aprende las primeras letras
en las escuelitas del pueblo y, a los doce años,
se va con los terciarios capuchinos que tienen la Escuela
de Reforma de San Hermenegildo, en su pueblo natal.
Al
ser presentado en el convento de Monte Sión de Torrent
al Venerable P. Luis Amigó, éste le dice: «Bienvenido seas,
hijo mío», y Bienvenido será en lo sucesivo su nombre
en religión.
El 15 de abril de 1905 hace su
primera profesión religiosa y, seis años más tarde, emite sus
votos perpetuos. En la primavera de 1920 es ordenado de
presbítero. En la congregación de terciarios capuchinos desempeña los cargos
de superior, maestro de novicios, consejero y vicario general y,
finalmente, general de la congregación desde 1927 a 1932.
Durante
su generalato impulsa la promoción vocacional, apoya la capacitación científica
de los religiosos y propicia la apertura de la obra
a Hispanoamérica. El P. Bienvenido trata siempre de inculcar las
devociones que él mismo practica, especialmente a Jesús Sacramentado, a
la Virgen de los Dolores, al Seráfico Padre San Francisco
y al Sagrado Corazón de Jesús.
Cuando el 20 de
julio de 1936 la Escuela de Reforma de Santa Rita
de Madrid es asaltada, el P. Bienvenido sigue con su
hábito y es el último en abandonarla. El 31 de
julio, y acompañado a la fuerza por dos milicianos, hubo
de acudir al Banco de Vizcaya primero, y luego al
de España, a sacar los fondos de la Escuela.
Acto
seguido le arrebatan el dinero y, conducido violentamente a la
Pradera de San Isidro, allí fue asesinado.
Sus biógrafos nos
trazan la semblanza del P. Bienvenido como un religioso de
espíritu recto y fuerte, exigente consigo mismo y con los
demás, adornado de grandes dotes de gobierno, muy tenaz en
sus propósitos apostólicos, muy amante de la congregación y de
su obra de reeducación de menores, gran promotor de vocaciones
religiosas y sacerdotales, y de una profunda espiritualidad.
El 11 de
marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II lo
beatificó junto a otros 232 mártires de la
persecución religiosa en España.
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