miércoles, 1 de agosto de 2012

El tesoro y la perla


Mateo 13, 44-46. El problema no es buscar el tesoro, sino saber dónde se encuentran los tesoros que Dios ha preparado para nuestra vida.
 
El tesoro y  la perla
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46


En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

Oración introductoria

Jesús, Tú eres mi mayor tesoro. Mi vida sin Ti no vale ni sirve para nada. Permite que sepa darte el cien por ciento de este tiempo de oración. Que nada ni nadie interrumpa este diálogo que creo y espero tener con Quien tanto me ama.

Petición

Dios mío, dame la gracia de amarte más este día.

Meditación del Papa

Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables para que puedan aflorar tantos "sí", en respuesta generosa a la llamada del amor de Dios. Será tarea de la pastoral vocacional ofrecer puntos de orientación para un camino fructífero. Un elemento central debe ser el amor a la Palabra de Dios, a través de una creciente familiaridad con la Sagrada Escritura y una oración personal y comunitaria atenta y constante, para ser capaces de sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida diaria. Pero, sobre todo, que la Eucaristía sea el "centro vital" de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos una y otra vez a vivir la “gran medida” del amor de Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino. Benedicto XVI, 13 de febrero de 2012.

Reflexión

Siempre me ha parecido lo más normal, que un hombre haga todo lo que está a su alcance para conseguir la perla o el tesoro más valioso del mundo. Eso fue lo que hizo Kalif. No tenía trabajo y los problemas económicos empezaban a ser cada vez más serios para su familia. Una noche, soñó que bajo el puente que unía la ciudad con el resto del valle, había un tesoro.

De madrugada se levantó, fue al puente y comenzó a cavar. La policía le vio excavando y dudó de sus intenciones. El pobre Kalif, después de unos intentos por evitar la respuesta, se sinceró: hoy soñé que debajo del puente había un tesoro y por ello vine aquí.

Uno de los policías con ironía le respondió: ¿cómo es posible que usted crea eso? Fíjese, hoy también soñé yo que debajo de la casa de un tal Kalif había un tesoro escondido. ¿Usted cree que me lo voy a creer?. Kalif calló, regresó a su casa, excavó y encontró el tesoro.

El problema no es buscar el tesoro, sino saber dónde se encuentran los tesoros que Dios ha preparado para nuestra vida. ¿Cuáles son tus tesoros? ¿Consideras tu vida matrimonial y tus hijos, verdaderos tesoros o no te das cuenta del regalo que Dios te ha concedido, porque sólo sientes el cansancio y el sudor que produce el remover la tierra para disfrutar de ellos?

¿Alguna vez has experimentado el valor de la Santa Misa y de la confesión, o la pereza de levantarte unos minutos antes el domingo te lo han ocultado?

Propósito

No se puede amar lo que no se conoce, por eso, buscaré participar en alguna actividad formativa en torno a la Eucaristía.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por tu generosidad porque gratuitamente y sin ningún merito de mi parte me ofreces el tesoro de la Eucaristía y tu Palabra. No tengo que vender nada, sólo debo dejar a un lado todo lo que me pueda apartar de Ti. Ayúdame a ser santo al saber aprovechar cada minuto de la vida que me has regalado para crecer en el amor a Ti y a los demás.


miércoles 01 Agosto 2012
Miércoles de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

San Alfonso María Ligorio /


Leer el comentario del Evangelio por
San Ireneo de Lión : El tesoro escondido en el campo de las Escrituras

Lecturas

Jeremías 15,10.16-21.


¡Qué desgracia, madre mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y controvertido por todo el país! Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me maldicen.
Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos.
Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque tú me habías llenado de indignación.
¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes?
Por eso, así habla el Señor: Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí; si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos.
Yo te pondré frente a este pueblo como una muralla de bronce inexpugnable. Te combatirán, pero no podrán contra ti, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte -oráculo del Señor-.
Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los violentos.


Salmo 59(58),2-3.4-5a.10-11.17.18.


Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
defiéndeme de los que se levantan contra mí;
líbrame de los que hacen el mal
y sálvame de los hombres sanguinarios.

Mira cómo me están acechando:
los poderosos se conjuran contra mí;
sin rebeldía ni pecado de mi parte, Señor,
sin culpa mía, se disponen para el ataque.
Despierta, ven a mi encuentro y observa.

Yo miro hacia ti, fuerza mía,
porque Dios es mi baluarte;
él vendrá a mi encuentro con su gracia
y me hará ver la derrota de mis enemigos.

Pero yo cantaré tu poder,
y celebraré tu amor de madrugada,
porque tú has sido mi fortaleza
y mi refugio en el peligro.

¡Yo te cantaré, fuerza mía,
porque tú eres mi baluarte,
Dios de misericordia!


Mateo 13,44-46.


El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Ireneo de Lión (hacia 130-208) obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías IV, 26; SC 100, pag 711

El tesoro escondido en el campo de las Escrituras

Cristo era presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo,
Dios comunicaba su palabra, su verbo. Si alguien lee las Escrituras en esta
perspectiva, encontrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un
nuevo llamamiento. Porque él es “el tesoro escondido en el campo”, es
decir, en el mundo. (cf Mt 13,38) Tesoro escondido en las Escrituras porque
había sido prefigurado en figuras y parábolas que, humanamente hablando, no
podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir,
antes de la venida del Señor. Por esto fue dicho al profeta Daniel:
“...mantén ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue
el momento final.” (Dn 12,4) También Jeremías dice: “Sólo después lo
comprenderéis” (cf Jr 23,20)...

La ley leída por los cristianos es un tesoro escondido antiguamente
en un campo, pero fue revelado en la cruz de Cristo. ... La cruz manifiesta
la sabiduría de Dios, da a conocer sus designios en vista a la salvación de
la humanidad, prefigura el Reino de Cristo, anuncia la buena noticia de la
herencia de la Jerusalén santa, anuncia que la persona que ama a Dios
progresará hasta ver a Dios y comprender su palabra y será glorificado por
esta palabra...

Así el Señor explica las Escrituras a sus discípulos después de la
resurrección, afirmando por ellas que “era necesario que Cristo sufriera
para entrar en su gloria.” (Lc 24,26) Si pues alguien lee así las
Escrituras, será un discípulo perfecto “que es como un padre de familia que
saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.” (Mt 13,52)

No hay comentarios: